Datos
técnicos:
Título:
Tiempo de tinta y ceniza.
Autora:
Lidia Herbada.
Editorial:
Ediciones B (Grupo Penguin Random House).
1ª
edición: Julio/2023.
ISBN:
978-84-666-728-1.
Encuadernación:
Tapa blanda con solapas.
Idioma:
Español.
Nº pág.:
544.
Sinopsis:
Madrid,
1925.
Helena
y Carmen Galiana son dos hermanas huérfanas que son como polos
opuestos: una siempre ha querido casarse y ser madre, la otra aspira
a ser fotógrafa y vivir entre artistas bohemios y mujeres feministas
en los bulliciosos cafés literarios. Y, sin embargo, un mismo hombre
hace tambalear la vida de ambas.
Cuando
Helena consigue la vida que siempre ha soñado y se casa con Ricardo
Herrera, un militar de buena familia con el que tendrá dos niñas,
Carmen se separa de ella de manera misteriosa. Pero, aunque el amor
no siempre es oportuno, la pasión no puede esconderse para
siempre...
Con
una envolvente ambientación histórica, Lidia Herbada narra la vida
de dos hermanas separadas por un secreto, los celos y un pasado que
podría salir a la luz con el estallido de la Guerra Civil. Tiempo
de tinta y ceniza es
también el relato de un amor verdadero que atesora una importante
lección: aquellas historias que acaban con puntos suspensivos están
destinadas a volver a empezar.
Opinión
Personal:
Una
de mis gratas sorpresas lectoras de este año es la última novela
publicada hasta la fecha por la escritora madrileña Lidia Herbada,
Tiempo de tinta y ceniza. Sin duda alguna, la autora
ofrece al lector una historia que lo atrapa desde las primeras
páginas, en las que se intercalan ingredientes de varios géneros
literarios que forman un todo muy compacto. Construye una trama
compacta, por lo engarzados que están con tal solidez elementos
propios de la novela romántica, costumbrista y una envolvente
ambientación histórica. Una trama compacta en la que el lector no
percibe el paso de un elemento a otro a lo largo de los 32 capítulos
más el epílogo en el que se estructura el desarrollo de la trama.
Una trama en la que, como adelanta la sinopsis, el lector se
encontrará con una historia de un amor imposible verdadero, y dos
hermanas enfrentadas por un secreto inconfesable que las separa para
siempre. Estos secretos inconfesables suponen un gran aliciente
porque mantienen la intriga a lo largo de los capítulos, ya que se
desvelan en pequeñas dosis, con el añadido de que alguno de ellos
supondrá un antes y un después para Violeta, la hija menor de
Helena Galiana, la más interesada en conocer los silencios
familiares que tanto se ocultan.
|
(Casa de las Flores- Madrid) |
Desde
que Helena Galiana se casa con un militar de buena familia, Ricardo Herrera del Saz, su hermana Carmen se separa de ella de manera
misteriosa. Pese a que mantienen cierta relación, el trato entre
ellas se percibe muy distante. Como suele suceder en estas situaciones familiares, los
secretos están muy presentes en Tiempo de tinta y ceniza, por
lo que supusieron para mí un gran aliciente saber qué provocó esta
ruptura familiar. Violeta, la hija menor de Helena, sospecha que su
madre oculta algo y le responde con evasivas ante las preguntas
insistentes que le hace al respecto. Pero Violeta es muy persistente
e insiste que su madre le aclare lo sucedido, porque quiere que el
silencio y las evasivas que recibe den paso a las explicaciones que
necesita escuchar, porque es consciente de que tiene derecho a
conocer los hechos que le oculta. Lo que acabo de comentar originará
una serie de episodios en los que la tensión familiar provoca roces
entre sus miembros. Pese a ello, a Helena Galiana no le queda otra
que abrir su alma ante su hija menor, aun sabiendo el daño que le
puede ocasionar.
A
lo largo de los capítulos, Lidia Herbada planifica y desarrolla una
trama diría que de contrastes, de blanco y negro, porque los
grises y demás colores no se perciben en las dos opciones a las que
se agarran con fuerza las mujeres de esa época, porque son muy
conscientes de saber cuáles se identifican más con sus
aspiraciones. Por un lado está la mujer tradicional, que sabe y
acepta cuál es el papel que le toca desempeñar en la vida,
arraigada a la sumisión que le impone la sociedad de ese entonces.
Pero también hay quienes optan por la rebeldía, por la libertad que
quieren ejercer pese al género al que pertenecen. Son las llamadas
mujeres sin sombrero, las que les gusta vestir de una forma muy
diferente a las anteriores, poder ejercer una profesión sin tener
que depender de alguien que les autorice a ello. Pero también son
mujeres que creen en el amor, pero en un amor que surja de la
relación sentimental entre dos personas y no verse empujadas al
matrimonio de conveniencia. Las hermanas Helena y Carmen Galiana son
un claro ejemplo de lo que acabo de comentar: Helena se casa con un
apuesto militar, propuesto por sus padres, porque veían que era el
marido apropiado para ella. Carmen es todo lo contrario, una mujer
libre a la que le gusta la fotografía y relacionarse con el mundo de
la cultura; no le importa entrar sola en un café ni viajar sin
compañía, pese a que ambas situaciones son muy mal vistas por la
sociedad de la época.
|
(Antigua embajada de Chile-Madrid) |
Los
capítulos que conforman Tiempo de tinta y ceniza están
agrupados en tres partes bien diferenciadas. La primera abarca hasta
que la Guerra Civil Española es una triste, cruel y dolorosa
realidad. La segunda se desarrolla durante todo este conflicto bélico
y la tercera discurre en los primeros años del franquismo, hasta
1957. Cada capítulo se inicia con un fragmento que guarda relación
con su desarrollo y corresponden, casi todos ellos, a mujeres del
mundo de la cultura, unas más conocidas que otras, pero en las que
se percibe su implicación en la defensa de lo que creen. Todos ellos
se desarrollan en Madrid, una ciudad que es un personaje más de la
novela, y sobre la que la autora ofrece al lector una magnífica
panorámica de la capital de España de la que me atrajeron, sobre
todo, espacios muy poco conocidos y que utiliza para que guarden
relación con los personajes que protagonizan los episodios de turno.
Un Madrid lleno de vida, sobre todo en los llamados locos años
veinte, pero que también sufre una horrorosa devastación tras los
continuos bombardeos de la aviación del bando sublevado. En el
franquismo se percibe que, poco a poco, se recuperan de los espacios destruidos y
cómo la vida intenta fluir. En este sentido, la mujer es consciente
de que todo lo que había ganado en los años anteriores se va al
garete, aunque algunas de ellas logran hacerse un hueco en una
sociedad en la que impera el machismo, como Violeta, la hija menor de
Helena Galiana, porque consigue ejercer una de las pocas profesiones
a las que puede aspirar la mujer, como es la de enfermera. Realiza
las prácticas en el primer hospital moderno en España, el Instituto
de Investigaciones Clínicas y Médicas, dirigido por el doctor
Carlos Jiménez Díaz.
Tiempo
de tinta y ceniza es una novela en la que la cultura y la
barbarie están muy presentes a lo largo de los capítulos. Una
cultura de la que me quedé prendado de las reuniones que se
celebraban en la llamada Casa de las Flores, en la que vivió durante
un tiempo en Madrid el diplomático chileno Carlos Morla-Lynch. Una
casa en la que se reunía el poeta chileno Pablo Neruda con
escritores de la que posteriormente se conocería como la Generación
del 27. En esta Casa de las Flores el lector se familiarizará con
Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre, pero, sobre
todo, con Federico García Lorca, quizás el mejor retratado de todos
ellos, y cuya forma de ser y de actuar no dejará indiferente, hasta
que se recibe la fatal noticia de su fusilamiento en Granada. La
figura de María de Maeztu fue un pilar indispensable para la cultura
de la época, porque dirigió e impulsó La Residencia de Señoritas
y presidió El Lyceum Club Femenino. Junto a ellas figuran otras
mujeres relevantes de la época, aunque me atrajo especial atención
la pintora gallega Maruja Mallo, por la relación que mantiene en la
trama con Carmen Galiana. De literatura y alusiones literarias no
sólo se habla en la Casa de las Flores, sino también en
determinados ambientes madrileños de la época en los que se reúnen
lo más granado de los llamados intelectuales.
|
(Cuesta de los Ciegos-Madrid) |
En
cuanto a la barbarie vivida en este conflicto fratricida, uno siempre
descubre algo nuevo que hace que me interese por las novelas en las
que los conflictos bélicos están muy presentes. En este sentido, se
destaca a lo largo de los capítulos el papel desempeñado por varias
embajadas extranjeras en Madrid, siendo una de las más activas la de
Chile, que llegó a acoger hasta 4000 refugiados de ambos bandos. En
este sentido, cabe destacar la labor humanitaria realizada por el
diplomático chileno Carlos Morla-Lynch. Una barbarie en la que el
lector estará muy pendiente de la angustia de los personajes que más
atrajeron mi atención, pese a que muchos de ellos lograron
salvaguardarse en la legación diplomática chilena. Una embajada en
la que se viven escenas también muy tensas, pero en la que los
residentes procuran llevar una cierta vida cotidiana, y la escasez de recursos que poseen a medida que se incrementa el número de asilados, pese a que las
bombas también pueden segarles la vida, aunque los diplomáticos
hayan conseguido que estas instituciones no fueran objetivo señalado
por el enemigo para su destrucción. Resultan muy sensibles las
escenas que protagonizan los niños por la inocencia que muestran
ante lo que perciben cuando se fijan en lo que pasa en el exterior
de la embajada, al igual que algunas aventuras que protagonizan, por
lo que en más de una ocasión temí que pudiera suceder alguna
tragedia que pusiera fin a la inocencia que marca sus jóvenes vidas.
Tras la derrota del legítimo gobierno de la II República, comienza
un período de dictadura en el que se imponen las directrices
franquistas, iniciado con una cruda posguerra, en la que todavía se
escuchan los ecos de la contienda. Una posguerra en la que en la que
las represalias contra los vencidos están a la orden del día y la
mujer vuelve a desempeñar el papel ancestral que les corresponde, si
bien hay quienes tratan de no perder la libertad conseguida,
conscientes de que incluso pueden poner en riesgo su vida.
Tiempo
de tinta y ceniza es una novela que no dudo en recomendar, porque
a lo largo de los 32 capítulos más el epílogo se suceden episodios
que atraen la atención del lector, en los que no faltan giros que
redoblan el interés por lo que sucede en los siguientes capítulos.
El lector se encontrará con una historia de amor imposible, dada las
circunstancias de los dos personajes que la protagonizan, pero que
incitan a estar muy pendiente de su desarrollo por la fuerza que
emana de ese romance sentimental. Pero también es una historia de
secretos familiares, que se ocultan con los silencios con que los
protegen, porque son conscientes de que pueden levantar ampollas en
quienes se interesen por descubrir una realidad familiar que se
oculta. Lidia Herbada construye una trama por cuyas páginas
transitan unos personajes trazados con mucha fuerza, de carne y
hueso. Unos personajes ficticios que interrelacionan de forma muy
natural con un conjunto de personajes históricos muy atractivos,
sobre todo en lo que al mundo de la cultura se refiere, y diría que,
en especial, a los componentes de los que más tarde se conocerían
como la Generación del 27. En mi opinión, Madrid es el personaje
por excelencia de esta novela, porque la voz narrativa ofrece al
lector una panorámica exquisita de la ciudad, sobre todo cuando le
presenta rincones olvidados y las leyendas que se cuentan sobre
ellos. Pese a ser un tocho de poco más de 500 páginas, la lectura
fluye con buen ritmo por el interés que suscitan los episodios que
se desarrollan a lo largo de los capítulos, aderezada por una
narración impecable y subyugante. Sin duda alguna, Tiempos de
tinta y ceniza es una novela muy recomendable, en la que el
lector se encontrará hechos poco conocidos, como el papel que
desempeñaron algunas de las delegaciones diplomáticas en Madrid,
para acoger a refugiados de ambos bandos, como la embajada de Chile,
entre cuyas paredes se desarrollan episodios que no dejan
indiferente.
Biografía:
Lidia
Herbada nació en Madrid. Es licenciada en Ciencias de la Información
y especializada en tecnología I+D+i., aunque su carrera se ha
encaminado también hacia el mundo del arte, la fotografía y la
publicidad. En 2010 empezó a publicar relatos y novelas que han sido
galardonados con importantes premios literarios, entre ellos el
Premio Internacional Lobher. Su primera novela, 39 cafés y un
desayuno, fue alabada por el público y crítica y se convirtió en
una de las novelas más vendidas en Italia y Alemania.
Fuentes: Datos técnicos, sinopsis y biografía de la autora tomada de la web Penguinlibros. Fotografía de Lidia Herbada tomada de la web de la Agencia Literaaria Editabundo. Imagen de la Casa de las Flores tomada de Wikipedia. Imagen de la antigua embajada de Chile tomada de la web The Diplomat In Spain. Imagen de la Cuesta de los Ciegos tomada de la web Foursquare.