Datos
técnicos:
Título:
Yom Kipur/El sueño de Makar.
Autor:
Vladimir Korolenko.
Traducción:
Nicolás Tasin.
1ª
edición: enero/2013.
Edición
inicial: Yom Kipur: 1890.
El sueño
de Makar: 1885.
Editorial:
Hermida Editores.
Colección:
El jardín de Epicuro. Ficción.
Encuadernación:
tapa blanda con solapas.
ISBN:
978-84-940159-3-9.
Idioma:
español.
Nº
Pág.: 140.
Sinopsis:
Yom
Kipur y El sueño de Makar son dos de los relatos más conocidos de
Korolenko. Son divertidos, porque Korolenko así lo decide, pero
también son tristes, y sus personajes, Iankel y Makar, nos
conmueven, los compadecemos, pero no son penosos, sino solo seres
humanos que intentan salvar su “pellejo” en un medio hostil.
Korolenko
exhibe un característico estilo narrativo ingenuo, realista,
natural, con un humor inteligente y nada irónico. El dominio y la
libertad plástica con los que maneja a sus campesinos rusos, la
descripción y la trama, le convierten en un maestro del relato y del
cuento, lo que le ha llevado a consagrarse como uno de los mejores
escritores eslavos.
Ambos
relatos retratan la vida del campesinado ruso del último tercio del
siglo XIX, y Vladímir es un narrador comprensivo, observador,
humanista y paciente, que deja aflorar en sus personajes caracteres
extremos, duros, desafinados, que viven en condiciones climatológicas
y políticas adversas, y que acaban renunciando, primero a su
dignidad, después a una convivencia pacífica con los demás
hombres, y por último resignándose a un fatal destino, pero que
sorprendentemente, y para el descanso de sus personajes, nunca llega.
Y es que Korolenko no es trágico, sino cómico, y por eso sus
personajes no son miserables, sino muy humanos, con muchos defectos y
taras, pero a la hora de juzgarlos, en el día de Yom Kipur o a las
puertas del cielo, todos sus pecados se vuelven triviales y vuelven a
gozar de una feliz libertad, robada entonces y por fin devuelta
ahora.
Opinión
Personal:
De
nuevo me acerco a la Colección El jardín de Epicuro, de Hermida
Editores, en la que hay varios títulos que merece la pena tener en
cuenta, por lo que recomiendo a quienes disfrutan con los autores
clásicos que le echen un vistazo. Este que reseño es el cuarto
libro que leo de esta colección, y ya tengo marcado el siguiente que
espero pase a formar parte de mi biblioteca. Hoy comparto mis
impresiones sobre un libro que contiene dos de los relatos más
atractivos de Vladimir Korolenko: Yom
Kipur
y El
sueño de Makar,
que es uno de los más famosos del escritor ucraniano, y por el que
fue considerado uno de los mejores escritores de la época, como
indica Mónica Mesa Fernández en la biografía del autor. Con este
libro de relatos participo en la cuarta edición del reto que
organizo en mi blog, Nos gustan los clásicos, y en el reto Todos los clásicos grandes y pequeños, que organizan Las Inquilinas de
Netherfield, en la premisa clásico de autor que leas por primera
vez.
Pese a
que siempre comento que no soy muy dado a la lectura de relatos o
novelas en las que domina el elemento fantástico, en este ocasión
he de reconocer que los leí con total naturalidad, porque tanto
Japun como el gran Toyon están representados de tal forma que los
demás personajes que interactúan con ellos apenas son conscientes
de que tienen ante sí a seres imaginarios, y comparten escenas y
situaciones con los demás personajes porque Vladimir Korolenko los
perfila como uno más de entre los que intervienen en cada uno de los
relatos. En mi caso, quizás sea el diablo judío Japun quien más
inadvertido pasa a los personajes que tienen alguna relación con él
en alguna fase de la trama, si bien el lector juega con una mayor
ventaja, porque sabe quién es este ser imaginario desde que aparece
en las primeras escenas.
Vladimir
Korolenko utiliza en ambos relatos elementos fantásticos que
humaniza, por lo que el lector se implica más en la narración. En Jom Kipur todo gira en torno a la festividad
que da nombre a esta novela corta, en la que Japun, el diablo judío,
se dirige a la sinagoga para llevarse a uno de los hebreos que allí
se reúnen para celebrar esa festividad. En El sueño de Makar
es la figura del gran Toyon quien atrae la atención del lector. Este
ser imaginario juzga el bien y el mal en una balanza en la que se
pesan los actos buenos y malos que hicieron en vida quienes se
presentan ante él para que decida el destino final que les espera,
con la particularidad de que la balanza que utilizan para juzgar los
actos de Makar es diferente a la habitual, aunque prefiero que sea el
lector quien descubra el motivo por el cuál no se utiliza la
ordinaria. Caben resaltar en este relato los diálogos que mantienen
el pope Iván y Makar de camino hacia la itsba en
la que va a ser juzgado, en los que no falta el humor, así
como la confesión del protagonista ante el gran Toyon, por la
actitud que adopta a la hora de justificar sus actos para que cause
mayor impacto ante quien lo juzga.
(Taiga Yakutsk-Siberia)
Otro
gran aliciente de estos dos relatos es el paisaje que plasma el
escritor ucraniano en ambas historias. Y es que los personajes
conviven con un medio hostil al que no les queda otra que adaptarse
para subsistir como buenamente pueden, porque los recursos que tienen
para satisfacer sus necesidades básicas son escasos. Quizás sea El
sueño de Makar el relato que más me atrajo en lo que respecta a
las descripciones que hace el narrador omnisciente sobre el paisaje
de la taiga siberiana de Yakutsk. Y es que Korolenko ofrece unas
magníficas pinceladas sobre los escenarios por los que se mueve
Makar que, aunque breves y precisas, ayudan al lector a imaginar cómo
son los escenarios que atraviesa para dirigirse a la itsba en
la que será juzgado. Si bien las descripciones que se hacen sobre el
paisaje en el relato de Yom Kipur no dan la impresión de que
los personajes viven en un medio tan inhóspito como el que se
describe en El sueño de Makar, el autor logra atraer la
atención del lector por los escenarios que describe el narrador
omnisciente, porque Japun ayuda a mostrar una panorámica
complementaria a la que se percibe por los demás personajes que
conforman el elenco de esta trama. Si bien la diferencia de paisaje
se percibe porque el primer relato transcurre en una aldea de Rusia y
el segundo en la taiga siberiana.
Aunque El sueño de Makar es el relato por el que Vladimir
Korolenko fue considerado uno de los mejores escritores de la época,
particularmente me gustó más Yom Kipur. Quizás
influyera en ello el hecho de que la trama sea más compleja y ofrece
al lector unos ingredientes más atractivos. Los doce capítulos en
los que está estructurada esta novela corta de 90 páginas tienen el
aliciente de que el autor sorprende al lector con escenas atractivas
en cada uno de ellos, e incluso se encuentra con algún giro que
redobla su interés por lo que sucederá hasta el desenlace. Y es que
este relato atrae la atención del lector desde las primeras
páginas, en las que en la aldea saben que el diablo Japun se llevó
al judío Iankel, y la disposición que muestra Felipe el molinero
para apropiarse de su taberna y así ser el más rico de la aldea.
Pero esto es solo un avance de la trama, porque tiene otros
atractivos, con el añadido de que la sonrisa está muy presente en
la lectura de esta historia, principalmente en las escenas en las que se
desarrollan diálogos ingeniosos, sobre todo si se mantienen con Japun. En este sentido, estaba muy pendiente de sus reacciones,
porque quería comprobar si era capaz de ocultar su verdadera
identidad, o bien era descubierta ante alguna reacción inusual que
lo delatara, y también de la decisión que toma el molinero en el
plano sentimental, porque veía que sus intereses
tomaban unos derroteros diferentes a los iniciales. En esta historia se muestra
hasta dónde es capaz de llegar la codicia del ser humano, sin
importar que sus semejantes salgan perjudicados por sus actos, aunque
también la astucia está muy presente, porque se sirven de ella
quienes deciden utilizarla para conseguir sus fines. Todos los
episodios que se suceden en esta novela corta abarcan prácticamente
un año, por lo que el narrador omnisciente invita al lector a
adivinar a quién se llevará Japun en su próxima visita a la
sinagoga. Sin duda alguna, Vladimir Korolenko es un autor que
recomiendo para quienes frecuenten los clásicos y quieran salirse de
su zona de confort.
Biografía:
Vladímir
Galaktiónovich Korolenko nació en Zhytomyr, capital de Volinia
(Ucrania), en 1853. Por entonces Volinia era una región
políticamente ambigua.
Ya
desde el Tercer reparto de Polonia de 1795 la parte oriental
pertenecía al Imperio ruso y la occidental al Imperio austrohúngaro.
De hecho, Vladímir aprendió a leer polaco antes que ruso, pues su
familia desconocía la nacionalidad que le sería adjudicada.
Tras
la anexión de de Volinia al Imperio ruso, a la familia Korolenko se
le dio a “elegir” la nacionalidad rusa. En 1870 estudió en
Petersburgo en el Instituto de Tecnología, y después en la Escuela
de Agricultura de Moscú, aunque interrumpió los estudios al ser
expulsado por pertenecer a una organización política secreta
vinculada al movimiento revolucionario.
Arrestado
y deportado en 1879 al norte de la Siberia oriental, pasó varios
años en la aislada región Yakut, hasta que en 1885 se le permitió
volver a Rusia y se instaló en Nizhny Nóvgorod, donde conoció al
joven Máximo Gorki. En este mismo año publicó uno de sus relatos
más famosos, y por el que fue considerado uno de los mejores
escritores de la época, El sueño de Makar, que narra la triste vida
de un Yakut abandonado a su “mala suerte”.
En los
años consecutivos, su escritura nos prodiga con otros relatos como
El murmullo de la selva, El vagabundo y otros cuentos, El músico
ciego, y Yom Kipur, de 1890. Korolenko exhibe un estilo narrativo
ingenuo, realista, natural, con un singular humor inteligente y nada
irónico. En 1893 viaja a América. A su vuelta a San Petersburgo
participa en la dirección de la revista populista La palabra rusa
(Russkoie slovo), lo que le facilita una lucha pública directa de su
pluma contra los abusos de poder.
Periodista
activo, crítico social y militante político, Korolenko decide en
1895 abandonar la literatura para dedicarse a denunciar las
injusticias en las leyes y en la policía, convirtiéndose en una
figura popular.
En
1900 se asienta en Poltava y es elegido miembro de la Academia de la
Lengua, título al que renuncia a los dos años, cuando el zar veta
la entrada de Gorki en la Academia. En 1906 dirige una campaña
contra la ley militar y la pena capital. La única obra de este
período es una corta autobiografía con el título Historia de uno
de mis contemporáneos, cuya primera parte aparece en 1910; la otra,
incompleta, se publica póstumamente en 1922.
A
partir de 1917 manifestó su hostilidad hacia los bolcheviques, a los
que en unas cartas dirigidas al comisario de Instrucción Pública,
Anatoli Lunacharsky, tachó de enemigos de la civilización. Murió
en 1921 en Poltava, en plena guerra civil.
Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor, tomados de la web de Hermida Editores. Imagen de la taiga de Yakutsk, tomada de la web Travel tour guide.