En esta sección de entrevistas, hoy toca charlar con Pilar Ruiz Gutiérrez, autora de El jardín de los espejos (reseña), leída y posteriormente reseñada en este blog el pasado 20 de noviembre. El jardín de los espejos es muy buena historia, entretenida y atractiva, ambientada en los valles pasiegos. Son tres las protagonistas que narran en primera persona las tres líneas temporales en las que se estructura esta novela.
El
jardín de los espejos es
una historia que entrelaza muchas otras como en un juego de espejos
enfrentados, un cuento de hadas y de brujas, una leyenda antigua
recuperada del olvido, que por fin sale a la luz para vencer al
tiempo y al silencio.
Al igual que en su ópera prima, El corazón del caimán (reseña), Pilar Ruiz vuelve a conquistarme con una historia solvente, por la que transitan unos personajes fuertes y que parecen cobrar vida propia, y un estilo narrativo diría que muy influenciado por el séptimo arte, directo, muy cuidado, y elegante cuando los episodios se prestan a ello.
Biografía:
Pilar
Ruiz (Santander, 1969) es licenciada en Periodismo, máster en guion
y diplomada en dirección cinematográfica. Desarrolla su carrera
profesional en diversas disciplinas del medio audiovisual: guionista
de cine y series de televisión (La señora, TVE). Como directora de
cine, su largometraje Los nombres de Alicia (2005) obtuvo una
nominación al Mejor Sonido en los premios Goya, la Mención especial
del Jurado en el Festival de Málaga y el Premio especial del Jurado
en el Festival de Miami. Es autora de El
corazón del caimán
y
La
danza de la serpiente
(Ediciones B).
Entrevista:
1)
Francisco Portela.- Gracias por concederme esta entrevista. Con esta
charla pretendo que nos hables sobre el proceso de creación de tu
última novela, El jardín de
los espejos, aunque sin
desvelar información trascendental de una historia que encandila a
quienes decidieron conocer la fuerza que emanan las tres mujeres que
la protagonizan.
P.
R.- Encantada de entablar esta charla sobre El
jardín de los espejos.
Espero que le resulte
interesante a tus lectores.
2)
F. P.- Supongo que ya te lo preguntarían en más de una entrevista,
pero tengo la curiosidad por conocer cuál es el origen de El
jardín de los espejos.
P.
R.- Esa pregunta siempre es la más difícil de responder… Sin
duda, el origen por el que preguntas resulta la parte más misteriosa
de inventar historias. En este caso, creo que surge de dos líneas
que se entrecruzan: mi fascinación por las pinturas rupestres de las
cuevas de El Castillo en Puente Viesgo, Cantabria y por otro lado,
las investigaciones que tanto amigos y amigas relacionados con las
artes plásticas han llevado a cabo para recuperar a las mujeres
artistas perdidas y sepultadas por una lectura parcial y sexista de
la Historia del Arte. De pronto, algo se cruza, ya digo, de manera
misteriosa, que te empuja a empezar a contar.
3)
F. P.- Aunque El corazón del
caimán está ambientada en
Cuba, su trama está basada en lazos familiares con la isla caribeña.
La danza de la serpiente
está ambientada en Santander y la trama de El
jardín de los espejos se
desarrolla en la zona más misteriosa de Cantabria: los valles
pasiegos. Tengo la sensación de que te encuentras muy a gusto
contando historias ambientadas en tu tierra.
P.
R.- Sí, por supuesto: soy cántabra, aunque vivo en Madrid, y pasé
parte de mi infancia en una aldea en el valle de Campoo a donde
llegaban los osos a comerse las colmenas. Mi abuelo era veterinario y
solía acompañarle a visitar las granjas de ganaderos; veía como
curaba a las vacas, como parían. Imagino que nos pasa a todos,
contamos lo que conocemos, con sus defectos y virtudes. Como los
valles del Pas, que han sido recuperados para el turismo en fechas
recientes, pero que durante siglos fueron lugares aislados, agrestes
y pobrísimos: su cultura era vista con desconfianza y sus habitantes
eran despreciados en el resto de Cantabria. Muchos de ellos emigraron
a otros lugares de España y a América huyendo de la miseria, de eso
se habla también en la novela.
4)
F. P.- En mi modesta opinión, encuentro la historia de tu última
novela publicada hasta la fecha muy original, porque una vez que
comencé su lectura, los valles pasiegos, El
jardín del alemán y las tres
protagonistas me imantaron de tal forma que era muy difícil decidir
el punto en el que tenía que tomarme un descanso. Supongo que la
planificación de una novela compleja como esta hay que realizarla
con mucho tiento para que el lector no se sienta perdido a lo largo
de su desarrollo y sea consciente de que todo lo que sucede en cada
uno de los capítulos que la conforman tiene una explicación.
P.
R.- ¡Los autores nunca contamos nuestro proceso de trabajo porque
sería aburridísimo para quien nos lee! Y en mi caso aún más
porque provengo de la dramaturgia teatral y de la escritura
cinematográfica, disciplinas muy técnicas donde la estructura es
fundamental. Tuve maestros excelentes y muy exigentes a la hora de
analizar textos, desde William Layton a Jose Luis Borau. Hay una
parte de nuestro trabajo muy oscuro, donde se tira de oficio y que
resulta muy poco vistoso: incluso decimos que es la fase de “picar
piedra”. Pero no creo que eso
importe demasiado al lector o lectora: lo importante es que entren en
el juego y se diviertan leyendo.
5)
F. P.- Inés, Amalia y Elisa relatan en primera persona sus historias
en tres líneas temporales paralelas. ¿Por qué eliges los años
1949 y 1919 para ubicar las tramas de Amalia y Elisa?
P.
R.-Se trataba de jugar con esas mujeres, por lo que empecé como
imágenes reflejadas en un espejo también temporal y desde Inés
en 2019, así que solo tenía que encontrar el correspondiente
reflejo de Amalia y Elisa en fechas que evocasen ese comienzo. No es
casual, me interesaba contar la situación de dos artistas en dos
momentos de la Historia muy distintos e interesantes: la época de
las vanguardias de principios del siglo XX y las décadas más
oscuras de la dictadura en España, con la mujer doblemente sometida
a un régimen de falta de libertades.
6)
F. P.- ¿Qué significado tiene la presencia del escritor maldito que
estaba obsesionado con las pinturas rupestres de la zona? ¿Hay algún
paralelismo con el destino de las tres protagonistas que las lleva
hasta los valles pasiegos?
P.
R.- Por supuesto, sin desvelar nada: el personaje del cineasta
Samperio representa el vértice que une, de distintas maneras, a las
tres protagonistas. Él también es un “desaparecido” que tenemos
que buscar y encontrar. Y la razón de su desaparición forma parte
fundamental de la historia.
7) F. P.- En
El jardín de los espejos
se van alternando los relatos de las tres protagonistas a lo largo de
su desarrollo. ¿Tenías esquematizado desde un principio en qué
episodio debía finalizar su intervención cada uno de los tramos en
los que narran sus vicisitudes las tres protagonistas o tuviste que
modificar en algún momento el plan inicial para que se mantuviera la
coherencia de sus peripecias?
P.
R.- La estructura de la que parte la historia siempre tuvo la forma
de tres voces narrativas articuladas en torno a una trama principal
en la que las incógnitas planteadas solo se desvelan al final. Así
estaba planteada la novela desde el inicio. Una vez que comienzas a
escribir y por mucho que desarrolles acciones y personajes te vas
adaptando a esa estructura sin traicionarla, como un rumbo fijo y
sujetando fuerte el timón. Si no lo haces así, es muy posible que
llegues a naufragar.
8)
F. P.- Cada una de las protagonistas realiza una actividad artística
¿Con cuál de ellas te sientes más identificada? ¿Qué pensabas
ante el futuro incierto que les depara la firme decisión que toman
Amalia y Elisa, teniendo en cuenta sobre todo la época que les tocó
vivir?
P.
R.- Nunca me identifico con ninguno de mis personajes y sin embargo,
los quiero a todos por igual, incluso cuido más a los que no son
protagonistas. Algunos lectores creen que hay algo de autobiográfico
en Inés pero nada más lejos de la realidad: solo nos une el que yo
conozca la labor de documentalista -aunque nunca haya trabajado como
tal- porque forma parte de los muchos oficios más o menos técnicos
que existen en el sector audiovisual, lo mismo que conozco el trabajo
del cámara Martín. Además, Inés -digo esto sin revelar nada-
nunca podría dirigir una película porque se moriría de miedo y yo
en cambio ¡me muero de ganas de dirigir cine otra vez! Respecto al
futuro, tenía claro que después de tantos avatares y como decía
Jane Austen, esas mujeres merecían una vida mejor, así que sus
finales están llenos de esperanza en el porvenir.
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(Cuevas Monte Castillo-Cantabria) |
9)
El arte rupestre también tiene su lugar destacado en
la trama. Aunque Cantabria es conocida por la cueva de Altamira, el lector descubrirá las Cuevas
de El Castillo que, tal y como se describen, invitan a ser visitadas.
¿Quizás sea el hecho de que la Cueva de Altamira haya sido
declarada Patrimonio de la Humanidad y se conozca como la Capilla
Sixtina del Paleolítico lo que ensombrezca a las otras cuevas
cántabras?
P.
R.- Altamira es una joya de tal nivel que ha eclipsado al tesoro
absoluto que representan el resto de cuevas con representaciones
artísticas de Cantabria: albergan la esencia, el significado
profundo del ser humano y su valor es incalculable para todo el
planeta. Si a eso se añade el desprecio a nuestra cultura, a la
investigación científica, al patrimonio monumental y medioambiental
que ha caracterizado a nuestro país durante siglos, estamos ante una
tormenta perfecta. Ningún actor público o privado de relevancia ha
tenido jamás interés por proteger el patrimonio común, más bien
todo lo contrario. Tampoco en educar a la ciudadanía en el respeto y
el conocimiento de lo que es de todos. Lo único que interesa es su
explotación turística en un modelo completamente desfasado.
10)
F. P.- Junto a las tres protagonistas sobresale la que en Puentes
Viesgo se conoce como «El
jardín del alemán», una
casona del siglo XIX rodeada de un jardín de estilo romántico. ¿Esa
casona es fruto de tu imaginación o partes de alguna construcción
propia de los valles pasiegos?
P.
R.- Es completamente inventada. Era necesario para el tono gótico de
la historia: los fantasmas no se aparecen en una casa cualquiera y
esta tenía que ser muy particular… Luego ocurren cosas curiosas:
una lectora se puso en contacto conmigo para invitarme a conocer su
casa rural, que se llama “El jardín de Aes”, justo en la
localidad -real- más cercana a esa casa que inventé. La ficción es
así: imprevisible.
11)
F. P.- Otro personaje
de la novela es el balneario de Puente Viesgo, que está en pleno
apogeo en la línea temporal que protagoniza Elisa. Supongo que
visitarías el Gran Hotel Balneario actual para documentarte y
adaptarlo a las tres líneas temporales. ¿Mantiene la esencia del
balneario original o percibes mucho cambio en sus nuevas
instalaciones?
P.
R.- Sí, claro, lo conozco bien. En realidad el actual balneario es
un complejo moderno y lujoso con solo restos de su construcción
original, así que fui al cercano -en Cantabria está todo cerca-
balneario de Las Caldas del Besaya, que parece anclado en el tiempo:
mantiene todas las características de un balneario del siglo XIX y
principios del XX. La descripción que aparece en la novela es muy
fiel al lugar.
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(Balneario de Las Caldas de Besaya-Cantabria) |
12) F.
P.- El jardín de los espejos
es una novela de personajes, aunque en claro equilibro con los
magníficos paisajes de los valles pasiegos que describen las tres
protagonistas, y que tanto les atraen. Este equilibrio requiere un
gran esfuerzo para que las vicisitudes de las protagonistas no
ensombrezcan los parajes que las rodean. ¿Has tenido que cambiar
algunas escenas para que no se rompiera ese mimetismo?
P.
R.- Pues no, la verdad. De nuevo, mi condición de cineasta no
encuentra problema en eso: en el cine los personajes siempre se
mueven en un lugar concreto que forma parte, como ellos, de la
historia. Son inseparables. De todas formas, siempre he cuidado la
parte atmosférica: me interesan las narraciones en las que casi
puedes sentir lo que te rodea, el calor, el frío, la luz, la
humedad, el sabor, el olor. Los detalles que hacen que al comenzar
una historia te metas dentro de un espacio físico, en principio,
completamente ajeno. En el lenguaje del cine es más complicado, en
literatura, mucho más fácil.
13)
F. P.-Al igual que en El
corazón del caimán, los
personajes femeninos tienen una mayor presencia que los masculinos en
El jardín de los espejos.
Sin embargo, don Santos, el Indiano; don Gustavo Zaragoza, el
director del balneario en la línea temporal de Elisa; el médico
Fidel Peña, el maquis Angelín o Martín, el operador de cámara que
ayuda a Inés a conseguir las grabaciones para el documental atraen
la atención del lector por el papel que desempeñan, sobre todo en
determinadas escenas de la novela. Aunque son personajes secundarios,
está claro que cuidas mucho el papel que desempeñan en la novela.
P.
R.- Siempre. Siento un enorme respeto por los llamados secundarios,
supongo que eso también me viene del cine, donde disfruto
enormemente con los “característicos”: actores y actrices que
sin ser protagonistas aportan a la historia una personalidad propia.
Intento que no sean solo un vehículo de la trama principal sino que
tengan peripecia y conflictos propios, “carne”, como decimos en
el argot. La creación de todos mis personajes es como un casting
donde busco un reparto ideal, donde pongo voz, rostro y rasgos de
intérpretes concretos. Sin que lo sepa el lector, entre los
personajes de mis novelas pueden aparecer Marcelo Mastroianni o
Juliette Binoche, Rafaela Aparicio o Pepe Isbert.
14)
F. P.-En mi reseña comento que mientras leía la novela tuve la
sensación de que personajes como el director del balneario, don
Gustavo Zaragoza, estaba basado en algún personaje histórico.
También atrae mi atención la labor que realiza la escultora Anne
Coleman en la Primera Guerra Mundial, al igual que la mención que
hacen algunos personajes al prehistoriador y paleontólogo Hugo
Obermaier y su relación con las cuevas. Esto me hace sospechar que
en la novela haya algún personaje real más, bien de forma directa o
encubierto en otros ficticios.
P.
R.- Don Gustavo es un personaje completamente inventado. A parte de
los personajes claramente históricos como los que mencionas, creo
que los autores actuamos todos como una especie de Dr. Frankestein:
cogemos partes de realidad aquí y allá, rostros, nombres,
situaciones, recuerdos, vivencias… y los cosemos para crear una
ficción, a veces incluso de forma inconsciente, hasta descubrir que
rasgos que creías inventados por tu imaginación pertenecían a
alguien real que habías olvidado mientras escribías. Un ejemplo:
Angelín, el maqui, tiene mucho de Juanín, un guerrillero famosísimo
en Cantabria, pero no es del todo él: lo que hago es subrayar la
tradición popular que convertía en leyenda a los que se echaron al
monte tras la Guerra Civil. Angelín tiene características de duende
y de trasgo, como un ser mitológico; ahí se aparta del Juanín
real.
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(Anna Coleman-escultora) |
15)
El jardín de los espejos
es una historia de hadas y magia, de brujas que adivinan, de
curanderas, druidas y trasgos. ¿Son estos ritos y tradiciones
ancestrales las causas del recelo que se siente por los habitantes de
los valles pasiegos, como se resalta en algunos episodios de la
novela?
P.
R.- Sí, por supuesto, pero no solo. Cantabria fue una zona apenas
romanizada donde el catolicismo solo se superpuso a esas religiones y
tradiciones ancestrales de origen celta y prerromano. En el siglo
XVIII, que es casi anteayer, los jesuitas enviaban misiones
intentando cristianizar a esos habitantes de zonas remotas. Hoy día
sigue habiendo curanderas y tradiciones paganas, aunque la mayoría
de la gente no sea consciente de ellas. Además, los pasiegos
mantenían costumbres como la “muda”, una forma de trashumancia
en la que las familias se trasladan a distintas cabañas diseminadas
por el monte, junto a su ganado, cargando con sus enseres. La
miseria, además, empujaba a la pasieguería a emigrar, comerciando
con lo que fuera: ahí están las famosas amas de cría, una forma de
supervivencia para las mujeres pasiegas durante el siglo XIX. Galdós
decía que eran las “vacas de la aristocracia”. Aún hoy llamar a
alguien pasiegón o pasiegona en Cantabria es un insulto.
16)
F. P.-En mis reseñas sobre El
corazón del caimán y El
jardín de los espejos comento
que tu estilo narrativo está influenciado por el séptimo arte. En
todo momento el lector visualiza cada las escenas que se describen a
lo largo de los capítulos, y el ritmo narrativo es fluido y ameno.
Sin embargo me pregunto si te encuentras más cómoda escribiendo un
guión cinematográfico o de series, o disfrutas por igual mientras
trabajas en un proyecto literario.
P.
R.- Me gusta escribir de todo, disfruto con ello, soy una profesional
vocacional y es mi trabajo. También como periodista, con mis
artículos en la sección de cultura de la revista CTXT. Desde luego,
hay mucha más libertad al escribir novelas que en el audiovisual, en
el sentido en que no existen trabas técnicas -un guion es una guía
para un equipo técnico y artístico, no tiene que tener “calidad
literaria”-, mucho menos de producción. Es fantástico poder
escribir una escena carísima sin preocuparte de si se va a poder
rodar o no: la escribes y ya está hecha, eso es magnífico.
17)
F. P.- Espero que con esta batería de preguntas haya más lectores
que sientan interés por conocer la historia de Inés, Amalia y
Elisa, sus temores, sus reflexiones y su admiración por los valles
pasiegos. Pero, antes de despedirnos, ¿nos podrías adelantar algo
sobre tu nuevo proyecto literario?
P.
R.- Es una regla de oro de todas las profesiones artísticas: jamás
hablar de proyectos, solo de realidades. Pero puedo adelantarte que
tenemos varios proyectos entre manos, algunos son literarios y otros
no, pero en todos contamos historias. Estoy muy orgullosa de
pertenecer a un oficio que intenta acompañar, emocionar y entretener
al público haciéndole vivir otras vidas, otras épocas, invitándole
a conocer otros rostros y lugares. Después de años de ejercer este
oficio creo que por fin puedo decir que significan para mí las
historias y la ficción en general: una búsqueda y un encuentro
compartido. Un viaje fantástico por el que merece la pena seguir
trabajando, ahora más que nunca.
Nota. Biografía de la autora, tomada de la web de Roca Editorial. Fotografía de Pilar Ruiz, tomada de Facebook. Imagen portada de El corazón del caimán, tomada de la web Megustaleer. Imagen de Pinturas de la Cueva del Monte Castillo, tomadas de la web Wellness Magazine. Imagen del Banleario de Las Caldas de Besaya, tomada de la web Viajar por Cantabria. Imagen de Anna Coleman, tomada de la web Mujeres en la historia.