Título:
Tras la partida de caza
Título
original: Contes de la bécasse
Autor:
Guy de Maupassant
Traductor:
Carlos Ezquerra
Editorial
Erasmus (Colección Clásicos en el presente)
1ª
edición: febrero de 2012
Encuadernación:
Rústica con solapas
Idioma:
Castellano
ISBN:
978-84-92806-78-7
Nº
pág.: 170
En este enlace se pueden leer los relatos que menciono en la reseña, y los que forman parte de este recopilatorio, así como otros de Guy de Maupassant.
Sinopsis:
La
mejor representación del universo de Maupassant; el autor se ofrece
aquí por entero, con una desnudez, sinceridad y emoción únicas. No
por casualidad, en efecto, se trata del único volumen suyo de
relatos que no es fruto de una arbitraria selección sino que, al
modo del «Decamerón», crea una estructura unificadora ?la comida
tras la cacería, en la que se cuentan historias verídicas, mediante
la cual, de un modo algo más festivo de lo habitual en él, va
desgranando quintaesenciada su peculiar decepcionada concepción del
mundo. A la manera de los espléndidos «Relatos de un cazador» de
su admirado amigo Turgeniev.
Opinión
Personal:
Quienes
se pasan por este blog saben que disfruto con la lectura de un buen
libro de relatos. Aunque, sin embargo, una
de mis asignaturas pendientes, era leer un libro de relatos de un
autor de los considerados como clásicos;
si bien había leído alguno de forma aislada, nunca a modo de
recopilatorio. Por eso hoy reseño este del autor francés, Guy
de Maupassant,
La partida de caza
(Editorial
Erasmus), que admiró desde muy joven a Flaubert, y a quien se le
considera discípulo de Zola.
«El
afortunado tomaba entonces las cabezas, una a una, y las tostaba en
el candil. La manteca crepitaba, una a una, la piel dorada humeaba, y
el elegido por la suerte mordía la grasienta cabeza sosteniéndola
por el pico y dando suspiros de placer»
(pág. 11). Este
es un fragmento del primero de los relatos que aúna a los dieciséis
restantes.
Lleva
por título La becada, con
el que el autor invita al lector a que se adentre en su particular
universo,
a través de las historias que van relatando los distintos
narradores, que se reunían en torno a la mesa del barón de Ravots,
en cuya casa existía una antigua costumbre que se denominaba «El
relato de la becada».
(Léon Hennique, amigo de Maupassant, a quien le dedica uno de sus relatos)
Buscando
información sobre Maupassant, en un artículo de El Imparcial el
autor del mismo dice que «La
mayoría de sus tramas y de sus personajes proceden de una realidad
más dura: historias y sucedidos que le cuentan los campesinos
durante sus frecuentes estancias en Normandía, charlas de cama con
sus múltiples amantes y, de manera especial, de las páginas de
sucesos de los mismos periódicos y revistas en que aparecían sus
cuentos».
El
lector conocerá el mundo creado por este cronista de la época,
porque Maupassant actuaba como tal en sus relatos y novelas, contadas
con tal realismo que parece que sus narradores nos ofrecen historias
verídicas.
Y
dentro del realismo, se tiene a Maupassant por uno de los máximos
exponentes del naturalismo francés, ya que nos muestra la realidad
que le rodea mostrándonos todos sus aspectos.
De hecho, en
algunos de sus relatos nos dará a conocer las costumbres de su
región natal,
Normandía: Broma normanda
«Cual una serpiente, la comitiva de
invitados se deslizó por el patio. Los primeros que llegaron a la
casa abrieron la cadena y se dispersaron por el interior, mientras
que los últimos seguían entrando por la barrera abierta. Las zanjas
se hallaban llenas de niños y de pobres curiosos»(63)
o Un normando,
«Ha inventado, sí, escuche y
agárrese, el embriagómetro, el instrumento como tal no existe, pero
las observaciones de Mathieu son tan precisas como las de un
matemático. Le oirá usted decir: «Desde el lunes he pasado de
cuarenta y cinco»(pág.
98), son
un claro ejemplo de ello.
Pero
también nos contará escenas que guardan relación con la guerra
franco-prusiana (1870-1871): La Loca «Al día siguiente, la criada, muy asustada, quiso vestirla, pero la loca se puso a aullar, zafándose de la ropa. El oficial subió enseguida y la criada, echándose a sus pies, le imploró: -¡No quiere, señor, no quiere! Perdónela, es tan desgraciada...» (Pág. 31); San Antonio,
y La aventura de Walter Schnaffs
—«Iba ahora de un
lado a otro pensando en astucias, en explicaciones y engaños, y, de
cuando en cuando, se aclaraba la boca con un trago de aguardiente
para aliviar la angustia que le corroía el vientre»(pág.
152)—
muestran
episodios relacionados con este conflicto bélico, aunque algunos de ellos vistos
desde el lado más desenfadado, como estos dos últimos. En el de La Loca nos muestra el más lado más cruel de la este conflicto bélico.
Pero
también el lector comprobará cómo el
lado misógino del autor también se verá reflejado claramente en
sus relatos, en donde la mujer y el amor están muy presentes.
En este sentido, llama la atención el hecho de que al
personaje femenino lo encontremos, casi siempre, en espacios
cerrados:
El cerdo de Morin
«Había
pocos viajeros para el expreso. La locomotora silbó y el tren
arrancó. Iban solos. Morin se la comía con los ojos. Tendría de
diecinueve a veinte años; era rubia, alta y de porte desenvuelto. Se
enrolló a las piernas una manta de viaje y se extendió sobre los
asientos intentando dormir»(pág.
14),
o Los zuecos:
«Tal
vez conviniese la colocación ésta para servir en casa del señor
Omont, porque es viudo, su nuera no lo quiere, no tiene a nadie y
puede sacarse mucho. Quizá no haríamos mal en enviar a
Adelaida»(70)
nos trasladan a tierras normandas.
(Jardines de Luxemburgo-París, en donde tiene lugar el relato Minué)
A
través de todos ellos, Maupassant nos ofrecerá una visión muy
particular de la sociedad de la época. Son relatos
costumbristas, alguno de los cuales tienen un marcado carácter
evocador, como el que lleva por título Minué,
un exquisito relato cargado
de nostalgia. «Iba
allí casi todas las mañanas. Me sentaba en un banco y leía. A
veces dejaba el libro sobre las rodillas y soñaba despierto,
escuchando vivir París a mi alrededor y gozando del reposo infinito
de ese vivero al estilo de otro tiempo. Pronto, sin embargo, percibí
que no era el único que frecuentaba el lugar nada más abrirse las
puertas. A veces me encontraba al final de un arbusto con un extraño
viejecillo»(pág. 45).
Aunque
también nos encontraremos con alguno en el que muestra su lado más
desencantado con la sociedad,
caso de En los campos:
«Volvió una vez más y, en esta ocasión, trabó conocimiento con
los padres. Luego, vino odos los días, siempre con los bolsillos
llenos de chucherías y monedas. Se llamaba madame Henri
d´Hubières»(pág.
115). Un
relato que no deja indiferente, pero que por lo que se deduce de la
narración del autor, a algunas familias no les quedaba otra solución
para subsistir que actuar como actúan los personajes de este relato.
Tras
la partida de caza es un conjunto de diecisiete relatos
escritos con un lenguaje sencillo, sin artificio alguno, con un
estilo muy directo que nos sumerge de pleno en la historia que nos
ofrece en cada uno de ellos, en la que el autor describe
detalladamente sus observaciones, actúa siempre desde la distancia,
como un narrador omnisciente,
aunque en algunos de ellos nos encontraremos con historias dentro de
ellos relatadas en primera persona. Y esto que acabo de comentar hace que nos involucremos de forma absoluta en cada uno de ellos, y nos sintamos un personaje más del mismo. Cada uno de ellos está dedicado a personajes que, en algún momento de su vida, guardaron relación con Guy de Maupassant. Sin duda
alguna, un disfrute para los apasionados de este género y, quienes
no gustan de ellos, tienen a través de estas pinceladas de
Maupassant, un magnífico fresco de la época.
Biografía:
Guy
de Maupassant nace en 1850 en Dieppe, (Normandía-Francia). Admiró
de muy joven a Gustave Flauvert con quien trabaría amistad a los 17
años. Él le promocionaría como escritor, presentándole a
celebridades literarias y empujándole a escribir en los periódicos.
Mientras
trabajaba como funcionario del Estado, publicó su primer libro de
éxito, Bola de sebo (1880), que entusiasmó a Zola. A partir de
aquí, y hasta su temprana muerte en 1893 fruto, posiblemente, de una
sífilis complicada con una enfermedad mental hereditaria, Maupassant
escribió cinco novelas -entre las cuales está su obra maestra, Bel
Ami-, cerca de 300 relatos y numerosas crónicas periodísticas.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía del autor, tomados de la editorial. Imágenes que acompañan al cuerpo de la reseña, y fotografía de Guy de Maupassant, de google imágenes. Fragmento de un artículo de Maupassant tomado del diaro El Imparcial.