Datos técnicos:
Título: La fiscal.
Autora: Natalia Gómez Navajas.
Editorial: Cosecha Negra Ediciones.
1ª edición: Septiembre/2022.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 978-84-125903-0-2.
Idioma: Español.
Nº pág.: 372.
Sinopsis:
Lola Brau tiene una posición social elevada y un dilatado matrimonio que va haciendo aguas. Siempre se sintió una mujer segura de sí misma, de mano férrea, lo que la ha llevado a labrarse con el paso de los años una carrera profesional impecable, convirtiéndose en una fiscal de prestigio y respetada por sus compañeros. Una noche recibe una llamada que cambiará el curso de su vida. David Burgos, su marido, despierta en una casa ajena. Junto a él se encuentra el cuerpo sin vida de una mujer cubierto de sangre. Todos los indicios apuntan a que el esposo de la fiscal es el asesino. La investigación se da por cerrada. Pero, ¿Y si nada es lo que parece?
Brau se enfrentará a un dilema: mantener su fe en los procedimientos judiciales o creer en la inocencia de su marido. Escoger entre la lealtad hacia una profesión que ama o luchar por las cenizas de un amor que parecía consumido. Con todo en contra, la fiscal, con la ayuda de un detective que la odia y de un abogado que apuesta por la inocencia de Burgos, comenzará una carrera vertiginosa para sacar la verdad a flote.
Opinión Personal:
La fiscal es una novela que uno no duda en recomendar, sobre todo para quienes disfrutan con historias de lo negrocriminal. Tiene el aliciente de que nada es lo que parece y que casi todas las escenas de la trama tienen lugar en espacios cerrados. Me llamó mucho la atención la sinopsis, al igual que la reseña que nuestra compañera Laky publicó en su blog Libros que hay que leer. Pese a que en un principio nos parezca un comienzo que nos resulta familiar de otras novelas, series televisivas o películas del género, Natalia Gómez Navajas planifica y desarrolla una trama compleja que invita al lector a estar muy pendiente de todo lo que sucede a lo largo de los capítulos en los que se estructura. También nos invita a que nos vayamos haciendo las mismas preguntas que se hace la protagonista porque, en mi opinión, diría que lo que sucede a lo largo de su desarrollo es una denuncia contra el funcionamiento de nuestro sistema judicial y aquellos que se aprovechan de su carrera judicial para medrar, porque creen que se sienten inmunes por el cargo que ocupan al saber qué teclas tocar a la hora de protegerse. Una trama en la que la corrupción está también muy presente, si bien esto último lo deduje por lo que sucede en determinados capítulos.
En La fiscal, el lector se encontrará, además, con que va un paso adelante sobre lo que sucede a medida que la protagonista, la fiscal Lola Brau, tiene cada vez más claro que su marido no mató a la mujer que lo llamó. Pero Lola Brau recibe una noche una llamada de su marido que cambiará el curso de su vida. David Burgos despierta en la casa de una mujer con el cuerpo sin vida cubierto de sangre. Como adelanta la sinopsis, la fiscal y el abogado de David Burgos tienen cada vez más claro que éste es inocente. A lo que acabo de comentar, hay que añadir una subtrama conformada por una serie de capítulos intercalados entre la principal, en la que se reflejan unas conversaciones que mantienen varios personajes, y en las que dan a entender que traman algo oscuro. Esta subtrama le confiere un plus de interés a lo que sucede a lo largo del desarrollo de la novela, no sólo por lo que acabo de comentar, sino también por la intriga que supone conocer la identidad de quienes mantienen esos diálogos. Sin duda alguna, Natalia Gómez Navajas acertó con esta fase oscura e inquietante, por lo que las preguntas se nos acumularán a medida que el desenlace se aproxima. En base a lo que acabo de comentar en este párrafo, a la protagonista y narradora le espera una lucha contra el reloj, porque cada vez es más consciente de que la acusación tiene muy claro que su marido es el culpable y da por cerrada la investigación.
A lo largo de los capítulos se percibe cómo la escritora logroñesa conoce el procedimiento judicial a seguir en la jurisdicción penal. Por eso hace dudar a los personajes que lo investigan, porque es consciente de que tienen que presentar pruebas muy consistentes ante el juez para que se reabra la investigación y así evitar que se lleve ante él al presunto culpable y sea condenado a prisión provisional, hasta la celebración del juicio definitivo. En este sentido, atrajeron mucho mi atención -y supongo que lo mismo les sucedió a quienes leyeron esta novela- el acuerdo al que llegan la fiscal Lola Brau y Miguel Bersué, un detective privado con una vida muy desordenada, y que da la sensación de que, dada la adicción que tiene, él mismo está poniendo en peligro su salud. Sin embargo, este caso le ayuda a reflotarse e intentar enderezar su vida, porque es consciente de que todavía puede realizar bien su trabajo. Sin duda alguna, Bersué es uno de los personajes que más atrajo mi atención, pese a que parece un deshecho humano, pero muestra unas cualidades con las que aporta su grano de arena para conseguir que la fiscal demuestre la inocencia de su marido. Un detective que ofrece al lector escenas desenfadadas y sorprenderá a Lola Brau con propuestas un tanto arriesgadas, que no están muy en consonancia con su fidelidad a un sistema judicial en el que cree y defiende.
En mi opinión, uno de los grandes atractivos de esta novela es el elenco de personajes que transitan por sus páginas. La autora los perfila de tal forma que me hizo dudar de casi todos, dado el sentido que lleva el procedimiento judicial en este caso. Incluso sospeché en algún momento de algunos de los que apuestan por la inocencia de David Burgos, dadas algunas propuestas que le indican a la fiscal, porque me daban a entender que no estaban muy de acorde con su integridad profesional. Por eso estuve muy pendiente del abogado Ángel Bestard, contratado por Lola Brau, e incluso de alguno de los miembros de la Fiscalía, o la intrigante Alba Barquín, quizás el personaje secundario del que más pendiente estuve desde las primeras escenas en las que aparece, porque sus intervenciones dan mucho juego al desarrollo de la trama. Pero, por encima de todos ellos destaca el papel de la protagonista y narradora de La fiscal. Una fiscal que está bien definida en la sinopsis: muy segura de sí misma, de mano férrea, lo que la ha llevado a labrarse con el paso de los años una carrera profesional impecable, convirtiéndose en una fiscal de prestigio y respetada por sus compañeros. A lo largo de los capítulos se percibe cómo evoluciona la protagonista, porque cada vez está más convencida de que algo falla en un sistema judicial en el que cree firmemente, según avanza la investigación que realiza junto con el detective privado. Una fiscal que no dudará en utilizar métodos de dudosa legalidad, pero es consciente de que no le queda otra opción, porque tiene que hacer todo lo posible para que la justicia haga su trabajo como marca el sistema judicial. Sin duda alguna, Lola Brau es un personaje con el que no se tarda en empatizar, tanto por su integridad profesional como por el trato cercano que mantiene con quienes la rodean, consciente de que es una baza esencial para liberar a su marido de un crimen que está convencida que no cometió. Pese a que su matrimonio con el presunto culpable hace aguas, desde la detención de sdu marido su vida da un vuelco.
Hacía mucho tiempo que no leía un thriller de corte judicial, en el que me encontré también con ingredientes propios de novela negra y episodios carcelarios. Como habituamos a decir en estos casos, La fiscal es una novela que se lee sola, porque las páginas se suceden ante nosotros con un ritmo trepidante. Natalia Gómez Navajas tiene un estilo narrativo sencillo pero cuidado, y muy directo, porque no utiliza rodeos innecesarios que distraigan la atención del lector. Los capítulos son muy absorbentes, con el aliciente de que la autora dosifica los hechos de tal forma que en cada uno de ellos nos sorprende con un vuelco narrativo que atrae nuestra atención. Unos capítulos en los que la tensión se palpa en el ambiente, sobre todo a medida que se acerca la fecha del juicio en el que se decidirá enviar a prisión provisional al esposo de Laura Brau, porque todos los indicios le señalan como culpable. El ritmo trepidante está provocado también porque la trama se estructura en 124 capítulos cortos, alguno de ellos incluso no completa una página, y en los que predominan con clara diferencia los diálogos frente a las descripciones. Unos diálogos cortos, muy vivos y dinámicos, por lo que nos invita a estar muy pendiente de estas conversaciones, muy claves para intuir qué decisiones pueden tomar la fiscal y el detective privado, para que su marido sea puesto en libertad, porque detecta extraños movimientos en las investigaciones que realizan ambos personajes antes citados. Pese a lo que acabo de comentar sobre los diálogos, las descripciones son claras y concisas y conforman un buen complemento de estos, porque creo que ayudan a hacerse una idea de cómo se puede sacar la verdad a flote, ante las sospechas y preguntas que acumula la protagonista y narradora de esta trepidante y adictiva novela.
Biografía:
Estudió la carrera de Gestión de empresas en Madrid, regresando a su ciudad natal a su finalización.
Debutó en el panorama literario con Tras el objetivo en 2016. Buzali. El origen (2017), que fue finalista al Premio de Novela Cartagena Negra 2018. La consagró como escritora del género negro. El mago y la daga (2018), resultó galardonada con el II Premio Literatura Ilustrada Villa de Nalda e Islallana. Aras de venganza (2020), le otorgó el VII Premio del Libro Ateneo Riojano y fue nominada al premio mejor novela Cartagena Negra y mejor novela Cubelles Noir.
Notas: Datos técnicos, sinopsis, fotografía y biografía de la autora tomados de la web de la editorial Cosecha Negra.
Qué buena pinta tiene. El tema jurídico me atrae mucho, así que tomo buena nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Paco, me apunté la novela con la reseña de Lady y ahora con la tuya me reafirmo en que tengo que leerla, no solo porque disfruto con las novelas negrocriminales sino porque me encantan seguir los entresijos de los procedimientos judiciales y es que muchas veces no falla la ley (que también) sino los que deben aplicarla. Besos.
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