Faltan
tres días para despedirnos de 2014 y dar la bienvenida a 2015, por
lo que toca dar un repaso a lo que dio de si este año en cuanto a
lecturas se refiere en este blog. Como casi todos los que me conocen,
me prodigo más en leer literatura nacional que extranjera y es que
creo que hoy día tenemos un buen ramillete de autores y autoras que
nos están dando muchas alegrías literarias y a los que creo es de
recibo darle el mayor apoyo posible, y sobre todo, si se trata de
alguien que está abriéndose camino en este difícil arte de narrar
historias. En total, fueron 60 novelas leídas y reseñadas, y
recalco esto porque se quedaron algunas en el tintero porque tuve que
abandonar su lectura y no me considero quien para echar una novela
abajo en público, bien porque no me enganchara el desarrollo de la
trama o por la mala impresión que me causó, tras las expectativas
creadas, dada la publicidad que tenían las mismas, sobre todo en
cuanto a las autopublicadas se refiere, pues algunas nos la
presentaban con un márketing que no correspondía a la realidad.
Lo mismo ocurre también con algunas editadas en formato papel por
las editoriales. Este hecho suelo ponerlo en conocimiento del
autor o editorial de turno de forma privada. Creo que es la postura
más adecuada a adoptar.
Destacaría,
en primer laugar, esas joyas literarias que, en mi modesta opinión,
encumbró a todas las demás, siempre desde el debido respeto y
consideración al autor o autora de turno. Son esas novelas que
siempre tendrán un hueco en mi memoria y que me encandiló por el
buen hacer del autor, y que, cada vez que puedo, recomiendo su
lectura: La desposada de Flandes, de Antonio
Cavanillas uno de los mejores
narradores de novela histórica de nuestro país, y quien en esta
preciosa historia nos habla de una figura de la que poco se conoce,
como es Isabel de Austria, hija de Juana La Loca y Felipe El Hermoso,
y que se desposaría con el rey Christian II de Dinamarca. En este
apartado encuadraría también a dos clásicos como Philippe Derblay, de Georges
Ohnet, conocido como el
Orgullo y Prejuicio francés, con cuya lectura los seguidores de Jane
Austen y Elizabeth Gaskell se quedarán con un buen sabor de boca. En el piso de abajo, de Margaret
Powell es un documento que
no tiene precio en el que conocemos la realidad del servicio
doméstico en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX.
Quería
hacer también una mención especial a dos novelas de autores
desconocidos para muchos de nosotros pero que me sorprendieron
gratamente por su narrativa. En este apartado destacaría Acariciando el cielo, de Fernando
M. Cimadevila, un
gran descubrimiento para el lector y una novela de la que merece la
pena disfrutar con la excelente prosa y en donde el lector se siente
transportado a tierras nepalíes donde se familiarizarán con las
costumbres de este pueblo hospitalario, se recreará con las
magníficas descripciones que nos regala el autor para que tengamos
una idea de cómo es el proceso de preparación y aclimatación que
realizan los escaladores antes de coronar la cima anhelada del
Everest y disfrutaremos del maravilloso espectáculo que se observa
desde esas altitudes.
y El silencio entre las palabras,
de Juan Enrique Soto,
en donde el autor nos presenta un magnífico cuadro costumbrista
rural ambientado en pleno régimen franquista, escrito con una prosa
cuidada, elegante y rica en matices literarios, en donde destaca un
personaje como Gervasio,
quien muchos que hayan leído esta novela les recodará al creado por
Miguel Delibes en Los santos
inocentes. No quería
olvidarme, tampoco, del excelente trabajo literario realizado por
Manuel Machuca, El guacamayo rojo, en el que aborda el
tema de la emigración, muy poco frecuente en nuestra narrativa, con
el gran protagonismo que tiene en la novela la entrañable figura de
Gloria Rossi.
Quienes
se pasan por mi blog saben que mi género preferido es la novela
histórica, en donde destacaría La marca de la luna, de Amelia
Noguera, novela en la que el
la historia, el thriller y el realismo mágico forman un lienzo
magnífico en donde sobresale el gran personaje literario que es
Lila.
El maravilloso relato que sobre la fundación del Monasterio de
Monserrat nos presenta Coia
Valls en su novela Las torres del cielo; El corazón del caimán, de Pilar
Ruiz, fue otro buen
descubrimiento, por la exquisita narrativa de la autora y la temática
a tratar en su novela, como es el hecho de que en ella se hable de la
Guerra de Cuba.
En
cuanto al thriller y novela negra destacaría, sin duda, La fragilidad del neón, del
madrileño Juan Laborda
Barceló, en donde el charme
parisino y el glamour
hollywoodiense se mezclan con la inestabilidad que se vive en las
calles de París, en donde hay recelos hacia quienes habían elegido
como lugar de exilio los perdedores de una guerra fraticida y contra
aquellos que querían librarse del yugo galo, como eran los argelinos
que buscaban su independencia y Sombras de la nada, de Jon
Arretxe, que encierra una
clara denuncia social, en relación con la situación que viven los
inmigrantes en nuestro país, con una trama muy realista en donde nos
encontramos con escenas muy crueles y duras, por desgracia totalmente
creíbles. La suave superficie de la culata, de
Antonio
Manzanera,
es
una novela negra con tintes de thriller ambientada en plena guerra
fría en donde se recrea una de las teorías que se manejan en torno
al asesinato del presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy,
como es el que haya sido perpetrado por la mafia. Pero tampoco se
olvida de otro de los temas claves de este período: el intento -o,
mejor dicho, intentos- de asesinato de Fidel Castro, una vez
derrocado el dictador Fulgencio Baptista en 1959 en Cuba.
_ Autopublicados: fue un año interesante en cuanto a lecturas de autores autopublicados se refiere, algunos de ellos integrantes de la llamada Generación Kindle, y que ya vieron cómo, por fin, las editoriales tradicionales se fijaron en sus novelas, caso de Mayte Esteban, autora de Detrás del Cristal, Almudena
Navarro (La alcoba escondida), María José Moreno, con su novela Bajo los Tilos. Lola Mariné,
y su buenísima recopilación de relatos Gatos por los tejados, Josep Capsir, que me atrapó con su excelente homenaje que, a través de Las leyes de Hermógenes, hace a la novela El viejo y el mar, del gran Hemingway. Es muy difícil olvidarse de Hermógenes, un personaje con una personalidad arrolladora, una persona que convertía sus palabras en leyes. Antonia Romero que en su novela Los muertos no aceptan preguntas crea la figura inolvidable de Nela, un personaje perfilado hasta el más mínimo detalle y del que vamos descubriendo sus luces y sus sombras.
Hay que tener
muy en cuenta la figura emergente de Mónica
Gutiérrez, a la que creo que
hay que seguir muy de cerca, quien nos sorprendió a todos con su ya
famoso cuento para mayores Un hotel en ninguna parte, tanto
por la frescura de su narrativa como por la forma en la que nos
presentó esta novela, toda ella a presentada a base de correos
electrónicos. Pero tampoco
quería olvidarme de Isabel
Martínez Barquero, que escribió
una novela de tintes costumbristas, toda ella salida de la
imaginación de la autora, y que hará las delicias de quien se
decida a leerla; sin duda, Aroma de vainilla es una muy buena
apuesta literaria con el añadido de que nos encontramos con la
historia de una saga familiar.