Datos
técnicos:
Título: El
baile de las marionetas.
Autora:
Mercedes Guerrero.
Editorial:
Debolsillo.
1ª
edición: febrero/2020.
Encuadernación:
tapa blanda con solapas.
ISBN:
978-84-663-5021-1.
Idioma:
español.
Nº pág.:
576.
Sinopsis:
Afganistán,
2004. La doctora Edith Lombard, de Médicos Sin Fronteras, hace
guardia en un hospital de Kabul. Al atender a una joven en quirófano
advierte en su cuello algo que atrae su atención: un collar del que
cuelga una perla de ámbar. Una perla que Edith reconoce enseguida,
pues fue robada en su casa en Quebec dieciocho años antes, en un
atraco en el que su madre falleció de un disparo. Una perla de la
que su padre, Édouard Lombard, había contado que perteneció a la
famosa Cámara de Ámbar de San Petersburgo, desaparecida durante la
II Guerra Mundial.
Bilbao,
1937. Del puerto de Santurce está a punto de zarpar el Habana, que
llevará a más de cuatro mil niños hasta la Unión Soviética,
huyendo de la guerra civil que ahogaba el país. Allí, su historia,
la historia de unos exiliados utilizados como marionetas por el
gobierno de Stalin, se hilvanará con la de la perla de ámbar en un
viaje de setenta años que desempolvará recuerdos que nadie quería
que viesen la luz.
Opinión
Personal:
De
nuevo me acerco a la narrativa de la escritora Mercedes Guerrero
(Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1963). Ya en 2014 leí y reseñé
en este blog La mujer que llegó del mar (reseña), de cuya lectura
guardo un grato recuerdo. La portada y la sinopsis de su última
novela, El baile de las marionetas, me resultaron muy
atractivas, con el añadido de que tenía una gran oportunidad para
leer una historia que gira en torno a los llamados Niños de la
Guerra que tuvieron como destino la extinta Unión Soviética. Sin embargo,
sí leí varias que abordan, bien como tema principal, o como
subtrama, el viaje que realizaron quienes fueron enviados al exilio
por sus familias a varios países de América. Es una magnífica
lectura que merece la pena disfrutar, no sólo por la temática, sino
también por lo bien escrita y mejor contada que está: no es de
extrañar que ya se haya publicado la tercera edición.
La
trama de El baile de las marionetas está construida de
tal forma que mantiene intrigado al lector hasta las últimas
páginas. Al igual que sucede en La mujer que llegó del mar,
la escritora aguilarense planifica una historia muy
consistente, en la que las diferentes piezas que la conforman encajan
de tal forma que al llegar al desenlace el lector se encuentra con un
engranaje perfecto. El ritmo de lectura es fluido y muy equilibrado,
porque apenas decae a lo largo de los 32 capítulos en los que está
estructurada. Esto que acabo de comentar le ayuda a que se olvide de
que tiene ante sí un tocho de 580 páginas, porque el narrador
omnisciente dosifica la información que le facilita y consigue que
disfrute de una lectura que se hacer adictiva desde los primeras
episodios.
(Vapor Habana)
El
narrador omnisciente pone en antecedentes al lector desde los
primeros capítulos. Kabul, el puerto de Santurce, Leningrado y
Quebec (Canadá), son el punto de partida de una trama apasionante en
la que va a estar muy pendiente de todos los episodios que se suceden
hasta llegar al desenlace. Sin duda alguna, uno de los grandes
atractivos de esta novela es el dinamismo con el que la voz narrativa
consigue, a través de las diferentes localizaciones, que no pierda
detalle de todo lo que sucede a lo largo del desarrollo de la trama.
Ya desde las primeras escenas, esa voz narrativa me incitaba a
preguntarme qué relación podía haber entre las dos líneas
temporales que conforman la trama. La que transcurre en 2004 presenta
a la doctora Edith Lombard, que trabajaba en Kabul como médico de la
ONG Médicos Sin Fronteras. Atrae su atención un collar con una
perla de ámbar que colgaba del cuello de una joven paciente que
atendía en quirófano. Esas mismas preguntas a las que ya me referí
en este párrafo me las hacía cada vez que intervenía en esta
subtrama el padre de la doctora, Édouard Lambard, porque alguna de
las conversaciones que mantenía con su familia me daban a entender
que tras ellas se ocultaba algún secreto. La segunda línea temporal
comienza en 1937, a partir de la cual el narrador omnisciente relata
las peripecias de los niños que huyen desde el puerto de Santurce de
una guerra civil que ahogaba al país y son acogidos como exiliados
por el gobierno de Stalin.
La
trama de El baile de las marionetas tiene un claro trasfondo
histórico, que se refleja sobre todo en la segunda línea temporal,
y al que también se hace referencia en algunas fases de la primera.
La exhaustiva labor de documentación que recopila la autora para
crear una historia de ficción verosímil y unos personajes creíbles
que son fruto de su imaginación, como aclara en los agradecimientos
que acompañan al cuerpo de la novela, se muestra en el cuidado que
pone para plasmar en la trama los hechos históricos que relata la
voz narrativa, así como los escenarios que se describen, todos ellos
reales. Me dio la sensación de que era una voz en off quien me
relataba las imágenes en las que se describe la salida de los Niños
de la Guerra desde el puerto de Santurce con destino a la Unión
Soviética, en las que muestra a varios de los niños que verían
cómo su vida iba a dar un gran vuelco, porque albergaban la
esperanza de regresar en pocos meses. En todo momento tuve la
sensación de ser un testigo que observaba desde un lugar
privilegiado los episodios que marcarían el devenir de estos jóvenes
exiliados, al igual que también comprobarían la realidad que se
vivía fuera de la Casa de los Niños en Leningrado. Estas duras
imágenes suponen para ellos un impactante golpe, al ver que el
pueblo soviético no tenía el mismo acceso que ellos a los cuidados
con los que son tratados desde que fueron recibidos por el gobierno
de Stalin. Muchos de estos niños luchan enrolados en las filas del
Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, viven en primera
persona las consecuencias de la posguerra bajo la dictadura de
Stalin, así como los años de la guerra fría y la carrera espacial
entre las dos grandes potencias, siendo también algunos trasladados
a Cuba, aprovechando la apertura de relaciones entre el régimen de
Fidel Castro y la Unión Soviética —en
ambos casos el lector se encontrará con escenas de espionaje y
contraespionaje que lo mantienen en vilo por el riesgo que pueden
correr los personajes—
, o el regreso a España.
(Avenida Nevski-Leningrado)
Mercedes
Guerrero perfila unos personajes que no tardarán en conquistar al
lector, trazados con mimo, cercanos y creíbles, en los que se
percibe una gran fuerza psicológica. Son unos personajes
inolvidables y diría que carismáticos, porque las acciones que
protagonizan muchos de ellos no le dejan indiferente, ya que muestran
el lado más noble del ser humano, al estar muy pendientes de quienes
los necesitan en los momentos más difíciles, que no son pocos. Si
bien se encontrará con alguna que otra sorpresa desagradable, porque
los hay quienes no dudan en traicionar con tal de considerarse
protegidos por el régimen stalinista. Como nos gusta decir en estos
casos, todos ellos son de carne y hueso, porque dan la sensación de
cobrar vida propia. Sin duda alguna, esta es una gran baza con la que
juega la autora, porque es consciente de que dan mucha vida a la
trama, y nos incitan a estar muy pendientes de los acontecimientos
que protagonizan, sobre todo porque algunos de ellos son obligados a
aceptar las directrices que les ordenan, y así ven cómo se retrasa
la posibilidad de regresar a su país. Y así es cómo uno está muy
atento en todo momento de las peripecias de personajes como Rafael,
Iñaki, Victoria, Manuel o Juana, sin olvidarme de otros Niños de la
Guerra que forman parte del elenco de esta novela, así como los
cuidadores que los acompañan desde que sus padres deciden alejarlos
de un país sumido en un conflicto fratricida. Creo que es mejor que
conozca a todos ellos quien sienta interés por leerla, y comente si
comparte la opinión de quienes disfrutamos con su compañía
mientras leíamos El baile de las marionetas.
El
baile de las marionetas es una novela cuya lectura me resultó
muy atractiva y adictiva. En todos los capítulos que la conforman el
lector se encuentra con episodios que atraen su atención, y en los
que no faltan giros que la incrementan, algunos de los cuales
conducen a unas escenas inesperadas que nos sorprenden con
situaciones impactantes. Al estar la trama conformada por dos líneas
argumentales, solemos comentar que preferimos una a la otra. Sin
embargo, en este caso, la segunda línea temporal es más extensa. En
mi modesta opinión, entiendo que esta diferencia de extensión entre
ambas la tiene muy en cuenta la autora, y estoy seguro de que el
lector comprenderá el motivo por el que tomó esta decisión. No
obstante, comprobará cómo convergen a medida que el desenlace está
próximo, y prácticamente sin darse cuenta. Mercedes Guerrero
conquista al lector por su forma de contar la historia, con una prosa
sencilla, ágil y amena. Una agilidad que hace olvidar que la
descripción domine frente a los diálogos, porque éstos son muy
naturales, dinámicos y en los que se percibe la tensión narrativa
en algunas de las conversaciones que mantienen los personajes. En lo
que respecta a las descripciones, el narrador relata escenas muy
visuales, lo que invita a imaginar cómo son los espacios en los que
suceden los episodios que protagonizan los personajes de turno. Sin
duda alguna, es una novela cuya lectura merece la pena afrontar, en
la que la amistad, supervivencia, lealtades inquebrantables, amores
imposibles y traiciones imperdonables están muy presentes, al igual
que las segundas oportunidades, y con la añoranza de la tierra
abandonada siempre presente en ellos.
Biografía:
Mercedes
Guerrero
nació
en Aguilar de la Frontera, Córdoba, en 1963. Diplomada como técnica
de empresas y actividades turísticas, habla varios idiomas y durante
dieciséis años ha dirigido distintas empresas relacionadas con el
sector turístico. Hasta la fecha ha publicado cinco novelas: El
Árbol de la Diana,
La
última carta,
La
mujer que llegó del mar,
Las
sombras de la memoria, Sin mirar atrás
y El baile de las marionetas.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía de la autora, tomados de la web de Megustaleer. Imagen del Vapor Habana tomada de la web de la BBC.com. Imagen de la Avenida Nevski, en Leningrado, tomada de Wikipedia. Fotografía de Mercedes Guerrero tomada del diario ABC.es
Demasiado tentador para dejarlo pasar. Esos dos momentos temporales y esas ciudades en las que se ambienta la trama me atraen poderosamente. Tomo nota y así conozco a una autora de la que solo me suena el nombre.
ResponderEliminarUn beso.
No lo conocía. La temática ya me llama mucho y viendo todas las virtudes que señalas de la novela, imposible dejarla pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Paco!. De Mercedes Guerrero leí hace años La mujer que llegó del mar y me gustó mucho. La verdad es que no se porque no me anime a leer ninguna novela más de la autora. Me apunto esta que lo que cuentas me llama la atención y además me gusta la forma de narrar de la escritora. Besinos.
ResponderEliminarHola, lo tengo anotadísimo desde hace bastante tiempo, me ha gustado todo lo que he leído de ella. En mi pueblo aun vive un niño de la guerra, hace unos años lo entrevistaron y esta en una pagina web del pueblo, una pasada su historia personal. Besos.
ResponderEliminarUna novela histórica muy interesante, nunca he leído nada sobre este tema en profundidad, solo como mención en algún libro. Queda más que anotada esta novela. Un abrazo
ResponderEliminarEste lo dejo pasar, no es un género que me apetezca mucho ahora mismo
ResponderEliminarBesos
Menuda reseña. No conocía el libro, pero la temática me ha atraído como una luz a una palomica, me fascina todo lo que pasó aquellos años, si tengo oportunidad la leeré casi seguro.
ResponderEliminarBesos
Ojú Paco te ha salido una reseña de 10. Particularmente a mí la autora me gusta mucho. Leí Las sombras de la memoria y me gustó un montón. Por eso, no me importaría echarle un ojo a esta. Sé que su narrativa, y tú lo ratificas, envuelve al lector y la trama de esta novela, con esos niños, me resulta muy intrigante. Ya te digo, no me importaría echarle un ojo. Besos
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