miércoles, 13 de septiembre de 2023

Reseña La ley de los justos, de Chufo Lloréns.


 










Datos técnicos:




Título: La ley de los justos.

Autor: Chufo Lloréns.

Editorial: Grijalbo (Grupo Pengüin Random House).

2ª Edición: Febrero de 2015.

Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta.

ISBN: 978-84-253-5290-4.

Idioma: Español.

Nº pág.: 1153.



Sinopsis:




En la Barcelona modernista germina una historia de amor entre dos jóvenes de clases sociales distintas. Una gran novela histórica de pasión, ideales y venganza.

A finales del siglo XIX, Barcelona vive una época de esplendor. Acaba de celebrarse con gran éxito la Exposición Universal y una burguesía próspera y culta, que busca inspiración en los salones parisinos, exhibe su elegancia en fiestas y veladas musicales. Pero al otro lado de la ciudad, donde las calles se estrechan y huelen a pobreza, el rencor y la injusticia están fraguando una revolución capaz de recurrir a la violencia más descarnada.

Práxedes Ripoll dirige con mano de hierro a los obreros de la fábrica que lleva su nombre, pero no consigue que sus hijos vayan por el camino que él pretende. El mayor, Germán, es un vividor que goza del favor de las mujeres y disfruta de los placeres que le ofrece la Barcelona más canalla mientras que el menor, Antonio, está decidido a abrazar el sacerdocio para el resto de sus días. Y Candela, su joven y rebelde sobrina, que no está conforme con el papel que destina para la mujer la machista sociedad de la época, tampoco está dispuesta a seguir sus designios.

Y es que, desde hace un tiempo, Candela se ve a escondidas con Juan Pedro Bonafont, el hijo de la costurera; un muchacho de mirada franca y amante de los libros de quien se ha enamorado perdidamente. Un amor imposible para las rígidas costumbre de los Ripoll, quienes no dudarán en usar todos los medios a su alcance para frustrar los planes de la pareja.

Con la habilidad de los grandes maestros de la novela histórica, Chufo Lloréns teje un tapiz geográfico y humano apasionante. Su pluma ágil y perspicaz nos conduce desde los lujosos reservados del teatro del Liceo hasta los lóbregos sótanos donde se tramaban las conjeturas anarquistas, mientras el destino de los personajes se va trenzando en una Barcelona que se debate entre la atracción por la modernidad y el miedo a unos cambios sociales violentos e inevitables.




Opinión Personal:





Hacía tiempo que no leía un tocho de un considerable número de páginas, como La ley de los justos, de Chufo Lloréns (Barcelona, 1931). Leí en Internet que este es su proyecto literario más ambicioso en el que, a través de 1153 páginas, el escritor barcelonés hace un magnifico retrato de la Barcelona modernista. Una Barcelona en la que la Exposición Universal de 1888 supondrá un antes y un después para la ciudad condal, porque iniciaba una nueva singladura de progreso y prosperidad que hacía ver el futuro con optimismo. A lo largo de los capítulos el lector que se interese por esta magnífica novela histórica, comprobará cómo en el último tramo, y sobre todo la alta sociedad barceloneses, empieza a beneficiarse de inventos como la luz y el teléfono, que les proporcionan una gran ayuda para su día a día. Una ciudad condal en la que, sin embargo, se percibe una gran diferencia entre las clases sociales, porque la alta burguesía sigue refugiada en su particular burbuja, ajena a las penalidades que atraviesan el resto de los estamentos sociales, sobre todo una vez finalizada la exposición.

(Calle Muntaner-Barcelona)


Pese a la larga extensión de La ley de los justos, en mi caso me encontré muy cómodo durante su lectura. En este sentido, y en una novela de esta índole, soy partidario de lo que dice el autor en la nota que acompaña al cuerpo de la novela: «preciso describir para que el lector sea consciente de la época en la que transcurre la acción» (pág. 1139). En mi opinión, este tipo de descripciones, sobre todo en lo que a espacios cerrados se refiere, me ayuda a imaginarme cómo son las lujosas mansiones y torres en las que viven los burgueses, al igual que los espacios por los que se mueven los personajes de las demás clases sociales. Aunque, si el autor de turno se explaya en demasía, sí que entiendo que influye en la interrupción del relato de la voz narrativa. Y hago este comentario, porque este tipo de descripciones me recuerdan a las de los grandes clásicos rusos, en cuyas novelas, sobre todo las de larga extensión, el relato es más bien pausado y las descripciones diría que mucho más minuciosas que las que me encontré en esta novela. Repito, símplemente esto es una apreciación mía; otra cosa es el parecer del resto de los lectores al respecto.

En La ley de los justos el lector se encontrará con un complejo entramado compuesto por una serie de subtramas muy atractivas que se van derivando de la trama principal. Unas subtramas que me incitaron a estar muy pendiente de todo lo que sucede a lo largo de los capítulos que las conforman, con el aliciente de que no tardo en darme cuenta de que voy un paso por delante de los personajes. En todas ellas me encontré con situaciones que atrajeron mi atención y me llevaron a redoblarla ante la intriga que me plantean los episodios que restan hasta confluir de nuevo con la trama principal. Unas subtramas que conforman un conjunto muy compacto: un verdadero y complejo puzle, porque el autor encaja las piezas que lo conforman a medida que se aproxima el desenlace. Una trama principal en la que el romance está muy presente, pero conforme las vicisitudes que acompañan a los protagonistas de la relación sentimental entre dos personajes que pertenecen a diferentes clases sociales, me pregunté si su pasión tendría el final deseado. Está claro que el autor es consciente de que el desenlace tiene que ser previsible, aunque lo planifica y desarrolla de tal forma que me sorprendió su desarrollo, rematado con un último capítulo en el que todavía aguarda una sorpresa que redondea una gran historia. En mi caso es una historia con mayúsculas, por lo que no me extraña que en tan poco tiempo se acabara la primera edición de esta novela.

La trama propiamente dicha de esta novela comienza en 1888 y finaliza en 1893, si bien al comienzo de la misma hay dos capítulos en los que la voz narrativa retrotrae el relato a Cuba, en 1871 y a Barcelona, en 1874, en donde me encontré con dos episodios que, más adelante, entendí que eran el punto de partida de una historia que guarda relación con quien era uno de los próceres de la ciudad condal. En 1888 se inaugura la Exposición Universal, que se instaló en el Parque de la Ciudadela. Una exposición que contribuyó a mejorar las infraestructuras de toda la ciudad, como se podrá comprobar en el primer tramo de la novela. Sin embargo, y sobre todo a partir del fin de este evento, Barcelona vive un período muy convulso, sobre todo porque los anarquistas imponen su terror a través de bombas con las que denuncian la mano de hierro que utilizan los patronos con los obreros, para los que solicitan mejores condiciones laborales y un salario más digno en relación al que cobran tras largas horas de trabajo. A lo que acabo de comentar hay que añadir lo que era ya una realidad en Cuba, porque sus ciudadanos ansían la independencia de su isla, y con el paso de los años son más frecuentes y cruentos los enfrentamientos entre las distintas facciones independentistas con las tropas españolas acantonadas en la isla. Una guerra de Cuba sobre la que me informa la voz narrativa a lo largo de varios capítulos intercalados entre la trama principal. Capítulos que guardan relación con uno de los protagonistas de la novela, pero en los que también estuve muy pendiente de lo que sucede en las diversas haciendas que se dedican a la plantación del tabaco, al igual que en los ingenios azucareros. Si bien, como también se podrá comprobar en algunos episodios, los afines a la independencia recelan sobre el papel que desempeña Estados Unidos en esta contienda pues, tras su finalización, temen que su alzamiento sólo sirva para cambiar de amo.

(Prisión Reina Amalia-Barcelona)
Como adelanta la sinopsis, La ley de los justos es una gran novela histórica de pasión, ideales y venganza, aunque diría también que de supervivencia y de superación. Una historia de pasión, porque Juan Pedro Bonafont se siente prendado por Candela Guañabens, joven de una de las familias de la alta burquesía más poderosas de Barcelona, y que vive en una gran mansión de la calle Valencia, en cuya casa trabaja como costurera Luisa Rach, madre del joven protagonista. Una historia de pasión impropia de una época en la que era impensable el enlace entre parejas de diferente clase social, y en la que imperan los matrimonios concertados, sobre todo si a través de ellos se incrementa el patrimonio de las familias cuyos vástagos contraen nupcias, como este es el caso. Una historia de ideales por lo que ya comenté en esta reseña sobre lo que pretenden conseguir los anarquistas con sus proclamas pero, sobre todo, con las bombas Orsini que segaron la vida de inocentes, sobre todo en brutal atentado cometido el 7 de noviembre de 1893 en el Liceo de Barcelona. Sin duda alguna, para mí es uno de los mejores capítulos relatados por la voz narrativa, porque el autor desarrolla unos episodios que mantuvieron mi atención, sobre todo a medida que se presentía que algo iba a suceder en el teatro de ópera en activo más antiguo y prestigioso de la ciudad condal, con el aliciente de los episodios que tienen lugar en uno de los proscenios de la meca del bel canto barcelonés. Los capítulos que se desarrollan en el Liceo son muy interesantes, porque en ellos se reflejan todos los entresijos que se llevan a cabo mientras se desarrolla la ópera de turno, y que diría que no tienen desperdicio, sobre en lo que se refiere al uso que de él hace la alta burguesía. La ley de los justos es también una historia de venganza, porque a través de la relación que mantienen varios personajes se percibe que el camino que toma la misma no conduce a nada bueno. Pero también es una historia de superación y supervivencia. De superación porque el lector se encontrará con personajes que quieren mostrar que su talento les puede dar el salto al éxito, caso de Claudia Codinach, en quien el prócer Práxedes Ripoll ve una promesa de la ópera, pese a que, con el paso de los capítulos, tendrá que ser ella misma, quien  sorprenda a los que dejaron de confiar en su talento cómo se convierte en una gran diva aplaudida en todos los escenarios del bel canto que reclaman su actuación. Diría que también es una historia de supervivencia, como se puede comprobar en el personaje de Amelia Méndez, quien trabaja en los almacenes El Siglo, pero a quien la vida le depara una serie de reveses que, pese a que en un principio tiene la sensación de que su destino por fin va a cambiar, se encuentra con que las vicisitudes no la abandonan.

Chufo Lloréns perfila una galería de personajes muy interesantes, porque a través del amplio elenco que la conforman, me pude hacer una clara idea de cómo era la sociedad de la Barcelona de los dos últimos decenios del siglo XIX, y conocer con el paso de los capítulos a los que más peso tienen en el desarrollo de la trama. Unas clases sociales entre las que la alta burguesía les hacía saber a los escalafones inferiores el lugar que les corresponde. Sin duda alguna, creo que este amplio elenco de personajes es uno de los grandes reclamos de La ley de los justos. Personajes creíbles, muy vivos —de carne y hueso, como habituamos a decir en estos casos , con un gran trasfondo psicológico y una evolución brutal. En este sentido, en algún momento me pregunté si, dado el amplio abanico de personajes, alguno de ellos no se rebelaría en algún momento contra la sucesión de episodios que el autor quería que protagonizasen. Pese a que Juan Pedro Bonafont y Candela Guañabens son los protagonistas de esta novela histórica, entiendo que estamos ante una novela coral, porque varios de los personajes secundarios protagonizan su propia subtrama y puede decirse que tienen igual protagonismo que los dos jóvenes aunque, sin embargo, hay algunos que parecen sobresalir pero su trascendencia se diluye con el paso de los capítulos. Una novela coral en la que el lector se encontrará con una natural interactuación entre personajes reales y ficticios, de tal forma que me llevó a buscar en Internet alguno de ellos, porque tuve la sensación de que era real su participación en los hechos históricos, tal y como los relata la voz narrativa. Como dice el autor en la nota que acompaña al cuerpo de la novela, «me he permitido la licencia novelística de desencuadrar algún suceso y aprovechar algo que sucedió antes o después para dar más interés al relato, caso de personaje de Pancracia Betancurt, inspirado en Enriqueta Marí, llamada la Vampira de la calle Ponent» (pág. 1139). Entre los personajes reales quien mayor presencia tiene es mosén Jacinto Verdaguer, o Cinto, como era llamado en la intimidad, gran poeta catalán y limosnero del marqués de Comillas. Ya en un plano secundario o testimonial se encuentran personajes como los anarquistas Santiago Salvador o Paulino Pallás, o el inspector Peláez, a quien se le redobla el trabajo con los atentados anarquistas y otras investigaciones que tiene que realizar, sobre todo porque afectan a personajes de la alta burguesía. Entre los testimoniales figuran, entre otros, el marqués de Comillas, de quien era capellán limosnero, al igual que el gobernador civil de turno o el obispo Català.

Como dice el autor en una entrevista que en su día le hicieron en RNE: «en sus libros siempre hay un bueno muy bueno al que amar, un malo muy malo al que odiar, personajes secundarios que pasan a ser principales, protagonistas que se diluyen y un final coherente pero sorpresivo». En este sentido, diría que personajes como Alfredo Papirer o la citada en el párrafo anterior, Pancracia Betancurt, a los que añadiría a Juan Massons, terrateniente y socio de Práxedes Ripoll en Cuba, personaje este último que también puede incluirse en este grupo, aunque no por equipararse a la maldad de los antes citados, sino por cómo utiliza su posición social en su beneficio y la mano dura que utiliza con los trabajadores de sus empresas, al igual que los negocios turbios en los que está metido. Me sorprendió el cambio de Alfredo Papirer, porque tiene un inicio más bien picaresco, pero las circunstancias y las malas compañías hacen que se vuelva un malo malísimo. Otro tanto sucede con Máximo Bonafont, a quien las malas compañías y la venganza le llevaron por un camino del que ya no pudo desviarse. Aunque estoy seguro de quienes leyeron esta magnífica novela coinciden conmigo en que la palma de este grupo se la lleva Germán Ripoll, personaje prepotente, ruin, canalla, avaro y todos los calificativos que se le quieran añadir. Entre los buenos buenísimos sobresalen el ya mencionado Juan Pedro Bonafont, Antonio Ripoll —de quien estuve muy pendiente de sus desencuentros con su padre, pero sobre todo con su hermano Germán—, o el propietario de la hacienda San Andrés, en Cuba, Julián Cifuentes, personajes todos ellos que representan lo mejor del ser humano, sin olvidarme del papel que desempeña en la vida de Juan Pedro el librero Nicanor Cardona. Mencionaría aparte a personajes como Amelia Méndez y las vicisitudes que la acompañaron a lo largo de los capítulos; el mestizo Silverio, traído de Cuba por Práxedes Ripoll, o Julia Rach, la madre de Juan Pedro y Máximo, dada la dura vida que llevó ante el destino cruel al que fue enviado su hijo menor y el mal camino que tomó su hijo mayor.

(Circo Ecuestre Alegría-Barcelona)
Me gustó mucho La ley de los justos, pese a que en un principio impone la larga extensión de la trama, 1153 páginas, estructurada en 181 capítulos titulados, y agrupados en dos partes bien diferenciadas Tiempo de rosas y Tiempo de espinas—. Sin embargo, en mi caso, el autor consiguió que, pese a ello, se me hicieran pocas porque, en más de una ocasión, me dije que las historias de algunos personajes podrían haberse alargado un poco más por lo atractivas que me parecieron. Chufo Lloréns planifica y desarrolla una trama con la que consigue que el lector realice un verdadero viaje literario en el tiempo a la Barcelona de los dos últimos decenios del siglo XIX, en donde se celebró la Exposición Universal de 1888, que supuso un antes y un después para la ciudad condal. Una ciudad condal que se convierte en un personaje más de la novela, a través de cuyas páginas el lector conoce los edificios modernistas que son descritos por la voz narrativa. Aunque también muestra los barrios en los que viven las clases sociales más bajas, y los menos seguros para quienes se atreven a transitar por sus calles. El lector también se encontrará con un período muy convulso en el que el anarquismo reivindica su revolución contra el poder patronal alentando a los obreros con reuniones y asambleas clandestinas, pero sobre todo con el terror de las bombas. El narrador omnisciente también le informa en varios capítulos interesantes sobre la realidad que supone el ansia de independencia de los cubanos, en cuya isla ubica capítulos interesantes, en los que se relata el avance del conflicto bélico al que se enfrenta España, consciente de que la pérdida de la isla caribeña no tardará en ser una realidad.

Para que nos podamos imaginar cómo era Barcelona en aquel entonces, Chufo Lloréns, en la nota del autor, aclara que se ciñe a las modas, la información periodística del momento —como se refleja en algunos capítulos— y los sucesos de la época. Para ello se ayuda de la exhaustiva labor de documentación que se refleja en la bibliografía que acompaña al cuerpo de la novela. Otro tanto sucede con los personajes reales que transitan por sus páginas, si bien el autor aclara que utiliza licencias literarias por las que se aprovecha de personajes o hechos reales porque le dan más interés al relato sin desvirtuarlo. Un amplio elenco de personajes que representan a las diferentes clases sociales de la época. Unos personajes que son el principal reclamo de esta magnífica novela, junto con la exquisita ambientación. El ritmo de lectura se me hizo fluido, pese a que las descripciones, sobre todo de los espacios cerrados, acostumbran a ralentizar el ritmo narrativo, aunque en mi caso no surtió el efecto que acabo de comentar. El autor utiliza un lenguaje cuidado y unos diálogos adaptados a las clases sociales a las que pertenecen los personajes que toman parte en las conversaciones. Unos personajes bien perfilados, creíbles, ricos en matices, y muy vivos, interactuando con naturalidad los ficticios con los reales.






Biografía:





Chufo Lloréns (Barcelona, 1931) estudió Derecho, si bien desarrolló su actividad como empresario en el mundo del espectáculo. Desde siempre apasionado por la Historia, inició su carrera literaria en la década de los ochenta.

Entre sus obras destacan Catalina, la fugitiva de San Benito (2008), La otra lepra (2010) y La saga de los malditos (2011), todas ellas publicadas en Debolsillo. Te daré la tierra (Grijalbo, 2008) y Mar de fuego (Grijalbo, 2011), ambas ambientadas en la Barcelona medieval, fueron grandes éxitos de ventas y le han convertido en uno de los autores más reputados entre los lectores de novela histórica tanto en España como en el extranjero. Los derechos de traducción se han vendido en doce países, sumando más de 1.250.000 ejemplares en todo el mundo.

Tras ese aclamado díptico medieval, Chufo Lloréns retomaría otro periodo histórico, la Barcelona modernista, para su monumental La ley de los justos (Grijalbo, 2015) y ampliaría sus horizontes narrativos con El destino de los héroes (Grijalbo, 2020), donde nos ofreció una intensa visión de las primeras décadas del siglo XX y de los grandes conflictos que se vivieron en Europa y España.

En su última novela, La vida que nos separa, Chufo Lloréns nos sumerge en unas décadas clave en la historia reciente de España, desde el tardofranquismo hasta la eclosión de la democracia, para narrarnos la vida de una mujer difícil de olvidar.



Notas:  Datos técnicos, sinopsis y biografía de Chufo Lloréns, tomados de la web de Penguinlibros. Fotografía del autor tomada de la web de el diario El País. Imagen de la Calle Muntaner, en Barcelona, tomada de la web de Pinterest. Imagen de la cárcel Reina Amalia tomada de la web The Historical Marker Database. Imagen del Circo Ecuestre Alegría tomada de la web BARCELOFILIA. 



5 comentarios:

  1. Hola yo no soy muy de novela histórica aunque de vez en cuando me decido y me llevo fantásticas sorpresas. Tengo curiosidad por conocer a este autor

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  2. Impone un tocho tan grande pero por lo que cuentas, parece que merece mucho la pena su lectura. Tomo buena ntoa.
    Besotes!!!

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  3. Desde luego este escritor ha hecho un trabajo de calidad sumamente intenso y laborioso. También diré que la editorial Grijalbo publica obras de éxito y que suelen ser sumamente interesantes.

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  4. Apasionante novela del gran Chufo Llorens. Estoy leyendo una que nos sitúa en Barcelona justamente en la misma época, se trata de "Las dos vidas de Mina Índigo" de Alaitz Leceaga. Aunque obviamente son muy diferentes. Sin duda esta es una gran novela que merece la pena leer. Tomo nota. Abrazos

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