viernes, 20 de junio de 2025

Reseña La nueva Magdalena, de Wilkie Collins.

 











Datos técnicos:





Título: La nueva Magdalena.

Título original: The New Magdalene.

Autor: Wilkie Collins.

Traductores: J. M. Lacruz y A. del Moral.

Editorial: Funambulista.

1ª edición: Septiembre/2018.

Año publicación inicial: 1873.

Idioma: Español.

Nº páginas: 400.






Sinopsis:





Mercy Merrick es una mísera muchacha de la calle, rechazada por la sociedad, que, tras fracasar en los numerosos intentos de rehabilitarse, decide marchar a Francia y trabajar de enfermera voluntaria en la guerra franco-alemana. Durante una batalla, conoce a Grace Roseberry, huérfana de un coronel británico, de camino a Inglaterra para convertirse en dama de compañía de una pariente noble y desconocida, lady Janet Roy. Cuando Grace perece a causa de un obús alemán, Mercy, tras muchas vacilaciones, decide suplantar la identidad de la fallecida valiéndose de los documentos de esta. A pesar de sus continuos remordimientos, la vida de Mercy parece tomar por fin un rumbo diferente: la noble dama la acoge calurosamente como hija adoptiva. El futuro parece sonreír a la impostora. Sin embargo, la visita del bondadoso y rebelde reverendo Julian Gray, sobrino de lady Roy, trae consigo una perturbadora sorpresa: ¡la verdadera Grace Roseberry tal vez no habría muerto! Wilkie Collins firma en este thriller, lleno de suspense y emociones, una de sus novelas de mayor crítica social sobre la condición femenina, al tiempo que ofrece un conmovedor retrato de una María Magdalena pecadora y redimida de los tiempos modernos.





Opinión Personal:





Hacía años que no me acercaba a la narrativa del escritor británico Wilkie Collins, de quien en 2012 leí y reseñé en este blog su novela Corazón y ciencia (reseña). En esta ocasión me decanté por La nueva Magdalena, editada también por Funambulista y publicada por primera vez en 1873. Ambas son novelas muy diferentes, si bien el romance está muy presente en las dos. Wilkie Collins fue un escritor prolífico y muy popular de la época victoriana, y que utiliza la crítica social para incidir en los problemas que afectan a sus conciudadanos.

La primera pregunta que me planteé al decantarme por esta novela fue el título: La nueva Magdalena. Entiendo que hay en ella una clara alusión a este personaje bíblico. Un personaje bíblico reconocido en las escrituras, de las que se deduce o interpreta que tuvo una relación muy directa con Jesucristo, e incluso se la tilda como pecaminosa. Una pregunta que queda respondida a lo largo de los capítulos por la deriva que en ellos toma el personaje al que se refiere el título.

Me llamó mucho la atención la técnica que utiliza el autor en esta ocasión. Una novela que está estructurada en dos actos y las escenas se suceden como si de una obra de teatro se tratara, acotaciones incluidas, en este caso entre paréntesis. Sin embargo, la narración es la propia de una novela al uso, en esta ocasión con un texto relatado por un narrador omnisciente. Esta técnica puede parecer a primera vista un inconveniente, pero en absoluto interrumpe el ritmo narrativo. En mi caso, me dije que ayuda mucho a seguir con interés lo que sucede en los dos escenarios en los que tiene lugar esta historia, que transcurre entre el otoño y el invierno de 1870 durante la guerra franco-prusiana.

En mi opinión, más que un thriller entiendo que La nueva Magdalena tiene una trama de intriga en la que el suspense está muy presente, incluso hasta en el epílogo, por cómo se desarrollan los hechos que protagonizan los personajes. Y es que el ritmo, sobre todo durante la segunda escena, es algo más pausado que en la primera. En el ritmo influye el que en determinados episodios algunos diálogos son algo más extensos, por los razonamientos que exponen los personajes a sus interlocutores para aclarar sus posturas ante las situaciones que se vive esos días en la residencia de lady Janet Roy. Otro tanto sucede con la intervención del narrador omnisciente, porque no duda en mostrar su punto de vista cuando lo estima conveniente. Pese a lo que acabo de comentar, mostré interés por todo lo que sucede a lo largo de los 29 capítulos más el epílogo en los que se estructura el desarrollo de la trama, porque estuve muy intrigado en conocer el desenlace que me espera ante el cúmulo de situaciones que se desarrollan en la residencia de la anciana aristócrata, Janet Roy. y que van de menos a más. Situaciones en las que los giros inesperados están también presentes.

Una vez que la suplantación de identidad es un hecho, Wilkie Collins juega con los personajes, porque pone al límite sus fuerzas emocionales, sobre todo a medida que se acerca el desenlace, e incluso en el epílogo. Fuerzas emocionales que defienden con ahínco, especialmente desde que los sentimientos aparecen en escena, ya que Horace Holmcrotf se prenda de la joven que ejerce de dama de compañía y lectora de la anciana aristócrata. Un límite en el que también está muy presente la condición social de cada uno, pero también la de parentesco, teniendo en cuenta el papel que desempeña Julian Gray, sobrino de la dueña de Villa Mablethorpe, en donde se desarrolla toda la segunda escena. Situaciones en las que influye cada vez más el remordimiento que aflora en el personaje femenino que decide adoptar la identidad falsa, a la que se refiere la sinopsis. Un remordimiento que se incrementa, sobre todo,  desde que advierte la presencia del predicador Julian Gray, sobrino de la aristócrata.

Sólo son cinco los personajes que conforman el elenco de esta novela, con la presencia de secundarios, aunque más bien testimonial, sobre todo miembros del servicio de Villa Mablethorpe, al igual que los soldados que están bajo el mismo techo que los dos personajes femeninos en la primera escena. Personajes que manifiestan un fuerte perfil psicológico, lo que provoca que sean ricos en matices, ya que el lector los conocerá en mayor profundidad a medida que crece la tensión en torno a la figura de Grace Roseberry, la ama de compañía y lectora de la anciana aristócrata Janet Roy. El autor muestra una clara crítica social, sobre todo en el papel que desempeña la mujer en situaciones como esta, en la que principalmente lady Janet Roy pone énfasis en el estatus que ocupa, y no permite que nadie le diga cómo tiene que actuar ante la cuestión que se plantea. Una crítica en la que también alude a Grace Roseberry quien, pese al pasado que tuvo, quiere darle un vuelco a su vida y aprovechar la atención que le brinda la anciana aristócrata para disfrutar de las comodidades a las que pronto se acostumbra, pese al remordimiento que la atormenta. Atrajo mucho mi atención la presencia de Horace Holmcroft, que fue reportero de guerra en el conflicto franco-prusiano, y el sobrino de la aristócrata, el joven predicador Julian Gray, que protagonizan escenas muy atractivas.

La nueva Magdalena es una novela en la que el escritor inglés pone a prueba el límite emocional de los personajes ante el dilema que plantea Grace Roseberry por el remordimiento que la atormenta,  que origina un cúmulo de situaciones en las que la fuerzas emocionales están muy presentes. La trama tiene una estructura de obra de teatro, pero desarrollada como una novela al uso. Una trama en la que el lector recibe información más directa que los personajes, lo que redobla el interés por lo que sucede a lo largo de los 29 capítulos y epílogo en el que se estructura, en donde no faltan giros inesperados.





Biografía:





Wilkie Collins nació en Londres en 1824. Muy joven entró como aprendiz en una empresa de comercio de té, que abandonó pronto para dedicarse a la literatura, campo en el que rápidamente alcanzó el éxito. Considerado uno de los padres de la narrativa policíaca, durante sus sesenta y cinco años de vida escribió veintisiete novelas, y más de cincuenta historias cortas. Fue amigo íntimo de Charles Dickens desde que se conocieron en marzo de 1851, fecha en que comenzó una fructífera colaboración. Sus novelas de misterio La dama de blanco (1860) y la policíaca La piedra lunar (1868) están consideradas obras cumbres en sus respectivos géneros.

Aquejado de «gota reumatoide», se aficionó al consumo severo de láudano. Como resultado de esta adicción, experimentó durante toda su vida alucinaciones paranoides; por ejemplo, declaraba que se encontraba constantemente acompañado de un doble suyo, invisible para todos los demás, que él apodaba «el Fantasma Wilkie».

Collins nunca se casó, pero vivió, a temporadas, con la viuda Caroline Graves. Además, tuvo tres hijos con otra mujer, Martha Rudd. En 1870, volvió definitivamente con Mrs. Graves y, hasta su muerte, en 1889, mantuvo ambas relaciones.


Notas: Datos técnicos, sinopsis y biografía del autor tomados de la web de la editorial. Fotografía del autor tomada de Wikipedia. 








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