Mondoñedo, alma literaria, cuna del incierto señor
Cunqueiro. Allí escuchó las primeras historias del rey Arturo. Pero allí
también nació el último trovador del medioevo. El destino sabía que faltaba alguien,
alguien que pusiese colofón a esa época dorada de la lírica galaicoportuguesa.
Y ese alguien nació
no niño do novo vento
hai unha pomba dourada
quen poidera namorala
quen poidera namorala
meu amigo
meu amigo
Ese nido son las Tierras de Miranda, situadas entre
altos y oscuros montes, en un regazo verde. Nido a quién el cantautor Luis
Emilio Batallán le puso música, Quién pudiera enamorarla. Uno, si no el
mejor, de los poemas del siglo XX. Pero don Álvaro, ejemplo de buen gallego,
tiene también una pluma mágica, una pluma de la que salieron las mejores
fábulas que uno pudiera imaginarse. Fábulas llenas de cuervos parlantes, de
paraguas voladores, de sirenas enamoradas, de sueños.
Hace cien años que el destino quiso que en Galicia
tocase el premio gordo de la lotería de Navidad y con la suerte de que fue la antigua capital del reino de Galicia,
Mondoñedo, la ciudad agraciada, un 22 de diciembre de 1911. Esta vez no fue
repartido. Esta vez tocó toda la serie. Una serie irrepetible, que nunca
volverá a salir, porque Álvaro Cunqueiro solo hubo, hay y habrá uno.
El autor de Merlín y familia se nos fue un 28 de febrero
de 1981, pero su memoria sigue, impertérrita, desde su estatua de bronce, obra
del escultor Pacheco, aguantando todo lo que le echen pero siempre con la misma
sonrisa. ¿Pensará en las gracias de Merlín? ¿O será porque está en un lugar
privilegiado desde el que puede divisar la Catedral y la que es hoy la Casa de
Carmiña?
La Casa de Carmiña, donde don Álvaro escribiría sus
mejores sueños. Sueños como Merlín y familia y otras historias o Las
Crónicas de Sochantre (Premio Nacional de la Crítica, 1958), en los que
influyen mitos atlánticos como Merlín, el mago celta, o la tradición bretona
análoga a la Santa Compaña gallega y Si el viejo Sinbad volviese a las islas
donde hay influencia, ente otras, del relato de Las mil y una noches. Sinbad,
llevada al cine por el director Antón Dobao y protagonizada por José Manuel
“Pico” Olveira, a quien tuve el placer de entrevistar, me dijo que «fue muy
bonito darle vida, nuevamente, a Sinbad porque este personaje ya lo
interpreté en teatro en 1999 dirigido
por Quico Cadaval con el Centro Dramático Gallego» y considera que
Cunqueiro «es uno de los mejores escritores del siglo XX».
Escribiría cuatro novelas directamente en español: Las
mocedades de Ulises, Un hombre que se parecía a Orestes
(Premio Nadal, 1969), Vida y fuga de Fanto Fantini della
Gherardesca y El año del cometa con la batalla de los cuatro
reyes. Ese mundo interior se plasma en Merlín y familia, la novela
precursora del realismo mágico, donde mezcla fantasía y realidad, el ambiente
gallego y el griego o bretón, donde habitan princesas encantadas y barbudas,
sirenas doloridas y enlutadas, demonios enmascarados. Aparecen en sus obras
personajes artúricos, carolingios o griegos mezclados con paisanos gallegos. Es
asombroso ver cómo Cunqueiro dota a cada uno de esos personajes de una
atmósfera completamente singular, una mezcla de fantasía y aliento doméstico
que envuelve al lector y lo catapulta a un universo donde el tiempo no pasa.
Todo ello tratado con ironía y desenfado. Esa habilidad suya le permite elaborar
una prosa culta. Se trata de novelas en las que observamos una peculiar
utilización del tiempo histórico y una estructura narrativa basada en el relato
dentro del relato y en la tendencia a organizar los textos en pequeñas unidades
con autonomía propia. El autor suele añadirles apéndices e índices onomásticos
de personajes que prolongan el mundo de la fantasía con nuevos datos, historias
y maravillas que invitan a pensar que, muerto el héroe, el sueño del narrador
le sobrevive.
Este realismo mágico también se trasladaría a los
retratos o semblanzas de tipos populares gallegos, en obras como Escuela de
curanderos y fábula de gente variada, La otra gente y Los otros feriantes (Premio
Nacional de la Crítica, 1979). Retratos de costumbres populares llenos
de magia con una sorprendente y
seductora mezcla, donde hay labradores y artesanos, de tierras de Lugo la
mayoría de ellos, ocultamente empeñados en volar sobre el lodo del camino
colgados de paraguas voladores.
Nació en Mondoñedo, estudió en Lugo y trabajó en
Vigo, pero también pasó por Santiago y hay un lugar siempre para él,
inevitable, A Coruña, uno de sus grandes temas de sus crónicas viajeras.
Recuerda a Lugo a la que llamó la Roma de
Finisterre, por el increíble regalo histórico que Lucus Augusti concedió a la
tierra del Fin del Mundo. De esta ciudad escribía: «Lugo a la vez próxima y
lejana, colina, soledad, tiempo y plaza». Mondoñedo y Lugo marcarían el inicio de su andadura literaria.
Más tarde
llegaría Santiago de Compostela, donde se forjaría el poeta que todos conocemos
y donde escribiría sus primeros artículos periodísticos. Eran famosas sus
tertulias en el Café Español y en el Derby. Si hubiese vivido en el siglo XIII
sería una de las grandes figuras del Cancionero de Ajuda. Junto con Bouza Brey abandera el movimiento poético
neotrovadoresco. Su obra clave es Cantiga
nueva que se llama rivera, cancionero
que nace de las lecturas del primer Alberti y
del encantamiento que produjeron en él los versos más populares de
García Lorca. Es el primer poeta que reúne las cualidades necesarias para ser
trovador y juglar a un tiempo, pues la elegancia de su arte se combina con el
más expresivo de los modos populares. Otros poemarios suyos son Mar al
Norte, Poemas del sí y del no, Señora de cuerpo delgado y Hierba de aquí y de
allá.
Cunqueiro se había afincado en Madrid en 1939 para
escribir en el periódico ABC. Un hecho por el que le acusan de estafador pone
fin a su carrera periodística y la Dirección General de Prensa acuerda
desposeerle del carné de periodista.
Vigo, la hija de Neptuno. Paradojas de la vida. Álvaro
Cunqueiro, desposeído del carné de periodista, dirige El Faro de Vigo entre
1965 y 1970. En el año 1966 le sería concedido el Premio Conde de Godó de
Periodismo. Decía que «Vigo fue fundada a la orilla de un verso de Martín
Códax». La isla del poeta, la isla de
San Simón. «El envés» era una columna
que publicó en este periódico durante veinte años el escritor mindoniense. A
pesar del tiempo transcurrido, la mayor parte de sus columnas siguen siendo
actuales, podrían publicarse hoy sin problemas. Se dice que el Cunqueiro periodista no es tal: es un
escritor que dirige un periódico. Sus «envés» tan leídos son piezas literarias.
También son joyas sus pies de foto.
Cuando el entonces director del «Faro de Vigo»
llegaba a A Coruña buscaba, en primer lugar, ese paisaje de mar. Por eso el
viaje comenzaba siempre en la Torre de Hércules. Es la ciudad a la que muchos
llaman —con permiso de París—, la ciudad de la luz. Apreciaba el balcón atlántico
más hermoso de nuestro país, al que huía para recorrer el Orzán mientras caía la tarde.
El viaje siempre estuvo presente en Álvaro Cunqueiro. Viajes imaginarios y
viajes terrenales, recogidos en libros
como Viajes imaginarios y reales o en crónicas de viajes: «El pasajero
en Galicia», «Retratos y paisajes», «Una ventana», «Correo sin fecha», «A
vuelta de hoja», «El envés», «Camino de Santiago»…
No quería abandonar Vigo sin olvidar una anécdota
suya en el restaurante El Mosquito. Hay una célebre foto en la que posan, nada
menos, que Álvaro Cunqueiro, Joseph Pla y Torrente Ballester, acompañados de Dª
Carmen Roel, la dueña, y su hija. Gracia le habrá producido a D. Alvaro el
encendido de su puro, pues para tan singular ceremonial le ofrecen sencilla,
pero vistosa caja de cerillas que, con frase de alabanza, dejó impresa en la
misma aquel genio y galán del cine español, José Bódalo, con el siguiente
interés:
«Las gentes siempre dirán
que
“El Mosquito” es infeccioso
¡¡ Son
ganas de hacer el oso!!/
¡¡ Que
vengan y lo verán!!»
La prosa de Cunqueiro está llena de gastronomía y
cocina. Son tres los libros suyos eminentemente gastronómicos: La cocina
gallega, La cocina cristiana de Occidente y Teatro
venatorio y culinario gallego. Pero
también encontramos cocina en sus novelas, libros de cuentos y en relatos y
artículos periodísticos. No existe un recetario firmado por él y
son muy pocas las recetas que el mindoniense incluye en sus obras. Y cuando las
incluye resultan más una descripción literaria de la manera de preparación de
un plato que una receta propiamente dicha, en la que se reflejen los
ingredientes necesarios y sus cantidades y los distintos procesos de
elaboración que llevan al plato que va a la mesa.
El Incierto señor don Hamlet, príncipe de
Dinamarca, establece puentes entre tradiciones culturales, siguiendo la
tendencia europea del teatro de mitos, adaptándose a la sociedad actual.
Cunqueiro toma el mito de Hamlet (príncipe histórico-legendario de la Dinamarca
del siglo I, que sería inmortalizado por Shakespeare) y hace de él una
reinterpretación propia, mezclando el mito nórdico de Hamlet con el clásico de
Edipo. Es un texto lírico, con ritmo, fuerza dramática y originalidad.
En 1964 ingresa en la Real Academia Gallega con
su discurso Tesoros nuevos y viejos, y el 17 de
mayo de 1991 se celebró en su honor el Día de las
Letras Gallegas.
Fuentes: Certo.es,
www.abretelibro.com,
www.galiciaunica.es,
cvc.cervantes.es,
www.galiciaparaelmundo.com, www.elmosquito.com,
www.literaturas.com
Un deleite
ResponderEliminarGracias, Isabel. Me alegro que te gustara. Últimanete me estáis echando muchas flores y voy a terminar por creérmelo. Saludos
ResponderEliminarLo que yo te digo: montar una floristería. Un magnífico artículo.
ResponderEliminarGracias, Ariodante. Lo tendré en cuenta.
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