Páginas

sábado, 17 de diciembre de 2011

Álvaro Cunqueiro, El Realismo Mágico de Galicia



Mondoñedo, alma literaria, cuna del incierto señor Cunqueiro. Allí escuchó las primeras historias del rey Arturo. Pero allí también nació el último trovador del medioevo. El destino sabía que faltaba alguien, alguien que pusiese colofón a esa época dorada de la lírica galaicoportuguesa. Y ese alguien nació 

no niño do novo vento 
hai unha pomba dourada
quen poidera namorala
quen poidera namorala
meu amigo
meu amigo

Ese nido son las Tierras de Miranda, situadas entre altos y oscuros montes, en un regazo verde. Nido a quién el cantautor Luis Emilio Batallán le puso música, Quién pudiera enamorarla. Uno, si no el mejor, de los poemas del siglo XX. Pero don Álvaro, ejemplo de buen gallego, tiene también una pluma mágica, una pluma de la que salieron las mejores fábulas que uno pudiera imaginarse. Fábulas llenas de cuervos parlantes, de paraguas voladores, de sirenas enamoradas, de sueños. 

 Hace cien años que el destino quiso que en Galicia tocase el premio gordo de la lotería de Navidad y  con la suerte de que fue la antigua capital del reino de Galicia, Mondoñedo, la ciudad agraciada, un 22 de diciembre de 1911. Esta vez no fue repartido. Esta vez tocó toda la serie. Una serie irrepetible, que nunca volverá a salir, porque Álvaro Cunqueiro solo hubo, hay y habrá uno.

El autor de Merlín y familia se nos fue un 28 de febrero de 1981, pero su memoria sigue, impertérrita, desde su estatua de bronce, obra del escultor Pacheco, aguantando todo lo que le echen pero siempre con la misma sonrisa. ¿Pensará en las gracias de Merlín? ¿O será porque está en un lugar privilegiado desde el que puede divisar la Catedral y la que es hoy la Casa de Carmiña?

La Casa de Carmiña, donde don Álvaro escribiría sus mejores sueños. Sueños como Merlín y familia y otras historias o Las Crónicas de Sochantre (Premio Nacional de la Crítica, 1958), en los que influyen mitos atlánticos como Merlín, el mago celta, o la tradición bretona análoga a la Santa Compaña gallega y Si el viejo Sinbad volviese a las islas donde hay influencia, ente otras, del relato de Las mil y una noches. Sinbad, llevada al cine por el director Antón Dobao y protagonizada por José Manuel “Pico” Olveira, a quien tuve el placer de entrevistar, me dijo que «fue muy bonito darle vida, nuevamente, a Sinbad porque este personaje ya lo interpreté  en teatro en 1999 dirigido por Quico Cadaval con el Centro Dramático Gallego» y considera que Cunqueiro «es uno de los mejores escritores del siglo XX».

Escribiría cuatro novelas directamente en español: Las mocedades de Ulises, Un hombre que se parecía a Orestes (Premio Nadal, 1969), Vida y fuga de Fanto Fantini della Gherardesca y El año del cometa con la batalla de los cuatro reyes. Ese mundo interior se plasma en Merlín y familia, la novela precursora del realismo mágico, donde mezcla fantasía y realidad, el ambiente gallego y el griego o bretón, donde habitan princesas encantadas y barbudas, sirenas doloridas y enlutadas, demonios enmascarados. Aparecen en sus obras personajes artúricos, carolingios o griegos mezclados con paisanos gallegos. Es asombroso ver cómo Cunqueiro dota a cada uno de esos personajes de una atmósfera completamente singular, una mezcla de fantasía y aliento doméstico que envuelve al lector y lo catapulta a un universo donde el tiempo no pasa. Todo ello tratado con ironía y desenfado. Esa habilidad suya le permite elaborar una prosa culta. Se trata de novelas en las que observamos una peculiar utilización del tiempo histórico y una estructura narrativa basada en el relato dentro del relato y en la tendencia a organizar los textos en pequeñas unidades con autonomía propia. El autor suele añadirles apéndices e índices onomásticos de personajes que prolongan el mundo de la fantasía con nuevos datos, historias y maravillas que invitan a pensar que, muerto el héroe, el sueño del narrador le sobrevive.

Este realismo mágico también se trasladaría a los retratos o semblanzas de tipos populares gallegos, en obras como Escuela de curanderos y fábula de gente variada, La otra gente y Los otros feriantes (Premio Nacional de la Crítica, 1979). Retratos de costumbres populares llenos de  magia con una sorprendente y seductora mezcla, donde hay labradores y artesanos, de tierras de Lugo la mayoría de ellos, ocultamente empeñados en volar sobre el lodo del camino colgados de paraguas voladores.

Nació en Mondoñedo, estudió en Lugo y trabajó en Vigo, pero también pasó por Santiago y hay un lugar siempre para él, inevitable, A Coruña, uno de sus grandes temas de sus crónicas viajeras.

Recuerda a Lugo a la que llamó la Roma de Finisterre, por el increíble regalo histórico que Lucus Augusti concedió a la tierra del Fin del Mundo. De esta ciudad escribía: «Lugo a la vez próxima y lejana, colina, soledad, tiempo y plaza». Mondoñedo y Lugo marcarían el inicio de su andadura literaria.

Más tarde llegaría Santiago de Compostela, donde se forjaría el poeta que todos conocemos y donde escribiría sus primeros artículos periodísticos. Eran famosas sus tertulias en el Café Español y en el Derby. Si hubiese vivido en el siglo XIII sería una de las grandes figuras del Cancionero de Ajuda. Junto con Bouza Brey abandera el movimiento poético neotrovadoresco.  Su obra clave es Cantiga nueva que se llama rivera, cancionero que nace de las lecturas del primer Alberti y  del encantamiento que produjeron en él los versos más populares de García Lorca. Es el primer poeta que reúne las cualidades necesarias para ser trovador y juglar a un tiempo, pues la elegancia de su arte se combina con el más expresivo de los modos populares. Otros poemarios suyos son Mar al Norte, Poemas del sí y del no, Señora de cuerpo delgado y Hierba de aquí y de allá.

Cunqueiro se había afincado en Madrid en 1939 para escribir en el periódico ABC. Un hecho por el que le acusan de estafador pone fin a su carrera periodística y la Dirección General de Prensa acuerda desposeerle del carné de periodista.

Vigo, la hija de Neptuno. Paradojas de la vida. Álvaro Cunqueiro, desposeído del carné de periodista, dirige El Faro de Vigo entre 1965 y 1970. En el año 1966 le sería concedido el Premio Conde de Godó de Periodismo. Decía que «Vigo fue fundada a la orilla de un verso de Martín Códax». La isla del poeta, la isla de San Simón.  «El envés» era una columna que publicó en este periódico durante veinte años el escritor mindoniense. A pesar del tiempo transcurrido, la mayor parte de sus columnas siguen siendo actuales, podrían publicarse hoy sin problemas. Se dice que el  Cunqueiro periodista no es tal: es un escritor que dirige un periódico. Sus «envés» tan leídos son piezas literarias. También son joyas sus pies de foto.
Cuando el entonces director del «Faro de Vigo» llegaba a A Coruña buscaba, en primer lugar, ese paisaje de mar. Por eso el viaje comenzaba siempre en la Torre de Hércules. Es la ciudad a la que muchos llaman —con permiso de París—, la ciudad de la luz. Apreciaba el balcón atlántico más hermoso de nuestro país, al que huía para recorrer el Orzán mientras caía la tarde.

El viaje siempre estuvo presente en Álvaro Cunqueiro. Viajes imaginarios y viajes terrenales,  recogidos en libros como Viajes imaginarios y reales o en crónicas de viajes: «El pasajero en Galicia», «Retratos y paisajes», «Una ventana», «Correo sin fecha», «A vuelta de hoja», «El envés», «Camino de Santiago»… 

No quería abandonar Vigo sin olvidar una anécdota suya en el restaurante El Mosquito. Hay una célebre foto en la que posan, nada menos, que Álvaro Cunqueiro, Joseph Pla y Torrente Ballester, acompañados de Dª Carmen Roel, la dueña, y su hija. Gracia le habrá producido a D. Alvaro el encendido de su puro, pues para tan singular ceremonial le ofrecen sencilla, pero vistosa caja de cerillas que, con frase de alabanza, dejó impresa en la misma aquel genio y galán del cine español, José Bódalo, con el siguiente interés:

                                                   «Las gentes siempre dirán
                que “El Mosquito” es infeccioso
               ¡¡ Son ganas de hacer el oso!!/
               ¡¡ Que vengan y lo verán!!»

La prosa de Cunqueiro está llena de gastronomía y cocina. Son tres los libros suyos eminentemente gastronómicos: La cocina gallega, La cocina cristiana de Occidente y Teatro venatorio y culinario gallego. Pero también encontramos cocina en sus novelas, libros de cuentos y en relatos y artículos periodísticos. No existe un recetario firmado por él y son muy pocas las recetas que el mindoniense incluye en sus obras. Y cuando las incluye resultan más una descripción literaria de la manera de preparación de un plato que una receta propiamente dicha, en la que se reflejen los ingredientes necesarios y sus cantidades y los distintos procesos de elaboración que llevan al plato que va a la mesa. 

El Incierto señor don Hamlet, príncipe de Dinamarca, establece puentes entre tradiciones culturales, siguiendo la tendencia europea del teatro de mitos, adaptándose a la sociedad actual. Cunqueiro toma el mito de Hamlet (príncipe histórico-legendario de la Dinamarca del siglo I, que sería inmortalizado por Shakespeare) y hace de él una reinterpretación propia, mezclando el mito nórdico de Hamlet con el clásico de Edipo. Es un texto lírico, con ritmo, fuerza dramática y originalidad.

En 1964 ingresa en la Real Academia Gallega con su discurso Tesoros nuevos y viejos, y el 17 de
mayo de 1991 se celebró en su honor el Día de las Letras Gallegas.

 
Fuentes: Certo.es, www.abretelibro.com, www.galiciaunica.es, cvc.cervantes.es,
              www.galiciaparaelmundo.com, www.elmosquito.com, www.literaturas.com



4 comentarios:

  1. Gracias, Isabel. Me alegro que te gustara. Últimanete me estáis echando muchas flores y voy a terminar por creérmelo. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Lo que yo te digo: montar una floristería. Un magnífico artículo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Ariodante. Lo tendré en cuenta.

    ResponderEliminar