El
24 de abril del presente año reseñé en este blog Las islas de
Poniente, novela con la que Julio Alejandre Calviño quedó
finalista en el Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda 2018. El
lector que disfrute con este género literario, disfrutará de una
historia muy entretenida, que incita a seguir con interés el
resultado incierto que significa una expedición marítima como la
que se organizó a finales del siglo XVI, en la que la nao Santa
Ysabel forma parte de una flota que tiene como objetivo la conquista
de las islas Salomón y el descubrimiento de las Regiones Australes.
Biografía.-
Nací
en el Madrid de los sesenta. Cursé magisterio en la universidad
Autónoma de Madrid y más tarde pedagogía en la universidad
Complutense. Pasé una década en América Central, entregado en
cuerpo y alma al sufrido oficio de cooperante. De aquella época me
quedaron unas cuantas arrugas, muchos amigos, el amor por la
literatura hispanoamericana y un sinnúmero de historias por contar.
En la actualidad resido en Azuaga, Badajoz, y me dedico a la
orientación educativa.
Ha
obtenido premios en certámenes de relatos y novela. Con su novela
Las
islas de Poniente fue
finalista del Concurso de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. Otras
obras del autor: Héroes,
tumbas y libros perdidos.
Madrid,
Ed. Complutense, 2012. Seis
mil lunas.
Madrid, Ed. Antígona, 2013.
Reporte
de una boda y un entierro.
Murcia, Ed. Tres Fronteras, 2015. VVAA. Universos
de papel.
El
baúl de los recuerdos.
Azuaga, Badajoz, Asociación Entre Pueblos, 2014. Pgs. 143-166.
Entrevista:
Francisco
Portela.- Gracias por concederme esta entrevista, Julio. Espero que
tras esta batería de preguntas quienes no hayan leído Las islas
de Poniente sientan más interés por tu novela.
Julio
Alejandre Calviño.- Soy yo quien te está agradecido. Gracias a ti y
a otras personas que, como tú, gustáis de leer en profundidad las
novelas y escribir sobre ellas, los lectores pueden conocer algo más
que las escasas líneas de la contraportada de un libro, y los
escritores tenemos una gran oportunidad para ganarnos su confianza.
1)
F. P.- Si bien Las islas de Poniente es una novela
histórica, al principio de mi reseña comento que disfruto con las
novelas de aventuras, pero que en este caso el significado de
aventura no es el habitual con el que el lector asocia a las novelas
que se encuadran en este género literario.
J.
A. C.- Creo que tradicionalmente el género de aventuras, quizá
influenciado por el cine de acción, nos sugiere algo más acorde con
la idea de “aventuras trepitandes” que con “la aventura” de
la humanidad. Las islas de Poniente nace de la admiración y
asombro por esas odiseas vitales de viajeros anónimos que,
embarcados en cascarones de nuez, se lanzaron a la conquista del
Pacífico.
2)
F. P .- Se agradece cuando un autor nos descubre hechos históricos
apenas conocidos. ¿Qué te atrajo sobre este episodio protagonizado
por la nao Santa Ysabel para novelar su participación en la jornada
de las islas Salomón?
J.
A. C.- La incertidumbre acerca de su destino de la Santa Ysabel. En
la fuente principal que hay sobre la expedición de Álvaro de
Mendaña a las islas Salomón, escrita por el piloto mayor de la
flotilla, se menciona la “extraña” desaparición de la nao una
noche de buena mar y viento en calma, y no halló ningún rastro de
ella pese a que dedicaron unos días a buscar los restos de su
posible naufragio. ¿Quién puede quedarse indiferente ante tamaña
incógnita? Y sentí inmediatamente el deseo, casi la necesidad, de
escribir qué ocurrió con ese barco.
3)
F. P.- Pese a la desaparición de esta nao, la historia que
planificas es muy verosímil. En la nota histórica que acompaña al
cuerpo de la novela explicas la documentación en la que te basaste
para dotar a la trama de esa verosimilitud. ¿Tenías claro el
esquema del viaje que seguiría la Santa Ysabel, o iba parejo a la
documentación que recopilabas?
J.
A. C.- En realidad, el primer tercio de la novela sigue con bastante
fidelidad el itinerario de la flota como aparece en los libros de
historia. Es a partir de la separación de la nao cuando, digamos, el
novelista toma el timón para narrar qué pudo ocurrirle a aquella
nao y sus tripulantes, intentando hacer indistinguibles la realidad
histórica de la ficción.
En
cuanto al esquema del viaje que seguiría la Santa Ysabel, lo cierto
es que me lo fueron soplando los hallazgos más actuales de
investigadores australianos y polinesios, que sitúan a la nao en
alguna de las islas Salomón o en las costas de Australia orienta.
Después, a medida que profundizaba sobre el siglo XVI y me
documentaba mejor, en especial en asuntos médicos y cartográficos,
fui modificando algunos episodios y añadiendo otros. Y el
“tornaviaje” por el Pacífico sur fue algo que se le ocurrió a
uno de los personajes, el piloto de la nao, hombre curioso y
entendido de las cosas de la mar. Yo no tuve nada que ver.
4)
F. P.- En Las islas de Poniente el lector se encuentra con un
amplio elenco de personajes que conforman esta expedición. ¿Te
resultó muy difícil reunir a unos personajes que se ajustaran a las
jornadas que se realizaban en el siglo XVI, sobre todo teniendo en
cuenta que había que enrolar a tripulantes y colonos ante un
incierto viaje como este?
J.
A. C.- A la hora de trabajar los personajes, tuve la enorme fortuna
de encontrar la relación de los tripulantes y pasajeros de la
expedición, que se conserva en el Archivo General de Indias. Aunque
una simple lista nada te diga sobre la personalidad y vida de cada
uno de ellos, tener sus nombres, apellidos y ocupaciones, fue como
poseer el cabo de la madeja para desarrollarlos posteriormente.
La
documentación existente sobre esta y otras expediciones, me ayudó a
hacerme una idea del tipo de gente que se embarcaba en una aventura
así y conocer sus motivaciones y esperanzas. Allí iban soldados y
marineros en busca de fama y fortuna, oficiales, presos que se
enrolaron a cambio de obtener la libertad, ricohombres con sus pajes
y criadas, y un buen grupo de familias humildes, con mujeres y niños,
como en esos buques llenos de emigrantes que zarpaban de Galicia
rumbo a la Argentina el siglo pasado. Pero sólo los marineros más
experimentados y el grupo más cercano a don Álvaro de Mendaña
sabían realmente las dificultadas y peligros a los que se
enfrentarían a lo largo de la expedición.
5)
F. P.- Supongo que más de un personaje te pondría en un buen
aprieto a la hora de atarlo en corto para que se ajustase a la
perspectiva que habías establecido para cada uno de ellos, con el
añadido de que en la novela el lector se encuentra con un elenco
numeroso. ¿Planificas su personalidad desde un principio o va
evolucionando según su participación en los episodios en los que
toman parte o les influye?
J.
A. C.- Un poco de las dos cosas. Una parte importante de la
planificación de la novela fue construir perfiles más o menos
claros de los personajes principales. Pero luego, la propia escritura
de la novela, de cada episodio, de cada descripción o diálogo, te
obliga a meterte tanto dentro de la cabeza de cada uno de ellos que
acaban teniendo independencia y vida propia. Y cuando un personaje
está tan definido, se vuelve más intrusivo y te “exige” que
seas coherente con la personalidad que tú mismo le has dado. Algunos
no me dejaron, literalmente, que pusiera en su boca palabras que no
querían decir.
Los
personajes secundarios han sido más imprevisibles. Cuando planificas
la historia están poco definidos, como siluetas en la niebla, pero a
medida que avanzas en la escritura y te acercas a cada episodio, van
saliendo del limbo para pasar de largo o quedarse con peso propio. Un
ejemplo: la niña Frasquita, que en principio iba a ser un personaje
de relleno, alzó la voz para decir “aquí estoy yo” y me fue
hechizando de tal manera que no tuve más remedio que dejarla
corretear por las cubiertas de la nao. Algo parecido me ocurrió con
Félix Carrasco o con el bachiller Herrera.
6)
F. P.- Entre ellos destaca la peculiaridad del protagonista y
narrador: el mestizo Juan Torres. Me quedé prendado de este
personaje desde las primeras páginas, sobre todo porque sus inicios
me recordaban a los famosos pícaros del Siglo de Oro. ¿Por qué te
decides por tan singular narrador? ¿Tienes claro cuándo utilizar
una voz narrativa u otra en un relato o novela?
J.
A. C.- Juan Torres es buena gente, uno de esos tipos abiertos que te
cae bien al primer vistazo. Çsi hubiéramos podido conocernos y
charlar al amor de un buen fuego, delante de unas copas de vino,
seguro que nos habríamos llevado estupendamente, y no se habría
puesto a alardear de sus muchas aventuras para no apabullarme.
Bueno,
bromas aparte. Para el narrador y protagonista de la novela
necesitaba un personaje consistente, en el que percibiera claramente
el tránsito de la inocencia a la madurez. Aunque algo calavera y
bregado en las cosas de este mundo, Juan Torres inicia la singladura
con un amor platónico e inalcanzable por una mujer y finaliza con
otro más sólido por otra, comienza inocente de violencias y acaba
cometiendo homicidio, parte sin vocación y torna casi médico,
etcétera. Esta mefamorfosis de Juan Torres es también la de muchos
otros personajes secundarios, que se transformarán, para bien o para
mal, a lo largo del viaje.
La
voz narrativa es quizá el primer problema al que uno se enfrenta al
comenzar un cuento o una novela. Hay ocasiones en las que la propia
historia te la pide a gritos y otras en las que tienes que darle
vueltas y hacer ensayos hasta encontrarla
Para
darle más verosimilitud a la novela, yo quería hacer de Las islas
de Poniente una crónica, a semejanza de las crónicas que nos han
llegado de los viajes y expediciones del siglo XVI, y la primera
persona era inevitable.
7)
F. P.- Dada la larga lista de personajes, el narrador tiene alguna
dificultad de relatar varios episodios tal y como sucedieron. ¿No
supone un inconveniente el haber elegido la narración en
primera
persona, sobre todo desde el punto de vista objetivo de su narración?
J.
A. C.- Cada voz narrativa tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Es
cierto que usar la primera persona en una novela con tantos
personajes es complicado, pero, como comentaba más arriba, también
tiene ventajas importantes, como la cercanía y verosimilitud, que
era uno de los objetivos de esta narración.
Además,
se trata de una historia que transcurre fundamentalmente en el
microcosmos de un navío, donde los chismes, hablillas y rumores son
la norma y donde hasta el secreto mejor guardado acaba saliendo a la
luz, lo cual facilita que un cronista, que además ejerce de médico,
pueda tirar de muchos hilos para confeccionar una tela bien tejida.
(Archivo General de Indias-Sevilla)
8)
F. P.- Entre los muchos personajes de Las islas de Poniente
llama la atención el visionario Figueroa y su profecía de la
salvación. ¿Por qué lo incluiste entre los que embarcaron en la
nao Santa Ysabel? Aunque como contrapartida está la figura del
peculiar padre Saavedra, que me provocó alguna sonrisa.
J.
A. C.- Esta ha sido mi primera novela histórica y una de las
cuestiones que más me preocupaban era poblar el siglo XVI de
personajes de ese siglo, y no utilizarlo como un simple escenario
fondo, habitado por personajes con los valores y actitudes del siglo
XXI.
Aquella
fue una época en la que se vivía la religiosidad con gran
convicción y en la que, por desgracia, también había mucha gente
que creía en supersticiones, quimeras, adivinaciones y presagios. En
especial en situaciones límite, donde la vida pende constantemente
de un hilo. Un campo abonado para hombres como Figueroa, en el que
confluyeran la ambición de poder y el deseo de manejar los hilos del
destino.
Y,
por supuesto, en todas las expediciones, por tierra o por mar, iban
uno o varios sacerdotes para dar apoyo espiritual a heridos y
dolientes, imponer los santos óleos a los moribundos y atraer a la
verdadera fe a los pueblos con que se tropezaran. De ahí sale el
padre Saavedra, un contrapunto al fanático Figueroa, con sus luces y
sus sombras.
9)
F. P.- Me atrajeron los instrumentos por los
que se rigen los pilotos para conocer la ruta que tienen que llevar,
calcular los datos que les son necesarios para la navegación o cómo
buscar los vientos que les sean favorables. En un jornada tan
larga e incierta, las cartas náuticas suponían más bien una
dificultad que una ayuda para los pilotos, como se refleja en algunas
escenas relatadas por Juan Torres. ¿No realizaban un viaje un tanto
a ciegas dadas las carencias que tenían algunas de las que
utilizaban?
J.
A. C.- Precisamente en eso estriba la grandeza de aquellas
expediciones. La exploración del océano Pacífico y de las Regiones
Australes se hizo a costa de muchos ensayos náuticos y
cartográficos, muchas desventuras y muchas muertes. Eran los inicios
de la Edad Moderna y de un mundo en rápida evolución que, como no
podía ser de otra forma, también afectaba a los instrumentos de
navegación: el astrolabio, la corredera, la ballestilla o la
brújula, que usaban desde hacía tiempo en el Mediterráneo, pero
cuyo uso no se dominaba en las grandes travesías oceánicas, a causa
de la diferencias entre el Polo Norte magnético y el geográfico.
Quizás
aquellos navegantes no eran conscientes de ello, pero con sus
arriesgadas expediciones estaban trazando el mapa del mundo como lo
conocemos hoy en día. Sus diarios de abordo corregían y rellenaban
constantemente las cartas y atlas de la época, ya fuera con el
descubrimiento de un continente o de un simple islote.
Un
ejemplo de ello fue el descubrimiento del “tornaviaje”; es decir,
la manera de navegar el Pacífico desde Asia hacia América. Un barco
que saliera de Méjico para Filipinas tardaba unos dos meses en hacer
la travesía “de ida”. Pero con los barcos e instrumentos de
navegación que había entonces era imposible volver por la misma
ruta. Tuvo que pasar medio siglo de intentos frustrados, naufragios y
naves desparecidas para que, en 1565, Urdaneta encontrara la forma de
hacerlo.
(Pedro Fernández de Quirós)
10)
F. P.- El narrador trata de aproximarse lo
máximo posible al español utilizado a finales del siglo XVI, efecto
con el que logras que el lector tenga la sensación de leer una obra
clásica. Supongo que consultarías fuentes documentales que
te sirvieran de base para adaptar la narración de Juan Torres al
español hablado en el Siglo de Oro.
J.
A. C.- ¡Buf! El lenguaje fue el verdadero desafío de esta novela:
encontrar un punto de equilibrio donde el uso del castellano antiguo
enriqueciese la narración sin hacerla pesada o indigesta.
Las
primeras fuentes que consulté, y que me familiarizaron con ese
lenguaje y me animaron a utilizarlo, fueron las propias relaciones de
la época de los descubrimientos. Por mencionar algunas: Pigaffeta
sobre la primera vuelta al mundo, Bernal Díaz del Castillo, sobre la
conquista de Méjico, las cartas de Hernán Cortés al rey, y por
supuesto la relación de Pedro de Quirós sobre la expedición de
Mendaña. Pero son muchísimas, de verdad. Al leerlas me metía
verdaderamente en sus expediciones y me empapaba del espíritu de la
épocas. Parece mentira que, a pesar del analfabetismo reinante,
simples soldados o marineros fueran capaces de escribir sus crónicas
con un lenguaje popular y fresco.
11)
F. P.- Mientras leía Las islas de Poniente tuve la sensación
de que disfrutaba de una lectura de corte clásico, empezando por el
protagonista y narrador Juan Torres. ¿Lees muchos autores clásicos?
¿Y cuáles son tus referentes?
J.
A. C.- No muchos, tengo que confesar que a los autores clásicos los
tengo algo olvidados desde mis años de bachillerato. Pero una de las
estrategias que emplee para empaparme de la mentalidad de la época,
sus costumbres y su lenguaje fue releerme El Quijote. Y me
ayudó mucho, claro.
Mis
relaciones más recientes con la literatura clásica son a través
del teatro. Me gusta ir al festival de teatro clásico de Mérida o
asistir a las representaciones de obras como El alcalde de
Zalamea, Fuenteovejuna, etcétera.
En
cuanto a nuestra segunda hornada de clásicos, si se puede llamar así
a los escritores de la Generación del 98, tengo debilidad por Pío
Baroja y su trilogía del mar.
12)
F. P.- Se percibe una exhaustiva labor de documentación para
planificar y desarrollar la trama. En la Nota Histórica explicas el
proceso documental en el que te basaste para construir la historia
que relata Juan Torres en primera persona. Tal y como está
desarrollada, me dio la sensación de que eres muy meticuloso a la
hora de ajustarte a la época en la que te ubicas. ¿Con qué fase
disfrutas más en la planificación de una novela?
J.
A. C.- La documentación es la piedra angular que sustenta a la
novela histórica. Si aquella falla, la novela hace aguas por todas
partes, así que me gusta ser exhaustivo. Incluso aunque al escribir
no utilices todo lo que has aprendido, la documentación siempre te
ayuda a meterte de lleno en el ambiente de la época.
Pero,
respondiendo a tu pregunta, una de las cosas que más me gusta es
meter en el argumento de la novela detalles, curiosidades y
carambolas históricas, que son más abundantes de lo que pueda
parecer. Creo que le dan más chispa a la historia.
13)
F. P.- Como escritor de novela histórica, ¿cómo ves el panorama
nacional en este género literario? Soy de los que opinan que hay
buenos autores del género en España, y que no tienen mucho que
envidiarles a los foráneos que tienen más renombre. ¿Hay algunos
que atraigan más tu atención e incluso influyan en tu estilo
narrativo?
J.
A. C.- La novela histórica en España la veo con mucha fuerza y
músculo. Es un género que se ha ido abriendo paso en el coto casi
exclusivo de los autores foráneos, aportando una temática más
cercana y centrada en nuestra propia historia, que es algo que desde
hace tiempo se echaba en falta.
A
los autores consagrados no dejan de sumarse nuevas voces, frescas y
de calidad, que se van abriendo hueco en las estanterías y
expositores de las librerías y plataformas online. Leo mucha novela
histórica, pero el tiempo no me alcanza para conocer a todos los
autores. Algunos me gustan más otros menos, como supongo que le
ocurre a todo el mundo, pero en general prefiero a los que emplean un
estilo más clásico y dejan discurrir la trama sin llevar al lector
de sobresalto en sobresalto.
14)
Con esta situación excepcional e inesperada que vivimos, provocada
por la pandemia del COVID-19, se presenta un futuro incierto para la
economía nacional. El sector editorial tendrá que mirar con lupa
las novelas que quiera publicar, por lo que entiendo que los
escritores tendréis que redoblar vuestro trabajo y esfuerzo para que
las editoriales publiquen los manuscritos que les presentáis.
J.
A. C.- Publicar en España siempre ha sido difícil. Somos muchos los
que escribimos y cuesta hacerse un hueco en el mundo editorial
tradicional. Esta pandemia tan fulgurante e imprevisible nos está
descolocando a todos, incluidos autores y editoriales, nadie sabe
bien qué va a suceder mañana y se hace casi imposible pronosticar
por dónde van a ir las cosas. En mi caso, seguiré apostando por
hacer bien los deberes y escribir lo mejor que sé.
15)
F. P.- Y ya para terminar, ¿puedes adelantarnos algo sobre tu
próxima novela?
J.
A. C.- Soy algo supersticioso con estas cosas y me da un poco de
vértigo hablar sobre algo que aún está en el banco del carpintero.
Por eso, solo te contesto que esto trabajando en otra novela
ambientada en la misma época que Las islas de Poniente, el increíble
siglo XVI.
Nota: Biografía, portada de la novela y fotografía del autor, tomadas de la web de Pàmies. Láminas de las islas Salomón y de Pedro Ferández de Quirós, tomadas de Wikipedia. Imagen del Archivo General de Indias en Sevilla, tomada de la web Andalucía.org.
Pues veo que me perdí tu reseña de "Las islas de Poniente", ahora iré a leerla. Lo que deduzco de la entrevista es que esa desaparición de la nao Santa Ysabel resulta bastante intrigante. Parece ser que la novela está muy bien documentada y con personajes muy bien definidos.
ResponderEliminarLo de leerse "El Quijote" para tomarle pulso al lenguaje de la época, me parece una idea genial. Cuando se lee algo se queda en la mente un cierto tono acorde con lo leído que puede ser muy útil para ese propósito.
Un beso.
Esta entrevista va directa al mail de mi marido. Creo que te dije en la reseña que es el tipo de libro que le gusta a él. Gracias Paco. Besos
ResponderEliminarHola Paco!. Me gustan estas entrevistas que nos traes porque me permite conocer a autores a los que de otra forma no llegaría. Creo que leí tu reseña de Las islas del poniente y de aquella me apunté al autor, si no lo hice, lo hago ahora, porque lo que cuenta me parece muy interesante. Besinos.
ResponderEliminarHe leído recientemente la novela y desde el primer capítulo me atrajo. Los personajes, sus relaciones, enemistades, Juan torres como protagonista en fin un hilo argumental que te adentran en la epoca y "sufres" las calamidades y las dificultades de las aventuras en una nave y te enriquecen en fin una novela entretenida y recwnsable. Manuel Prieto desde Azuaga.
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