Desde
los textos bíblicos en los este noble animal aparece en varios pasajes, el
burro o asno se ha utilizado en literatura. En nuestro país, la tradición
popular nos trae una serie de historias, siendo quizás la más conocida la de Juan
y su hijo Segundo cuando van de camino al campo con el burro y, según los personajes que se encontraban, les iban
dando consejo sobre cual de los dos debería ir montado en el animal. Gloria
Fuertes, la famosa escritora, nos deja su poesía Pobre burro. Pero, sin
lugar a dudas, los dos más conocidos son el burro en el que Sancho Panza
acompaña en sus aventuras a Don Quijote de la Mancha y, sobre todo, Platero,
ese entrañable personaje creado por Juan Ramón Jiménez.Por cierto, ¿alguien sabe cómo se llama el burro de Sáncho Panza?.
«Platero
es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual
dos escarabajos de cristal negro».
Juan
Ramón Jiménez Mantecón. (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan,
Puerto Rico, 29 de mayo de 1958). Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre
de 1881. Nac, en Moguer, un pueblecito de la provincia de Huelva, cerca de las
minas de cobre de Río Tinto y de las marismas del Guadalquivir. Un lugar muy
blanco y reluciente por la luz intensa del sol, de calles estrechas y limpias.
Era y sigue siendo un pueblo de labradores y marineros, cercana al mar y
rodeada por la campiña, donde se cultivan viñedos, fresas, maíz...
Juan
Ramón fue el más pequeño de una familia adinerada que lo consintió y le
permitió soñar y divertirse usando su imaginación. De niño prefería jugar solo
y sentía fascinación con la belleza del campo, los cambios de estación y de la
luz durante el día. Tenía un calidoscopio a través del cual le gustaba mirarlo
todo, porque le parecía que las cosas se alteraban, adquiriendo una
consistencia mágica. Le fascinaban la luz y los juegos con la realidad que esta
le proporcionaba; de esa forma, las cosas transformadas le parecían otras.
En 1891 aprueba con
calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto
"La Rábida" de Huelva. En 1893 estudia Bachillerato en el colegio de
San Luis Gonzaga del Puerto de Santa María, y obtiene el título de Bachiller en
Artes. Se traslada a Sevilla, en 1896, para ser pintor, creyendo que esa es su
vocación. Allí frecuenta la biblioteca del Ateneo sevillano. Escribe sus
primeros trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar en periódicos y
revistas de Sevilla y Huelva.
Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la
Universidad de Sevilla, aunque la abandona en 1899.
En 1900 se trasladó a Madrid y publicó sus dos primeros
libros de textos, Ninfeas y Almas de violeta. La muerte de su
padre en este mismo año y la ruina familiar le causaron una honda preocupación,
vivida intensamente a causa de su carácter hiperestésico, y en 1901 será
ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, regresando a Madrid,
posteriormente, al Sanatorio del Rosario.
En 1902 publica Arias tristes e interviene en la
fundación de la revista literaria Helios. También abandona el Sanatorio
del Rosario y se traslada al domicilio particular del Doctor Simarro. Ya en
1904 publica Jardines lejanos. En 1905
regresa a su pueblo natal, por la muerte de su padre y los problemas económicos
por los que atravesaba su familia. Este periodo coincide con la etapa de mayor
producción literaria.
Se traslada a Madrid, donde conoce a Zenobia Camprubí Aymar
en 1913, de quién se enamora profundamente. Hizo varios viajes a Francia y
luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia. A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros
síntomas de un cáncer que acabará con su vida.
En 1936 se vio obligado a abandonar España al estallar la
Guerra Civil Española, trasladándose a Washington. Este momento marca en su
obra, el paso de la etapa intelectual a la etapa suficiente o verdadera. En
1946 el poeta permanece hospitalizado ocho meses a causa de otra crisis
depresiva. En 1950 se vuelve a trasladar a Puerto Rico, dando clases en la
Universidad de Puerto Rico.
En
1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico,
donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como
profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él
jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que
Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto
Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más
tarde, en la misma clínica en la que falleció su esposa. Sus restos fueron
trasladados a España.
Desde los quince años
comenzó a escribir poemas; abandonó sus estudios de Derecho para dedicarse a la
poesía. Conoció a los escritores más influyentes de su tiempo, como Rubén
Darío, Valle-Inclán, Unamuno, Manuel y Antonio Machado, José Ortega y Gasset,
Pío Baroja y Azorín, entre otros muchos, y junto a ellos se formó en el
krausismo, en boga entre los intelectuales de aquella época. Estas ideas se
resumían en una recta actitud moral frente a la sociedad, frente al trabajo, y
frente al arte, hasta el punto de que muchos de estos pensadores y artistas
estuvieron dispuestos a dar la vida por sus ideales.
Los valores morales
formaban parte de los componentes estéticos de pureza y rigor. Fue una persona
exigentísima para consigo mismo y para con los demás. Leía sin descanso, tanto
a los escritores, poetas y filósofos españoles, como a los extranjeros. La
vasta biblioteca de su padre en Moguer le era muy familiar, así como la
colección de libros del doctor Lalanne en Francia, y la del doctor Simarro en
Madrid. Además de leer, escribía constantemente sus ideas, en aforismos y
prosas; y sus impresiones líricas en poemas. Aquellos años de juventud entre
Moguer, Sevilla, Francia y Madrid le permitieron adquirir una sólida formación
que le prepararía para escribir su obra mejor; por eso y para eso trabajaba sin
descanso. No obstante, la poesía era su forma natural de vida y los poemas
fluían de su pluma con una facilidad inusitada, no exenta de constante pulimento.
La crítica suele dividir
su trayectoria poética en tres etapas:
Etapa
sensitiva (1898-1915): durante estos
primeros años, influido principalmente por Bécquer y Espronceda. Ninfeas,
Almas de violeta, Rimas, Arias tristes, Jardines lejanos y
Pastorales serán sus libros de juventud. En todos ellos el poeta se recrea
en la belleza del campo, en deseos amorosos imposibles, en sueños y
alucinaciones. En los textos de esta primera época puede apreciarse una
predisposición a la melancolía. En la segunda fase de esta etapa, se nota una
mayor influencia modernista, del simbolismo francés (Baudelaire o Verlaine) y
del decadentismo anglofrancés, como Walter Pater. La Soledad Sonora,
Pastorales, Laberinto, Platero y Yo y Estío, que supone el cambio
hacia la segunda etapa de Juan Ramón. El poeta se aleja del Modernismo en busca
de una mayor depuración de la palabra. Desaparecen los ambientes nostálgicos,
evocados y soñados, en favor de una realidad más concreta.
Platero y yo es una
narración lírica en la que Juan Ramón Jiménez supo crear, con un lenguaje
exquisito y a la vez sencillo. Es un libro rico y abundante en el vocabulario,
en él, abunda bastante el adjetivo, lleno de hermosas metáforas y de elementos
visuales, un mundo de relaciones con las cosas más cotidianas y diminutas para
realzar sus valores más mínimos. Aquí registra su dolor, sufrimiento,
violencia..Y, en medio de ese diálogo entre el poeta y el mundo, convierte a
Platero en figura mítica de delicadeza y sensualidad pura.
Etapa
intelectual (1916-1936): descubrimiento del mar como motivo trascendente. El
mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se
inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la
trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte se esfuerza por alcanzar
la eternidad, que busca conseguir a través de la belleza y la depuración
poética.
De
esta etapa destacan Diario de un poeta recién casado, titulado
posteriormente Diario de poeta y mar, para incluir el segundo apellido
de su esposa, Primera antología poética, , Eternidades , Piedra
y cielo, Poesía y Belleza.
Diario
de un poeta recién casado es una
obra enormemente innovadora por la combinación de verso y prosa en un mismo
libro, inicia además un nuevo modo de composición poética, figura entre las
primeras obras en prosa de lengua española que recogen imágenes de Nueva York.
Utiliza una poesía estilizada y depurada, donde el poeta admira todo lo que
contempla. En este Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las
formas, y abre una nueva corriente poética, que será explotada por algunos
miembros de la Generación del 27.
Etapa
verdadera (1937-1958): a esta etapa corresponde todo lo escrito en su exilio
americano. Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y
la perfección, aunque no tanto como para no preparar un amplio libro en favor
de la República española, Guerra en España, que nunca pudo ver
publicado.
Su
ansia por la trascendencia lo lleva a una cierta mística e identificarse con
Dios y la belleza en uno. Su lengua poética se transforma en una especie de
idiolecto poblado de múltiples neologismos. Tras un período de relativo
silencio, publica Animal de fondo, Tercera antología poética, En
el otro costado y Dios deseado y
deseante.
En Animal de fondo
el poeta busca a Dios pero ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino
que se halla en él y en su obra. Ese dios al que se refiere es causa y fin de
la belleza.
Dios
deseado y deseante supone la culminación
de Animal de fondo. El poeta llega incluso a identificarse con ese dios
que tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él, un dios que es
deseado y deseante.
Fuentes: www.cvc.
cervantes.es, www.juanramonjimenez.com, es.wikipedia.org, www.lecturalia.com
Gracias Paco una vez más por acercarnos a otro de nuestros autores, para mí imprescindible. Un beso!
ResponderEliminarDesde luego que es imprescindible, Marilú. Besos, Paco.
EliminarMe encantan esta completas notas biográficas que nos presentan. Poco a poco, estoy conociendo algunos de los grandes nombres la literatura española. ¡Gracias!
ResponderEliminarMe alegro que te gusten.
EliminarGran entrada de uno de nuestros grandes poetas! ¡Gracias!
ResponderEliminarBesotes!!!
Como siempre nos traes a uno de los grandes, esta vez en poesía.
ResponderEliminarFantástico el trabajo que haces, no te limitas a las notas básicas sino que añades complementos que lo hacen muchísimo más interesante.
Besos
Gracias, me gusta facilitar la mayor infomación posible, sin atosigar a quienes lo lean pero las curiosidades siempre se agradecen, pues muchas veces se nos pasan de largo.
EliminarHace poco tuve la suerte de encontrar y adquirir un ejemplar facsímil de la primera edición de Platero y yo (incluida una dedicatoria manuscrita de Juan Ramón a su madre) que se editó en los años 70. Y estoy tan contenta. Qué hermoso y tierno era Platero. Excelente biografía, querido amigo.
ResponderEliminarGracias, Isabel. Una joya así no tiene precio. Platero es tierno, entrañable, es puro Juan Ramón Jiménez. Un abrazo, Paco.
EliminarGracias por la clase, maestro. Por cierto en Rute (Córdoba) hacen un gran trabajo para la conservación del burro, que está en peligro de extinción.
ResponderEliminarSaludos
Por desgracia es un animal en extinción. Aunque en la zona donde yo vivo aún se ven algunos (de cuatro patas, pero...). Creo que a este ritmo solo los recordaremos en la literatura y en el cine o series, que también se ven algunos. Saludos, Paco.
ResponderEliminarme confieso y disculpo por no haber leido todavía platero y yo, tratándose además de un animal que me encanta, de hecho, tengo uno apadrinado y todo! Un besote!
ResponderEliminarUna buena obra la tuya, sin duda alguna. Besos, Paco.
Eliminar