Autor: Ramón Carredano Cobas
Editorial: Novum publishing
Páginas: 312
ISBN: 978849387735
El 12 de octubre de 1492 fue un día clave para la
Historia de la Humanidad: el Almirante Cristóbal Colón había descubierto un
continente nuevo, aunque él no lo sabría nunca. Creía haber llegado a Las
Indias siguiendo la ruta de Occidente. Significó el encuentro entre dos mundos
que se habían desarrollado independientemente sin conocer uno lo que sucedía en
el otro.
La primera crónica escrita de este hecho, es el Diario de a bordo de
Cristóbal Colón sobre el descubrimiento de América en el que el Almirante
se refiere a la isla bautizada por él como La Española, y que hoy ocupa Haití y
República Dominicana, de la siguiente manera:
«La Española es maravilla: las sierras y las
montañas y las vegas y las campiñas y las tierras tan hermosas y gruesas para
plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas
y lugares.»
Desgraciadamente el escrito original se ha
perdido, pero se conserva la copia fidedigna del mismo realizada por el fraile
dominico Padre Bartolomé de las Casas, quien, además, es autor de la Brevísima
relación de destrucción de las Indias, escrita en el siglo XVI, donde
describe las atrocidades a las que fueron sometidos los indígenas americanos
por los conquistadores españoles, obra considerada como el primer informe
moderno sobre la defensa de los derechos humanos.
Sobre esta isla y su conquista por los españoles
fue escrita la novela Anacaona, el fin de una raza. Ópera prima
escrita en castellano de Ramón Carredano Cobas (Noia – A Coruña, 1950),
escritor en lengua gallega, idioma en el que ha publicado las obras Fray
Samuel (Frei Samuel), La uña del águila (A unlla da
aguia), Una blanca de cobre para Martín (Unha branca de cobre
para Martiño) y Veneno TintoVeleno Tinto), donde
vuelve a aparecer el personaje de Fray Samuel, todas ellas de temática
histórica. (
Además, de su labor literaria, Ramón Carredano
está muy ligado al mundo del teatro, pues fue cofundador con José Agrelo
de Candea, grupo con el que representarían sus obras por todos los
rincones de Galicia. En la actualidad sigue unido al escenario, ya que es el
director de la escuela de teatro del Liceo de Noia, así como también
colabora en la revista Alameda, del citado Liceo.
El autor nos relata en tercera persona y con bastantes dosis de realismo
los acontecimientos acaecidos a partir de la arribada de las carabelas del
Almirante Colón a La española en el mes de diciembre de 1492. Está dividida en
tres partes: Canoabó, Bartolomé Colón, el Adelantado y Anacaona.
Los días transcurrían felices en la isla de
Haití. Sus habitantes llevaban una vida indolente y no podían intuir el cambio
que se iba a producir en sus vidas cuando arribaron a las costas de Marién
aquellos seres extraños. Los taínos, raza que poblaba la isla, los tomaron por
los dioses venidos del Turey (cielo) que, según la leyenda indígena, volvían
para recuperar lo que ya era suyo.
No se imaginaban los habitantes de la Española las vicisitudes que les
esperaban con la llegada de estos dioses. Su vida corría peligro sin ellos
saberlo y cuando se percataron de ello, ya era demasiado tarde.
La llegada de Colón a la isla supuso un duro golpe
en su forma de vida. La construcción de asentamientos, la búsqueda de oro y el
pago de tributos fueron, entre otras, las causas que originaron la
resistencia de los indígenas. Lo que más encolerizó a los caciques fue el trato
dado a sus súbditos que eran esclavizados y obligados a trabajar en la
extracción del preciado metal. No estaban acostumbrados a estas duras labores,
pero fueron forzados a realizarlas a base de látigo, mutilaciones y todo tipo
de vejaciones a las que fueron sometidos, lo que producía una gran mortandad.
Los nativos consiguieron reunir un gran número de
guerreros para enfrentarse al invasor pero, pese a todo, fueron derrotados pues
el enemigo contaba con mejor armamento, además de caballos y perros de
presa. Hubo numerosos combates pero todos con el mismo final: la derrota
taína.
Todo esto, unido a las enfermedades que habían
venido con los europeos a la isla, como la viruela o la simple gripe, para las
que no estaban inmunizados, causaban numerosas muertes, diezmando la población.
Estas actuaciones y las protestas de los descontentos contra los
hermanos Colón, llegaron a oídos de los Reyes Católicos que nombraron a
Francisco de Bobadilla gobernador de la isla en sustitución de Colón,
pero dada su mala gestión y su fama de corrupto fue sustituido por
Nicolás de Ovando, quien terminó de empeorar la situación, interpretando a su
manera las órdenes dadas por la Reina Isabel, y, quizá a causa de una acusación
llegada a él sobre una supuesta sublevación en Jaragua, se dirigió allí con una
expedición que sería agradablemente recibida por la reina Anacaona, cacica de
aquellas tierras. Expedición que terminaría con una de las peores masacres que
se recuerdan en la Historia.
En esta novela nos encontramos con la lucha
por la supervivencia de un pueblo. Lucha representada por el cacique Canoabó y
por su esposa Anacaona, que se enfrentaría a los españoles tras la muerte de su
esposo.
Era Anacaona la mujer más hermosa de la isla, la más deseada y la más
admirada. Se la tenía por gran poetisa compositora de areytos que ella misma
describe con sus propias palabras: «En ellos está la memoria de nuestro
pueblo. En los más antiguos se narran nuestras costumbres, las leyendas de los
primeros antepasados que llegaron a estas islas, las hazañas de nuestros
guerreros. Lo que somos como pueblo para que las próximas generaciones lo sepan.»
La reina de Jaragua, sueña y recuerda:
«Dejaría que pintasen su cuerpo y lo adornaran con guirnaldas de
flores para luego unirse al canto de los areytos, acompañados por los tambores
y las flautas de los músicos. Pronto se haría de noche. Las primeras aves
regresaban a sus nidos y los más madrugadores cocuyos encendían sus luces. Fumaría unos tabacos y marcharía a dormir a su
bohío con la esperanza de no recibir aquella noche la visita de su esposo.»
Era el pensamiento de Anacaona en el momento más
feliz del día para ella, que había sido arrebatada a la fuerza de Jaragua por
el cacique Canoabó, de raza caribe, temido por su ferocidad y carácter
combativo. Y que había llegado a Haití procedente de las islas orientales, con
un puñado de guerreros en busca de esclavos decidido a instalarse en la isla,
en Cibao, en el cacicazgo de Maguana.
El autor nos relata los hechos con un lenguaje
sencillo, a veces empleando términos taínos pero que no interfieren en la
comprensión de la trama de la novela. En algunos pasajes del libro quizá nos
muestre con cierta dureza las represalias que se toman contra los indígenas.
Encontramos en ella reflexiones y diálogos más bien cortos, que dan un ritmo
fluido a la lectura, aunque éste decrece un poco con algunas descripciones
referidas sobre todo a la forma de vida de los indígenas y en la batalla que
tiene lugar en el valle de la Vega.
Al final del libro viene una relación alfabetizada
de los términos taínos con su significado por si el lector quiere consultarlos.
La obra es amena en su conjunto y de fácil lectura por lo que es
recomendable para aquellos que quieran conocer algo más sobre la realidad del
Descubrimiento de América.
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