Leopoldo
García-Alas y Ureña (Zamora, 25 de abril de 1852–Oviedo, 13 de junio de 1901), conocido por su pseudónimo « Clarín», que utilizó por primera vez en abril de 1875 para firmar un artículo en
el periódico El solfeo. Forma, junto
a Benito Pérez Galdós, la pareja de grandes novelistas españoles del siglo XIX.
Su novela, La
Regenta, es considerada la mejor de ese siglo.
Nació en Zamora, donde se había
trasladado su familia desde Oviedo, al ser nombrado su padre, Genaro García Alas, gobernador de la ciudad.
Leopoldo fue el tercer hijo del matrimonio.
Pasó su
infancia en León y Guadalajara debido al cargo de gobernador civil que por
entonces desempeñaba su padre. En León estudió en el colegio de los jesuitas. Esta
etapa estudiantil engendró en Leopoldo el sentimentalismo religioso y el
principio de gran disciplina moral que fueron la base de su carácter.
El bachillerato lo estudió en Oviedo, a donde regresó
toda la familia. Leopoldo
descubrió con sus propios ojos la geografía asturiana de la que tanto había
oído hablar a su madre. Durante los años siguientes Leopoldo se encuentra en
libertad por las tierras de Guimarán, propiedad de su padre, donde aprenderá
directamente de la Naturaleza y de los libros que encuentra en la vieja
biblioteca familiar, donde entra en contacto por primera vez con dos autores
que serán sus maestros: Cervantes y Fray
Luis de León.
Estudiaría en la Universidad de Oviedo lo que se llamaban estudios
preparatorios. Tenía once años. Allí conoció a tres buenos amigos, Armando
Palacio Valdés, Tomás Tuero —escritor, traductor y crítico literario— y Pío
Rubén, escritor.
Después de finalizar sus estudios en la
Universidad, se trasladó a Madrid para hacer el doctorado, Allí encontró a sus
amigos de Oviedo, Tuero, Palacio Valdés y Rubín. El grupo fue pronto conocido
como «los de Oviedo». Los primeros tiempos en la capital no fueron
satisfactorios para Leopoldo que añoraba su tierra asturiana, las montañas y la
bruma.
Años atrás había entrado en España la teoría del
krausismo, de la mano del jurista y filósofo español Julián Sanz
del Río, que
había sido discípulo en Alemania de Karl Krause. Sus alumnos que estos aplicarían el krausismo
poniendo en marcha un movimiento ideológico intelectual que culminó con una
gran reforma en la educación libre, con la creación de la Institución Libre de Enseñanza. San del Río es
expulsado de la Cátedra de Derecho de la Universidad a instancias de Isabel II
y de alguno de sus ministros por considerar tal doctrina como peligrosa para la
seguridad del régimen. Fue en la cátedra de Adolfo Camús y Nicolás Salmerón
donde Leopoldo se empapó de las ideas krausistas que hicieron nacer en él poco
a poco, la duda religiosa y el escepticismo filosófico.
En diciembre de 1874 termina la Primera República con la caída
de Emilio
Castelar gracias al golpe de Manuel Pavía. Poco después del golpe,
Martínez Campos iniciará la Restauración
monárquica en la figura de Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II.
En marzo de 1875, Antonio Sánchez Pérez fundó un
periódico con el nombre de El
Solfeo. El 5 de julio entraron en su redacción unos cuantos jóvenes, entre
ellos Leopoldo Alas. El periódico pasó totalmente desapercibido y ni siquiera
fue nombrado por los cronistas de la época. Su director quiso que sus
colaboradores tomaran como seudónimo el nombre de un instrumento musical y así
fue como Leopoldo eligió el Clarín que a partir de ahí sería el alias con que
firmaría todos sus artículos. La columna donde escribía tenía el título de
«Azotacalles de Madrid» (Apuntes en la pared). El día 2 de octubre de 1875, el
escritor firmó por primera vez como Clarín,
inaugurando el espacio con el verso que el lector puede ver a continuación. De
esta forma Leopoldo Alas entró en la vida literaria de la época y desde su
columna empezó a lanzar duras críticas llenas de ironía contra la clase
política de la Restauración.
Clarín empieza a gozar de popularidad al mismo
tiempo que le llegan abundantes disgustos y bastantes enemigos. Cada nuevo
artículo se convierte en un nuevo escándalo, criticado o alabado en las
tertulias de la Cervecería Inglesa o del Ateneo de la calle de Arenal. Junto con esta actividad literaria, continúa con sus
estudios, preparando el doctorado.
Aparte del género periodístico, Clarín siente la
necesidad de cultivar otros géneros literarios. Félix Aramburu (poeta y notable
escritor de Derecho penal), amigo entrañable de Leopoldo era el director y
editor en Oviedo de una revista llamada Revista
de Asturias. Este amigo no sólo lo animó a escribir otro tipo de
narraciones sino que le ofreció un lugar en su propia edición. En el verano de
1876, Clarín escribe sus primeros cuentos y algunas poesías que meses después se irán
editando en la Revista ovetense. Con estas colaboraciones el
gran escritor fue dándose a conocer.
Se decía entre sus contemporáneos que para conocer a Clarín
era necesario asistir a su cátedra de Derecho Natural. Según sus propias
palabras, era partidario de sugerir a sus alumnos un hábito de reflexión mejor
que enseñar una ciencia a secas y no se conformaba con enseñar una serie de
preceptos a aplicar en el futuro. Sus lecciones solían empezar con un precepto
de Justiniano y continuaba con
citas de El Quijote o de Santa
Teresa, para terminar con , Tolstói, Renano San Francisco de Asís. Muchos de sus
alumnos no llegaban a entender este sistema y acusaban a Clarín de ser un
«hueso» (serio, estricto, exigente y por lo general con fama de suspender).
Clarín estimaba a sus alumnos cuando eran capaces de entender el espíritu de
sus enseñanzas antes que la letra. Tenía un sentido de la justicia muy severo a
la hora de calificar y nunca aceptó ni sobornos ni recomendaciones; se lo
acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia. La cátedra fue para Clarín
una gran responsabilidad y una preocupación constante (según sus propias
palabras) y se entregaba a ella con toda honestidad.
Clarín estimaba a sus alumnos cuando eran capaces de entender
el espíritu de sus enseñanzas antes que la letra. Tenía un sentido de la
justicia muy severo a la hora de calificar y nunca aceptó ni sobornos ni
recomendaciones; se lo acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia. La
cátedra fue para Clarín una gran responsabilidad y una preocupación constante
(según sus propias palabras) y se entregaba a ella con toda honestidad.
En 1883 contrajo matrimonio y obtuvo la cátedra de economía y
estadística en la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente logró su traslado a
la Universidad de Oviedo, donde enseñó derecho romano, actividad que alternó
con las de articulista y escritor.
En 1881 se publicó el libro Solos
de Clarín, que recogió los artículos de crítica literaria. El prólogo es de Echegaray. Ese mismo año, en el mes de
octubre publicó en La
Ilustración Gallega y Asturiana el
artículo «La Universidad de Oviedo», en el que hace un elogio al claustro
restaurado y formado por los profesores Buylla, Aramburu, Díaz Ordóñez, entre
otros.
A los 31 años Clarín escribe su obra maestra La
Regenta, es, sin duda, la obra maestra de Clarín y una de
las novelas más importantes de la literatura española. La Regenta tiene como
tema central el adulterio, tratado de una manera como jamás antes se había
hecho en la litetura española. La joven y bella provinciana, Ana Ozores, se
casa con Víctor Quintanar, exregente de la ciudad de Vetusta, hombre bondadoso,
aburrido y mucho mayor que ella. Ana se siente cada vez más frustrada y abatida
y se convierte en presa del donjuán provinciano don Álvaro y de su propio
confesor don Fermín de Pas, hombre de orígenes humildes, soberbio y ambicioso.
Ana cae en brazos de Álvaro, pero esto no era lo que preocupaba especialmente
al autor. Él se fija en el escenario: Vetusta, que asiste como un coro a todo
lo que se va desarrollando. Además, plantea una lucha entre Fermín y Álvaro por
la posesión física de Ana como una lucha entre los dos poderes de la ciudad: la
iglesia más retrógrada y el caciquismo teñido de liberalismo.
El final es la degradación más absoluta de los
protagonistas: el regente muere a manos de Álvaro en un duelo esperpéntico.
Álvaro huye de manera cobarde dejando clara su ruindad. La ambición de Fermín
se manifiesta como la ausencia total de
escrúpulos y moral y, Ana, la intocable regenta, se encuentra con un «beso
viscoso» del ser más despreciable de la ciudad. En toda la obra se ve claro el sentido crítico y moral de Clarín
y las censuras que recibió fueron tantas que, tal vez por eso, en obras
posteriores no llegó tan lejos.
Esta novela causó escándalo en su momento, en especial por
las críticas anticlericales que contenía. Este hecho contribuyó a que la novela
no tuviera mucho éxito de público y de crítica en su época. Hubo que esperar a
las últimas décadas del siglo XX para que la crítica reconociera que se trataba
de una auténtica obra maestra.
En
1889 termina un ensayo biográfico sobre Galdós dentro de una serie
titulada «Celebridades españolas contemporáneas».
El editor Fernando Fe publica, a finales de
1891 su segunda novela larga, Su único hijo, libro en el que el autor
construye una amplia trama novelesca y una rica interiorización psicológica de
los personajes entre los que sobresalen el protagonista, Bonifacio Reyes y su
esposa Emma Valcárcel. La compleja relación entre ambos da pie a un doble
adulterio y a la existencia de un hijo de paternidad dudosa. La actitud que
asume Bonifacio define no solo una psicología sino también una actitud ante la
vida. Discutida en su momento por la dureza de algunas situaciones esta obra
está, no obstante, llena de profunda humanidad y se destaca también por la
diversidad de personajes que presenta.
Otras novelas suyas
son Cuesta abajo y El abrazo de Pelayo.
Sus artículos literarios y satíricos, publicados mayoritariamente en la
revista Madrid Cómico, alcanzaron gran popularidad, pero su mordacidad
le valió numerosas enemistades e incluso algún duelo.
Tal vez la faceta de la que menos se habla es su papel como gran
cultivador de la novela corta, de relatos y de cuentos, formas que se
desarrollan de forma extraordinaria en la literatura europea a partir de la
mitad del siglo XIX. Como novelas cortas podemos señalar
cronológicamente Pipá, Doña Berta, Cuervo o
Superchería.
El cuento español moderno se vincula al nombre de
Leopoldo Alas, Clarín, su iniciador y
principal cultivador. En gran medida, es gracias a este escritor que el
cuento deja de ser considerado como un género menor. Además de su valor
literario, histórico y social muchos de los cuentos de Clarín presentan
una vertiente pedagógica que permanece a menudo inédita. No se trata de que
sus relatos sean de temática educativa, que también los tiene, por ejemplo., “El
número uno” o “Don Urbano”, sino de que en ellos se refleja, con
mayor o menor nitidez, su condición de profesor y de intelectual comprometido
con España. Muchas de las narraciones breves de Clarín intentan orientar
las actitudes y los comportamientos de sus lectores y, por lo mismo, puede
decirse que poseen una dimensión pedagógico-social. Otros cuentos
conocidos suyos son El dúo de la tos, En el tren, En la droguería, Un voto,
Adiós, Cordera, quizás uno de los más conocidos, y el póstumo El gallo
de Sócrates.
En 1894 se despertó su
afición por el teatro por influencia de sus amigos la actriz María Guerrero y el dramaturgo
Echegaray. Los biógrafos dicen que es un contrasentido en un hombre amante de
la realidad y enemigo de la farsa. Por eso su primera obra teatral Teresa (ensayo dramático en un acto y en
prosa) es una página real de su propia vida. Se publicó y se estrenó el 20 de
marzo, en el teatro Español de Madrid, en homenaje que se daba a la actriz
María Guerrero. La obra resultó un rotundo fracaso, argumentando los críticos
que carecía de arquitectura escénica y que tenía todos los defectos de un
escritor novato.
Clarín venía arrastrando su enfermedad desde años atrás y en los
primeros meses de 1901 se sentía ya exhausto. En el mes de mayo viajó a León,
invitado por su primo Ureña, con motivo de los festejos que se celebraron por
haberse terminado la reconstrucción de la catedral. En esta ciudad revivió su
infancia y fue agasajado y querido por muchas personalidades. A su vuelta
comentó: «En León pasé horas verdaderamente felices».
Una vez de vuelta a Oviedo sintió de nuevo y muy cercana su
enfermedad. Allí fue acompañado constantemente por su sobrino el joven médico Alfredo Martínez García, que le
diagnosticó una tuberculosis intestinal en último grado, enfermedad incurable
en aquella época.
El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana,
murió Leopoldo Alas, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado
en el claustro de la Universidad donde acudieron profesores, amigos y
familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El
Salvador
Clarín es un intelectual preocupado por conjugar
el idealismo con la filosofía positiva y la búsqueda del sentido metafísico o
religioso de la vida. Es un gran analista, un perfeccionista que persigue el
detalle y entienda la literatura como un trabajo constante y minucioso de gran
contenido ético; su método es la
prospección positivista propia del realismo y del naturalismo. Chochó con la
época por su mordacidad, por sus críticas literarias despiadadas, producto de
su misión docente: pretendía elevar el nivel cultural de su país y, por lo
tanto, censuraba el mal gusto y la vulgaridad.
Clarín fue padre de Leopoldo García Alas Argüelles y es el bisabuelo del jurista Leopoldo
Tolivar Alas. Este último y su hermana, Ana Cristina,
cedieron en depósito, gratuitamente, al Principado de Asturias, en marzo de
2010, la biblioteca familiar y archivo que conservaban, entre cuyos documentos
figura el manuscrito de La Regenta.
Fuentes: www.rincondelcastellano.com, www.biografíasyvidas.com, www.epdlp.com, wikipedia.
Leí La Regenta en el instituto y me encantó. De hecho, tengo ganas de encontrar una edición decente para comprarla y releer esta fantástica novela.
ResponderEliminarMuy buena entrada, Francisco, como de costumbre.
Un saludito.
Gracias, Xavier. Es una buena novela y yo también estoy terminando de ver la serie que en su día hiciera TVE. La han adaptado muy bien al guión. Eso es de agradecer. Merece la pena verla también. Saludos, Paco.
EliminarTengo "La Regenta", pendiente en la estantería, cada vez que pienso en leerla, le pasa delante algo actual, pero voy a intentar leerla antes de acabar el verano. Muy bueno tu afán por refrescar la cultura de nuestros grandes. Saludos.
ResponderEliminarMerece la pena darle un repasito a nuestros clásicos, que buenos momentos nos han echo pasar. Saludos.
EliminarComo ya viene siendo habitual, te diré que no he leído nada del autor; pero, por lo menos con esta entrada, me siento un poco más iluminada sobre los clásicos españoles. Además hablas de una zona geográfica con un encanto especial. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Offuscatio. Cada vez que surge la ocasión y me encuentro con efemérides de autores españoles, no dudo en hacer una entrada, sobre todo si es un clásico. Saludos.
EliminarYo tengo "La Regenta" en el ebook, creo que la descargué gratis de Amazone, y estoy deseando ponerme con ella. En verano es una de las que no se van a escapar.
ResponderEliminarGracias por la clase maestro.
Saludos
De este autor sólo he leído La Regenta, un libro maravilloso que releí hace no mucho. Unos personajes completísimos y uno de los grandes villanos de la literatura.
ResponderEliminarBesos
Yo lo leí hace tiempo y tengo de él Su único hijo. La serie de La Regenta para TV está muy bien adaptada. El Regente es Héctor Alterio y la Regenta Aitana Sánchez Gijón. Besos.
EliminarSólo he leído y releído La Regenta. Una auténtica obra maestra de nuestra literatura. La serie la ví hace años y sí, es una adaptación muy buena. La verdad es que TVE siempre ha hecho muy buenas adaptaciones de los clásicos.
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que por Vetusta hemos pasado la mayoría. Y la serie,sí, merece la pena verla. Está muy bien adaptada. Besos.
EliminarGracias por esta entrada, pues desconocia muchos detalles de su biografía, un abrazo!
ResponderEliminarGracias a ti, Meg. Un abrazo.
EliminarEspero tener suerte esta vez y poder publicar un comentario. Llevo intentándolo en varias entradas y no hay forma. Me gustan mucho las reseñas que haces siempre se aprende.
ResponderEliminarSaludos.