Si me dijeran de escoger un pintor representativo
del Renacimiento en Italia me pondrían en un buen problema porque este fue un
período de grandes artistas, sobre todo en el llamado Cinqueccentto. Nombrar al
trébol de cuatro hojas de pintores de esta mágica época como Leonardo da Vinci,
Rafael, Miguel Ángel o Tiziano ya de por si me emociona. Óleos como La Gioconda
de Leonardo da Vinci, la Bóveda de la Capilla Sixtina –la cual tuve el placer
de disfrutar in situ y embelesarme con su impresionante belleza- Las Tres
Gracias de Rafael la Asunción de la Virgen dejan a uno sin palabras para
definirlas.
Pero
hoy esta entrada la dedico al llamado pintor de las damas, en el sentido más
“cortés” de la palabra, Sandro Boticelli. El nacimiento de Venus y La primavera
son dos de sus obras maestras más conocidas, sin lugar a dudas.
Del año 1502 es su famoso escrito relativo a la
realización de una especie de periódico conocido como beceri, de
carácter satírico, destinado en su mayor parte a alegrar la lectura de los
nobles de la sociedad renacentista. Tal proyecto, sin embargo, quedó en eso, no
siendo nunca llevado a término.
A
caballo entre la representación onírica, plena de un amor platónico por la
mujer (tan distinta de esas rubicundas y maternales futuras madonnas
rafaelianas), y la exaltación de la belleza se sitúa el modelo de virgen que
creará, real en la plasmación de su plenitud a la vez que intelectualizada en
su concepción.
En
sus pinturas la naturalidad de la escena, a pesar de la riqueza decorativa y la
complejidad que en ocasiones se muestra, siempre sorprende. De algún modo las
figuras parecen existir en sus cuadros porque no podría haber sido de otra
manera, resultando siempre ligera la transición entre los diversos personajes
(debido en gran parte al empleo móvil que de la línea realiza), existiendo
incluso aquellos autores que han teorizado acerca de su producción en términos
de comparación musical (en su obra el ritmo y el lirismo se unen para conformar
un etéreo conjunto visual resultado de una comprensión del mundo pasada por el
tamiz del neoplatonismo y el intelecto).
Botticelli se revelaría
abierto a los logros del Renacimiento, introducidos por Masaccio como a las
tendencias del Gótico tardío (que realzaba la línea bella y la elegancia de
suaves movimientos de las figuras). Utilizó las reglas de la perspectiva
central y estudió las esculturas de la Antigüedad, cuyo ideal del cuerpo humano
se evidencia primordialmente en sus desnudos, y también revela, por la gracia y
elegancia de sus figuras, su aproximación con el estilo del gótico tardío.
Las pinturas de
Botticelli tendrán contenido filosófico, político y religioso alejándose un
poco de las escenas mitológicas y figuras alegres. Sus cuadros permitirán
vislumbrar la cultura y la política florentina en la segunda mitad del siglo
XV.
Alesandro
di Mariano di Van Filipepi, que así se llamaba realmente el maestro florentino,
pero al que todos conocemos como Sandro Boticelli, nació en esta hermosa ciudad
italiana, cuna de los Médicis, un 1 de marzo de 1445 y fallecería el 17 de mayo
de 1510.
Nació
en un barrio de trabajadores en el arrabal de Solferino. A esta misma parroquia
de Solferino o Todos los Santos pertenecieron los Vespucci, aliados de los
Médicis, y de quienes recibiría encargos.
No se convirtió en aprendiz hasta alcanzar los catorce años de edad, lo que indicaría que recibió una educación más completa que otros artistas del Renacimiento. Accediendo a los deseos del niño, el padre lo mandó al taller de Fray Filippo Lippi, en Prato (de 1464 a 1467). De este pintor recibe Botticelli sus mayores influencias: la síntesis entre el nuevo control de formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y los gestos, los detalles decorativos (herencia del estilo del Gótico tardío) y un estilo íntimo. Muchas de las primeras obras de Botticelli se han atribuido a su maestro, y aún hoy la autoría sigue siendo incierta. Curiosamente, años después, Botticelli acabaría siendo maestro, y teniendo en su taller al hijo de Filippo, Filippino Lippi.
No se convirtió en aprendiz hasta alcanzar los catorce años de edad, lo que indicaría que recibió una educación más completa que otros artistas del Renacimiento. Accediendo a los deseos del niño, el padre lo mandó al taller de Fray Filippo Lippi, en Prato (de 1464 a 1467). De este pintor recibe Botticelli sus mayores influencias: la síntesis entre el nuevo control de formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y los gestos, los detalles decorativos (herencia del estilo del Gótico tardío) y un estilo íntimo. Muchas de las primeras obras de Botticelli se han atribuido a su maestro, y aún hoy la autoría sigue siendo incierta. Curiosamente, años después, Botticelli acabaría siendo maestro, y teniendo en su taller al hijo de Filippo, Filippino Lippi.
En menor medida, resultó influido por la monumentalidad de
Masaccio. En 1467 Sandro vuelve a Florencia, frecuentando el taller de Andrea
del Verrocchio, donde trabajó al lado de Leonardo da Vinci. De esta época data
toda una serie de Madonas influidas por Lippi.
Para el
año 1470, Botticelli tendría taller propio. Ya entonces su obra se caracteriza
por una concepción de la figura como vista en bajorrelieve, pintada con
contornos claros, y minimizando los fuertes contrastes de luz y sombra que
indicarían formas plenamente modeladas. Recibió ese año un importante encargo:
una de las pinturas sobre Virtudes para la Sala del Tribunal de los Mercaderes,
La fortaleza. Esto indica que para entonces, con unos 30 años de edad,
ya debía haber ejecutado obras destacadas.
En 1472 entró a formar parte de la Compañía de San Lucas,
gremio de pintores. En los años siguientes Botticelli se hizo muy famoso, hasta
el punto de ser llamado a Pisa para pintar un fresco en su catedral, hoy
perdido.
A
principios de la década de 1480 incluso será reclamado por el Papa Sixto IV
para participar en la decoración de la Capilla Sixtina, dejando constancia de
su paso por el Vaticano en los frescos de las Pruebas de Moisés (ejemplo
magnífico del dominio que posee de la perspectiva y su conocimiento del uso de
la luz, la aplicación del color y la obtención de volumetría), la Tentación
de Cristo y el Castigo de los rebeldes contra Aarón.
Una
vez de vuelta de Roma es cuando va a realizar algunos de sus más bellos
cuadros, entre los cuales es posible encontrar aquellas pinturas de temática
mitológica que tanta fama le dieron y con las que, por lo general, se suele
asociar su imagen, caso de Palas y el Centauro (1482) y Venus y Marte.
Sin embargo, no se pueden dejar en el tintero otras composiciones de carácter
religioso realizadas por Boticelli en este periodo, como la maravillosa Madonna
del Magnificat (hacia mediados de 1480), la Madonna de la Granada (1485),
el retablo (1485) encargado por Giovanni de Bardi para la capilla que
poseía su familia en la iglesia del Santo Espíritu florentina o la
Anunciación de Guardi (1489). A través del análisis de las mismas se puede
apreciar la evolución y culminación de su estilo preciosista y elegante, que
comienza ya a inclinarse hacia la tristeza al final de la década (se puede
apreciar en la boccacciana Historia de Nastagio degli Onesti).
A finales del siglo XV,
el ambiente florentino cambió. Savonarola es la mejor personificación de este
cambio en el ambiente de la época. Este predicador, que en una estancia
anterior no había hecho mella en los florentinos, regresó a la ciudad en 1490,
y esta vez sus tremendas predicaciones sobre el Juicio Final tuvieron éxito
debido a una serie de circunstancias, como la pérdida de poder que sufrieron
los Médicis debido a las guerras franco-italianas, la expansión de la sífilis,
llamado «mal francés», y el ambiente de milenarismo conforme se
aproximaba el año 1500.
En 1492 murió Lorenzo el
Magnífico. El rey Carlos VIII de Francia invadió Florencia en 1494, expulsando
a Pedro de Médici. Savonarola se hizo el líder de la ciudad, estableciendo una
República que abominaba de todo aquello que representaban los Médicis como los
objetos de lujo y los cuadros pintados por Botticelli. Sandro era intensamente
religioso. En estos últimos años de su vida su producción se caracteriza por la
inquietud.
En plena época de la
República se data su obra La calumnia de Apeles (1495), un cuadro
alegórico extraído de Luciano y mencionado en el tratado de Alberti.
El 7 de febrero de 1497 Savonarola y sus seguidores llevaron a cabo la más célebre Hoguera de las vanidades («Falò delle vanità»): reunieron objetos que representaban la relajación moral con el fin de hacerlos arder en la Plaza de la Señoría. En esta hoguera ardieron unas cuantas obras de Botticelli. El 4 de mayo de ese mismo año, una revuelta popular acabó con el dominio de Savonarola, quien murió el día 23 en la hoguera. Sin embargo, el ambiente intelectual había cambiado irremediablemente.
El 7 de febrero de 1497 Savonarola y sus seguidores llevaron a cabo la más célebre Hoguera de las vanidades («Falò delle vanità»): reunieron objetos que representaban la relajación moral con el fin de hacerlos arder en la Plaza de la Señoría. En esta hoguera ardieron unas cuantas obras de Botticelli. El 4 de mayo de ese mismo año, una revuelta popular acabó con el dominio de Savonarola, quien murió el día 23 en la hoguera. Sin embargo, el ambiente intelectual había cambiado irremediablemente.
No se conoce amor concreto de Botticelli, ni alusión a
excesos sentimentales; tenía «horror al matrimonio».No se casó nunca.
Fue denunciado anónimamente en 1502 de sodomía con uno de sus ayudantes, pero
los cargos fueron más tarde desestimados. En 1504-1505 aparece como miembro del
comité que iba a decidir la ubicación del David de Miguel Ángel.
Murió el 17 de mayo de 1510 y fue sepultado en su parroquia,
la iglesia de Ognissanti, en Florencia. A su muerte, el único heredero
verdadero de su arte fue Filippino Lippi, que comparte con él la inquietud
presente en sus últimas obras.
Fuentes. www.profesorenlinea.cl, www.arespana.com, www.biografiasyvidas.com, wikipedia.
La
producción de Boticelli va a estar muy vinculada a lo largo de toda su vida a
diversas instituciones oficiales e importantes familias, llegando a ser
protegido de los Médici (lo cual da idea del reconocimiento de prestigio que ya
habría alcanzado en la época), para quienes pintará, entre muchas otras obras,
los retratos de Cosme el Viejo y Giuliano de Médici (a quienes volverá a
representar además, junto con varios miembros de la familia, en la Adoración
de los Magos realizada hacia 1476 por encargo de Giovanni Lami), el
Retablo de las convertidas o la Virgen de la Eucaristía. También
habría sido un Médici el poseedor de sus magníficas e internacionalmente
conocidas Alegoría de la Primavera (1478) y Nacimiento de
Venus (1485), así como de las obras hermanadas Regreso de Judith a
Betulia y Descubrimiento del cadáver de Holofernes (hacia 1475).
Una entrada completísima sobre un artista genial. Me ha encantado, 1beso!
ResponderEliminarGracias, Tizire. Ya lo creo que es un artista genial. Habría para escribir un libro sobre las grandes figuras de la pintura en el Renacimiento italiano. Saludos. Paco.
ResponderEliminarQué maravilla de entrada, Francisco. Como siempre, interesante donde las haya. ¡Felicidades!
ResponderEliminarPor cierto, qué casualidad. Ayer en el programa de televisión "¡Ahora caigo!" salió una pregunta sobre la concha de la cual surge Venus. Preguntaban de qué animal era; ¿lo sabíais?, es una vieira. Qué curioso.
Un saludito.
Gracias a ti, Xavier. Realmente es una vieira. Salta a la vista solo con verla y ya saborearla ni te cuento. Es uno de mis moluscos preferidos, je, je. Un saludo. Paco.
ResponderEliminarFantástica entrada la de hoy! Gracias por traer a uno de los más grandes como es Boticelli. Me has hecho aprender mucho hoy.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias, Margari. Me alegro que te haya gustado. Sus obras son geniales, desde luego.
ResponderEliminarUna entrada fantástica, me gusta mucho la pintura, Boticelli es uno de los grandes maestros que plasmaron la belleza de espíritu en cuerpos relajados.
ResponderEliminarMagnífico.
Besos
Vaya, me alegro de que gute tanto este genio de la pintura. Saludos. Paco.
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