«¿Qué es
la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y
el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son».
Es
considerado como la última figura importante del Siglo de Oro de nuestras
letras. En el colegio, por lo menos en mi época, tuvimos que leernos alguna de
sus obras más famosas La vida es sueño, El alcalde de Zalamea, El médico de
su honra o El gran teatro del mundo.? ¿Alguien se acuerda a cuáles de estas
que menciono corresponde el texto que encabeza este monográfico?. Será, sin
lugar a dudas, uno de los fragmentos que más se recuerdan de este genio de la
poesía.
Pedro
Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 de familia hidalga.
Empezó a ir al colegio en 1605 en Valladolid, porque allí estaba la Corte, pero
como destacó en los estudios, el padre, de carácter autoritario, decidió
destinarlo a ocupar una capellanía que estaba reservada por la abuela a alguien
de la familia que fuese sacerdote. Con ese propósito pasó al Colegio Imperial
de los jesuitas de Madrid en 1608, situado donde ahora se encuentra el
Instituto San Isidro, y allí permaneció hasta 1613 estudiando gramática, latín,
griego, y teología. Cuando llevaba dos años estudiando en Madrid, falleció su
madre, en 1610, y su padre casó en segundas nupcias; este hecho le unió
especialmente a sus hermanos José y Diego frente a su padre. Continuó en la
Universidad de Alcalá, donde estudió lógica y retórica; y en 1615, al fallecer
su padre, pasó a la de Salamanca donde se graduó de bachiller en derecho
canónico y civil, sin llegar a ordenarse como hubiera sido deseo del padre. En
1621 participó en el certamen poético habido con motivo de la beatificación de
San Isidro y posteriormente en el de su canonización, en 1622, y ganó un premio
tercero.
Decidió abandonar los
estudios religiosos por la carrera militar y llevó una vida algo revuelta de
pendencias y juego; también tuvo problemas en el ámbito familiar, pues el
testamento paterno obligaba al dramaturgo y a sus hermanos a pleitear con su
madrastra y a vender el cargo de su padre para pagar gastos. Acaso por esto
tuvo que entrar al servicio del duque de Frías, con el que viajó por Flandes y
el norte de Italia entre 1623 y 1625. Es posible que las difíciles relaciones
con su padre influyeran en su teatro, donde es frecuente encontrar conflictos
edípicos entre padres e hijos. El caso es que entre 1623 y 1625 participó en
varias campañas bélicas, según su biógrafo Juan de Vera Tassis; anduvo enredado
en un homicidio y en 1625 marchó como soldado al servicio del Condestable de
Castilla.
Desde 1625, proveyó a
la Corte de un extenso repertorio dramático pero, en 1629, el irrumpir con sus
hermanos en sagrado persiguiendo a un actor, más concretamente en el Convento
de las Trinitarias de Madrid, donde se encontraba la hija de Lope, le causó la
enemistad de Lope de Vega.
Calderón
correspondió a los ataques de este último burlándose en un pasaje de su comedia
El príncipe constante, escrita en ese año, al igual que La dama
duende, su primer gran éxito. Con estas y otras comedias fue ganándose el
aprecio del rey Felipe IV, que empezó a hacerle encargos para los teatros de la
Corte, ya fuera el salón dorado del desaparecido Alcázar o el recién inaugurado
Coliseo del Palacio del Buen Retiro. Eclipsada ya la estrella de Lope en los
teatros, se ganó el aprecio del público en general en la década de los treinta
con sus piezas para los corrales de comedias madrileños de la Cruz y del
Príncipe.
En
1636 el Rey le nombra caballero de la Orden de Santiago y su amigo y discípulo
Vera Tassis publica la Primera parte de sus comedias; al año siguiente
la segunda, hasta las nueve que llegó a imprimir, si bien se conservan tres más
impresas por otros editores menos cuidadosos; en 1677 aparecerá, además, la
primera parte de sus autos sacramentales.
Se
distinguió como soldado al servicio del Duque del Infantado durante el sitio de
Fuenterrabía (1638), y en la guerra de secesión de Cataluña (1640). De su vocación
militar guardó siempre buen recuerdo, como plasmó en unos famosos versos.
Herido durante el sitio de Lérida, obtuvo la licencia absoluta en 1642 y una
pensión vitalicia. Estrena sus obras más ambiciosas, las que requieren música
(zarzuelas) y más escenografía. Calderón es por entonces un discreto pero
activo cortesano y llega a convertirse en un personaje respetado e influyente,
modelo para una generación entera de nuevos dramaturgos e incluso para talentos
tan grandes como los de Agustín Moreto y Francisco Rojas Zorrilla, sus más
importantes discípulos.
A mediados de los
cuarenta, decretados sucesivos cierres de los corrales de comedias a causa de
los fallecimientos de la reina Isabel de Borbó (entre 1644 y 1645) y el
príncipe Baltasar Carlos (entre 1646 y 1649), así como por las presiones de los
religiosos moralistas contrarios al teatro, acaeció un largo lapso de cinco
años sin teatro desde 1644, y muertos sus hermanos José (1645) y Diego (1647),
el dramaturgo se sumió en una cierta crisis, que coincide con la de España
entre la caída del Conde-Duque de Olivares (1643) y la firma en 1648 de la Paz
de Westfalia. Es más, hacia 1646 nace su hijo natural, Pedro José, y Calderón
ha de replantearse su vida.
A mediados de los cuarenta, decretados sucesivos cierres de
los corrales de comedias a causa de los fallecimientos de la reina Isabel de
Borbón (entre 1644 y 1645) y el príncipe Baltasar Carlos (entre 1646 y 1649),
así como por las presiones de los religiosos moralistas contrarios al teatro,
acaeció un largo lapso de cinco años sin teatro desde 1644, y muertos sus
hermanos José (1645) y Diego (1647), el dramaturgo se sumió en una cierta
crisis, que coincide con la de España entre la caída del Conde-Duque de
Olivares (1643) y la firma en 1648 de la Paz de Westfalia. Es más, hacia 1646
nace su hijo natural, Pedro José, y Calderón ha de replantearse su vida.
Sale de esta crisis interior y exterior al reabrirse los
teatros en 1649 y al convertirse durante unos años en secretario del Duque de
Alba; además, ingresa en los terciarios (Tercera orden de San Francisco) en
1650 y se ordena sacerdote en 1651. Al final de su vida sufrió algunas
estrecheces económicas, pero con motivo del Carnaval de 1680 compondrá su
última comedia, Hado y divisa de Leónido y Marfisa; falleció el 25 de
mayo de 1681, dejando a medio terminar los autos sacramentales encargados para
ese año; su entierro fue austero y poco ostentoso, como deseaba en su
testamento: «Descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas
vanidades de mi mal gastada vida». Así dejaba huérfanos los teatros quien
fue considerado uno de los mejores escritores dramáticos de su época.
Según el recuento que él mismo hizo el año de su muerte, su
producción consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas,
entremeses y otras obras menores. Como todo coetáneo suyo, Calderón no podía
por menos que partir de las pautas dramáticas establecidas por Lope de Vega.
Pero su obra, ya plenamente barroca, tal vez alcance mayor grado de perfección
técnica y formal que la de Lope. De estilo más sobrio, Calderón pone en juego
menor número de personajes y los centra en torno al protagonista, de manera que
la obra tiene un centro de gravedad claro, un eje en torno al cual giran todos
los elementos secundarios, lo que refuerza la intensidad dramática.
En su estilo cabe distinguir dos registros. El primero
consiste en reordenar y condensar lo que en Lope aparece de manera difusa y
caótica y en estilizar las notas de su realismo costumbrista. Así, reelabora
temas originales de Lope en varias de sus obras maestras.
En ellas aparece una rica galería de personajes
representativos de su tiempo y de su condición social, todos los cuales tienen
en común un tema del siglo: el honor, el patrimonio del alma enfrentado a la
justicia de los hombres o las pasiones amorosas que ciegan el alma.
Pero no es ése, desde luego, el
principal motivo de su obra. En su segundo registro, el dramaturgo inventa, más
allá del repertorio caballeresco, una forma poético-simbólica desconocida antes
de él y que configura un teatro esencialmente lírico, cuyos personajes se
elevan hacia lo simbólico y lo espiritual. Calderón destaca sobre todo como
creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión
trágica.
Su personaje más universal es el
desgarrado Segismundo de La vida es sueño, considerada como la cumbre
del teatro calderoniano. Esta obra, paradigma del género de comedias
filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época:
el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias
sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y,
en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer
el bien.
Con él adquirieron así mismo especial
relevancia la escenografía –lo que él llamaba «maneras de apariencia»– y la
música. La carpintería teatral se convirtió en un elemento clave en la
composición de sus obras y el concepto de escena se vio revalorizado de una
manera general, en la línea del teatro barroco. En cuanto a su lenguaje, se
puede considerar que es la culminación teatral del culteranismo. Su riqueza
expresiva y sus complejas metáforas provienen de un cierto conceptismo
intelectual, acorde con el temperamento meditabundo propio de sus personajes de
ficción.
La importancia de Calderón en el
desarrollo de los autos sacramentales es de tal magnitud que su nombre va
asociado a este género como algo inseparable. Los autos sacramentales son
representaciones dramáticas en un solo ato, de carácter alegórico y referidas a
la Eucaristía, que se representaban en la festividad del Corpus.
En los autos sacramentales, Calderón
dramatiza conceptos abstractos de la teología católica convirtiéndolos en
personajes, por lo que al público le resultan reales. Aparecen en escena Dios,
la Discreción, la Hermosura y otros entes abstractos. Escribió unos ochenta, y
los más conocidos son El gran teatro del mundo, donde el tema fundamental de
este auto es el de la vida humana como un teatro donde cada persona representa
un papel. (1636) y el Auto de la vida
es sueño (1670).
Estos
autos aparte de tener un gran valor literario cumplían la función de transmitir
la teología al gran público. En ellos se resumen todas las verdades esenciales
del dogma y pensamiento católico.
La temática principal de sus obras es
el amor, el honor y el poder. Sus dramas se
dividen en dramas religiosos, trágicos o de honor, y filosóficos. Entre los
primeros destacan El príncipe constante (1629) y El mágico prodigioso
(1637), que tanto entusiasmaron a los románticos alemanes. Los dramas llamados
trágicos o de honor se atienen a la estructura de las comedias en lo que se
refiere a la intriga amorosa, aunque el complejo concepto del honor (ultrajado
primero y reparado después) desempeña un papel más importante e implica un
desenlace trágico y sangriento. El médico de su honra (1635) es uno de
los más característicos. Pero el mejor de los dramas trágicos de Calderón es El
alcalde de Zalamea (1640), donde un capitán rapta y fuerza a la hija de un
rico labrador que acaba de ser nombrado alcalde del pueblo.
Éste hace detener al capitán y, como se niega a reparar su ofensa con el matrimonio, lo hace ajusticiar. Un general ocupa el pueblo de Zalamea con sus soldados y mantiene una dura controversia con el alcalde, no porque considere que el capitán no merecía el castigo, sino porque correspondía a él —el poder militar— aplicarlo. Finalmente el propio rey aprueba la acción del alcalde.
Éste hace detener al capitán y, como se niega a reparar su ofensa con el matrimonio, lo hace ajusticiar. Un general ocupa el pueblo de Zalamea con sus soldados y mantiene una dura controversia con el alcalde, no porque considere que el capitán no merecía el castigo, sino porque correspondía a él —el poder militar— aplicarlo. Finalmente el propio rey aprueba la acción del alcalde.
El más conocido de
los dramas filosóficos de Calderón es La vida es sueño (1636), una de
las obras de la literatura española de valor universal. Su complejidad, como
ocurre con tantas obras maestras, ha dado lugar a infinidad de
interpretaciones. La idea central del drama contaba con una historia larga,
variada e ilustre, pero Calderón la revive con otros temas como la lucha de la
libertad contra el destino y la trascendencia simbólica; y con unos personajes
que llegan a representar a toda la condición humana. Su densidad filosófica y
simbólica, sus soluciones teológicas, su sentido moral, jurídico y político,
hacen que sea la obra más comentada de la literatura española, a excepción de
El Quijote, de Cervantes.
Calderón fue un autor enormemente
admirado por los grandes autores europeos: Goethe consideraba a Calderón el
gran genio del teatro. Schlegel llegó a afirmar que Calderón había resuelto el
enigma del universo en algunos de sus dramas. También algunos románticos
ingleses, como Shelley, vieron en Calderón al poeta dramático y lírico más
grande.
Calderón es el dramaturgo por
excelencia del barroco español. El sentido teológico y metafísico de su tiempo
informa todas sus obras, donde aúna la fe y la razón, y, sin embargo, su debate
entre deseos y terrores que el verbo intenta vanamente comprender remite al presente.
Fuentes: www.
rinconcastellano.com, www.biografiasyvidas.com, ww.epdlp.com, wikipedia.
Rescatas como tantas otras veces, uno de los grandes nombres de las letras. Una pena que muchos sólo lo recuerden por temarios escolares.
ResponderEliminarLa vida es sueño es una joya.
Besos
Y vaya si es una joya. Pero tienes razón, muchas veces, por desgracia, asociamos colegio a literatura y ahí se queda la cosa. Saludos. Paco.
EliminarLa vida es sueño! pues sí que hoy nos traes un autor de los de clases de literatura ¿eh? De hecho en esos años llevaba apuntada en al agenda una cita suya: El caer no ha de quitar la gloria de haber subido. Yo confieso que me costaba leer a este autor, aunque por supuesto es toda una figura literaria!
ResponderEliminarUn beso Paco y buen fin de semana
Tiene frases muy buenas. Puse esa en el encabezamiento porque era la que imaginaba recordaría todo el mundo. A todos nos costaba leer a Calderón, y más en verso, pero al final te acostumbrabas y hasta terminaba gustando. Saludos y un buen fin de semana también para tí.
EliminarGran entrada. Da gusto culturizarse así. Por cierto, hoy se cumple otro centenario de los grandes. Hace 100 años que se publicó el poemario de Antonio Machado "Campos de Castilla". Saludos
ResponderEliminarGracias por estar al quite, tocayo. Otro gran poeta, Antonio Machado. Casi nada. Saludos. Paco.
EliminarLa frase con la que has iniciado el post es una de mis citas literarias favoritas; tiene tanta fuerza y tanta profundidad que siempre me ha emocionado. Muy buena entrada, recordándonos a un grande. 1beso!
ResponderEliminar¡Pedazo de entrada! Fantástico este rescate de uno de nuestros grandes dramaturgos. Y que olvidado tengo yo este género en los últimos años... Me has dejado ahora con remordimiento de conciencia...
ResponderEliminarBesotes!!!
Merecía la pena el rescatarlo. La última joya del Siglo de Oro se merecía este pequeño homenaje. Saludos. Paco.
EliminarUno de los autores que más he leído y recitado. Me encanta los versos "Ojos hidrópicos creo/ que mis ojos deben ser..." Qué delicia!! Gracias por traérnoslo hoy aquí.
ResponderEliminarBesos,
Gracias a ti, Carmen. Veo que te gusta la poesía. Igual te interesa visitar la página de una buena poetisa de Ferrol: Juana Corsina. Escucharla recitar es todo un lujo. Trabaja tanto el verso tradicional como el libre. Tiene ya tres poemarios publicados. Saludos. Paco.
EliminarMe quedo con el pequeño fragmento del principio de la entrada. ¡Magnífico! Saludos.
ResponderEliminarPor eso lo puse, Offuscatio, porque quizás sea de lo más conocido de este genio de la poesía, junto con Lope de Vega, aunque ambos se llevaban a matar. Saludos. Paco.
Eliminar¡Muy bien, Francisco! Cada vez que me doy una vuelta por tu blog, me encuentro con algo que se mueve entre lo importante actual y lo clásico grande. ¡Calderón está en los grandes! ¡FELICIDADES por tu trabajo!
ResponderEliminarY vaya que si es un grande, Julia. Ya lo creo. Gracias. Saludos. Paco.
ResponderEliminar¡Este post es realmente informativo y útil para las personas! Gracias por compartir contenido tan valioso. autobidmaster
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