lunes, 13 de febrero de 2012

Entrevista a María José Galván, autora de la novela El patio dormido



Maria José Galván (Madrid, 1962) es licenciada en Historia del Arte, y autora de Cuento de Otoño, relato que ganó el primer premio del III Concurso de Relato Histórico de Hislibris.

 
1.- Como dije en mi crítica de su novela, no hace mucho leí una de un autor bengalí que se desarrollaba prácticamente en interiores. Era un hotel y me encantó. La suya, El patio dormido, prácticamente tiene una estructura teatral, de interiores. Y también le auguro el mismo éxito. ¿Cómo surgió la idea de El patio dormido?

MJG.- Puede decirse que la novela tiene una base real; de hecho, el barrio, los edificios y el patio no solo existen, es que pertenecen a mi cotidianidad; el patio lo es de mi casa, el lugar donde he vivido desde que nací. Hará cosa de ocho años, el último de los árboles, podrido desde su raíz, se cayó provocando el destrozo de dos automóviles estacionados en el recinto interior que, como en la novela, está abierto al paso de los intrusos. La consecuencia fue una denuncia por daños a cada una de las fincas. Casualmente la presidenta de la comunidad era yo y me tocó enfrentarme al problema. La indiferencia, los silencios, cuando no la hostilidad hacia cualquier iniciativa que implicase abrir los ojos a la situación, me llevaron a escribir El patio dormido. Le agradezco sus buenos vaticinios.
2.- Y para empezar una novela coral, nada menos. El esquema de los inmuebles que dan al patio ayuda mucho a entender el desarrollo de la misma y a ir conociendo a los vecinos. Me imagino que los personajes darían muchos quebraderos de cabeza.

MJG.-No, la verdad es que no, porque todos, de un modo u otro, existen. No es que los habitantes de El patio dormido sean mis vecinos, aunque las reacciones y actitudes que muestren en la novela se parezcan sospechosamente a las que mantuvieron en la realidad. Además, los personajes me ayudaron mucho en el proceso de creación. Sé que suena un poco extraño, pero casi, casi, estoy por asegurar que fueron ellos los que me iban guiando. Unos te arrastran a prestarles mayor atención que a los demás; otros se resisten a comparecer en la trama; a veces, basta un cambio de nombre para que el personaje reacio cobre presencia... Por otro lado, no concibo la novela sin la participación coral de un abigarrado universo humano.

 3.- ¿Es aficionada al teatro, quizá?. Lo digo por la estructura de la novela, que bien podría representarse en un escenario.

MJG.-Efectivamente, el teatro está muy presente en mi vida; no sólo como lectora y espectadora. Lo ha estado siempre. En mi infancia, por unas razones; después, porque mi hijo tuvo también su momento de pasión por el teatro; y ahora, porque mi marido dedica gran parte de su tiempo al arte escénico.

4.- ¿Hay algún personaje de su novela que se le parezca o en todos hay algo de usted?

MGJ.-¡Ay, qué pregunta tan comprometedora! En un principio, reconozco que me identifiqué mucho con el personaje de Paula, la madre de Julio. Tal vez porque ella representa la mirada ajena, externa y objetiva hacia la situación del patio; era mi mirada. Pero después, conforme fue avanzando la historia, la figura de Amalia fue adquiriendo más rasgos míos de los que me gustaría reconocer.

5.-  El trabajo de documentación tuvo que ser arduo, dada la temática de El patio dormido. Departamentos relacionados con urbanismo, Justicia, etc. 

MJG.-Sí, toda la labor previa a la escritura resulta ardua, pero muy gratificante. Aprendí mucho sobre la conformación urbanística de Madrid, su crecimiento en los años 50, sobre Derecho de la Propiedad, las diligencias forenses... De todo este proceso de investigación, al final, sólo queda un sedimento, que es absolutamente necesario para dar verosimilitud a lo narrado. Por ejemplo, de la visita al Instituto Anatómico Forense —la parte más triste del trabajo—, me absorbió la necesidad de transmitir al lector ese olor peculiar de sus pasillos y salas, porque esa sensación resulta más expresiva que cualquier farragosa descripción sustentada sobre lo que pudiera percibir una simple mirada.
6.- El último sábado de febrero, san Román,... ¿Por qué esa coletilla del santoral a algunos días determinados que figuran en la novela?
 
MJG.-Es una manera de marcar el tiempo, una forma de señalar los días que ya hemos perdido. Y recalca, además, cierta espiritualidad presente a lo largo de toda la novela.

7.- Creo que todos los que leímos la novela nos sentimos reflejados en ella. ¿Somos realmente así en nuestras relaciones diarias con nuestros vecinos de  portal?

MJG.-En realidad, los vecinos no se llevan mal; son personas educadas y muy correctas, como suele suceder en casi todas las comunidades… afortunadamente. Ahora bien, cuando hay un asunto espinoso que supone poner de manifiesto intereses y, sobre todo, dinero, me temo que las reacciones sean muy similares a las de El patio dormido. En circunstancias amenazantes, los seres humanos podemos llegar a ser terriblemente egoístas e insolidarios. ¿Usted qué opina?

8.- Una novela para todo tipo de lector, dada la temática y el lenguaje que emplea. Un  gran acierto esta elección. 

MJG.-Muchas gracias. Creo que, como todo texto que posea aspiraciones literarias, El patio dormido admite diversas descodificaciones. Pienso que esos variados niveles de lectura pueden procurar su disfrute a lectores heterogéneos, independientemente de que éstos tengan o no relaciones vecinales.

9.- ¿Algún escritor o escritores han influido en el estilo de esta su primera novela?

MJG.-Tengo que reconocer que tras el detallismo con el que describo algunas escenas, hay algo galdosiano. Y es que don Benito me apasiona. Del mismo modo que me seduce muchísimo Miguel Delibes y esa manera suya de captar los distintos registros del habla que reflejan sus personajes.

10.- Me imagino que tendrá algún proyecto in mente para novelar. Se le augura un buen futuro como escritora. 

MJG.-Es usted un lector y un crítico muy amable. Espero y deseo que también sea un buen vidente. De momento, ando centrada en la tarea de documentación para una historia que lleva tiempo instalada en mi cabeza exigiendo ser contada.

 
11.- ¿Le da igual la temática o hay alguna época en concreto sobre la que le gustaría escribir?

MJG.-Cada vez estoy más convencida de que son las historias las que eligen a quien las escribe y no a la inversa. Me da la sensación de que en algún lugar prodigioso existen multitud de realidades y de infinitos personajes que desean adquirir vida, ser; y que son ellos los que te incitan a la escritura. En efecto, hay una nueva historia en camino: un universo de figuras en el Madrid de hace casi un siglo que tienen mucho que ver, ¡cómo no!, con el mundo del teatro… ¡Y hasta ahí puedo aventurar!

 
12.- Ya Mª José Galván no es una persona más. Ahora vienen las presentaciones, los encuentros con los medios de comunicación. Será más conocida por el público en general. ¿Qué se siente cuando escucha “mira, ahí va la autora de El patio dormido”?.

MJG.-Creo que me daría un poco de miedo, para qué le voy a engañar. De hecho, mi intención inicial fue que la novela se editara con un seudónimo muy galdosiano, con el fin de que fueran los personajes quienes coparan el foco de atención. No porque sea tímida ni modesta, sino porque —como ya sugerí antes— creo que sólo soy un conducto para que la historia llegue a los lectores y que éstos se conmuevan o se indignen con Amalia y los Centeno, con el doctor Chamorro, Sérvulo, Macarena o el farmacéutico Tamayo...; ellos son los que deben ser conocidos, no yo.

Fue un placer hacerle esta entrevista. Gracias en nombre de Melibro y le deseo mucho éxito con El patio dormido. Espero que no sea el último.

MJG.-Muchísimas gracias.




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