Datos
técnicos:
Título:
Templados por el sol, mecidos por el viento.
Autora:
Marta Currás.
Editorial:
Círculo de Lectores.
1ª
edición: 2018.
Encuadernación:
Cartoné con sobrecubierta.
ISBN:
978-84-672-7223-9.
Idioma:
Español.
Nº pág.:
275.
Sinopsis:
La
idea del viaje llegó de forma abrupta. Clara no estaba pasando por
el mejor momento de su vida, razón suficiente para que los
argumentos de su amiga Paula pronto vencieran su reticencia. En
realidad, nada le impedía apostar por un cambio: estaba sin trabajo
y su relación con Raúl se encontraba en un aparente punto de no
retorno. Así que cruzar el océano para cuidar a un anciano en San
Francisco era sin duda una oportunidad única. De modo que, venciendo
su propia naturaleza, Clara había decidido embarcarse en la
aventura...
Sin
embargo, Duncan Sutter no era un anciano corriente. Aquel peculiar
nonagenario que había contratado sus servicios como enfermera quería
que la acompañase en su último viaje al Gran Cañón del Colorado,
junto a su inseparable chófer Raj. Kilómetros y kilómetros de
carreteras desiertas para ayudar a cumplir con el último deseo de un
hombre que, aunque atisbaba el fin de sus días, sabe que debe cerrar
el círculo de sus recuerdos para estar en paz consigo mismo. Pero lo
que Clara ignora es que aquel viaje, también para ella, parecía
estar escrito en las estrellas.
Opinión
Personal:
En
mayo de 2020 leí y reseñé en este blog La memoria de las olas (reseña) ,
novela con la que la escritora madrileña afincada en Galicia, Marta
Currás, se alzó ganadora de la XXII Edición del Premio Literario
Nostromo. Hoy comparto mis impresiones sobre la que es su ópera
prima, Templados por el sol, mecidos por el viento,
autoeditada en Amazon en 2015, y con la que se presentó al premio
Círculo de Lectores en 2018. Pese a no ser la ganadora de este
galardón literario, pero al quedar finalista en esta edición, la
editorial decide publicar la novela. No me extraña, porque el
desarrollo de su trama contiene una historia muy atractiva y bien
escrita, con un estilo narrativo cuidado. Está hilvanada como un perfecto engranaje, de tal forma que
el lector no pierde detalle de todo lo que sucede a lo largo de los
once capítulos en los que se estructura su desarrollo. Me gusta
mucho la portada, que invita al lector a interesarse por la novela,
al igual que su título, que hace referencia a las palabras de un
antiguo poema del jefe indio Jerónimo, y que se resalta en la
contraportada.
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(Bright Angel-Cañón del Colorado-USA)
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Como
adelanta la sinopsis, Clara Phillips no está pasando por el mejor
momento de su vida. Al otro lado del Atlántico, desde San Francisco,
su amiga Paula le propone viajar a esta ciudad para cuidar de un
peculiar nonagenario, Duncan Sutter, quien siente la necesidad de
realizar un último viaje al Gran Cañón del Colorado, antes de
pasar sus últimos días en una residencia de élite para ancianos.
Clara duda ante semejante propuesta, pero decide aceptar el reto para
poner tierra de por medio ante un problema personal que quiere dar
por zanjado. Junto con Clara y el anciano Duncan Sutter, viajan Raj,
su fiel chófer hindú, y Mike, un autoestopista que se les une por
el camino, en Oakhurst. Los tres personajes atrajeron mi atención a
lo largo de los capítulos, porque Raj sólo se limita a cumplir la
labor que desempeña habitualmente para el señor Sutter.
Al
igual que en La memoria de las olas, en la ópera prima de
Marta Currás la mujer tiene un papel trascendental. Si en la primera
línea argumental es Clara Phillips la que atrajo mi atención, en la
segunda fueron Liz Phillips y Molly Byrne, quien la acoge en su casa
de Chicago durante un tiempo, en la que la ayuda a cuidar de su
numerosa prole. En las dos líneas argumentales me encontré con unos
personajes bien definidos, de quienes las dos voces narrativas
ofrecen información a lo largo de los capítulos de forma
dosificada. En mi caso, tal y como describen El Gran Cañón del
Colorado la voz narrativa y Duncan Sutter, diría que también es un
personaje más de la novela, por el peso que tiene en el desarrollo
de la trama. Un Gran Cañón del que merece la pena estar muy
pendiente, por todo lo que se cuenta de su historia, del trabajo
realizado por el fotógrafo Edward Sheriff Curtis o de los indios que
lo habitaron.
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(Higher Cath Spire-Gran Cañón C.-USA)
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Templados
por el sol, mecidos por el viento, es un viaje no sólo físico,
sino también interior. Un viaje en el que la autora realiza un
verdadero equilibrio para que los viajeros consigan que se cumpla el
trazado marcado en el itinerario físico y transcurra a la par en el vital. Cada uno de
los tres personajes tiene su historia particular que mantendrán el
interés del lector. Templados por el sol, mecidos por el viento
no es sólo una novela de viajes, sino que sirve también para que,
quienes acompañan al nonagenario Duncan Sutter, que atisbaba el fin de sus
días, y sabe que debe cerrar el círculo de sus recuerdos para estar
en paz consigo mismo. Pero también Clara y Mike tienen tiempo para desnudar su alma, e incluso soltar el
lastre que les permita continuar un camino sin tener que mirar atrás.
También diría que es un viaje de superación y de segundas
oportunidades, como se percibe en Clara y Mike, en la primera línea
argumental, y en Liz, en la segunda.
Ya
lo comenté en mi reseña sobre La memoria de las olas, pero
vuelvo a recalcar que me sentí muy cómodo durante la lectura de
Templados por el sol, mecidos por el viento, porque el estilo
cuidado y cercano de la autora provocan esta sensación. Las dos
voces narrativas que se alternan a lo largo de los capítulos ofrecen
un relato absorbente y unas descripciones muy visuales que incitaron que en todo momento estuviera muy pendiente de lo que le sucedía a
los personajes que transitan por sus páginas. Marta Currás es
consciente de cómo distribuir la información que el lector se
encuentra en las dos subtramas que conforman la novela, y que se
complementan y confluyen sin apenas darnos cuenta. En este sentido,
diría que es un gran acierto el hecho de que la información que se
ofrece sobre los dos personajes pasivos que se mencionan, Liz y el
fotógrafo Edward Sheriff Curtis, se reparta entre ambas, de tal
forma que conforman un verdadero puzzle cuyas piezas van encajando a
medida que avanza el relato. Me gustó cómo la autora interrumpe el testimonio que se ofrece sobre ambos personajes, confiriéndole intriga al relato, tanto
a través de quien tuvo una relación directa con ambos, Ducan Sutter, como por la que se facilita en forma
epistolar. Para sorpresa del lector, en varias fases de la segunda
línea argumental se encontrará también con epístolas que guardan
relación con el fotógrafo que «recorre Estados Unidos y parte
de Canadá...tomando fotografías de cada tribu india que logra
encontrar, retratos artísticos en la que la dignidad de los nativos
quedará inmortalizada para siempre»(pág. 269), pero es mejor que sienta curiosidad por saber cómo llegaron estas cartas a manos de Molly Byrne, en Chicago. Dos líneas argumentales en las me sorprendió algún giro
que atrajo mi atención del lector, sobre todo por el impacto que provocan en
ambos personajes femeninos.
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(Edward S. Curtis)
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En
la biografía de la autora, la editorial refleja la novela está
inspirada en uno de los viajes que hizo por la costa oeste
estadounidense. Pero también es un homenaje al fotógrafo ya
mencionado en esta reseña, Edward Sheriff Curtis, quien realizó un
inmenso trabajo fotográfico que se recoge en la obra Los indios
de América del Norte. Al igual que se percibe en La memoria
de las olas, la autora realiza una exhaustiva labor de
documentación para que el lector sienta que realiza un viaje
literario a lo largo de las páginas que conforman Mecidos por el sol, templados por el viento. En la segunda línea argumental estará muy pendiente de las peripecias que
acompañan a Liz Pillips, desde que su familia decide enviarla a
Estados Unidos, por los bombardeos sostenidos que la aviación nazi lanza entre 1940 y 1941 sobre el Reino Unido, durante la Segunda
Guerra Mundial. Atraerá su atención desde
que embarca en el Empress of Britain, y las dificultades y
peligros que se encuentra hasta que por fin es acogida por la familia
de Nueva York. No tiene desperdicio la ruta que lleva a los
cuatro viajeros al Gran Cañón del Colorado, no sólo por los
magníficos y espectaculares paisajes que describe la voz narrativa,
sino también por las conversaciones que mantienen los tres
personajes.
Biografía:
Marta
Currás nació en Madrid en 1975 pero reside en Galicia desde los
catorce años. Bióloga de profesión, posee formación de posgrado
en Microbiología y Medio Ambiente. Ha trabajado en laboratorios de
Microbiología y Bioquímica durante casi veinte años. Lectora voraz
desde los tres años, escribe e imagina sus propias historias desde
niña. Ha sido finalista en diversos concursos de microrrelatos y
cuentos, y ha visto publicados algunos de sus textos. Aunque sigue
escribiendo historias cortas, desde hace algún tiempo se dedica a la
escritura de novelas. Templados por el sol, mecidos por el viento es
su primera novela, inspirada en uno de los viajes que hizo por la
costa oeste estadounidense. Además de ser una gran aficionada a la
lectura y los viajes, dibuja y pinta, practica yoga y en la
actualidad aprende a tocar el ukelele.
Nota: Datos técnicos, sinopis y biografía de la autora tomados del ejemplar de la novela. Imagen del Bright Angel, en el Gran Cañón del Colorado, tomada de la web Fotolimbo. Imagen de Higher Cathedral Spire tomada de la web Fine Art America. Fotografía de Edward S. Curtis tomada de Wikipedia. Fotografía de Marta Currás tomada de la web de Babelio.
Hola Paco, aun no me he estrenado con la autora, y aunque esta novela tiene bastante buena pinta, Me llama más La memoria de las olas y creo que comenzaré por ella. Buena reseña. Besos.
ResponderEliminarFantástico, lo buscare.
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