miércoles, 19 de julio de 2023

Reseña Tiempo de tinta y ceniza, de Lidia Herbada.


 








Datos técnicos:




Título: Tiempo de tinta y ceniza.

Autora: Lidia Herbada.

Editorial: Ediciones B (Grupo Penguin Random House).

1ª edición: Julio/2023.

ISBN: 978-84-666-728-1.

Encuadernación: Tapa blanda con solapas.

Idioma: Español.

Nº pág.: 544.




Sinopsis:




Madrid, 1925. Helena y Carmen Galiana son dos hermanas huérfanas que son como polos opuestos: una siempre ha querido casarse y ser madre, la otra aspira a ser fotógrafa y vivir entre artistas bohemios y mujeres feministas en los bulliciosos cafés literarios. Y, sin embargo, un mismo hombre hace tambalear la vida de ambas.

Cuando Helena consigue la vida que siempre ha soñado y se casa con Ricardo Herrera, un militar de buena familia con el que tendrá dos niñas, Carmen se separa de ella de manera misteriosa. Pero, aunque el amor no siempre es oportuno, la pasión no puede esconderse para siempre...

Con una envolvente ambientación histórica, Lidia Herbada narra la vida de dos hermanas separadas por un secreto, los celos y un pasado que podría salir a la luz con el estallido de la Guerra Civil. Tiempo de tinta y ceniza es también el relato de un amor verdadero que atesora una importante lección: aquellas historias que acaban con puntos suspensivos están destinadas a volver a empezar.




Opinión Personal:




Una de mis gratas sorpresas lectoras de este año es la última novela publicada hasta la fecha por la escritora madrileña Lidia Herbada, Tiempo de tinta y ceniza. Sin duda alguna, la autora ofrece al lector una historia que lo atrapa desde las primeras páginas, en las que se intercalan ingredientes de varios géneros literarios que forman un todo muy compacto. Construye una trama compacta, por lo engarzados que están con tal solidez elementos propios de la novela romántica, costumbrista y una envolvente ambientación histórica. Una trama compacta en la que el lector no percibe el paso de un elemento a otro a lo largo de los 32 capítulos más el epílogo en el que se estructura el desarrollo de la trama. Una trama en la que, como adelanta la sinopsis, el lector se encontrará con una historia de un amor imposible verdadero, y dos hermanas enfrentadas por un secreto inconfesable que las separa para siempre. Estos secretos inconfesables suponen un gran aliciente porque mantienen la intriga a lo largo de los capítulos, ya que se desvelan en pequeñas dosis, con el añadido de que alguno de ellos supondrá un antes y un después para Violeta, la hija menor de Helena Galiana, la más interesada en conocer los silencios familiares que tanto se ocultan.

(Casa de las Flores- Madrid)
Desde que Helena Galiana se casa con un militar de buena familia, Ricardo Herrera del Saz, su hermana Carmen se separa de ella de manera misteriosa. Pese a que mantienen cierta relación, el trato entre ellas se percibe muy distante. Como suele suceder en estas situaciones familiares, los secretos están muy presentes en Tiempo de tinta y ceniza, por lo que supusieron para mí un gran aliciente saber qué provocó esta ruptura familiar. Violeta, la hija menor de Helena, sospecha que su madre oculta algo y le responde con evasivas ante las preguntas insistentes que le hace al respecto. Pero Violeta es muy persistente e insiste que su madre le aclare lo sucedido, porque quiere que el silencio y las evasivas que recibe den paso a las explicaciones que necesita escuchar, porque es consciente de que tiene derecho a conocer los hechos que le oculta. Lo que acabo de comentar originará una serie de episodios en los que la tensión familiar provoca roces entre sus miembros. Pese a ello, a Helena Galiana no le queda otra que abrir su alma ante su hija menor, aun sabiendo el daño que le puede ocasionar.

A lo largo de los capítulos, Lidia Herbada planifica y desarrolla una trama diría que de contrastes,  de blanco y negro, porque los grises y demás colores no se perciben en las dos opciones a las que se agarran con fuerza las mujeres de esa época, porque son muy conscientes de saber cuáles se identifican más con sus aspiraciones. Por un lado está la mujer tradicional, que sabe y acepta cuál es el papel que le toca desempeñar en la vida, arraigada a la sumisión que le impone la sociedad de ese entonces. Pero también hay quienes optan por la rebeldía, por la libertad que quieren ejercer pese al género al que pertenecen. Son las llamadas mujeres sin sombrero, las que les gusta vestir de una forma muy diferente a las anteriores, poder ejercer una profesión sin tener que depender de alguien que les autorice a ello. Pero también son mujeres que creen en el amor, pero en un amor que surja de la relación sentimental entre dos personas y no verse empujadas al matrimonio de conveniencia. Las hermanas Helena y Carmen Galiana son un claro ejemplo de lo que acabo de comentar: Helena se casa con un apuesto militar, propuesto por sus padres, porque veían que era el marido apropiado para ella. Carmen es todo lo contrario, una mujer libre a la que le gusta la fotografía y relacionarse con el mundo de la cultura; no le importa entrar sola en un café ni viajar sin compañía, pese a que ambas situaciones son muy mal vistas por la sociedad de la época.

(Antigua embajada de Chile-Madrid)
Los capítulos que conforman Tiempo de tinta y ceniza están agrupados en tres partes bien diferenciadas. La primera abarca hasta que la Guerra Civil Española es una triste, cruel y dolorosa realidad. La segunda se desarrolla durante todo este conflicto bélico y la tercera discurre en los primeros años del franquismo, hasta 1957. Cada capítulo se inicia con un fragmento que guarda relación con su desarrollo y corresponden, casi todos ellos, a mujeres del mundo de la cultura, unas más conocidas que otras, pero en las que se percibe su implicación en la defensa de lo que creen. Todos ellos se desarrollan en Madrid, una ciudad que es un personaje más de la novela, y sobre la que la autora ofrece al lector una magnífica panorámica de la capital de España de la que me atrajeron, sobre todo, espacios muy poco conocidos y que utiliza para que guarden relación con los personajes que protagonizan los episodios de turno. Un Madrid lleno de vida, sobre todo en los llamados locos años veinte, pero que también sufre una horrorosa devastación tras los continuos bombardeos de la aviación del bando sublevado. En el franquismo se percibe que, poco a poco, se recuperan de los espacios destruidos y cómo la vida intenta fluir. En este sentido, la mujer es consciente de que todo lo que había ganado en los años anteriores se va al garete, aunque algunas de ellas logran hacerse un hueco en una sociedad en la que impera el machismo, como Violeta, la hija menor de Helena Galiana, porque consigue ejercer una de las pocas profesiones a las que puede aspirar la mujer, como es la de enfermera. Realiza las prácticas en el primer hospital moderno en España, el Instituto de Investigaciones Clínicas y Médicas, dirigido por el doctor Carlos Jiménez Díaz.

Tiempo de tinta y ceniza es una novela en la que la cultura y la barbarie están muy presentes a lo largo de los capítulos. Una cultura de la que me quedé prendado de las reuniones que se celebraban en la llamada Casa de las Flores, en la que vivió durante un tiempo en Madrid el diplomático chileno Carlos Morla-Lynch. Una casa en la que se reunía el poeta chileno Pablo Neruda con escritores de la que posteriormente se conocería como la Generación del 27. En esta Casa de las Flores el lector se familiarizará con Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre, pero, sobre todo, con Federico García Lorca, quizás el mejor retratado de todos ellos, y cuya forma de ser y de actuar no dejará indiferente, hasta que se recibe la fatal noticia de su fusilamiento en Granada. La figura de María de Maeztu fue un pilar indispensable para la cultura de la época, porque dirigió e impulsó La Residencia de Señoritas y presidió El Lyceum Club Femenino. Junto a ellas figuran otras mujeres relevantes de la época, aunque me atrajo especial atención la pintora gallega Maruja Mallo, por la relación que mantiene en la trama con Carmen Galiana. De literatura y alusiones literarias no sólo se habla en la Casa de las Flores, sino también en determinados ambientes madrileños de la época en los que se reúnen lo más granado de los llamados intelectuales.

(Cuesta de los Ciegos-Madrid)
En cuanto a la barbarie vivida en este conflicto fratricida, uno siempre descubre algo nuevo que hace que me interese por las novelas en las que los conflictos bélicos están muy presentes. En este sentido, se destaca a lo largo de los capítulos el papel desempeñado por varias embajadas extranjeras en Madrid, siendo una de las más activas la de Chile, que llegó a acoger hasta 4000 refugiados de ambos bandos. En este sentido, cabe destacar la labor humanitaria realizada por el diplomático chileno Carlos Morla-Lynch. Una barbarie en la que el lector estará muy pendiente de la angustia de los personajes que más atrajeron mi atención, pese a que muchos de ellos lograron salvaguardarse en la legación diplomática chilena. Una embajada en la que se viven escenas también muy tensas, pero en la que los residentes procuran llevar una cierta vida cotidiana, y la escasez de recursos que poseen a medida que se incrementa el número de asilados, pese a que las bombas también pueden segarles la vida, aunque los diplomáticos hayan conseguido que estas instituciones no fueran objetivo señalado por el enemigo para su destrucción. Resultan muy sensibles las escenas que protagonizan los niños por la inocencia que muestran ante lo que perciben cuando se fijan en lo que pasa en el exterior de la embajada, al igual que algunas aventuras que protagonizan, por lo que en más de una ocasión temí que pudiera suceder alguna tragedia que pusiera fin a la inocencia que marca sus jóvenes vidas. Tras la derrota del legítimo gobierno de la II República, comienza un período de dictadura en el que se imponen las directrices franquistas, iniciado con una cruda posguerra, en la que todavía se escuchan los ecos de la contienda. Una posguerra en la que en la que las represalias contra los vencidos están a la orden del día y la mujer vuelve a desempeñar el papel ancestral que les corresponde, si bien hay quienes tratan de no perder la libertad conseguida, conscientes de que incluso pueden poner en riesgo su vida.

Tiempo de tinta y ceniza es una novela que no dudo en recomendar, porque a lo largo de los 32 capítulos más el epílogo se suceden episodios que atraen la atención del lector, en los que no faltan giros que redoblan el interés por lo que sucede en los siguientes capítulos. El lector se encontrará con una historia de amor imposible, dada las circunstancias de los dos personajes que la protagonizan, pero que incitan a estar muy pendiente de su desarrollo por la fuerza que emana de ese romance sentimental. Pero también es una historia de secretos familiares, que se ocultan con los silencios con que los protegen, porque son conscientes de que pueden levantar ampollas en quienes se interesen por descubrir una realidad familiar que se oculta. Lidia Herbada construye una trama por cuyas páginas transitan unos personajes trazados con mucha fuerza, de carne y hueso. Unos personajes ficticios que interrelacionan de forma muy natural con un conjunto de personajes históricos muy atractivos, sobre todo en lo que al mundo de la cultura se refiere, y diría que, en especial, a los componentes de los que más tarde se conocerían como la Generación del 27. En mi opinión, Madrid es el personaje por excelencia de esta novela, porque la voz narrativa ofrece al lector una panorámica exquisita de la ciudad, sobre todo cuando le presenta rincones olvidados y las leyendas que se cuentan sobre ellos. Pese a ser un tocho de poco más de 500 páginas, la lectura fluye con buen ritmo por el interés que suscitan los episodios que se desarrollan a lo largo de los capítulos, aderezada por una narración impecable y subyugante. Sin duda alguna, Tiempos de tinta y ceniza es una novela muy recomendable, en la que el lector se encontrará hechos poco conocidos, como el papel que desempeñaron algunas de las delegaciones diplomáticas en Madrid, para acoger a refugiados de ambos bandos, como la embajada de Chile, entre cuyas paredes se desarrollan episodios que no dejan indiferente.



Biografía:




Lidia Herbada nació en Madrid. Es licenciada en Ciencias de la Información y especializada en tecnología I+D+i., aunque su carrera se ha encaminado también hacia el mundo del arte, la fotografía y la publicidad. En 2010 empezó a publicar relatos y novelas que han sido galardonados con importantes premios literarios, entre ellos el Premio Internacional Lobher. Su primera novela, 39 cafés y un desayuno, fue alabada por el público y crítica y se convirtió en una de las novelas más vendidas en Italia y Alemania.




Fuentes: Datos técnicos, sinopsis y biografía de la autora tomada de la web Penguinlibros. Fotografía de Lidia Herbada tomada de la web de la Agencia Literaaria Editabundo.  Imagen de la Casa de las Flores tomada de Wikipedia. Imagen de la antigua embajada de Chile tomada de la web The Diplomat In Spain. Imagen de la Cuesta de los Ciegos tomada de la web Foursquare. 







4 comentarios:

  1. Pues me atrae mucho su lectura. Parece que te ha gustado y como a mi también me gusta mucho la novela histórica y más si tiene secretos de esos que hacen que la narración de giros inesperados. El hecho que está centrada en torno a la Guerra Civil española también me atrae. Gracias por la sugerencia, no la conocía. Besos

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  2. Ya la tenía fichada y por lo que cuentas, sé que me va a gustar mucho, así que subrayo bien para que no se me pase.
    Besotes!!!

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  3. Tiene una portada preciosa y tu reseña la vuelve altamente adictiva!!
    Gracias por compartir, saludosbuhos!!!

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  4. Qué buena reseña, la había visto por redes y ahora la tendré más presente, la época que trata me apasiona y la historia de las dos hermanas me parece muy interesante. Besos

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