Datos técnicos:
Título: Romanticismo.
Autor: Manuel Longares.
Editorial: Galaxia Gutenberg.
1ª edición: 27febrero/2019.
ISBN: 978-84-17747-05-3.
Encuadernación: tapa dura con solapas.
Idioma: español.
Nº pág.: 552.
Sinopsis:
En
el reducto burgués del madrileño barrio de Salamanca, a través de
tres generaciones de una familia marcadas por un amor inviable, ésta
novela nos cuenta unos años cruciales de la vida española, tras la
muerte del Caudillo y la transformación política que supone. Que
nada cambie o que a todo se le dé la vuelta, es la cuestión que
incide como una amenaza en ese barrio conservador en el que la vida
se considera inalterable en sus ritos, costumbres y creencias, y
donde los acomodados descartan cualquier alternativa.
Casi
veinte años después, Galaxia Gutenberg recupera esta novela, que
ganó el premio nacional de la Crítica, y que ya en su momento fue
considerada una obra maestra. Una novela imprescindible, situada en
la estela de la mejor narrativa europea del siglo xx. Esta edición
incluye un texto del autor en el que se desvelan algunas claves de su
creación.
Opinión
Personal:
No
me extraña que la editorial Galaxia Gutenberg decidiera reeditar
Romanticismo,
novela por la que Manuel Longares obtuvo el Premio de la Crítica de
narrativa castellana en 2001, y que en su momento fue considerada
como una obra maestra. El empujón definitivo que me animó a leerla
fue la reseña publicada en su día en el blog de Las Inquilinasde Netherfield. Cuando terminé su lectura me dije que hacía tiempo
que no disfrutaba tanto con una obra a la que no me atrevo a ponerle
calificativo alguno, porque estoy seguro que me quedaría corto. De
hecho, tengo muy claro que pasa a formar parte de mis libros de
cabecera, como catalogo a los que me han hecho pasar unos momentos
inolvidables a lo largo de mis años como lector.
(Pastelería Viena Capellanes-Madrid)
Pese
a que Romanticismo
es un tocho de 552 páginas, en ningún momento tuve en cuenta la
extensión de la historia que relata el narrador omnisciente.
Historia que es para degustar a fuego lento, porque la prosa
exquisita del escritor madrileño invita a ello. Pero también su
estilo narrativo invita a sonreír porque esa misma voz narrativa es
la responsable de nuestras reacciones ante lo que nos cuenta. Y es
que el lector se encontrará con episodios memorables, con los que se
deleitará, sonreirá e incluso me atrevería a decir que soltará
alguna risotada —en
mi caso, así fue—.
Tal y como están descritos invitan a imaginar cómo se desarrollan,
por lo que en más de una ocasión pedí que esas escenas se
alargasen un poco más, pese a que mi subconsciente me decía que
estaban plasmadas en su justa medida para causar el efecto deseado,
porque podía ocurrir que se rompiera ese embrujo que me tenía
hechizado por completo.
A
lo largo de tres partes bien diferenciadas, y que Manuel Longares
desarrolla bajo los títulos Sepulcro
de la memoria,
Desajustes
y Restauración,
el lector conoce un período crucial de la reciente historia de
España, que abarca aproximadamente medio siglo, y que finaliza en el
el año 1996, en el que tiene lugar el cambio de Gobierno que se
produjo tras los comicios del mes de marzo. Es la historia de tres
generaciones de una familia aburguesada que vive en reducto de la
alta sociedad como es el barrio de Salamanca, y al que el lector conocerá
como cogollito
por
el narrador,
término empleado con ironía y con el que se familiariza a lo
largo de la narración, al igual que con Sanra,
el lugar de veraneo que eligen los acomodados personajes, que no es
otro que San Rafael, en la provincia de Segovia, en plena Sierra de
Guadarrama. A través de esas tres partes en la que se estructura la
novela, el lector conoce la historia de la familia formada por
José Luis Arce y Pía Matesanz, su hija Virucha y doña Hortensia,
la mujer que acoge a su yerno en el piso que la familia habitaba en
la segunda planta de «una
construcción de principios de siglo levantada sobre terrenos de un
duque cuyo escudo engalanaba la fachada del inmueble»
(pág. 14). En estos tres personajes se refleja claramente la evolución de la sociedad española en la historia reciente del país, aunque quizás me fijara más en el papel que desempeña Pía Matesanz, porque me preguntaba si aceptaría ese cambio que se produce en España tras la muerte del Caudillo, y se mostraba preocupada al ver peligrar su estatus social y la bonanza de su economía. José Luis Arce atrae también la atención del lector, pero prefiero que sea él quien saque sus propias impresiones sobre este personaje. Como no podía ser de otra forma, en toda saga
familiar hay secretos —¿en
qué familia no los hay?—,
que sorprenderán sobre todo a Pía, por lo que para ella representa
la figura de su progenitora.
(Templete El Retiro-Madrid)
Romanticismo
es una novela en la que las costumbres y los episodios políticos
trascendentales de este país están muy presentes a lo largo de sus
páginas. Es sobre todo en la primera parte, Sepulcro
de la memoria,
en la que se percibe de una forma más clara los ritos, costumbres y
vicios que tenían las familias acomodadas del privilegiado barrio de
Salamanca, en el que el poder adquisitivo y el lujo se percibe en los
personajes que lo habitan. Algunos de sus habitantes «se
vanagloriaban de ser cosmopolitas, pero no solían rebasar las
fronteras de lo que despectivamente denominaban vaguadas»,
(pág. 71) salvo cuando llegaba la estación veraniega, en la que se
desplazaban a San Rafael para pasar el
período estival. El lector presencia los debates dominicales que
tienen lugar en la comida que preside doña Hortensia en su piso,
asiste a los conciertos a los que con tanta pasión acuden la
madre de Pía y Máxima Doltz, o a las sorprendentes reuniones que
preside en el Balmoral Javo Chicheri, en las que participa José Luis Arce, o bien acompañan a Pía y Fela del Monte a sus
citas en el Gregory´s, También presencia los encargos que realiza su madre a las criadas en
los locales que ordena, según fuera el producto que tienen que
comprar, caso de la pastelería Viena Capellanes, so pena de recibir
una buena reprimenda si la encargada de turno no cumplía con el
cometido exigido. Aunque el lector también visita el barrio de
Goya, porque en la calle Duque de Sesto viven Marta Pombo y Santos
Panizo, quien administraba los bienes de los ociosos del barrio de
Salamanca, o se topará con Monjardín, porque atrae la atención
del lector, ya que me pregunté en más de una ocasión qué relación podía haber entre
este personaje y la familia de Pía Montesanz, aunque también atrae su atención su nombre de pila, porque es como para no acordarse
de cómo se llama este personaje. Los episodios políticos trascendentales
están reflejados en la trama de tal forma que algunos de los
personajes se ven implicados en ellos, según la ideología a la que
están adscritos. Y es que tras el fallecimiento del Caudillo unos
temen perder sus privilegios, y otros ven que les ha llegado la
oportunidad ansiada con la llegada de la democracia pese a que
también presienten cómo se puede tambalear tras el golpe de estado del
23 de febrero de 1981, o la victoria socialista en las elecciones de
octubre de 1982 «—Ni
Sesé ni sasán. Ha ganado la puta base, marido, a ver si te enteras
y se lo dices al ermitaño ese, ni más ni menos que la puta base.
Tan convincente se mostraba Marta Pombo esa mañana que Panizo alentó
la posibilidad que les sonriese la historia»(428).
Manuel
Longares muestra la maestría que tiene para parodiar un período tan
crucial de la historia reciente de España, como fue el de la
Transición y el asentamiento de la democracia, que era cada vez más
palpable, utilizando como recurso el relato distendido, en el que se
siente como pez en el agua la voz narrativa a la hora de reflejar
todo lo que sucede, sobre todo, en torno a los estertores del
Caudillo —como
así llaman a Franco en la novela, tanto el narrador como los
personajes —«¡El
corazón del Caudillo —blasonaba Javo Chicheri en la tertulia de
Balmoral— Berroqueño de Guisando, soplete de las Españas, timbal,
escudo y ventilador... »
(pág. 21).
El escritor madrileño sabe cómo amoldar a la narración episodios
que protagonizan algunos de los personajes que conforman el elenco de
la trama, en los que se provocan semejantes vuelcos narrativos en su
desarrollo que logran, cuando menos, impresionar al lector en el
momento en el que se topa con tales escenas. Pero no se olvide que la
Transición fue un período de grandes y graves sobresaltos, por lo
que estos no podían faltar en esta historia, en la que los atentados
y las muertes repentinas están presentes, y sorprenden a la par que
impactan al lector, porque estos episodios están protagonizados por
personajes que tienen destacada presencia entre el amplio elenco que
desfila por las páginas de esta novela. En este apartado, el autor
vuelve a hacer gala de la maestría a la que ya me referí al
comienzo de este párrafo, porque ensambla estos episodios que acabo
de comentar de tal forma que en ningún momento me di cuenta de que
se alternaban con otros en los que no faltan la ironía, el sarcasmo
o el humor fino. Ese ensamblaje tiene lugar también en los saltos
temporales porque, sin apenas darme cuenta, tan pronto me encontraba
en el presente como era sorprendido por una pirueta que daba la voz
narrativa con la que me trasladaba años atrás, ya que también
relata episodios que nos llevan a la posguerra y sobre todo al
tardofranquismo.
(San Rafael-Segovia)
En
mi modesta opinión, diría que el relato distendido que menciono en
el párrafo anterior se aprecia más en la primera parte,
Romanticismo,
ralentizándose su presencia en la segunda y todavía más en la
tercera y última. En mi modesta opinión, entiendo que esa
disminución del ritmo distendido refleja el cambio hacia un período
en el que se presiente que la democracia se va asentando poco a poco,
pese a la inquietud e inseguridad sobre la que se asienta el devenir
de los personajes que viven en el privilegiado barrio de Salamanca,
quienes temían perder la vida ociosa que llevaban por su condición
social. El lector comprueba cómo unos personajes que gozan de una
vida acomodada son relevados por otros que tienen una conciencia más
clara de lo que está sucediendo en el país, y sienten que ha
llegado su oportunidad de mostrarse ante quienes paseaban su pedigrí
con altanería.
Manuel
Longares construye un universo de personajes acorde con el período
que les toca vivir, y que suponen con el transcurrir de los años un
gran cambio para el país, y sobre todo para la sociedad. Y digo
universo porque junto a los miembros de la familia Arce-Matesanz, hay
que añadir un numeroso elenco de personajes secundarios, al estilo
de las grandes obras de los escritores clásicos. Pero no se me
asuste el lector por esto que acabo de comentar, porque en un
principio da la impresión de que se va a formar un lío de padre y
muy señor mío con todos ellos, pero están trazados de tal forma
que poco a poco se irá quedando con los nombres de los que más
presencia o relevancia tienen a lo largo de la novela. Estos
personajes son un fiel reflejo de la sociedad de la época, y a los
que vamos situando en una ideología u otra tras el fallecimiento del
Caudillo. Otro tanto pasa con las diferencias sociales, que están
bien definidas en la primera parte de la novela, en la que es más
visible la estructura piramidal, pero ya se percibe el cambio que
supondría para el país el episodio luctuoso vivido en noviembre de
1975. En este sentido, destacaría el papel que desempeñan las
criadas, porque si en la primera generación de esta familia
desempeñaban una labor más estricta, el lector percibe cómo va
cambiando con el paso de los años esa rigidez servicial que
mantenían en tiempos de doña Hortensia. Son un ejemplo de ese cambio que se produce en el servicio de la casa la ciclópea y lugarteniente de doña Hortensia, Domi, Wences o Bea Fernández —«Si yo tuviera la figura de la señora, tomaría dulces hasta caerme.» (pág. 249). son un ejemplo del cambio que se está produciendo en España. Si algo distingue a los
personajes que desfilan por las páginas de Romanticismo
es el santoral que utiliza el escritor madrileño para «bautizarlos»
porque, como se suele decir en estos casos, vaya cruz que les ha
tocado llevar a algunos. A parte del elenco ya los mencioné en el
tercer y cuarto párrafo de esta reseña, a otros los conocerá el
lector a medida que se desarrolla la trama, si decide afrontar la
lectura de esta novela.
Romanticismo es
una novela que tiene unos ingredientes muy atractivos, por la que
desfilan un elenco de personajes que son fiel reflejo del cambio que
se vive en España durante el período que abarca la trama. El estilo
narrativo de Manuel Longares es directo, muy cuidado, con el que se
amolda a la voz narrativa para que transmita al lector todo lo que
sucede en modo parodia, ironía, sarcasmo y humor fino, recurriendo
cuando la ocasión es propicia al personaje de Caty Labaig, por
aquello de que era periodista y publicaba sus crónicas de sociedad
en el diario ABC. Se produce un cambio en el que narrador utiliza un
tono más serio sobre todo en las dos últimas partes, si bien no
están exentos de escenas en las que se perciben rasgos propios de la
primera parte. La lectura es pausada y, pese a que domina la
narración frente al diálogo, el ritmo narrativo se mantiene
constante, sobre todo influenciado por los recursos que utiliza el
autor para que el lector esté pendiente de todo lo que ocurre a lo
largo del desarrollo de la trama, pues se encontrará con una
sucesión de episodios en los que tienen lugar escenas que atraen su
atención. Como ya comenté en el primer párrafo de esta reseña,
tengo muy claro que
Romanticismo
pasa a formar parte de mis libros de cabecera, como catalogo a los
que me han hecho pasar unos momentos inolvidables a lo largo de mis
años como lector. No dudo en recomendarlo, porque el lector tiene
ante si otra perspectiva con la que conocer la reciente historia de
España.
Biografía:
Nació
en Madrid en 1943. Sus tres primeras novelas:
La
novela del corsé
(1979),
Soldaditos
de Pavía
(1984)
y Operación
Primavera
(1992),
pertenecen al ciclo experimental titulado La
vida de la letra
(Galaxia
Gutenberg, 2014). La novela siguiente, No
puedo vivir sin ti
(1995),
sirve de transición al ciclo formado por Romanticismo
(2001)
y Nuestra
epopeya
(2006).
Sus últimas novelas son Los
ingenuos
(2013),
El
oído absoluto
(2016)
y Sentimentales
(2018).
Es autor de dos libros de cuentos: Extravíos
(1999)
y La
ciudad sentida
(2007)
y de uno de relatos, Las
cuatro esquinas
(2011).
Ha traducido el libro de sonetos de J. V. Foix, Sol,
i de dol
(Solo
y dolido,
1993). Premio Nacional de la Crítica por Romanticismo
(reeditado
por Galaxia Gutenberg en 2019), ha recibido también el Ramón Gómez
de la Serna, el NH de relatos, el Francisco Umbral y el premio de los
Libreros de Madrid.
Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor, tomados de la web de la editorial. Imagen de la Pastelería Viena Capellanes, tomada de Wikipedia. Imagen del Templete del Parque del Retiro en Madrid, tomada de la web flickr. Fotografía de San Rafael (Segovia), tomada de la web del Diario ABC.
Se nota cómo has disfrutado de este libro y que lo recomiendas fervientemente. A mí, con eso, ya me vale. Voy a ver si por casualidad está por la biblioteca materna, siempre llena de pequeños tesoros.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda se nota que te lo has pasado bien con esta lectura. Un libro a tener en cuenta, me gusta esa ironía y sarcasmo que explicas tiene la novela. Me gusta también la época que trata en la España en pleno cambio y ver las tramas de esta familia del madrileño barrio de Salamanca tiene que ser curioso y divertido. Un abrazo
ResponderEliminarComo sabes la novela histórica en sí misma no me atrae. Se nota a lo largo de tu reseña que la has disfrutado mucho pero yo, al menos de momento, la descarto por completo.
ResponderEliminarUn saludo.
Aunque es una tontería, no me habría acercado a este libro porque la portada no me llama nada la atención, jeje. Tomo nota porque has dicho que es un libro con el que te has divertido. :)
ResponderEliminarBesos!
Yo la leí cuando se publicó y me gustó, pero no llegó a entusiasmarme. Trs leer hace poco una reseña en "El blog de Juan Carlos" y ver que, según el autor, las ediciones posteriores han variado algo y han quedado más redondas, he decidido volver a leerlo.
ResponderEliminarLa verdad es que recuerdo muy poco de la novela. Vuestras reseñas me han traído cosas a la cabeza, pero muy levemente.
Me ha venido bien que me lo recuerdes en esta reseña tan completa
Un beso.
La leí hace tiempo cuando trabajaba para el periódico Levante, fue todo un bombazo pero a mí entender poco valorada narrativa y estructuralmente. Un buen sector la tachó de "Otra novela sobre lo de siempre, guerra-post guerra" Y digo yo: Vamos a ver Almas de Cántaro ¿Y no es lo de siempre la novela Romántica, la negra, la histórica? Por esa regla de tres no leeríamos nada más que una novela por género, si siempre son los mismos temas . Sería como decir: esa película ya la he visto, con solo salir el león de la Metro 🙄🙄🙄
ResponderEliminarMe parece genial esta reedición.
Besos 💋💋💋
¡Buen trabajo! Tomamos nota como próxima lectura.
ResponderEliminarUn saludo desde Libroveolibroleo
Cómo se nota que la has disfrutado. Imposible no llevármela apuntada!
ResponderEliminarBesotes!!!
La verdad es que no lo conocía, pero creo que me puede gustar mucho, muchas gracias por el descubrimiento, me lo apunto. Besos.
ResponderEliminarNo lo conocía, pero me llama lo que cuentas. Le echaré un ojo
ResponderEliminarBesos
Hola Paco , una reseña muy entusiasta, se nota que has disfrutado con el libro. Me lo llevo sin dudar que estoy segura que a mi también me gustará. Besinos.
ResponderEliminarPUes ni idea ehh pero qué gusto este tipo de reediciones. Asomarse a esa época de España es algo que me gusta. Creo que la podría disfrutar. Para mí es una manera de conocer más aquel momento que le tocó vivir a mis padres. Besos
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarGracias por tan maravillosa reseña, plasma perfectamente lo que has disfrutado del libro, que por cierto me lo llevo anotado.
Acabo de descubrir tu blog y me quedo por aquí, tengo la intuición que voy a aprender y disfrutar mucho.
Besotes.
¡Hola!
ResponderEliminarHace años, leí su novela Los ingenuos, que me encantó. Siempre me dije que repetiría con el autor, con lo que hace unos meses me compré un volumen que recoge sus tres primeras novelas: La vida de la letra. Recopilación que pretendo leer esta cuarentena XD
Y, como veo lo que te ha gustado esta, me la apunto también. A ver, sí que es verdad que prefiero que los protas sean de clase media-baja antes que burgueses como los de Romanticismo, pero habrá que leer de todo jejej
En fin, que me ha encantado tu entrada =)
¡Un saludo!
Pues no lo conocía, me gusta tu reseña y lo que has contado es una buena forma de ver nuestra historia más reciente a través de esa familia. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarBesos
Yo no lo he leído (lo leyó y lo reseñó MB), pero sí que sé porque me lo comentó ella en su momento que le apasionó la novela, la disfrutó muchísimo. De hecho, para el reto Serendipia de este año es una de las recomendaciones que propusimos desde Netherfield. Me alegro un montón de que tú tambián la hayas disfrutado tantísimo. Qué poco conocido es este libro, por cierto, apenas lo he visto reseñado en la blogosfera...
ResponderEliminar¡Besote!