Hoy os traemos una novela de Almudena Grandes, Castillos de cartón. Y digo os traemos porque desde hace quince días el blog cuenta con un equipo de redacción, a parte de mis reseñas y demás información que os vaya facilitando.
La autora de la reseña de hoy es Ana Blasfuemia, del blog Lo que leo lo cuento.
Sinopsis:
María José Sánchez trabaja de tasadora de arte en una casa madrileña de subastas. Un día recibe la llamada de un antiguo compañero y amante, Jaime González, anunciándole que su común amigo, Marcos Molina Schulz, se ha suicidado. La noticia no sólo devuelve a la narradora a su época de estudiante de Bellas Artes, cuando todavía soñaba con ser pintora, sino que le hace revivir la torrencial historia de amor que vivieron los tres cuando ella apenas tenía veinte años. Con la amarga emoción de lo que se siente irrecuperable, María José reconstruye los detalles de aquella pasión triangular, imposible y excesiva, la alegría desbordante con que exploraron el sexo, la intimidad sin tapujos recién estrenada, la entrega cómplice y excluyente a la pintura. Fueron destellos de una felicidad intensa, verdadera, que sólo acabaron ensombreciendo los celos de los amantes y la injusta negociación con el talento de los tres aprendices de artista.
Datos técnicos:
Título: Castillos de Cartón
Autora: Almudena Grandes
Tusquets Editores (1ª edición, febrero 2004)
ISBN: 978-84-8310-259-6
Nº páginas: 208 pág.
Vaya por delante que no soy una lectora imparcial de Almudena Grandes. Ni quiero.
He leído "Castillos de cartón" como hago siempre: independientemente de otras novelas de Almudena. No las comparo. Hacía tiempo que no leía nada suyo, ni siquiera me he leído aún ninguno de sus dos libros de los "Episodios de una guerra interminable", porque Almudena Grandes me agota, no me permite saltarme ni una coma, no la puedo leer del tirón, tengo que tomar aire para seguir leyendo. Y al leer "Castillos de cartón" he comprendido el porqué.
"Castillos de cartón" se desarrolla en Madrid en los años 80 (concretamente 1984-1985), la época de la movida. Pero referencia a la movida es solo eso: una refeencia, porque no nos habla de la movida pero sí nos sitúa en el pensamiento de esos años: años de liberación pero con lastre de la moralidad de los anos anteriores:
"Estábamos en 1984, teníamos veinte años, el mundo todavía caminaba hacia delante, Madrid era el mundo y yo estaba en el medio, dispuesta a tragármelo sin tomare la molestia de masticar antes de cada bocado. Diez años antes, aquella escena no habría podido suceder. Diez años después, habría sido igual de imposible. Pero estábamos en 1984 y teníamos veinte años, Madrid tenía veinte años, España tenía veinte años y todo estaba en su sitio, un pasado oscuro, un presente luminoso, y la flecha que señalaba en la dirección correcta hacia lo que entonces creíamos que sería el futuro. Aquél fue nuestro riesgo, y nuestro privilegio”
Así nos sitúa Almudena, nos da el contexto espacio-temporal para contarnos la historia de un triángulo amoroso. Aunque en realidad, hablar de “pasión triangular” es faltar a la verdad: no se trata de una relación triangular, los dos chicos (Marcos y Jaime) no mantienen relación entre sí, la relación es entre José (no confundirse: es una chica) y los dos chicos, y los dos chicos con José. En ningún momento es un triángulo, quizá sea otra figura geométrica, pero no un triángulo, los tres protagonistas no están unidos entre sí por la misma pasión sexual y amorosa.
No es el triángulo clave de esta novela, sino el número: el tres. El libro está dividido en cuatro partes:
1) El arte (donde el tres es un número impar)
2) El sexo (donde el tres es un número aparte, un número diferente y especial)
3) El amor (done el tres es un número par y se produce el desequilibrio, la balanza y el fluir de las emociones ya no son iguales ni bidireccionales)
4) La muerte (el tres ya no es ni siquiera un número)
Toda la historia está centrada en los tres protagonistas y su relación por lo que, pese a ser (atípicamente) una novela corta, la intensidad hace aue parezca más larga de lo que realmente es.
Una de las cosas que más me gusta de Almudena Grandes es su capacidad para transmitir lo especial, que es la normalidad. La sensibilidad y lo especial que hay en cada uno de los seres más normales (y por lotanto identificables, nos reconocemos con ellos) es algo que me transmite de una forma tan fácil que me fascina. Por eso sus personajes tienen nombres tan comunes (no necesitan destacar con nombres llamativos): María José Sánchez, Jaime González, Marcos Molina...
En esa recreación de lo cotidiano, Almudena no hace trampas, y serán precisamente los aspectos más cotidianos y mundanos lo que lleve a los protagonistas al desenlace. Porque en el día a día, lo cotidiano nos aleja de lo sublime, de lo emocional, de lo intuitivo; los códigos morales no escritos, las ataduras de la educación familiar suponen muchas veces un lastre, las obligaciones que nos impone la sociedad y que asumimos como propias nos hace cuestionar cada paso que damos por alejarnos de lo material. Y ahí, insisto, Almudena no hace trampas y esos elementos tienen su papel en la historia.
En esta novela aparecen muchas de las constantes de su autora: los contrastes y contradicciones personales, la memoria (como algo que perdemos, más que como algo que recuperamos), las dudas, las inseguridades, la culpa (¡ese lastre que nos ponemos!). El lenguaje de Almudena siempre es muy descriptivo, apenas deja resquicio para que el lector improvise. Tiene una capacidad tremenda, inmensa y poderosa para describir sensaciones, emociones, lo invisible, el espacio íntimo de los personajes, su mundo interior. Todo ello en un contexto tan cotidiano que, insisto, siempre te reconoces en alguna parcela del mundo que nos crea Almudena Grandes.
Tengo que hacer alguna crítica al libro y la voy a hacer precisamente respecto a la caracterización de los personajes: aunque la novela está centrada en ellos, son protagonistas absolutos, y pese a que sí, los entiendes, los comprendes, los identificas y te identificas en algún momento con ellos…; pese a eso, creo que Almudena podría haber profundizado más en la caracterización de los personajes.
Marcos, quizá el más atractivo (como personaje) de los tres, queda a veces algo desdibujado y borroso. Y es una lástima porque es, probablemente, el que ofrece más matices: tímido, introvertido, observador, inseguro. Jaime responde a un patrón más conocido y reconocible: joven no muy agradiado físicamente pero que lo compensa con inteligencia, capacidad de liderazgo y simpatía. José es a quien mejor conocemos (probablemente tenga un perfil autobiográfico; al fin y al cabo, Almudena Grandes empezó a escribir porque no sabía dibujar), no le gusta pensar, no quiere domplicarse la vida cuestinándose cosas. Sabe, porque es inteligente, pero prefiere vivir el momento sin más.
Hay un momento de la historia en la que todo se precipita: el cambio que se produce en los tres sucede de una forma tan rápida que me he quedado con la sensación de que realmente Almudena necesitaba más páginas y no sé si por falta de tiempo, necesidad o compromiso de publicar en una fecha concreta, o lo que sea, pero Almudena nos "roba" una parte de la historia. O, más bien, nos la ofrece con cierta precipitación.
Aunque la novela empieza narrando las ambiciones artísticas de los tres jóvenes (es la parte en donde la calidad literaria de Almudena es más evidente), luego se centra en la relación entre los tres. Personalmente pienso que es un pequeño error, porque si bien la peculiar relación que mantienen es muy atractiva y está muy bien construida por la mano de Almudena Grandes, sin embargo nos desdibuja a los personajes porque se quedan incompletos al parecer que únicamente viven durante meses y meses esa relación, como si de repente sus proyectos artísticos apenas existieran. Y sin embargo, las ambiciones personales de cada uno en ese aspecto serán importantes para el transcurrir de la relación entre los tres.
Decía al principio que esta autora me agotaba y que nunca había comprendido porqué. Pero ahora me he dado cuenta que no es únicamente por la intensidad de lo que me transmite. Ya sé (ahora lo sé) que es algo que muchos críticos le reprochan, pero yo no me había dado cuenta hasta ahora (tengo mi propio ritmo). Y es que abusa mucho, muchísimo, de los adjetivos, y tiene ese ritmo siempre (curioso): de tres en tres (parece que es el número de Almudena, habrá que investigarlo). Unos pocos ejemplos (pero hay muchísimos más, incluso varios en la misma página):
"... el desafío de pintar el lado bueno de las cosas injustas, desgraciadas o tristes."
" Un gris casi blanco, amable, plateado, resplandecía en su enorme frente@
"Le pinté dormido y despierto, alegre y llorando, quieto y en movimiento, entero y por piezas."
"...no podría reprochárselo jamás porque le quería, porque le entendía, porque le envidiaba."
Pero es capaz de hacerlo dos veces en una misma frase: "Cada uno de nuestros movimientos, de nuestras palabras, de nuestros gestos, parecía sincronizado, calculado, integrado en una secuencia perfecta que no había llegado a tener un principio y jamás podría alcanzar un final"
“.. porque él lo absorbía todo, lo masticaba todo, se lo bebía todo, y nos dejaba limpios, secos, exhaustos..”
Y más de dos veces tres: “Qué bien, pensé, qué bien, mientras nos besábamos, y nos acariciábamos, y nos desnudábamos de la manera torpe, ineficaz y confusa que resultaba del colocón que ambos compartíamos, tardamos mucho tiempo en progresar, flotábamos, teníamos la cabeza llena de humo y nos hacíamos un lío con las mangas, con los botones, con las cremalleras, pero todo daba igual, qué bien, pensaba yo, pero qué bien, me gustaba tanto besar a Marcos, acariciarle, desnudarle, sentir sus labios, sus manos, sus dedos, todo su cuerpo contra el mío, qué bien..”
Podría seguir poniendo ejemplos, he subrayado muchos y me he dejado muchos más sin subrayar. El caso es que este lenguaje tan sumamente descriptivo, repetitivo, si bien nos habla mucho de la riqueza del lenguaje de Almudena también me provoca agotamiento porque además no me deja un hueco para que mi imaginación aporte. Almudena no insinúa, le pone palabras a todo. Y a veces, al menos yo, necesito formar parte de la historia que leo intuyendo, leyendo entre líneas. Almudena no me deja, tiene palabras y no sólo una, tiene varias y las utiliza todas.
¿Es un libro que recomiendo?. Pues sí. Yo siempre recomiendo a Almudena Grandes. Tal vez no sea el mejor libro de esta escritora, pero "mejor o peor" son términos relativos y subjetivos. Esta autora siempre ofrece algo en sus novelas, nunca "te vas" de vacío. Así que ¡¡claro que lo recomiendo!!.
Hace tiempo vi una película llamada Un hombre enamorado, de Diane Kurys y anoté esta conversación que me quedó grabada:
- Ella: "Si amas a dos personas a la vez, traicionarás a las dos".
-Él: "Si piensas que solo puedes amar a una persona, te traicionas a ti mismo".
Reseña de Ana Blasfuemia, del blog Lo que leo lo cuento.
La autora:
Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Su novela más reciente, Inés y la alegría, ha merecido el Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Con ella inauguraba la serie Episodios de una Guerra Interminable, cuya segunda entrega es El lector de Julio Verne.
Fuentes: portada, sinopsis y fotografía de la autora tomadas de tusquets editores. La película a la que hace mención en la reseña direcciona a la web de filmaffinity.
Sinopsis:
María José Sánchez trabaja de tasadora de arte en una casa madrileña de subastas. Un día recibe la llamada de un antiguo compañero y amante, Jaime González, anunciándole que su común amigo, Marcos Molina Schulz, se ha suicidado. La noticia no sólo devuelve a la narradora a su época de estudiante de Bellas Artes, cuando todavía soñaba con ser pintora, sino que le hace revivir la torrencial historia de amor que vivieron los tres cuando ella apenas tenía veinte años. Con la amarga emoción de lo que se siente irrecuperable, María José reconstruye los detalles de aquella pasión triangular, imposible y excesiva, la alegría desbordante con que exploraron el sexo, la intimidad sin tapujos recién estrenada, la entrega cómplice y excluyente a la pintura. Fueron destellos de una felicidad intensa, verdadera, que sólo acabaron ensombreciendo los celos de los amantes y la injusta negociación con el talento de los tres aprendices de artista.
Datos técnicos:
Título: Castillos de Cartón
Autora: Almudena Grandes
Tusquets Editores (1ª edición, febrero 2004)
ISBN: 978-84-8310-259-6
Nº páginas: 208 pág.
Vaya por delante que no soy una lectora imparcial de Almudena Grandes. Ni quiero.
He leído "Castillos de cartón" como hago siempre: independientemente de otras novelas de Almudena. No las comparo. Hacía tiempo que no leía nada suyo, ni siquiera me he leído aún ninguno de sus dos libros de los "Episodios de una guerra interminable", porque Almudena Grandes me agota, no me permite saltarme ni una coma, no la puedo leer del tirón, tengo que tomar aire para seguir leyendo. Y al leer "Castillos de cartón" he comprendido el porqué.
"Castillos de cartón" se desarrolla en Madrid en los años 80 (concretamente 1984-1985), la época de la movida. Pero referencia a la movida es solo eso: una refeencia, porque no nos habla de la movida pero sí nos sitúa en el pensamiento de esos años: años de liberación pero con lastre de la moralidad de los anos anteriores:
"Estábamos en 1984, teníamos veinte años, el mundo todavía caminaba hacia delante, Madrid era el mundo y yo estaba en el medio, dispuesta a tragármelo sin tomare la molestia de masticar antes de cada bocado. Diez años antes, aquella escena no habría podido suceder. Diez años después, habría sido igual de imposible. Pero estábamos en 1984 y teníamos veinte años, Madrid tenía veinte años, España tenía veinte años y todo estaba en su sitio, un pasado oscuro, un presente luminoso, y la flecha que señalaba en la dirección correcta hacia lo que entonces creíamos que sería el futuro. Aquél fue nuestro riesgo, y nuestro privilegio”
Así nos sitúa Almudena, nos da el contexto espacio-temporal para contarnos la historia de un triángulo amoroso. Aunque en realidad, hablar de “pasión triangular” es faltar a la verdad: no se trata de una relación triangular, los dos chicos (Marcos y Jaime) no mantienen relación entre sí, la relación es entre José (no confundirse: es una chica) y los dos chicos, y los dos chicos con José. En ningún momento es un triángulo, quizá sea otra figura geométrica, pero no un triángulo, los tres protagonistas no están unidos entre sí por la misma pasión sexual y amorosa.
No es el triángulo clave de esta novela, sino el número: el tres. El libro está dividido en cuatro partes:
1) El arte (donde el tres es un número impar)
2) El sexo (donde el tres es un número aparte, un número diferente y especial)
3) El amor (done el tres es un número par y se produce el desequilibrio, la balanza y el fluir de las emociones ya no son iguales ni bidireccionales)
4) La muerte (el tres ya no es ni siquiera un número)
Toda la historia está centrada en los tres protagonistas y su relación por lo que, pese a ser (atípicamente) una novela corta, la intensidad hace aue parezca más larga de lo que realmente es.
Una de las cosas que más me gusta de Almudena Grandes es su capacidad para transmitir lo especial, que es la normalidad. La sensibilidad y lo especial que hay en cada uno de los seres más normales (y por lotanto identificables, nos reconocemos con ellos) es algo que me transmite de una forma tan fácil que me fascina. Por eso sus personajes tienen nombres tan comunes (no necesitan destacar con nombres llamativos): María José Sánchez, Jaime González, Marcos Molina...
En esa recreación de lo cotidiano, Almudena no hace trampas, y serán precisamente los aspectos más cotidianos y mundanos lo que lleve a los protagonistas al desenlace. Porque en el día a día, lo cotidiano nos aleja de lo sublime, de lo emocional, de lo intuitivo; los códigos morales no escritos, las ataduras de la educación familiar suponen muchas veces un lastre, las obligaciones que nos impone la sociedad y que asumimos como propias nos hace cuestionar cada paso que damos por alejarnos de lo material. Y ahí, insisto, Almudena no hace trampas y esos elementos tienen su papel en la historia.
En esta novela aparecen muchas de las constantes de su autora: los contrastes y contradicciones personales, la memoria (como algo que perdemos, más que como algo que recuperamos), las dudas, las inseguridades, la culpa (¡ese lastre que nos ponemos!). El lenguaje de Almudena siempre es muy descriptivo, apenas deja resquicio para que el lector improvise. Tiene una capacidad tremenda, inmensa y poderosa para describir sensaciones, emociones, lo invisible, el espacio íntimo de los personajes, su mundo interior. Todo ello en un contexto tan cotidiano que, insisto, siempre te reconoces en alguna parcela del mundo que nos crea Almudena Grandes.
Tengo que hacer alguna crítica al libro y la voy a hacer precisamente respecto a la caracterización de los personajes: aunque la novela está centrada en ellos, son protagonistas absolutos, y pese a que sí, los entiendes, los comprendes, los identificas y te identificas en algún momento con ellos…; pese a eso, creo que Almudena podría haber profundizado más en la caracterización de los personajes.
Marcos, quizá el más atractivo (como personaje) de los tres, queda a veces algo desdibujado y borroso. Y es una lástima porque es, probablemente, el que ofrece más matices: tímido, introvertido, observador, inseguro. Jaime responde a un patrón más conocido y reconocible: joven no muy agradiado físicamente pero que lo compensa con inteligencia, capacidad de liderazgo y simpatía. José es a quien mejor conocemos (probablemente tenga un perfil autobiográfico; al fin y al cabo, Almudena Grandes empezó a escribir porque no sabía dibujar), no le gusta pensar, no quiere domplicarse la vida cuestinándose cosas. Sabe, porque es inteligente, pero prefiere vivir el momento sin más.
Hay un momento de la historia en la que todo se precipita: el cambio que se produce en los tres sucede de una forma tan rápida que me he quedado con la sensación de que realmente Almudena necesitaba más páginas y no sé si por falta de tiempo, necesidad o compromiso de publicar en una fecha concreta, o lo que sea, pero Almudena nos "roba" una parte de la historia. O, más bien, nos la ofrece con cierta precipitación.
Aunque la novela empieza narrando las ambiciones artísticas de los tres jóvenes (es la parte en donde la calidad literaria de Almudena es más evidente), luego se centra en la relación entre los tres. Personalmente pienso que es un pequeño error, porque si bien la peculiar relación que mantienen es muy atractiva y está muy bien construida por la mano de Almudena Grandes, sin embargo nos desdibuja a los personajes porque se quedan incompletos al parecer que únicamente viven durante meses y meses esa relación, como si de repente sus proyectos artísticos apenas existieran. Y sin embargo, las ambiciones personales de cada uno en ese aspecto serán importantes para el transcurrir de la relación entre los tres.
Decía al principio que esta autora me agotaba y que nunca había comprendido porqué. Pero ahora me he dado cuenta que no es únicamente por la intensidad de lo que me transmite. Ya sé (ahora lo sé) que es algo que muchos críticos le reprochan, pero yo no me había dado cuenta hasta ahora (tengo mi propio ritmo). Y es que abusa mucho, muchísimo, de los adjetivos, y tiene ese ritmo siempre (curioso): de tres en tres (parece que es el número de Almudena, habrá que investigarlo). Unos pocos ejemplos (pero hay muchísimos más, incluso varios en la misma página):
"... el desafío de pintar el lado bueno de las cosas injustas, desgraciadas o tristes."
" Un gris casi blanco, amable, plateado, resplandecía en su enorme frente@
"Le pinté dormido y despierto, alegre y llorando, quieto y en movimiento, entero y por piezas."
"...no podría reprochárselo jamás porque le quería, porque le entendía, porque le envidiaba."
Pero es capaz de hacerlo dos veces en una misma frase: "Cada uno de nuestros movimientos, de nuestras palabras, de nuestros gestos, parecía sincronizado, calculado, integrado en una secuencia perfecta que no había llegado a tener un principio y jamás podría alcanzar un final"
“.. porque él lo absorbía todo, lo masticaba todo, se lo bebía todo, y nos dejaba limpios, secos, exhaustos..”
Y más de dos veces tres: “Qué bien, pensé, qué bien, mientras nos besábamos, y nos acariciábamos, y nos desnudábamos de la manera torpe, ineficaz y confusa que resultaba del colocón que ambos compartíamos, tardamos mucho tiempo en progresar, flotábamos, teníamos la cabeza llena de humo y nos hacíamos un lío con las mangas, con los botones, con las cremalleras, pero todo daba igual, qué bien, pensaba yo, pero qué bien, me gustaba tanto besar a Marcos, acariciarle, desnudarle, sentir sus labios, sus manos, sus dedos, todo su cuerpo contra el mío, qué bien..”
Podría seguir poniendo ejemplos, he subrayado muchos y me he dejado muchos más sin subrayar. El caso es que este lenguaje tan sumamente descriptivo, repetitivo, si bien nos habla mucho de la riqueza del lenguaje de Almudena también me provoca agotamiento porque además no me deja un hueco para que mi imaginación aporte. Almudena no insinúa, le pone palabras a todo. Y a veces, al menos yo, necesito formar parte de la historia que leo intuyendo, leyendo entre líneas. Almudena no me deja, tiene palabras y no sólo una, tiene varias y las utiliza todas.
¿Es un libro que recomiendo?. Pues sí. Yo siempre recomiendo a Almudena Grandes. Tal vez no sea el mejor libro de esta escritora, pero "mejor o peor" son términos relativos y subjetivos. Esta autora siempre ofrece algo en sus novelas, nunca "te vas" de vacío. Así que ¡¡claro que lo recomiendo!!.
Hace tiempo vi una película llamada Un hombre enamorado, de Diane Kurys y anoté esta conversación que me quedó grabada:
- Ella: "Si amas a dos personas a la vez, traicionarás a las dos".
-Él: "Si piensas que solo puedes amar a una persona, te traicionas a ti mismo".
Reseña de Ana Blasfuemia, del blog Lo que leo lo cuento.
La autora:
Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Su novela más reciente, Inés y la alegría, ha merecido el Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Con ella inauguraba la serie Episodios de una Guerra Interminable, cuya segunda entrega es El lector de Julio Verne.
Fuentes: portada, sinopsis y fotografía de la autora tomadas de tusquets editores. La película a la que hace mención en la reseña direcciona a la web de filmaffinity.
Soy bastante incondicional de esta escritora, así que le perdono los fallos que pueda tener. Este libro me gustó, aunque es verdad que no tanto como otros de la autora. Un beso
ResponderEliminarPues no he leído nada de ella, pero tampoco me apetece. Lo que cuentas de la descripción, que a ti te agota siendo una incondicional, yo no lo pasaría.
ResponderEliminarYo todavía no me he estrenado con esta autora por lo que antes de hacerme con este creo que prefiero leer algún otro que me llama más
ResponderEliminarbesos
Me encanta Almudena Grandes. Siempre me ha parecido una autora imprescindible y todo lo que he leído de ella ha conseguido llegarme.
ResponderEliminarMe apunto esta novela.
Gracias por la recomendación.
No he leído nada de esta autora todavía pero no creo que me inicie con este.
ResponderEliminarBesos,
Qué curioso lo que comentas de los tres adjetivos Ana, cuando me estrene con la autora seguro que no evitaré fijarme en ese detalle!
ResponderEliminarGracias por los comentarios... En verdad creo que ALmudena Grandes es una autora imprescindible y que hay que leer, aunque sea para criticarla. Personalmente, como comento, me gusta su "intensidad", aunque me agote. Y es curioso, porque no me había dado cuenta de lo de los adjetivos (que era eso lo que me agotaba, y que no dejaba un resquicio a lector) hasta leer este libro.
ResponderEliminarAunque no sea con este libro, tiene varios entre los que escoger, recomiendo a quien no conozca a esta escritora acercarse a alguna lectura suya.
Saludos!
A mi me gusta Almudena Grandes, es cierto que puede resultar incluso densa en sus formas, pero tiene una forma inigualable de recrear ambientes a partir de detalles.
ResponderEliminarBesos
No he leído a la autora, pero tendré su nombre presente por si me topo con alguna de sus obras, en especial esta, gracias.
ResponderEliminarBesos.
Muy buena reseña! Y sí, no es de los mejores libros de Almudena, pero se disfruta igualmente.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me acerquè durante un tiempo a Almudena Grandes y me gustaba todo lo que escribía, aunque este libro no me suena. Sin embargo cuando empecé a leer Inés y la alegría me quedé plof.. no lo pude terminar. Este me lo apunto porque me gusta lo que cuentas. A ver si retomo a la autora. Besos.
ResponderEliminarA Almudena Grandes siempre se la disfruta: literariamente siempre me sorprende por los detalles, por (como comenta mientrasleo) por los ambientes. Pero me encanta como recrea también las sutilezas de las personas.
ResponderEliminarDurante años fui incondicional de Almudena Grandes y he leído todos sus libros salvo los dos últimos, paré en El corazón helado porque me costó Dios y ayuda acabarlo, no me gustó nada y desde entonces no he vuelto a acercarme a ella. Éste que nos traes hoy no es, en mi opinión, de los mejores, pero aún así me gustó cuando lo leí hace años. Besos
ResponderEliminarUna autora que he oído mucho sobre ella y la tengo pendiente por conocer algún día
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