viernes, 23 de septiembre de 2022

La alegría de la vida, de Raymond Queneau.

 











Datos técnicos:




Título: La alegría de la vida.

Título original: Le dimanche de la vie.

Autor: Raymond Queneau.

Traductor: Manuel Arranz.

1ª edición: Noviembre/2019.

Edición original: 1952.

ISBN: 978-84-949989-8-0.

Nº pág.: 236.



Sinopsis:



Valentín brû, después de pasar cinco años en el ejército como soldado raso, decide no reengancharse y volver a la vida civil. Hombre de costumbres fijas, aficionado al vino blanco con sifón, sin ambiciones ni oficio, ha pensado en ser barrendero para ganar se la vida, cuando el sargento Bourrelier le hace una proposición que resolver todos su problemas. El exsoldado Brû no tiene más que casarse con la dueña de la mercería de la Rue Gambetta, Julia Julie, que se ha fijado en él. Su hermana, Chantal, “un pibón”, según el sargento Burrellier, ha ido a verle para informarse, y al parecer da la talla: no bebe, no juega, no va con mujeres. Sólo hay un problema, insignificante: Julia Julie es unos veinte años mayor que el ex soldado Brû. Pero ¿acaso el amor no es ciego? ¿Es que va a poner pegas a una proposición semejante? "Un pequeño comercio, eso no se rechaza, insiste Bourrelier. Valentín regentará la mercería y más tarde se hará vendedor de Marcos de fotografía. Lector asiduo de Marie Claire, renuncia a ampliar su negocio para no perjudicar a sus vecinos.


Tras un accidente de su esposa Julia, Valentín, bajo la identidad de madame Saphir, se dedicaron con notable éxito a la adivinación. Mientras tanto, la guerra se avecina. La alegría de la vida (1952) sería llevada al cine en 1967 por Jean Herman.



Opinión Personal:




De vez en cuando le echo un vistazo al catálogo de Hermida Editores porque descubro títulos de autores clásicos que entiendo que merece la pena acercarse, bien porque se trata de obras de autores archiconocidos, caso de Louise May Alcott y su mítica Mujercitas o Lev Tolstói y su Guerra y Paz. Hermida Editores dio a conocer, y creo que con un gran acierto, una obra desconocida de la escritora estadounidense, Un susurro en la oscuridad (reseña), y que sin duda alguna recomiendo. Otro tanto sucede con el autor de Guerra y Paz, de quien publicaron su novela corta Dos húsares (reseña). Hoy le toca el turno a una obra que rescatan de un autor de culto francés, Raymond Queneau, La alegría de la vida, editada en 1952 por Editions Gallimard, con el título Le dimanche de la vie.

Valentin Brû pasa cinco años en el ejército como soldado raso. Finalizado este lustro, decide no reenganchar y reincorporarse a la vida civil, si bien no tiene una dedicación clara a la que ocuparse, porque incluso habla de trabajar como barrendero. A lo largo de los 20 capítulos en los que se estructura el desarrollo de la trama, el lector estará muy pendiente de las peripecias que le suceden a este peculiar personaje, tanto en su ciudad de origen, Burdeos, como en París. Enseguida mostré interés por los episodios que vive, porque en un principio me encontré con un joven más bien pánfilo pero, a medida que se suceden los capítulos, me sentí muy atraído por su evolución. Las primeras escenas ya invitan, cuando menos, a la sonrisa, por cómo se suceden los episodios en torno al exsoldado Brû. Las hermanas Julie y Chantal regentan una mercería en la calle Gambetta. Julie, quien es unos años mayor que Brû, se fija en este personaje, a quien todos los días lo ve pasar por la esquina de la rue Jules-Ferry. El hecho de que Julie se fijara en Valentin Brû origina una serie de diálogos que me resultaron muy ingeniosos, tanto entre las hermanas, pero sobre todo cuando el centro de los mismos es el sargento Burrellier, a quien piden referencia sobre el susodicho, sin olvidarme del capitán Bordeille, que les facilita mínimas e insuficientes referencias.

(Rue de Brèche aux Loups-París)
La trama de La alegría de la vida se desarrolla en el período de entreguerras. Es en París en donde tienen lugar las escenas que más me atrajeron y en donde no faltan las alusiones a la proximidad de un nuevo conflicto bélico, si bien hay personajes, como Valentin Brû, que no tiene tan claro que estalle una nueva guerra mundial, aunque las alusiones a Hitler así lo hacen presagiar. En mi modesta opinión, entiendo que dos de los personajes representan un papel simbólico en relación con el más que posible estallido de la Segunda Guerra Mundial, caso de Valentin Brû, y su cuñado Jules Bodrugat, tanto por su opinión al respecto, como por el enfoque en su labor profesional, como lo podrá comprobar el lector a lo largo de los capítulos. Una trama en la que el autor refleja una magnífica ambientación, aunque clara y concisa, porque en todo momento sentí que acompañaba al protagonista, sobre todo por los atractivos escenarios que la voz narrativa describe de la Ciudad de la Luz, tanto los más conocidos como los que no lo son tanto. Una ambientación a través de la que se refleja el diferente nivel de vida de ambos matrimonios. En este sentido, diría que la ambientación conforma un perfecto equilibrio con el estilo de vida que lleva el protagonista y su esposa Julie, y el cambio de vida de su hermana Chantal —a quien la sinopsis define como un «pibón»—, que tiene que mudarse a la capital francesa por el ascenso de su marido. Una Segunda Guerra Mundial que estalla, y que mantiene intrigado al lector por el destino que les depara en este conflicto bélico tanto a Valentin Brû como a Jules Bodrugat, lo que supone en el último tramo de la novela  una intriga más que añadir a una trama que atrae al lector desde las primeras páginas

Me gustó mucho La alegría de la vida, una novela corta de humor que tiene unas características muy peculiares, y como tal hay que afrontar su lectura porque, el lector se encontrará con situaciones extravagantes, absurdas —como las escenas que protagoniza junto a un personaje al que apodan Jean sans Têteo hilarantes que, cuando menos, levantan una sonrisa. En mi modesta opinión, estos rasgos, junto al estilo narrativo del escritor francés, ayudaron a que me encontrara cómodo durante la lectura de una obra diferente, fuera de mi zona de confort. Sin duda alguna, La alegría de la vida refleja que Raymond Queneau tenía muy claro que sus obras tenían que apartarse del «encorsetamiento literario, de las reglas, de las academias y de todo aquello que decidía lo que es o debía ser el arte y, en consecuencia, lo que no era arte» (pág. 15).

(Sacrè-Coeur-Paris)
La alegría de la vida es una novela que tiene una trama absorbente, no sólo por lo que comenté en el segundo párrafo de esta reseña, sino por todas las peripecias que acompañan a Valentin Brû, y los giros narrativos que atraen la atención del lector. Unos giros que llevaron a preguntarme en más de una ocasión cómo reaccionaría este personaje, sobre todo desde que su esposa Julie sufre un accidente y el protagonista tiene que tomar las riendas de la casa y del negocio familiar, porque Chantal decide que su hermana se vaya a descansar y recuperar a la mansión en la que viven. Un accidente que dará lugar a que Valentín conozca algunos secretos que ocultaba su esposa. Para obtener unos ingresos que añadir a la mermada economía familiar se dedica a a la adivinación, bajo el nombre de madame Saphir. Este es un personaje que no deja indiferente, por lo menos en mi caso, porque estuve muy pendiente de cómo Brû afronta su nueva «profesión». Junto a la trama absorbente Raymond Queneau construye unos personajes bien perfilados, que se ajustan a la perfección en el papel que les toca desempeñar en una obra experimental como esta que reseño y sin duda alguna, recomiendo.

El ritmo de lectura de La alegría de la vida me resultó muy fluido, tanto por la variedad de situaciones que viven los personajes, como por la abundancia de diálogos, que diría están muy por encima de la narración. Unos diálogos dinámicos, ingeniosos, en los que tampoco faltan la ironía y el humor. El lector se encontrará con un estilo muy particular, en el que el autor sigue las pautas en las que se percibe que escapa del encorsetamiento literario. En los diálogos estuve muy pendiente de las conversaciones que mantienen los personajes, porque en ellos se refleja cómo hablan gente de carne y hueso, porque «expresan frases y expresiones que pueden tomarse como aberrantes, porque no está acostumbrado a leerlas con tanta frecuencia en los libros, pero si en cambio a escuchar en la calle, en el metro, en el autobús, o incluso a utilizar el mismo con frecuencia»(pág. 12). En este sentido, entiendo que Julie se lleva la palma, pero en mi caso no me molestó en absoluto el que utilizara con tanta frecuencia vocablos malsonantes, sino que me decía que los dice con naturalidad, como quienes saben cuál es el momento adecuado para utilizarlos. Otro tanto sucede con los juegos de palabras o expresiones que emplea la voz narrativa, e incluso creo que también el tiempo verbal que utiliza, porque tuve la sensación de que el relato se alterna en pasado y presente, sin olvidarme de los errores gramaticales, que no son cometidos a propósito, o el juego de erratas que forma con el apellido Bodrugat, del que utiliza unas cuantas variaciones a lo largo de los capítulos.



Biografía:




Raymond Queneau, uno de los escritores franceses más originales y prolíficos del siglo pasado, nació en El Havre en 1903, y murió en París en 1976. Aficionado desde muy joven a la lectura, colabora en La Révolution Surrealiste desde 1924 hasta su ruptura con André Breton en 1929 por motivos personales como él mismo señala. Su primera novela, Le Chiendent (1933) obtiene el premio de Les Deux Magots convocado ese año por primera vez. A partir de 1937 empezará a trabajar para Gallimard, haciéndose cargo, desde 1954, de la dirección de La Enciclopedia de la Plèyade. En 1942 publica Pierrot mon amie, que será su primer éxito literario. Y en 1952 Le Dimanche de la vie (La alegría de la vida), título que toma prestado de Hegel. Pero van a ser sus Ejercicios de Estilo (1947) y Zazie dans le metro (1959) los que consoliden su fama y su peculiar estilo cáustico y satírico. Miembro de la Academia Goncourt desde 1951.


Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor, tomados de la web de Hermida Editores. Fotografía de la Rue de la Brèche aux Loups tomada de la web Wikimedia Commons. Fotografía del Sacrè-Coeur de París tomada de la web France.fr.






3 comentarios:

  1. Hola Paco, del autor leí hace años Zazie en el metro, me pareció una novela original, un poco absurda, con situaciones hilarantes y diálogos estrafalarios que me dejaron un poco descolocada. Por lo que cuentas esta novela parece que sigue un rumbo parecido, creo que es el sello personal del escritor. Si se cruza en mi camino no me importaria leerla. Besos.

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  2. No conocía la novela ni a su autor así que gracias por el descubrimiento. Tomo buena nota.
    Besotes!!!

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  3. Un susurro en la oscuridad me gustó mucho y Dos húsares lo leí por ti. Es verdad lo que dices de esta editorial, hacen un gran trabajo. En cuanto al título que nos traes hoy, me gusta el contexto histórico y ese aporte de humor que a mí me hace tanto disfrutar. Gran reseña, Paco. Besos

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