Los soles se ocultan, y pueden aparecer de nuevo;
pero cuando nuestra efímera luz se esconde
la noche es para siempre,
y el sueño, eterno. (Catulo)
Sinopsis:
¿Puede el amor ser
letal? Los romanos de finales de la república (s. I a.C.) no habían descubierto
aún la ardiente pasión amorosa que, pocos años después, llevaría a las matronas
romanas a tener un amante tras otro. Sin embargo, como suele ocurrir, hay
personas que se adelantan a su tiempo o, si preferimos llamarlo así, se
convierten en precursoras. Ese fue el caso de Clodia, una aristócrata de la
mejor estirpe, poco amiga de los convencionalismos y con una decidida
inclinación por vivir según su propia voluntad, sin otras sujeciones que las
autoimpuestas. Por azares del destino, su vida se cruzó con la de otro
adelantado: el poeta Cayo Valerio Catulo, más joven que ella y con una inusual
capacidad de amar y de expresar sus sentimientos a través de los versos. La
poesía es un arma. Las palabras acarician o hieren. Perduran. Y tienen tanto
poder, que pueden hundir una reputación para siempre.
— Vamos, no mientas. Estos buenos ciudadanos que nos acompañan
saben leer —y cuando dijo esto miró con una amplia sonrisa a todo su alrededor,
buscando la aprobación de los aludidos—. Has dejado dicho en todas las esquinas
de Roma, que soy una prostituta. Y no cara, por cierto. Como hasta la fecha no
me has pagado, es hora de hacer cuentas.
Opinión Personal:
La
muchacha de Catulo es una historia
que, dada la personalidad de los dos protagonistas de la misma bien pudiera
haber ocurrido en nuestros tiempos pero, sin embargo, nos tenemos que trasladar
nada menos que al año 56 a. de C., año en el que Julio César, procónsul de la
República de Roma estaba embarcado en un conflicto militar que se conoce como
la Guerra de las Galias, que finalizó cuando el general republicano venció en
la Batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, liderados por un
jefe arverno llamado Vercingétorix.
En
esta novela corta escrita por Isabel Barceló (Sax, Alicante) nos encontraremos con dos personajes, el
poeta Cayo Valerio Catulo y Clodia, su musa a quienes la escritora valenciana
rescata para regalarnos una verdadera joya que ya, desde este momento,
recomiendo para su lectura.
En
ella Claudia Tertia, le pide a su amiga Hortensia que reúna toda la
documentación posible para reconstruir una parte de la vida de su abuela Clodia
y saber qué relación hubo entre ella y el poeta Catulo. Será esta última quien
nos dé a conocer los hechos bien de forma epistolar o bien mediante escenas
narradas procedentes de informes recibidos de segunda o tercera mano. Está
estructurada en XXII capítulos titulados y una relación final de los personajes
que intervienen en la misma, casi todos ellos históricos y los diversos
escenarios donde se desarrolla la acción de la novela en los que se desarrolla,
públicos unos y privados otros que, como dice la autora, la mayor parte de
ellos son localizables en la actualidad, si bien no siempre fácilmente
reconocibles.
La novela
nos refleja la situación que se vivía en la Roma de aquella época. Una
Roma en lo que importaba era el ocupar
un cargo público sobornando a quien hiciera falta con tal de conseguirlo. Las
enemistades eran muy frecuentes entre unos y otros y se utilizaban todas las
argucias posibles para desprestigiar al rival, como hizo Cicerón con Clodio
utilizando el nombre de su hermana, dada la vida licenciosa que llevaba y que
todo el mundo conocía. Pero esta mujer era diferente a las demás, tenía una
mentalidad muy por encima de las mujeres de su época y supo enfrentarse a las
habladurías. Una mujer, Clodia, a quien, pese a ser descrita con pocas y certeras pinceladas, nos dan una idea de
su belleza. Una belleza de la que quedó prendado Catulo, un poeta muy
reconocido en aquella época y en la actualidad, que la utilizaba como su musa
pero cuando ésta enviudó la situación cambió y le hizo ver que ella quería
vivir su vida, que no quería ataduras con nadie. Catulo se vengó porque se
sintió despechado, atacándola con lo que sabía hacer, con sus poemas, pero esta
vez no eran poemas de amor, eran poemas hirientes.
Isabel
Barceló sigue fiel a su estilo. Un estilo directo con el que consigue atrapar
al lector desde la primera página y un
lenguaje sencillo pero contundente. Si a ello le unimos unos diálogos breves y
directos, así como unas descripciones concisas, pues el lector lo agradece. En
todo momento nos daremos una idea de cómo se va desarrollando el pasaje que
estamos leyendo. Unos pasajes en los que se nos transporta a esa época en la
que incluso notamos el sofocante calor que sienten los personajes, asistimos a
los banquetes que se celebran en las villas de verano y en los que se tratan
asuntos de todo tipo, incluidos los políticos, o somos partícipes de los
injurias y ofensas a la que es frecuentemente sometida, prueba de ello son los
versos obscenos que se pintan durante la noche y que eran muy frecuentes en la
Roma clásica.
Recomiendo
que no se pierda el lector una línea de lo que sucede en el capítulo trece, un
capítulo que no tiene desperdicio y en el que vemos como bien dice el título
del mismo, se vuelven las tornas, pues la ofendida por los ataques que contra
ella lanza sin piedad Catulo deja en una situación ridícula al poeta.
Conozcamos algo más sobre los protagonistas de esta deliciosa novela:
Gayo Valerio Catulo nació en Verona, (87 a. C) en la Galia Transalpina.
Pertenecía a una familia acaudalada e influyente. Su padre era amigo de César,
al que Catulo, sin embargo, despreciaba. Estudió en Roma, donde pasó largas
temporadas, hasta que se estableció allí en el 62 a.C., introduciéndose pronto
en los ambientes de la nobleza.
Quizá se afincó en Roma siguiendo a Clodia, la esposa del gobernador de la Galia Cisalpina. Clodia era una mujer de gran belleza y extremada desenvoltura que inspiró en Catulo una violenta pasión y un amargo desengaño de los que extrajo inspiración para sus versos, en los que la canta bajo el pseudónimo de Lesbia.
La colección de sus poemas, que el propio poeta dedicó a su amigo Cornelio Nepote (el historiador), nos ha llegado bajo el título de Catulli Veronensis liber, y consta de 116 composiciones de diversa extensión, destacando las que relatan su azarosa relación con su amada Lesbia, y arremeten contra sus rivales. Catulo se revela como un verdadero maestro tanto para la expresión de lo más íntimo como para el improperio más grosero.
Catulo se convertiría en uno de los poetas más importantes e influyentes – literariamente hablando – de su época y su poesía, fresca y personal, sigue fascinando hoy.
La originalidad de Catulo consiste en haber sido el primero en haber iniciado la elegía romana con sus rasgos específicos de subjetividad, autobiografismo e intimidad.
Quizá se afincó en Roma siguiendo a Clodia, la esposa del gobernador de la Galia Cisalpina. Clodia era una mujer de gran belleza y extremada desenvoltura que inspiró en Catulo una violenta pasión y un amargo desengaño de los que extrajo inspiración para sus versos, en los que la canta bajo el pseudónimo de Lesbia.
La colección de sus poemas, que el propio poeta dedicó a su amigo Cornelio Nepote (el historiador), nos ha llegado bajo el título de Catulli Veronensis liber, y consta de 116 composiciones de diversa extensión, destacando las que relatan su azarosa relación con su amada Lesbia, y arremeten contra sus rivales. Catulo se revela como un verdadero maestro tanto para la expresión de lo más íntimo como para el improperio más grosero.
Catulo se convertiría en uno de los poetas más importantes e influyentes – literariamente hablando – de su época y su poesía, fresca y personal, sigue fascinando hoy.
La originalidad de Catulo consiste en haber sido el primero en haber iniciado la elegía romana con sus rasgos específicos de subjetividad, autobiografismo e intimidad.
También conocida como Clodia
Pulcra Tertia o Clodia Metela nació en el año 97 a. C., es descendiente de una
de las familias romanas de mayor antigüedad y prestigio, la familia Claudia. Los miembros más conocidos de esta familia son
los componentes de la famosa dinastía Julio-Claudia,
la primera en detentar el poder como emperadores después de haber liquidado una
república que había durado 500 años. No es casualidad, sin embargo, que
lograran alcanzar tanto poder: de hecho, desde su llegada a Roma esta familia
ocupó siempre cargos de relevancia
pública y se mantuvo, para bien y para mal, en primera línea
del escenario político.
Es una mujer de fuerte personalidad y exquisita belleza, Fue coetánea de grandes personalidades: Julio César, Pompeyo el Grande, Catón de Útica y Cicerón entre los varones, y Aurelia, Fulvia, Servilia y Cleopatra, entre las mujeres.
Es una mujer de fuerte personalidad y exquisita belleza, Fue coetánea de grandes personalidades: Julio César, Pompeyo el Grande, Catón de Útica y Cicerón entre los varones, y Aurelia, Fulvia, Servilia y Cleopatra, entre las mujeres.
Junto con su hermano Publio Clodio Pulcro, se cambió el
nombre patricio Claudia al de Clodia, de connotación plebeya.
Clodia se casó con Quinto Cecilio Metelo Céler, gobernador de la Galia Transalpina. El matrimonio no fue feliz. Clodia tuvo varias aventuras con hombres casados.
Como viuda, Clodia empezó a ser conocida como una mujer de vida alegre, tomando varios amantes, entre ellos posiblemente al poeta Catulo, quien perdería el favor de Clodia y, celoso y encolerizado, empezó a escribir poemas contra ella y su hermano Clodio. Pero fue otra de sus aventuras la que causó un tremendo escándalo, la que mantuvo con Marco Celio Rufo, el amigo de Catulo. Quizás la palabra «celo» viene del enfrentamiento entre Caelio y Cátulo.
Clodia se casó con Quinto Cecilio Metelo Céler, gobernador de la Galia Transalpina. El matrimonio no fue feliz. Clodia tuvo varias aventuras con hombres casados.
Como viuda, Clodia empezó a ser conocida como una mujer de vida alegre, tomando varios amantes, entre ellos posiblemente al poeta Catulo, quien perdería el favor de Clodia y, celoso y encolerizado, empezó a escribir poemas contra ella y su hermano Clodio. Pero fue otra de sus aventuras la que causó un tremendo escándalo, la que mantuvo con Marco Celio Rufo, el amigo de Catulo. Quizás la palabra «celo» viene del enfrentamiento entre Caelio y Cátulo.
La autora:
Isabel Barceló Chico (Sax, Alicante) es licenciada en Filosofía y Letras, trabaja en el Servicio de Patrimonio Histórico y Cultural del Ayuntamiento de Valencia y ha escrito varias obras de divulgación del patrimonio. Autora de numerosos artículos y relatos breves publicados en diversos medios, su pasión por Roma y por las mujeres se vio recompensada con la concesión de la Beca de Literatura Valle-Inclán que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores para una estancia en la Real Academia de España en Roma. En esta ciudad investigó las huellas de mujeres de todos los tiempos y absorbió a fondo el espíritu romano. En materia de novela histórica ha publicado Dido reina de Cartago (2009) —finalista de los premios de la crítica de la Comunidad Valenciana— y, desde hace siete años, administra el blog Mujeres de Roma. A través de esta bitácora lleva a cabo un original proyecto de creación literaria en estrecha interacción con sus lectores, que ha suscitado el interés de varias instituciones relacionadas con la promoción de la lectura.
Datos técnicos:
Tamaño del archivo: 218 KB
Longitud de impresión: 86
Editor: Ediciones Evohé (27 de junio de 2013)
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español
ASIN: B00DOUO0DG
Fuentes: wikipedia, www.arquehistoria.com, sinopsis y biografía de la autora tomadas de la editorial Evohé, imágenes de Cicerón y Clodia asi como de Catulo, tomadas de google imágenes.
Booktrailer de la novela:
Muy interesante tu reseña sobre "La muchacha de Catulo", describes perfectamente el fondo y la forma de la novela. Yo, ya la he leido y puedo decir que es una pequeña joya literaria, en la que nos consigue introducir en ese verano caluroso y húmedo de Roma en el que transcurre la acción.
ResponderEliminarSaludos. Rafael
Parece interesante pero ahora mismo ando con otro de Roma y no quiero saturar el tema
ResponderEliminarEn este día tan triste para tu tierra quiero mandarte mucha fuerza y ánimos para soportar esta tragedia.
ResponderEliminarSobre la reseña, ya sabes que no me gusta la novela histórica, aunque creo que esta es una buena opción. Por el extracto que has escogido me da la impresión de que los diálogos entre los protagonistas son bastante irónicos.
Me lo llevo bien apuntado, que el argumento me gusta. Aunqeu tengo que reconocer que tengo a Roma un tanto olvidada...
ResponderEliminarBesotes!!!
Interesante propuesta para acercarnos un poco más a Roma,
ResponderEliminarsaludos
Pues esta no me atrae nada. No es mi estilo.
ResponderEliminarUna reseña muy interesante que deja con ganas de leer directamente el capítulo trece. :-)
ResponderEliminarUn saludo.
Pasé a saludar!
ResponderEliminarUn placer disfrutar tu espacio.
Un abrazo,
Yeli
Soyamora.blogspot.com