jueves, 9 de mayo de 2024

Reseña Primavera mortífera, de Lajos Zilahy.

 












Datos técnicos:




Título: Primavera mortífera.

Título original: Halálos tavasz.

Autor: Lajos Zilahy.

Traductora: Anne Mayo Herczig.

Editorial: Funambulista.

1ª edición: Junio/2010.

Año de publicación inicial: 1922.

Encuaderación: Rústica con solapas.

ISBN: 978-84-96601-82-6.

Idioma: Español.

Nº pág.: 226.





Sinopsis:





Primavera mortífera, novela publicada en 1922, proporcionó la fama a su por entonces joven autor húngaro, Lajos Zilahy (1891-1974), que con esta obra inició una carrera literaria de gran éxito tanto en su país como en todo el mundo. En 1939 fue llevada a la gran pantalla por el novelista, en su propia productora, que adaptó otras tres obras suyas. A través de una carta dirigida a un amigo de infancia, el narrador refiere su drama existencial: joven aristocrático de provincias, su noviazgo frustrado con Edit von Ralben (hija del ministro de la Guerra) lo llevará a la desesperación del juego y de la bebida, infierno del que lo salvará otra mujer, Józsa, con la que tiene la intención de casarse a los pocos días… La obra fue publicada en España durante los años 50 con gran éxito. Pequeña obra maestra, delicada y sutil en los sentimientos descritos, pero ardiente e intensa en su estilo, en este espléndido relato del éxtasis de la pasión amorosa se palpa el declinar del modo de vida de una sociedad cuyos fulgores empiezan a apagarse, prefigurando la caída de aquel mundo centroeuropeo de principios de siglo anterior a la Primera Guerra Mundial, irremisiblemente condenado a la destrucción.






Opinión Personal:





Me encanta la narrativa del escritor húngaro Lajos Zilahy. Sin embargo, me sorprende que, pese al éxito que tuvieron sus obras durante el siglo XX, con el paso de los años fueron cayendo en el ostracismo. Es de agradecer que la Editorial Funambulista rescate sus novelas, que agrupa en la colección Biblioteca Lajos Zilahy. Al igual que Stefan Zweig, Zilahy es un gran conocedor del alma humana, y esto se refleja en la construcción de los personajes, que traza con profundidad, y diría que con especial énfasis en el perfil psicológico. Rasgos que ofrecen la sensación de tener vida propia, e incitan a que el lector esté muy pendiente de las vicisitudes que los acompañan y qué reacciones muestran para hacerles frente. En este sentido, al igual que el escritor vienés, es de admirar la facilidad con que el magiar refleja la personalidad tanto de personajes femeninos como masculinos.

(Monte Géllert-Budapest-Hungría)
De Lajos Zilahy leí y reseñé en este blog dos de sus novelas: en 2014 Dos cautivos (reseña) (año de publicación inicial, 1927), y en 2019 El alma se extingue (reseña) (año de publicación inicial, 1932). Hoy comparto mis impresiones sobre Primavera mortífera, su ópera prima, publicada en 1922, que tuvo una gran acogida en España, tanto por la crítica especializada como por los lectores. El escritor húngaro se interesó mucho por la historia de su país y de su propia familia, sirvió en el ejército austrohúngaro durante la Primera Guerra Mundial, y fue periodista en Londres y París, hechos que se reflejan en su bibliografía. Sus obras son una gran crónica de su época y, como tal, muestra la realidad de un imperio en decadencia, al igual que los episodios que asolan la convulsa Europa de la primera mitad del siglo XX. Lo que acabo de comentar en este párrafo le sirve también para, a través de sus vivencias personales, enriquecer la construcción de los personajes. En el caso de Primavera mortífera, al protagonista y narrador lo presenta como hijo de una familia de la aristocracia provinciana húngara, y se traslada de su pequeña ciudad natal a Budapest para estudiar Derecho.

El título de la ópera prima de Lajos Zilahy y el relato de la voz narrativa en las dos primeras páginas, a modo de prólogo, impactan. Si para unos la vida sigue su curso, metaforizado en quienes aprovechan el día de asueto para disfrutar de los parajes que les brinda la colina Géllert, para el protagonista y narrador le marca un camino diferente. Un camino al que se refiere en la larga epístola que le escribe al personaje con el que se cruza en el vestíbulo del hotel Griff en el que se aloja, y que cree que es un antiguo amigo de su infancia, con quien cruza un tímido saludo. El joven aristócrata le relata su drama existencial; «es mi corazón el que mueve mi mano y dirige mi pluma» (pág. 11). El escritor magiar mueve con maestría los hilos de la trama para crear expectación en el lector, porque refleja en determinados fragmentos el tormento que le corroe tras el frustrado noviazgo con Edit, hija del general Otto von Ralben, nombrado, para sorpresa y estupor del remitente, Ministro de la Guerra. Sin embargo, pese a que la ruptura lo empuja al precipicio, se atisba un hueco para la esperanza, porque la providencial presencia de Józsa, una mujer a la que conoce en el viaje de regreso a su pequeña ciudad natal, le ayuda a salvarlo del infierno del juego y la bebida, e incluso tiene la intención de casarse con ella en unos días, como adelanta la sinopsis.

La trama de Primavera mortífera es muy entretenida, porque a lo largo de su desarrollo se suceden episodios que atraen la atención del lector, por lo que apenas decae el ritmo del relato, pese a que hay un claro predominio de la narración frente al diálogo. Una trama que puede decirse que la conforman dos partes diferentes. En mi opinión, entiendo que en la epístola se deduce un antes y un después desde el momento en el que los sueños y esfuerzos por medrar en la sociedad del joven aristócrata se van al traste. Un antes en el que, pese a que Edit pertenece a la alta aristocracia húngara, siente que su amor es correspondido, porque no faltan los besos robados y encuentros a escondidas, con las precauciones tomadas ante las estrictas normas que se perciben en un ambiente familiar en el que las rancias costumbres de la época se cumplen a rajatabla. Pero se topa con un después que le propina un duro golpe, porque se siente traicionado y despechado, al ser informado en el Club Húngaro por el propio general von Ralben, que su hija se compromete en matrimonio con el conde Ahrenberg, amigo de la familia. Sin duda alguna, la fuerza del amor es la que marca el desarrollo de esta historia, porque la carta que escribe al que cree reconocer como el que fue su amigo de la infancia está redactada con el corazón y en ella muestra la tristeza y el desgarro que siente, «Puedo asegurarte que, a la edad de treinta años, he proferido exclamaciones de dolor durante noches enteras, ahogando mis suspiros en la almohada y sufriendo un tormento igual que si alguien me clavara cruelmente un cuchillo en la carne viva de mi corazón» (pág. 14).

(Corso-Budapest-Hungría)
Lajos Zilahy es un autor que, de una forma u otra, tiene muy presente en sus obras la capital húngara, Budapest. Como buen observador que es y el dominio que tiene de las descripciones, el lector visualiza los espacios por los que se mueven los personajes. Unos espacios muy atractivos en lo que merece la pena recrearse, por las claras, vívidas y recisas descripciones que ofrece la voz narrativa sobre las dos márgenes del río que la capital húngara, el Danubio y, sin duda alguna, invita a visitarlas, tanto Buda como Pest. La colina Géllert, el tan nombrado paseo Korzo a orillas del río o el histórico Puente de las Cadenas, que une las dos mitades de la ciudad, al igual que otras localizaciones menos conocidas que utiliza el autor, todas ellas relacionadas con el devenir del protagonista y narrador. Un devenir que aprovecha para ofrecer un retrato de la sociedad magiar de la época, en la que resalta las diferencias que hay entre las clases sociales, como se puede comprobar en varios episodios de la novela, en los que el protagonista y narrador tiene que ideárselas para buscar la forma de acercarse a la hija del general Otto von Ralben, o para que le permitan hacerse socio de sociedades en las que no podría ser admitido por propia iniciativa.

Pese a que Primavera mortífera es una novela de poco más de 200 páginas, están transitadas por un atractivo elenco de personajes que son un fiel reflejo de las diferentes capas de la sociedad magiar de la época. El autor los construye con una gran profundidad psicológica, sobre todo los que más peso tienen en la trama. Unos personajes que parecen cobrar vida propia, porque los episodios en los que toman parte ayudan a familiarizarse con su forma de ser y actuar e incitan al lector a estar pendiente de las reacciones que manifiestan en las situaciones que les afectan. En mi opinión, entiendo que estamos ante una trama en la que se produce el llamado efecto dominó, dadas las relaciones que mantiene el autor de la epístola con quienes se cruzan en a lo largo del desarrollo de su carta. Lajos Zilahy utiliza esta técnica, sobre todo, en los momentos más trascendentales del protagonista, en los que toma como punto de partida la atracción que siente cada vez más hacia Edit von Ralben, aunque también una vez en determinadas fases desde que se hace realidad la ruptura del romance que mantiene con la hija del general. Atrajeron mi atención personajes como la ya mencionada Józsa, una mujer de una clase social diferente a la de Edit, a la que conoce en el tren que lo lleva de regreso a su casa paterna, en Peterfalu; la casera Kamilla, viuda de un coronel, y que lo trata como si fuera la madre que ya no tiene; Csokonai, su compañero de trabajo en el Ministerio de Cultos e Instrucción Pública, en el que ocupa puesto como como agregado sin sueldo, o Turkevey, Secretario del Partido Nacional, a quien conoció en casa de los von Ralben.

Al igual que las dos novelas que leí y reseñé en este blog de Lajos Zilahy relata los episodios que se desarrollan en Primavera mortífera con un estilo realista, en el que resalta su capacidad observadora, pero también se manifiesta influencia de Tolstoi y su prosa poética, en las bellas descripciones que engalanan su desarrollo, presentes sobre todo en la naturaleza: «un hombre sin sombrero, cruzado de brazos e inmóvil, contemplaba el agua en la que, susurrantes e incansables, se perseguían trémulas olas con reflejos cobrizos» (pág. 10), en los sentimientos «oí todas las palabras susurradas por nuestros extenuados labios» (pág. 38), o en metáforas que se extienden por el relato «Era un sol de otoño tan suave que, si exponía uno la mano a sus rayos, parecía que se sumergía en un tímido baño de miel»(pág. 46). Unas metáforas que, sin duda, ofrecen una sensación de tranquilidad, de relajación. Lajos Zilahy refleja a lo largo de la epístola los diferentes estados de ánimo que acompañan al joven aristócrata ante la realidad a la que se enfrenta al ver que se le escapa la oportunidad de cumplir sus sueños, porque «¡había perdido a la hija del general, pero también mi ascensión política y al suegro ministro! Había perdido todo antes de que fuera mío...» (pág. 41).

(Bulevar Rákóci-Budapest-Hungría)
Disfruté mucho durante la lectura de Primavera mortífera: para mí es una verdadera joya literaria que muestra el magistral estilo narrativo y la gran capacidad de observación de Lajos Zilahy, escritor de mucho éxito en el siglo XX, si bien sus obras cayeron en el ostracismo con el paso de los año. El lector se encontrará con una trama epistolar escrita por un joven aristócrata de provincias que cree reconocer a un antiguo amigo de la infancia en el vestíbulo del hotel en el que se hospeda en Budapest. Una larga carta escrita con el corazón en la que le relata su drama existencial. A lo largo de su desarrollo le confiesa el tormento que le corroe, y que le arrastra a lanzarse a un precipicio que ponga fin a un desengaño amoroso que sufre tras su ruptura con Edit, hija del general Otto van del Ralben, Ministro de la Guerra, y lo aboca al juego y a la bebida. Sin embargo, el escritor magiar mueve los hilos del relato de tal forma que crea expectación en el lector ante los episodios que se suceden, una vez aparece en escena Józsa, una mujer de diferente clase social a la de Edit, pero que desempeña un papel trascendental en la rehabilitación del joven aristócrata, porque incluso fijan fecha para su matrimonio. Primavera mortífera es también una historia de tintes costumbristas en la que se refleja el día a día de la sociedad magiar de la época, en la que se resalta la relación que se mantiene entre los personajes de los diferentes estratos sociales, y en la que también hace hincapié en las rígidas costumbres de la alta aristocracia. La novela está escrita con un estilo realista, y la influencia de Tolstoi en las bellas descripciones poéticas que realiza, sobre todo si se refieren a la naturaleza o a los sentimientos. Un estilo narrativo absorbente y un ritmo de lectura fluido, pese a que predomina la narración frente a los diálogos, en las que predominan las frases cortas, por lo que son conversaciones muy vivas y atractivas, por la información que ofrecen, por que redoblan el ritmo de la lectura. Unas descripciones con las que se disfruta de los espacios por los que se mueven los personajes, en los que Budapest cobra un gran protagonismo.





Biografía:




Lajos Zilahy, hijo de una familia de pequeña nobleza húngara nació en 1891 en Nagy-Szalonta, localidad transilvana perteneciente al Imperio Austohúngaro. Estudió Derecho en Budapest antes de servir en el ejército imperial durante la Primera Guerra Mundial, donde combatió en el frente ruso, experiencia que le sirvió para escribir una de sus más afamadas obras: Dos cautivos (1926). En los años 20, a partir del éxito de Primavera mortífera (1922), se centra tanto en su carrera como dramaturgo y novelista (muchas de sus obras fueron adaptadas al cine) como en la de periodista (fue corresponsal en París y Londres). En 1930 se casa con Piroska Bàrcy, hija del alcalde de Budapest, y prosigue su carrera literaria. En 1939 funda una producción de cine con la que realizará varias películas basadas en libros suyos. Políticamente opuesto al régimen fascista del Regente Horthy, cuando el país fue ocupado por los nazis en 1944 tuvo que esconderse con su mujer y su hijo Mihály. Al acabar la guerra fue nombrado Presidente de la Sociedad húngaro-soviética de las Artes y las Ciencias, pero sus convicciones democráticas lo forzaron al exilio en 1948 junto a su amigo, el también conocido novelista Sándor Márai. En Nueva York escribe su gran trilogía sobre las vicisitudes de una familia noble húngara, los Dukay, que abarca siglo y medio, entre 1814 y 1953 (El siglo feliz, El crepúsculo de cobre y El ángel del odio). Sus obras se difundieron como auténticos best-sellers por todo el mundo durante varias décadas del siglo XX alcanzando ventas millonarias, por ejemplo en España. Lajos Zilahy murió en 1974 en Novi-Sad (Serbia, que formaba entonces parte de Yugoslavia).


Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía del autor tomados de la web de la editorial Funambulista. Fotografía del autor tomada de Wikipedia. Imagen de la colina Géllert tomada de la web 123RF. Imagen del Paseo del Corso en Budapest tomada de Wikipedia. Imagen del Bulevar  Rákóci tomada de la web We Love Budapest. 



2 comentarios:

  1. Hola Paco, del autor solo he leído Las cárceles del alma que me gustó muchísimo, está no la conocia y me la llevo apuntada. Besos.

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  2. Leí varios libros suyos que aún tengo guardados en cajas, recuerdos de una época fea que creo que hará que no vuelva a leer ningún libro suyo. Cosas mías. Me alegra que lo hayas disfrutado. Un abrazo.

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