jueves, 16 de noviembre de 2023

Reseña Muerte en la rectoría, de Michael Innes.

 









Datos técnicos:




Título: Muerte en la rectoría.

Título original: Deat at the President´s Lodging.

Autor: Michael Innes.

Traductora: Susana de la Higuera Glynne-Jones.

Edición original: 1936.

1ª edición en español: Mayo/2016.

Encuadernación: Cartoné.

ISBN: 978-84-16638-77-2.

Nº pág.: 276.



Sinopsis:




Desde el momento en el que el rector de St. Antony´s College aparece muerto en su biblioteca, el escándalo está asegurado, pues las únicas personas con motivos para asesinarlo una legión de excéntricos y grandilocuentes profesores—, resultan ser aquellas que tuvieron la oportunidad de hacerlo. Los esfuerzos de sus colegas por hacer unas sólidas coartadas que sirvan a la vez para inculpar a sus enemigos académicos, así como sus particulares divagaciones intelectuales, harán que la intervención del inspector Appleby y el agente Dodd no resulte sencilla en absoluto, ya que nada en este caso es lo que parece a simple vista, ni siquiera la muerte...

Innes tomó como modelo el entorno de los antiguos colleges de Oxford que tan bien conocía para componer una esmerada trama detectivesca de corte clásico, a la par que una divertida burla de las costumbres de sus divertidos compañeros. 



Opinión Personal: 



Muerte en la rectoría es un clásico británico que me llamó la atención tras leer alguna reseña en los blogs literarios que frecuento, y en especial en el de Las Inquilinas de Netherfield (reseña), de indispensable visita, porque en su espacio literario se descubren títulos de autores clásicos muy atractivos, tras la lectura de las trabajadas, claras y fundamentadas reseñas que ofrecen. Lo mismo digo sobre el de Leyendo con Mar, que también nos recomienda títulos clásicos interesantes, algunos incluso de segunda lectura, y que en 2019 leyó y reseñó la novela de este mismo autor, ¡Paren las máquinas!,  (reseña), protagonizada también por el inspector Appleby.

En mi opinión, entiendo que Muerte en la rectoría tiene una trama que difiere un tanto de las clásicas policíacas que frecuentamos, sobre todo si se trata de novelas de la época victoriana, de autores como sir Arthur Conan Doyle, Anne Perry o Wilkie Collins, sin olvidarme de la indiscutible reina del crimen, Ágatha Christie. Una diferencia es el ritmo narrativo de la primera entrega que protagoniza el inspector Appleby porque, en mi caso, su lectura me resultó más bien pausada, e incluso diría que se hace un tanto lenta en algunas fases, por las diferentes explicaciones que los profesores del College St. Anthony ofrecen, sobre todo en la fase inicial en la que participa de forma activa el agente Dodd --aficionado a la novela policíaca-, en relación con las coartadas en las que se amparan. Unas coartadas que le ayuden encontrar al sospechoso o sospechosos de cometer el asesinato de su rector,  porque tiene claro que ni el servicio de la facultad ni los alumnos guardan relación alguna con este caso. Otra diferencia es que que la literatura está muy presente, bien en modo alusiones: se citan obras que guardan relación con los episodios de turno, como el poema La tierra baldía, obra cumbre de T. S. Elliot, Zuleika Dobson, la única novela acabada del ensayista Max Beerbohm o Los 39 escalones, de John Bucham, e incluso alusiones iniciales a Sherlock Holmes, entre otras. Pero también a través Giles Gott, un miembro de la facultad que escribe novelas policíacas de dudosa calidad con quien el inspector entabla conversaciones relacionadas con la marcha de sus investigaciones, y se sirve de él a modo de consejero para contrastarlas, aunque tiene muy en cuenta su afición, sobre todo en el último tramo.

                         (Bentley clásico)

Michael Innes construye una trama que empieza con fuerza, porque desde las primeras páginas el lector es informado por un narrador omnisciente del asesinato del rector de la Facultad de St. Anthony. La nota inicial del autor que antecede al cuerpo de la novela da una idea sobre los personajes que moran en una institución tan reconocida como las que forman parte de Oxford y Cambrigde, cuyos miembros «figuran sin lugar a dudas entre los hombres más juiciosos y con los más altos valores...Conservadores por tradición, su mundo se asocia al conocimiento, la ausencia de mundanidad, una cierta tendencia a incurrir en algún que otro despiste y a protagonizar entrañables y siempre inocentes excentricidades». (pág. 7). Ante semejante crimen, Scotland Yard decide enviar al inspector John Appleby quien, mientras viaja en un lujoso Bentley amarillo, reflexiona que «raras veces lo habían enviado a investigar con tanta premura un presunto caso de asesinato ocurrido más allá de los límites de la capital» (pág. 14). Dado el cargo que ostentaba el finado y el respetable lugar en el que va a realizar sus pesquisas, no es consciente de que se va a encontrar con un caso en el que nada es lo que parece. ¿Cómo es posible que en una institución de tanto renombre suceda un acto tan vil? ¿Cómo es posible que personas de gran intelecto y refinado comportamiento puedan haber cometido un acto más propio de un ambiente hostil que del mundo académico en el que viven? Sin duda alguna, y como se refleja en su biografía, el autor conoce muy bien este ámbito y sabe cómo explotarlo para que tengan lugar dentro de sus muros escenas impensables. Y es que entre personajes de una institución de semejante envergadura social, se producen también roces, disputas y diferencias dialécticas como entre el común de los mortales, pese a lo que dice el autor al final de la primera frase de este párrafo que resalto en cursiva.

Desde las primeras páginas me atrajo mucho la atención encontrarme con dos personajes en los que no falta ni la ironía ni las pullas que se dirigen  en los diálogos que mantienen para intercambiar impresiones relacionadas con la fase inicial de la investigación, pero siempre desde el máximo respeto entre ambos miembros de las Fuerzas del Orden. Ironía y pullas que levantan más de una sonrisa, principalmente las del agente Dodd, en las que emplea unas comparaciones que no tienen desperdicio, por cómo explica las averiguaciones que realiza sobre este caso. «La cerveza de St. Anthony —explicó Dodd—, es un perfecto resumen del caso. El agente de policía del pueblo está desconcertado pero se toma su pinta» (pág. 16). El policía de pueblo —como se define a sí mismo Dodd—, tiene la certeza de que todo hace suponer que el crimen fue cometido por alguien de la facultad, a la que define como un submarino, por el hermetismo con la que fue construida. Sin embargo, los capítulos avanzan y la investigación es muy lenta, porque cada profesor de esta institución ofrece su versión al respecto, pero se presiente que prescinden facilitar alguna información, porque entienden que les podría incriminar, por lo que el inspector Appleby no tarda en darse cuenta de que le ofrecen medias verdades. Esta sensación origina que lo que sucedió realmente la noche del deceso del máximo responsable de St. Anthony se aclare en pequeñas dosis a lo largo de los capítulos, sobre todo en el tramo final, con el añadido de que al onspector le lleva mucho trabajo recopilar las declaraciones de los presuntos sospechosos, por lo que, con la ayuda de un agente, los cita en varias ocasiones para que confirmen la información recibida, por si surge algún desliz que les pueda incriminar. Sin embargo, las actuaciones que realiza tras las continuas reflexiones con las que acostumbra a repasar con detenimiento todo el proceso, le inducen a sospechar que no le falta mucho para llegar al desenlace esperado. Un desenlace para el que también le sirven de ayuda la excéntrica investigación que deciden realizar tres alumnos de la facultad que toman este triste episodio con su humor particular. Tres alumnos que, sin embargo, protagonizan algunas escenas surrealistas y ofrecen  al inspector pistas sorprendentes que le sirven de ayuda para esclarecer quién fue el villano que asesinó al rector, y los motivos que le llevaron a perpetrar semejante crimen.

Muerte en la rectoría contiene una trama de habitación cerrada, porque la mayor parte de su desarrollo tiene lugar en las diversas dependencias en las que se estructura el St. Anthony College que es un personaje más—, del que Michael Innes ofrece un plano en la Nota inicial del autor, que antecede al cuerpo de la novela, salvo una serie de episodios que transcurren en varias poblaciones de la cercana campiña inglesa. Un plano que le sirve al lector para imaginarse cómo son los espacios por los que transitan los personajes en esta institución educativa y los que dispone cada uno de ellos para su intimidad. Una estructura que observa con interés el inspector Appleby porque, a medida que avanzan sus investigaciones, puede encontrarse con alguna parte de este secular edificio que origine un vuelco en el desarrollo de su investigación. A lo largo de los capítulos, el lector conocerá a los profesores, tanto por sus rasgos físicos como por la sabiduría que acumulan sobre las materias en las que son especialistas, alguno de los cuales atesoran una vasta información sobre otras ciencias, por lo que en ocasiones son consultados por sus colegas, como se podrá comprobar en algunos episodios. Profesores de los que se describen las excentricidades y la forma de ser y actuar de cada uno de ellos. En este sentido, me llamaron la atención los rasgos con los que son definidos algunos por el narrador omnisciente, en los que se percibe que utiliza una descripción diría que más bien caricaturesca. Una investigación que sirve también para conformar la verdadera personalidad del rector, a partir de la información que los docentes ofrecen al policía de Scotand Yard, y cuáles fueron los motivos que originaron semejante crimen.

Me gustó Muerte en la rectoría, una novela que difiere un tanto de las clásicos de las novelas policíacas que frecuentamos,  y que se lee con interés, pese a lo que comento en la reseña sobre el ritmo narrativo. Michel Innes consiguió que estuviera muy pendiente de las investigaciones que lleva a cabo el inspector John Appleby, de Scotland Yard, para esclarecer el crimen cometido en la persona del rector de la Facultad de St. Anthony, con el temor de que este vil acto pueda originar un escándalo que mancille el nombre de esta respetada y reputada institución. En mi caso, tuve la sensación de que, durante los 18 capítulos en los que se estructura la trama en la que, y dada la estricta vida que llevan los profesores y alumnos, de que su estancia se desarrolla en un monasterio centenario. El lector tendrá la sensación de que se producen situaciones repetitivas, aunque originadas por la concienzuda investigación que lleva a cabo el inspector John Appleby, con la colaboración en varias fases del agente Dodd. Una investigación  que origina que su trabajo se alargue más tiempo del deseado, porque se percata de que los profesores le ofrecen en sus declaraciones medias verdades. Dado el ámbito culto y refinado en el que se desarrolla Muerte en la rectoría, uno se pregunta cómo entre personas de tal calibre intelectual, y que cumplen a rajatabla costumbres tan rígidas, también puede haber envidias, rencores y acusaciones por cometer actos impropios de mentes preclaras como las suyas. Los personajes están dotados de un fuerte componente psicológico y se conocen a partir de las declaraciones que realizan al inspector Appleby sobre lo que hicieron la noche de autos, y su actitud durante la investigación, al igual que se reconstruye la personalidad del rector asesinado.





Biografía:




Michael Innes, seudónimo de John Innes Mackintosh Stewart (1906-1994), escritor, académico y crítico literario, enseñó en las aulas del Queens´s Universitary de Belfast y de las Universidades de Leeds, Adelaide y Oxford. En 1936, comenzó a publicar la larga serie policíaca por la que hoy es recordado. Con Muerte en la rectoría, Ediciones Siruela comienza la recuperación de sus principales novelas.







Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor tomados de la web de Ediciones Siruela. Imagen de vehículo Bentley clásico tomada de la web Classic Trader. Imagen de la portada de la novela Zuleika Dobson tomada de Wikipedia. 
































5 comentarios:

  1. Ya la tenía apuntada gracias también a las Inquilinas, y ahora me lo subrayo, que veo que es una lectura que no debo dejar pasar.
    Besotes!!!

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  2. Hola Francisco!!
    No conocía al autor, me intereso. Gracias por la recomendación y reseña, me lo apunto.
    Besos💋💋💋

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  3. Hola Paco, gracias por la mención, de este autor he leído dos novelas y las dos me han gustado, la ambientación es estupenda y el detective John Appleby me parece muy bueno, ese componente psicológico al que te refieres lo aleja un tanto de otros autores clásicos con personajes más planos. Besos.

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  4. HOla Paco. A mí este tipo de novelas me gusta mucho. Las tramas de "habitaciones cerradas" son esas que Reverte habla en su última novela como "novelas-problemas" o algo así. Desde luego, son muy atractivas. El hecho de que sea algo distinto a las de corte más clásico, también es un punto a favor, aunque te enfrentes a una historia más pausada. Besos

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  5. Llevo tiempo con ganas de leerlo, tu reseña me confirma que me gustaría, tiempo al tiempo. Besos

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