jueves, 30 de noviembre de 2023

Reseña La edad de la inocencia, de Edith Warthon.

 








Datos técnicos:




Título: La edad de la inocencia.

Título original: The age of Inocence.

Autora: Edith Warthon.

Traducción: Carmen Criado.

Editorial: Alianza Editorial.

Año de publicación original: 1920.

1ª edición: Enero/2020.

Formato: Ebook.

ASIN: B083SSQZHH.

Nº pág.: 331.




Sinopsis:




Pertenecientes al exclusivo y tradicional patriciado de la Nueva York del último tercio del siglo XIX, anclado a sus rígidas convenciones y hábitos sociales, Newland Archer, joven y brillante abogado, y su novia May Welland, joven gris y perfectamente educada, se prometen teniendo en el horizonte la perspectiva de formar un matrimonio acorde con las expectativas y cánones propios de su educación, su medio y sus respectivas familias. Sin embargo, la inesperada irrupción en este escenario de la prima de May, Ellen Olenska (una mujer de treinta años atractiva, independiente y escasamente convencional, un soplo de aire fresco), procedente de Europa huyendo de su matrimonio con un desaprensivo conde polaco, introducirá un factor de inestabilidad en la pareja y en la sociedad a la que pertenecen. "La edad de la inocencia" no es sólo un retrato insuperable del inicio del declive de la alta sociedad tradicional de Nueva York, con sus esplendores y sus miserias, sino también una novela que plantea las idas y venidas, y sobre todo las dolorosas contradicciones, de la pasión amorosa.




Opinión Personal:




Entre 2018 y 2019 leí y reseñé en este blog tres de las novelas cortas de la que es considerada como una de las mejores escritoras estadounidenses, Edith Warthon: La solterona, Ethan Frome y Las hermanas Bunner. Disfruté mucho con su lectura, en las que la mujer es el punto de referencia de sus tramas con el romance como eje central de estos tres títulos, si bien desde diferente punto de vista y desenlace. Ya tocaba adentrarse en su narrativa de largo recorrido, y me decanté por La edad de la inocencia, obra publicada primero como folletín en la revista Pictorial Review, entre julio y octubre de 1920, con la que recibió una cálida acogida. Con La edad de la inocencia Edith Warthon obtuvo el Premio Pulitzer en 1921, la primera escritora en alzarse con este galardón literario.

(Quinta Avenida-Nueva York-USA)
Para no perderse los matices de la trama de La edad de la inocencia es mejor disfrutar de su desarrollo con ritmo de lectura pausado, como pausado es el estilo que confiere el narrador omnisciente para relatar todo lo que sucede a lo largo de los 34 capítulos en los que se estructura, agrupados en dos libros bien diferenciados. A diferencia de las obras de corta extensión que menciono en el párrafo anterior, el protagonista es un hombre a través del cual la autora expone su perspectiva sobre lo que para ella significan las rígidas convenciones y hábitos sociales en los que está anclada la vieja y decadente alta sociedad estadounidense del último tercio del siglo XIX, más en concreto en 1870. Convenciones y hábitos que atrajeron mucho mi atención, porque si estirada nos parece la nobleza y alta sociedad británica, que tan bien se refleja en las novelas ambientadas en esta isla, sobre todo en la época victoriana, la impresión que ofrecen los cánones por los que se rige la cerrada sociedad patricia de Nueva York le supera con creces.

Sin duda alguna, Edith Warthon ofrece a lo largo de los capítulos un magnífico fresco de una sociedad que tan bien conoce, porque formó parte de ella, y retrata con exquisita maestría. Un retrato en el que tiene cabida el humor agudo y la ironía, elementos que utiliza con precisión en los episodios en los que resalta determinados rasgos o costumbres de los personajes, o en aquellos en los que se refiere a la forma de ver el cerrado mundo en el que viven, y el desprecio que manifiestan por la realidad que les rodea. En este sentido, me atrajo mucho la diferente visión que ofrece sobre Nueva York, porque no parece que sea la ciudad a la que estamos acostumbrados a leer sobre ella, verla en la pequeña o gran pantalla, o pasear en vivo y en directo por sus espacios más renombrados. Otro rasgo que utiliza la autora es la personalización de la Gran Manzana, como si de un personaje de carne y hueso se tratara, recurso que utiliza en varias fases de la trama, y que también emplea en algunas escenas que tienen lugar en Boston. «Nueva York vela con indulgencia sus excentricidades, pero cuando volvió con su sobrinita huérfana, cuyos padres habían sido muy apreciados a pesar de su lamentable gusto por los viajes, todos pensaron que era una lástima que esa bonita niña hubiera caído en sus manos» (episodios iniciales capítulo 8).

No espere el lector una trama en la que la acción y los giros narrativos estén muy presentes, sino que se encontrará con una historia en la que, como adelanta la sinopsis, se anuncia el compromiso entre Newland Archer, un joven y brillante abogado, y su novia May Welland, una muchacha gris y perfectamente educada, en base a los cánones a los que ya me referí en el segundo párrafo de esta reseña. La novela comienza con la presencia de los miembros más destacados de la alta sociedad de Nueva York en la Academia de Música de la ciudad para asistir a la representación de la ópera Fausto, y que sirve para presentar a los personajes que serán más recurrentes a lo largo de los capítulos. Una Academia de la Música en la que, desde el palco del club al que pertenece el ya mencionado Newland Archer, los hombres se fijan en una joven que ocupa un asiento en un palco de una de las damas más destacadas de esta alta sociedad, Catherine Manson Mingott. Esa joven es la condesa Ellen Olenska, prima de May Welland, quien se convierte en un personaje que cobra protagonismo a medida que se desarrolla la trama, sobre todo en el segundo libro de esta novela. Un personaje del que estuve muy pendiente porque su presencia incita a sospechar que los acontecimientos que protagoniza deriven en inestabilidad en el seno de la pareja recién casada.  Junto al retrato de la alta sociedad de la época, la voz narrativa se centra en el deseo del protagonista de no alargar tanto el compromiso matrimonial, así establecido por la costumbre de su círculo social, como en las reacciones que muestra cada vez que se cruza en su camino con la joven condesa, que supone un aire fresco para el tan encorsertado mundo en el que vive. La presencia de Ellen Olenska origina que la intriga esté muy presente, porque el lector se preguntará si la joven y bella prima de su esposa interferirá en la relación matrimonial de los Archer, dado el pasado que tiene el protagonista y el que da la  sensación de que más bien es un acuerdo matrimonial que una relación sentimental. Estoy seguro de que más de uno dará por hecho que el adulterio es posible, tanto por el rumbo que toma su matrimonio como por el papel de intermediario que le toca interpretar entre las opiniones que se vierten en la familia sobre determinadas decisiones que toma la joven recién llegada del extranjero, casada con un conde polaco, y que no son aceptadas por la familia, dado el escándalo que provocarían en su entorno social.

(New Port-Rode Island-New York-USA)
Por las páginas de La edad de la inocencia transitan un elenco de personajes con los que me sentí cómodo a lo largo de los capítulos, porque la voz narrativa describe con detalle sus rasgos, costumbres e incluso reflexiones sobre los episodios que presencian o reciben información y manifiestan su parecer al respecto. A medida que el narrador omnisciente describe el vínculo familiar que hay entre los apellidos de más abolengo de la alta sociedad neoyorquina, me decía que la autora tomó como referencia el estrecho vínculo similar que hay entre sus ascendientes. En este sentido, me refiero a la relación familiar que hay entre los Archer y sus primos los van der Luyden, una de las familias más poderosas de la alta sociedad de Nueva York. Un elenco de personajes a través de los que Edith Warthon ridiculiza tanto los rasgos físicos de algunos como las actividades que realizan, por la sensación que ofrecen de estar muy ocupados. Incide en la crítica de este círculo social tan cerrado, de tal forma que las costumbres que mantienen algunos de ellos me parecen exageradas hasta el punto de que la señora Weland afirma en más de una ocasión que todo lo que se hace debería de programarse, al menos, veinticuatro horas antes de llevarlo acabo, para que no quede vacío ningún hueco del día siguiente. Me atrajo también la atención el banquero inglés Julius Beaufort, del que se desconoce, y al mismo tiempo se desconfía de su pasado, dada la opulenta vida que lleva y que protagoniza uno de los giros narrativos que tienen lugar en la novela, con el que escandaliza sobre todo a las damas de esta hermética sociedad patricia. También atrae, pese a que sólo aparece de forma pasiva, el conde Olenski, mediante el relato de la condesa Ellen Olenska y el secretario de su marido. monsieur Rivière. Pero, sin duda, el personaje del que más pendiente estuve fue de Catherine Manson Mingott, tanto por la autoridad que representa en el seno familiar, como por su aspecto físico, que da origen a escenas que no tienen desperdicio. Junto a este personaje me llamó la atención la marquesa Medora Manson, una mujer extravagante que se hizo cargo de Ellen Olenska tras fallecer sus padres. No me olvido de la señora Sthruters, que organiza en el salón de su casa bailes que escandalizan a las refinadas damas que critican todo lo que va más allá de sus estrictas costumbres.

Junto a lo que acabo de comentar sobre los personajes, Edith Warthon utiliza con maestría su labor como decoradora de interiores y jardinería, de tal forma que el lector podrá imaginarse de forma clara cómo son los espacios por los que transitan los personajes. En este sentido, destacaría sobre todo las descripciones interiores de las mansiones en las que viven los personajes de la alta sociedad, descritos con detalle pero sin apabullar. En este sentido, me atrajeron mucho las escenas que tienen lugar en los capítulos iniciales de la Academia de Música, las que ofrece la voz narrativa sobre la mansión de la ya mencionada Catherine Manson Mingott, o el salón de baile de los Beaufort, en el que tiene lugar la ceremonia de pedida de May Weland. Otro tanto sucede con las diferentes zonas de recreo que utilizan algunos miembros de la alta sociedad para pasar sus temporadas de asueto alejados de Nueva York. Pese a lo que acabo de comentar sobre las descripciones, en mi caso no supusieron interrupción alguna del ritmo narrativo, porque entendí que guarda relación con el relato del narrador omnisciente.

(Museo de Arte Moderno-Nueva York-USA)

Me gustó mucho La edad de la inocencia. Tras leer tres de las novelas cortas de Edith Warthon me dije que ya tocaba el turno para familiarizarse con sus obras de extensión más larga. Quien disfruta con la buena literatura tiene en la pimera escritora en ganar el Premio Pulitzer a una autora que ofrece al lector historias muy atractivas, costumbristas,  entretenidas y escritas con un impecable estilo narrativo. En sus novelas son los personajes femeninos quienes cobran mayor protagonismo, encontrándonos en sus obras con mujeres de distintas clases sociales. La edad de la inocencia es una crítica aguda e irónica de la sociedad patricia de Nueva York del último tercio del siglo XIX, más en concreto de 1870. Una crítica en la que están muy presentes las estrictas costumbres de los personajes que las conforman y su desprecio a quienes no forman parte de su mundo o quieren acceder a él. El lector no se encontrará con acción ni grandes giros, si bien le sorprenderá algún vuelco narrativo, sobre todo en el libro segundo. Se encontrará con una trama en la que el amor y la pasión están muy presentes, al igual que la intriga que supone la presencia de una mujer como la condesa Ellen Olenska quien, como dice la sinopsis, es un soplo de aire fresco en una sociedad tan encorsetada. Una condesa que hará preguntarse al lector si el adulterio se convierte en un hecho real que rompa la relación más bien poco afectiva que mantiene Newland Acher con su esposa, May Welland, para echarse en los brazos de alguien que para él supondría un cambio en su vida acomodada, pese a la situación económica delicada actual de la prima de su mujer. Archer es consciente de que se juega su privilegisda sitiación, en la que ejerce como abogado por tener el tiempo ocupado en alguna profesión que le dé lustre a su nivel social.



Biografía:




Edith Wharton (1862-1937) nació en Nueva York, en el seno de una familia adinerada y distinguida, y es considerada una de las más grandes escritoras estadounidenses. La edad de la inocencia fue llevada a la pantalla por Martin Scorsese en 1993, protagonizada por Daniel Day-Lewis, Michelle Pfeiffer y Winona Ryder. Otras obras de la autora publicadas por Alianza Editorial son Estío, Ethan Frome y Las hermanas Bunner.




Notas: Datos técnicos, sinopsis y biografía de Edith Warthon tomados de la web de Alianza Editorial. Fotografía de Edith Warthon tomada de la cuenta de Twitter de Alianza Editorial. Imagen de la Quinta Avenida de Nueva York tomada de Wipedia. Imagen de New Port tomada de la web APPU. Imagen del Museo de Arte Moderno de Nueva York tomada de la web  Museum of Modern Art Tickets. 






5 comentarios:

  1. Que maravill de reseña!!!! Aun no lo he leído y sé que es de los libros que me van a gustar. Y la película no lo desmerece en nada, creo. Besos

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  2. Qué reseñón! Esta novela es de mis eternos pendientes. Y desde luego me dejas con ganas de que pronto salga de esa lista.
    Besotes!!

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  3. Hola Paco, genial reseña!. Leí la novela hace años antes de tener blog, y me gustó muchísimo. Es una escritora magnífica que vale mucho la pena. La película también es muy buena. Besos.

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  4. Paco, pues te tengo que decir que yo he intentado dos veces leer esta novela y me costaba tanto que la abandoné. Con Wharton he tenido mis más y mis menos. Hay algunos títulos que me entusiasmaron y otros, como este, que se me hizo bola. Y la verdad es que no lo entiendo porque, así, a bote pronto, es una trama y un contexto que me interesaría pero no sé... Lo mismo, si lo intento una tercera vez, y tras saber lo que nos cuentas, me la leo del tirón. Besos

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  5. Me encanta esta autora, aún no he leído el título que traes, pero cae seguro!

    Besotes

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