Sinopsis:
En
la primera casa en que entró a trabajar como pinche de cocina, a los
quince años, Margaret Powell se quedó atónita cuando le dijeron
que, entre sus tareas, figuraba la de planchar los cordones de los
zapatos. La señora de la casa le prohibió, además, entregarle en
mano cualquier cosa: siempre tenía que ser «en bandeja de plata».
Era la Inglaterra de los años 20, y en ella una chica empleada en el
servicio doméstico tenía que mentir a los chicos si quería
encontrar novio: ellos las llamaban «esclavas».
En el piso de abajo son las memorias de una mujer sedienta de educación que no comprende que, cuando pedía un libro de la biblioteca de sus señores, éstos la miraran incrédulos y espantados. Con el tiempo, aprendió por su cuenta y en 1968 publicó este libro, que ha sido la fuente reconocida de inspiración de series como Arriba y abajo y Downton Abbey, pero mucho más incisiva e intencionada que ellas. En el sótano, a «ellos» (como llamaban a los señores), se les hacía «una especie de psiconálisis de cocina, sin cabida para Freud. Creo que nosotros sabíamos de la vida sexual ajena mucho más de lo que él llegó a saber nunca».
Penetrante en su observación de las relaciones entre clases, libre y deslenguada en la expresión de sus deseos, Margaret Powell nos cuenta qué significaba para los de abajo preparar las cenas de seis platos de los de arriba. Un documento excepcional.
Opinión
Personal:
Tras
empaparme de las vivencias de una mujer luchadora como era Margaret
Powell la curiosidad se apoderó de mi y, como en literatura uno
tiene la posibilidad de viajar a través del tiempo, me imaginé que
me desplazaba hasta Hove, cerca de Brighton, (Inglaterra) para
conocer en persona a esta mujer que pasó prácticamente toda su vida
entre fogones. Pero no eran unos fogones de esos grandes restaurantes
que tienen alguna estrella Michelín, se dedican a la alta cocina y
su clientela es de lo más selecta y a la sazón exigente. No. Todo
lo contrario. Lo único que tienen en común los fogones en los que
trabajó esta mujer era la exigencia, pero una exigencia impuesta por
los dueños de las mansiones en las que trabajaban. Unos dueños que,
en la gran mayoría de los casos, presumían de cara a la galería de
llevar una vida relajada y con posibles que le hacían permitirse
ciertos caprichos. Por eso les gustaba mostrar a sus visitantes sus
relucientes casas que con tanto esfuerzo y dedicación dejaban como
los chorros del oro los componentes del servicio doméstico.
Me
cité con ella en uno de esos típicos pubs a los que solía acudir
con sus padres. La puerta del local se abrió. La reconocí nada más
entrar y le hice señas con la mano de que viniese hasta donde estaba
sentado. Se acomodó junto a mi. El camarero se acercó hasta
nosotros y, al verla, le mostró una sonrisa cómplice; sin mediar
palabra, le trajo una de esas pintas con limón que tanto le
gustaban. «Teóricamente a los catorce años no podías entrar –
me dijo Margaret- pero yo empecé a ir a esa edad porque
era enorme y parecía mucho mayor»
Y
en este ambiente distendido, aunque un tanto bullicioso, eso sí,
empezó a contarme retazos de su vida, de una forma sencilla,
espontánea. Los recuerdos se le acumulaban y yo me quedaba embobado
escuchándola.
Me
habló de sus padres - «Mi padre era pintor y decorador, una
especie de manitas... pero su fuerte era pintar y poner papel
pintado. Sin embargo, en nuestro barrio había poco trabajo en
invierno» «Mi madre limpiaba casas desde las ocho de la mañana
hasta las seis de la tarde»- y de su infancia, a la que, pese a
las estrecheces que pasaban, recodaba con ternura: le gustaba hablar
de sus juegos, de cómo se las ingeniaban para poder asistir al
fascinante espectáculo que para ellos suponía el circo de Lord
George Sander o a las sesiones de cine que daban en la calle
principal. Aunque lo peor estaba por venir y era el estallido de la
Gran Guerra y la llamada a filas a su padre. Las cosas se pusieron
muy difíciles para la familia. Había que subsistir como buenamente
podían.
Aunque
le llegaron a conceder una beca para continuar sus estudios, su
familia no podía hacer frente a los gastos complementarios por lo
que no le quedó más remedio que ponerse a trabajar. Durante algún
tiempo lo hizo como lavandera pero, como había aprendido algo de
cocina con su madre, quiso formar parte del servicio doméstico. El
alma se le cayó literalmente a los pies al comprobar las tareas que
tenía que desempañar. Sería una equivocación lo que estaba
apuntado en el papel. ¿Tanto trabajo tenía una simple pinche de
cocina?.
Me
contó anécdotas de las casas en las que estuvo sirviendo.
Escuchándola me venía a la memoria la serie emitida por la cadena
británica ITV, Arriba y Abajo. Quien haya visto algunos
capítulos de la misma verá que coinciden muchas de las escenas que
en ella se ven con lo que me está relatando esta cocinera, cuyas
experiencias dejó plasmadas en su autobioagrafía En el piso de
abajo (Alba Editorial). Se acordaba con pelos y señales
de su paso por cada una de ellas. Me habló, sobre todo, de la
distancia que había entre los de arriba, «ellos», como les
llamaban, y los de abajo, personas que prácticamente eran tratadas
como «esclavos» y a quienes se les imponía unas normas muy
rígidas en su relación con los señores. Normas que debían ser
cumplidas a rajatabla porque corrían el riesgo de ser despedidas al
menor desliz. Había una clara división entre criados y señores,
una relación de servilismo que ella, con sus memorias, y sin
sentimentalismos ni contemplaciones, quiso dar a conocer qué vida
llevaban realmente los sirvientes que hacían posible la lujosa vida
de sus señores. Pero no por ello, sin embargo, dejó de rebelarse
ante el trato injusto que creían recibir.
Margaret
Pawell era, sin duda, una mujer fascinante, que no se callaba ante
las injusticias y que trabajaba duramente para ascender en el
escalafón del servicio doméstico. Poco a poco, con esfuerzo y la
experiencia de los años, logró trabajar como cocinera, su máxima
aspiración. Pero también logró formar una familia, humilde pero
trabajadora, en la que se desvivió por la educación de sus hijos y
por la suya propia, pues vio que si éstos le preguntaban alguna
cosa, no podía resolverles las dudas que tenían, por lo que se puso
a estudiar, algo que siempre quiso hacer, pues era una mujer que leía
-cosa que escandalizaba a los señores cuando les pedía algún libro
de su biblioteca, porque se dio cuenta de que con los libros se
aprendía y, en más de una ocasión, dejó sorprendida a las señoras
de la con sus citas literarias.
En
el piso de abajo es una verdadera joya literaria. Un libro que
recomiendo para su lectura por todo lo que significa. Un documento
que no tiene precio en el que conocemos la realidad del servicio
doméstico en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX.
Biografía
de la autora:
Margaret
Powell nació en Hove, cerca de Brighton, en 1907. Su padre era
pintor y su madre limpiaba casas. Dejó el colegio a los trece años,
pese a haber obtenido una beca, para ponerse a trabajar. A los quince
encontró un puesto de pinche de cocina en una casa y, poco a poco,
fue ascendiendo hasta llegar a cocinera en Londres.
Toda la vida quiso ser maestra y dejar de servir, cosa que consiguió temporalmente al casarse; pero con la Segunda Guerra Mundial los apuros económicos la obligaron a contratarse por horas. Ya mayor, aprobó los exámenes de secundaria y de acceso a la universidad.
El primer volumen de sus memorias, En el piso de abajo, se publicó en 1968. El éxito fue inmediato, y su fama se consolidó con la publicación de otros libros: Climbing the Stairs (1969), The Treasure Upstairs (1970) y The Margaret Powell Cookery Book (1970). También fue la coautora de tres novelas, todas ellas vinculadas con la serie televisiva Beryl's Lot (1973-1977), que se basaba en su propia vida. Murió en 1984. «Margaret Powell se dedica con toda la fuerza de su rabiosa inteligencia a desmontar un sistema que decretaba que dos grupos de seres humanos debían vivir vidas radicalmente distintas bajo un mismo techo» (Elizabeth Lowry, The Wall Street Journal); «Describe con simple y a veces angustioso detalle la división entre “nosotros” y “ellos”» (Judith Newman, The New York Times); «Para hacerse una idea de qué vida llevaban realmente los sirvientes que hacían posible la lujosa vida de sus señores, es difícil superar las memorias que, sin contemplaciones ni sentimentalismos, escribió Margaret Powell» (Martin Rubin, The Washington Times); «Un relato irresistible y desde dentro sobre la vida en el servicio doméstico y un documento fascinante de unos tiempos y unos lugares desaparecidos, hoy fetichísticamente añorados» (Kirkus Reviews).
Datos
técnicos:
Título:
En el piso de abajo
Autora:
Margaret Powell
Traducción:
Elena Bernardo Gil
Alba
editorial
Primera
edición: abril de 2013
ISBN:97884-84288381
Páginas: 216
Páginas: 216
Nota: sinopsis, biografía de la autora, fogofragía de Margaret Powell y datos técnicos de la novela tomadas de la web de la editorial.
Me encantó!!. Yo también lo recomiendo, es real como la vida misma.
ResponderEliminarUn besote.
Ya le tenía echado el ojo desde que salió. Voy a intentar leerla pues me gusta mucho lo que nos cuentas.
ResponderEliminarBesos!
Desde luego un libro con el que puedes aprender mucho por la historia que cuenta.
ResponderEliminarNo me importaría echarle mano, la verdad. Pero tendrá que esperar.
ResponderEliminarMuy interesante lectura. No la conocia, pero con esta entusiasta reseña no voy a poder evitar acercarme a ella en algun momento. Besos
ResponderEliminarGracias, Paco, por esta sugerencia. Me lo apunto para leer estas vacaciones, me intriga, con esta reseña, es imposible dejarla pasar.
EliminarTe deseo un feliz verano y buenos días de descanso...Y no nos dejes del todo.
Un abrazo.
Mari Carmen.
Me ha gustado mucho tu reseña y me ha entrado mucha curiosidad, me lo apunto, besotes
ResponderEliminarTiene pinta de ser un libro muy interesante y tu reseña sin duda anima a leerlo
ResponderEliminarBesos
No te puedo decir que no tras tu fantástica reseña.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hoy reseño una novela que tiene puntos en común con este libro, qué casualidad! Ya lo tenía anotado, pero lo subrayo con esta reseña. 1beso!
ResponderEliminarNo lo conocía pero estoy segura de que me gustaría y me horrorizaría (por la actitud de los señores) por igual
ResponderEliminarBesos
Tiene muy buena pinta, sobre todo, por el nuevo enfoque que le estás dando a las reseñas.
ResponderEliminarPreciosa la reseña! El libro ya lo he pedido en la biblioteca, me parece de lo más atractivo!! Bss
ResponderEliminarUna reseña muy interesante, tanto por la forma como por el contenido. :-)
ResponderEliminarUn saludo.
Qué pinta tan interesante tiene el libro. No somos muy de no ficción, pero este nos llama mucho, quizás porque seamos fans de DA y similares :)
ResponderEliminarMira qué planchar los cordones, jajaja Hasta donde llega la estupidez humana!!!! Una buena lectura sin duda. Me la llevo.
ResponderEliminarBs.