Datos técnicos:
Título: Vieja Navidad
Título original: Old Christmas
Autor: Washington Irving.
Traductor: Óscar Mariscal
1ª edición: noviembre/2016
Edición original: 1820
Ilustraciones: Randolph Caldecott
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788494550980
Idioma: Español
Nº pág.: 128
Sinopsis:
Washington
Irving nos dejó una obra memorable en
el conjunto de ensayos, novelas cortas y relatos que conforman su
famoso The sketch book of Geoffrey
Crayon, Gent (1819-1820). Allí se
recogieron por primera vez sus más célebres historias («La leyenda
de Sleepy Hollow» o «Rip Van Winkle», entre otras ). Pero gran
parte del éxito de este libro vino por una pequeña novela, titulada
Old Christmas,
donde Irving retrataba, de forma nostálgica y humorística, las
celebraciones navideñas en una casa de campo inglesa.
Este
delicioso y olvidado clásico de las fiestas navideñas, que
presentamos por primera vez en castellano de forma íntegra y con las
ilustraciones de Randolph Caldecott, le ganó fama a su autor
en Europa y fue una de las fuentes de la inspiración de la célebre
Canción de Navidad de Charles Dickens. Además, contribuó a
resucitar la tradición de la Navidad en Estados Unidos y construyuó
buena parte de la imaginería y del moderno espíritu nostálgico de
estas fiestas en la cultura occidental. Su divertida lectura, junto a
la de Dickens, merece ser una tradición navideña.
Opinión
Personal:
Washington
Irving era uno de los autores clásicos de los que todavía no había
leído nada. El año pasado tomé contacto por primera vez con su
narrativa, y lo hice con su novela corta El alquimista de Granada (reseña).
Hoy publico en mi blog las impresiones que me causaron una de sus
obras que más fama le dieron, Vieja Navidad, que sin duda alguna recomiendo.
Antes de
entrar en materia entiendo, en mi modesta opinión, que merece la
pena referirse al prólogo que ofrece el autor/narrador sobre lo que
para él significan las fiestas navideñas. En este sentido,y si nos
fijamos en cada uno de los aspectos que en él trata, el lector
coincidirá con la gran mayoría de ellos porque, pese a que estamos
hablando de una obra publicada en 1820, las reflexiones que en ella
hace el autor pueden trasladarse perfectamente a nuestros días.«Entre
los efectos más perniciosos de la sofisticación moderna, se cuentan
los estragos causados sobre las viejas y entrañables costumbres
festivas. Aquella ha acabado por limar los vivos relieves y agudos
resaltes de estos ornamentos de nuestra existencia, desgastando
nuestra sociedad hasta convertir su superficie en otra más suave y
pulida, pero sin duda menos peculiar»
(pág. 15).
A
medida que se sucedían los episodios de Vieja Navidad, era cada vez
mayor la sensación de que más bien tenía ante mí
un libro de viajes que una novela corta, por la forma en la que el
narrador me ofrecía todo lo que observaba a su alrededor, desde los
detalles del paisaje rural y urbano hasta las personas con las que se
cruzaba, y la forma empleada para relatarme lo anteriormente
expuesto, en donde las descripciones y reflexiones son las que más
van a llamar la atención del lector, pues comprobará que tienen
lugar muy pocos diálogos directos entre los personajes que desfilan
por sus páginas.
Vieja
Navidad está estructurada en cuatro capítulos titulados, más el
prólogo sobre el que ya comenté mis impresiones en el segundo
párrafo de esta reseña. El narrador, de quien el lector no conocerá
su nombre, realiza una gira por Yorkshire durante el mes de
diciembre, la misma víspera de Navidad. En la fonda en la que había
decide pernoctar se encuentra con una cara que le resultaba muy
familiar: un joven al que define como gallardo y vivaracho, con el
que viajó por el continente, Frank Bracebrigde. Ese reencuentro da
un nuevo giro al relato, pues el narrador es invitado por su joven
compañero de viaje a pasar las fiestas navideñas en la hacienda de
su padre, pues ese era su punto de destino. Es desde ese momento
cuando el relato cobra mayor interés tanto para el narrador como
para el lector, por la serie de episodios que presencia durante su
estancia en la mansión de la familia Bracebrigde, en donde se
contangia del ambiente festivo y jocoso que impera entre quienes allí
celebran a la vieja usanza estas fiestas entrañables, ya que «mi
padre es un rematado fanático de la vieja escuela, y se enorgullece
de mantener en pie los restos de la rancia hospitalidad inglesa. Es
un soportable espécimen de lo que difícilmente encontrará hoy día
en estado puro»(pág.
37)
Quienes
hayan leído El alquimista de Granada comprobarán cómo el estilo
narrativo de Washington Irving difiere del que emplea en Vieja
Navidad, pues el escritor estadounidense se sirve del humor socarrón
para describir al lector las pintorescas escenas que presencia en la
hacienda del padre de Frank Bracebrigde. Y es que Irving ofrece una
serie de estampas pintorescas en las que son dos los personajes que
sobresalen y que llamarán sobremanera la atención del lector: el
padre de Frank Bracebigde, excéntrico donde los haya y quien vela
por que se cumpla con la rancia tradición navideña, secundado por
el no menos extravagante maese Simon, un viejo soltero que disfrutaba
de una pequeña renta, que llevaba la batuta en todos los
espectáculos que se organizaban durante esos días festivos, y que
darán lugar a que se produzcan situaciones cómicas por la forma en
la que se desarrollan. También el lector conocerá a otros
singulares personajes que conformarán el elenco con los que
compartirá alguna escena el narrador, caso del cochero de la
diligencia, los tres colegiales que tenía por compañeros de viaje, el ambiente cargado de humor que reina en la fonda
que elige para su descanso nocturno, o el párroco que celebra los
oficios religiosos siguiendo las directrices del cabeza de familia de
los Bracebigde.
Vieja
Navidad es también una novela costumbrista en la que el lector
asistirá a una serie de estampas en las que se reflejan el día a
día de los ingleses en aquella época: se podrá imaginar
pefectamente el bullicio que reinaba entre el variopinto grupo de
pasajeros que se servían de la diligencia pública para reunirse
para celebrar con sus familiares esas fechas tan señaladas. El
lector presenciará con interés, y seguro que con algún gesto
cómplice de sonrisa, las celebraciones lúdicas de esos días
siguiendo las rancias tradiciones, al igual que los oficios
religiosos a los que asistirá en compañía de tan singular familia.
Todo ello provocará en el narrador la sensación de que realmente
esté viviendo en una época pasada --más concretamente en la
victoriana-, como así lo reflejan las ilustraciones que adornan esta
novela corta, en la que los juegos, canciones, relatos, bailes y
banquetes que se celebran tienen ese regusto añejo.
Biografía:
Washington Irving
(1783-1859), narrador, ensayista, biógrafo, historiador y
diplomático, fue uno de los primeros escritores norteamericanos
(1832)que ganó fama en Europay es hoy un clásico de las letras
inglesas. Especialmente conocido por sus cuentos, incluidos en el
célebre Sketch Books, dejó muchas obras de comentario social
y político, sus apuntes de viaje, y fue pionero de la costumbre
biográfica en la literatura anglosajona. En el ámbito hispánico es
célebre por su estancia diplomática en España, por sus libros de
temática histórica y de viajes, y por sus Cuentos de la Alhambra
(1832). Murió el 28 de noviembre de 1859 en su casa de
campo de Nueva York, llamada Sunnyside, a la edad de 76 años.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía del autor, tomados de la web de la editorial. Fotografía de Washington Irving, de Wikipedia.
Todavía no me estrené con este autor, y eso que hace unos años, en un viaje a Granada, compré "Cuentos de la Alhambra".
ResponderEliminarBesos
Me encanta Washington Irving, soy una rendida fan de "La leyenda de Sleepy hollow", que te recomiendo mucho si no la has leído ya. También he leído la novelita navideña que hoy nos traes por aquí y estoy totalmente de acuerdo contigo: es entrañable, por el humor socarrón del autor, por las descripciones de cada tradición, por la atmósfera de esa Inglaterra ancestral rural en sus más puras tradiciones. Lo leí en Navidades y creo que estas Navidades lo volveré a leer sin falta, es especial y reconfortante. Besos.
ResponderEliminarPor lo que cuentas me recuerda a "La leyenda de Sleepy Hollow", y me gustó, así que este tiene que formar parte de mis lecturas :-)
ResponderEliminarUn beso.
Lo leí hace mucho tiempo y me gustó mucho, aún recuerdo hasta las cubiertas del libro, de aquellos en geltex, parece que lo estoy viendo...¡ya hablo como las viejas! en fin, que me encantó, y es que yo soy muy Irving, dame cuentos y llámame tonta que yo plim, tan feliz, jajaja.
ResponderEliminarBesitos carinyet.
Paco ando detrás de leer El jinete sin cabeza estos días... Este libro me llamó la atención desde que lo vi pero creo que, dado la temática, me apetece más leerlo en navidades. Besos
ResponderEliminarPues no lo conocía. Me lo apunto y me lo voy a dejar para las Navidades, que segura que lo disfruto mucho.
ResponderEliminarBesots!!!
NO he leído nada del autor y en casa de mis padres tengo Cuentos de la Alhambra, voy a ver si me estreno con él.
ResponderEliminarBesos
No he leído nada del autor todavía. Por lo que has contado creo que podría gustarme, pero como tengo Cuentos de la Alhambra esperando en casa empezaré por ahí mejor...
ResponderEliminarBesos!
Besos!
He leído Cuentos de la Alhambra y me gustó, además lo leí de poco en poco. Este no lo conocía, me quedo un poco en duda, y no se si lo leeré en el futuro, veremos
ResponderEliminarBesos
Lo leí estas pasadas navidades, fue uno de los libros de los que hice minirreseña durante las fiestas. Es una auténtica joya.
ResponderEliminar¡Besote!
No he leído nada del autor y tengo que ponerle remedio. Este me lo anoto para navidades a ver si tengo tiempo.
ResponderEliminarUn beso ;)
No he leído nada de Irving, y no sabía que en el se inspiro Dickens. Sin duda me parece un clásico muy interesante para leer. Un abrazo
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