El
pasado día 22 de abril, traía a este blog mis impresiones sobre la
novela Los dioses dormidos, de Enrique Gallud Jardiel. Hoy vamos a
conocer un poco más sobre esta novela y sobre la narrativa de este
prolífico autor.
«Yo
fui a la India a pasar dos meses y me quedé allí diecisiete años,
lo que dará una idea de la fascinación que el país ejerció sobre
mí»
Biografía:
Enrique
Gallud Jardiel nació en Valencia en 1958. Es nieto del comediógrafo
Enrique Jardiel Poncela e hijo de los actores Rafael Gallud y María
Luz Jardiel.
Se ha
dedicado al estudio y la docencia de la literatura española,
especializándose en teatro cómico. Es Doctor de Filología
Hispánica por la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi y
también por la Universidad Complutense de Madrid. Ha enseñado en
diversas universidades y otras instituciones de España y el
extranjero. Aparte de su actividad académica, es autor de más de
setenta libros y de doscientos artículos. Dirige la Compañía
Teatral Barbieri. Es socio fundador del Instituto de Indología,
dedicado al estudio y difusión de la cultura india. En la actualidad
reside en Madrid.
En este enlace se puede leer toda la publicación literaria de Enrique Gallud Jardiel.
En este enlace se puede leer toda la publicación literaria de Enrique Gallud Jardiel.
1)
Francisco Portela .- Muchas gracias por concederme esta entrevista.
Creo que merece la pena conocer un poco cómo fue el proceso de
creación de Los dioses
dormidos y hablar sobre su
trayectoria literaria.
Enrique
Gallud Jardiel.-Siempre es un placer hablar del trabajo que uno hace,
cuando lo hace con gusto y entusiasmo; y, además, creo que es
obligación de cualquier autor mencionar cuáles son sus propósitos
estéticos al escribir un libro y en que medida cree que ha
conseguido lo que se proponía. El lector potencial tiene derecho a
conocer, si así lo desea, los pasos de la creación artística.
2) F.P.-
Gran parte de su obra literaria gira en torno a la India ¿Por qué
le apasiona tanto este país?
E.G.J.-
Yo fui a la India a pasar dos meses y me quedé allí diecisiete
años, lo que dará una idea de la fascinación que el país ejerció
sobre mí. Allí me dediqué a enseñar cultura hispánica
(literatura, concretamente) en la Universidad Jawaharlal Nehru de
Nueva Delhi. A mi regreso a España hice lo contrario: dedicarme a
divulgar en mis libros y conferencias lo que aprendí sobre la India,
que tiene una cultura milenaria y muy profunda. Por eso he escrito
ensayos sobre su filosofía, su religión, su literatura y varias
colecciones de cuentos indios.
3)
F.P.- Los dioses dormidos
es una novela ambientada en la India antigua, pero los problemas que
trata bien pueden trasladarse a nuestros tiempos. ¿Podríamos decir
que estamos ante una novela atemporal?
E.G.J.-
Indudablemente es atemporal, aunque esté ambientada en una época
antigua y deliberadamente poco definida. Hubiera sido deseable que
los problemas que en ella se tratan fueran ya cosa del pasado, pero
desgraciadamente no es así. En la novela hay muchos elementos
negativos que siguen vigentes en nuestra sociedad actual, porque la
naturaleza del ser humano no cambia o lo hace muy lentamente. Así,
por ejemplo, la discriminación a las mujeres, el clasismo, el abuso
del poder por parte de los gobernantes, el arraigo de las
supersticiones, todos estos aspectos que se recogen en el argumento
de mi libro son problemas que aún no hemos sabido solucionar.
4)
F.P.- Y viendo las publicaciones que tiene hasta la fecha, es su
primera incursión en la ficción histórica. ¿Se ha sentido cómodo
mientras trabajaba en este proyecto?
E.G.J.-Me
ha gustado mucho escribir este libro, puesto que he condensado en él
muchos conocimientos y percepciones que adquirí durante mi estancia
en la India —mi segunda patria—, lo que me ha hecho sentirme muy
cómodo. Confío en que el lector se encuentre a gusto también en
ese mundo que yo he recreado y que puede parecer exótico a primera
vista, pero que es, en definitiva, semejante al nuestro en muchas
cosas, porque las pasiones humanas son las mismas para todos.
5)
F.P.- En Los dioses dormidos
se percibe que los hindúes tienen muy presente a sus divinidades en
el día a día. ¿Es así en la vida real?
E.G.J.-
El hindú es una persona muy creyente y devota, que vive día a día
su religión y sus creencias. No sólo en lo relativo a los dioses
(que no son tales, sino simplemente símbolos distintos de un único
Espíritu Universal o Absoluto), sino también en lo que se refiere a
los principios filosóficos en los que cree: el karma (la ley de
causa y efecto), la reencarnación, la sacralidad de todo el universo
y, consecuentemente, de todas sus criaturas (lo que hace al hindú
pacifista y respetuoso con la vida, etc.
6)
F.P.- Me llamó incluso la atención la danza: en las escenas que
representa Maya en sus bailes el narrador nos explica qué es lo que
está representando en esos movimientos sensuales.
E.G.J.-
El baile indio es un arte muy complejo y barroco. Tiene alrededor de
ochocientas posiciones de las manos, denominadas mudras,
que simbolizan objetos y sentimientos y que le sirven al intérprete
para contar historias sin emplear la palabra. Es un artificio muy
elaborado y codificado en libros, que los bailarines aprenden en la
niñez y que el indio común sabe interpretar. Nada en la danza queda
al azar o a la improvisación: todo gesto o movimiento tiene su
sentido preciso.
7)
F.P.- Aunque también hay personajes escépticos, como Akshay, el
primer ministro. ¿Es el indio una persona muy creyente o ocurre lo
mismo que en cualquier religión?
E.G.J.-
El hinduismo es un sistema filosófico monista: cree en una misma
esencia en todo el Universo. A esto, muchos hindúes lo llaman Dios y
son, por lo tanto, panteístas. Otros consideran que es simplemente
energía, y son materialistas. Así es que se puede ser a la vea
hindú y ateo, por así decirlo. Ha habido en la India escuelas
filosóficas materialistas, pese a que lo que más se conoce en
Occidente es su vertiente de misticismo. Las religiones acaban
llevando consigo una carga de superstición y de ahí el
enfrentamiento que planteo entre el ministro racionalista, práctico
y escéptico y el gran sacerdote, que intenta capitalizar las
creencias del pueblo en su propio beneficio. Es el eterno conflicto
entre la fe y la ciencia.
8)
F.P.-¿Tanto poder tienen los brahmanes entre los hindúes?
E.G.J.-
No; evidentemente se trata de un recurso de ficción. Los brahmanes
no dejan de ser una clase social especializada en el rito, no tienen
una autoridad moral sobre los hindúes, pues no forman parte de una
iglesia organizada con ritos y jerarquías. Otra cosa es que en la
antigüedad la gente ignorante respetase en exceso sus opiniones y
ellos se aprovecharan de esto.
9)
F.P.- Ha publicado obras literarias de corte humorístico. ¿Es el
suyo un humor similar al de su abuelo Enrique Jardiel Poncela?
E.G.J.-
No lo es. De haber algún influjo de Jardiel en mi forma de humor no
lo sería de sus escritos, sino de su humor en la intimidad, de la
forma de expresarse en casa, de las costumbres curiosas que yo he
vivido por pertenecer a la familia y que hacen que todos los Jardiel
nos expresemos de una forma peculiar. Creo que, en lo literario, mis
modelos son la generación cómica anterior a la de Jardiel. Me estoy
refiriendo a los escritores cómicos decimonónicos, como Juan Pérez
Zúñiga, por ejemplo. Y, si tuviera que buscar un modelo más
moderno, podría ser Woody Allen. Lean, si no su libro Cómo
acabar de una vez con la cultura
y tendré mucha suerte si no me acusan de plagio. En cuanto a mis
ídolos en lo cómico, van de desde Quevedo a Mark Twain, sin olvidar
a los hermanos Marx. Por otra parte, ser nieto de Jardiel Poncela es
un honor, ¿para qué lo voy a negar? Por ello, la comparación es
inevitable y yo estoy resignado a que se me conozca —si es que se
me llega a recordar— como «el Jardiel malo», para diferenciarme
del de verdad.
10)
F.P.- Se relaciona la obra de Enrique Jardiel Poncela con el teatro
de lo absurdo. ¿Fue el suyo un humor tan incomprendido? ¿Tendría
más éxito hoy día?
E.G.J.-
Yo no creo en absoluto en que la literatura de Jardiel se pueda
definir como vinculada al absurdo. Es, eso sí, inverosímil, pero en
sus obras todo acaba estando justificado. En todo caso sería un
humor muy original e hipernaturalista, basado en las anomalías del
ser humano (los casos extremos, la locura, etc.). En sus comedias más
enrevesadas todo queda perfectamente explicado al final. Su humor no
fue incomprendido en su momento: sus novelas fueron grandes éxitos
editoriales y su teatro entusiasmó a los públicos. Fueron los
críticos los que no supieron o no quisieron ver las innovaciones que
Jardiel aportaba a la escena. Hoy en día sigue teniendo un éxito
continuado. Sus obras se representan a nivel profesional menos de lo
que debieran a causa de que tienen muchos personajes y resultan caras
de montar. Pero a nivel amateur,
donde los sueldos de los actores no son una consideración, es el
autor más popular. Todos los días del año grupos de teatro de todo
tipo —desde asociaciones de mayores hasta grupos universitarios o
de instituto —representan incesantemente y con gran éxito comedias
de Jardiel. En cuanto a sus aforismos y pensamientos, aparecen de
forma continuae en artículos y escritos de todo tipo. La frase
«Como dijo Jardiel Poncela...» debe de ser una de las más gastadas
del idioma castellano, a juzgar por la frecuencia con que se lee en
los periódicos.
11)
F.P.- Veo que también dirige una compañía teatral ¿Cree que este
género literario ha perdido empuje ante la industria del cine?
E.G.J.-
Son géneros distintos que pueden mostrar cosas distintas.
Generalmente, a quienes gusta el teatro, les gusta también el cine.
Obviamente, a principios del siglo xx
el teatro era el
entretenimiento por excelencia y el cine lo desplazó a un segundo
término. Pero el teatro sigue siendo el arte originario y por ello
nunca desaparecerá, por muchas crisis con las que se enfrente. El
cine tiene otras virtudes y ambos convivirán perfectamente. No son
enemigos el uno del otro. El verdadero enemigo tanto del cine como
del teatro es la telebasura.
12)
F.P.- En su producción literaria hay obras de ficción y de no
ficción. ¿Cuál es el género literario con el que más se
identifica?
E.G.J.-
Yo empecé a publicar ensayo, al tiempo que escribía ficción. Ambos
géneros me gustan. Pero el ensayo exige un control continuo del
dato, del nivel, del léxico empleado, de la rigurosidad científica
y académica. La literatura de creación —especialmente el humor—
dan mucha más libertad. Cuando escribo un libro de humor pongo
exactamente lo que me apetece en cada momento; lo escrito podrá
tener gracia o no, pero no constriñe ni precisa de tanta corrección.
Me hace disfrutar mucho más.
13).-
Y como lector ¿tiene algunos autores de cabecera?
E.G.J.-
Sí y les soy muy fiel, en el sentido de que releo muchísimo.
Prefiero muchas veces volver a leer un libro satisfactorio que perder
el tiempo con obras mediocres que no conozco. También soy
exhaustivo, pues no creo en absoluto en el talento de los antólogos.
Cuando nos dicen que las mejores obras de un autor son ésta y
aquélla, suelen olvidarse de otras menos conocidas y no por ello
peores. Cuando me ha gustado un escritor he procurado siempre leer
absolutamente todo lo que escribió y he encontrado verdaderas
maravillas que ningún crítico se molestó en mencionar. En cuanto a
hacer una lista de mis autores preferidos, sería imposible. Leo
mucho teatro y los barrocos españoles (Lope, Tirso, Calderón y
compañía) me parecen lo mejor de lo mejor. Me agradan moderadamente
Shakespeare, Schiller y Molière. A Racine, Corneille y Moratín se
los regalo a quien los quiera. También soy muy aficionado a la
novela. Dostoyevski y Balzac figuran entre mis preferidos, así como
Gracián y Quevedo. Y luego, Herman Hesse, Stefan Zweig, Ayn Rand,
Isaac Asimov, Umberto Eco, Eduardo Mendoza... Un montón. De entre
los poetas, Góngora es insuperable, aunque no le hago ascos a Walt
Whitman. De filósofos, Spinoza, Voltaire, Schopenhauer, Ortega y
Bertrand Russell. Se me están olvidando algunos cientos. De
Cervantes no es que me haya olvidado. No lo he mencionado entre mis
preferidos porque me parece un escritor fallido, sin pizca de gracia
y con una prosa farragosa que no ha leído casi nadie, pese a todo el
bombo que se le pueda dar. Ya sé que esta opinión no gustará a
muchos, pero ¡qué se le va a hacer! Estamos aquí para decir la
verdad.
14)F.P.-
Y ya para terminar, ¿está trabajando en algún proyecto literario
actualmente?
E.G.J.-
¿Quién que escriba no está trabajando en una cosa u otra? Tengo
varios libros a los que me dedico alternativamente. Un libro
humorístico de escritos breves con el título provisional de Oficios
que no valen la pena,
que trata precisamente de eso: de profesiones raras. Una Historia
cómica de la filosofía,
donde me reiré mucho de señores de ésos a los que no se les
entiende nada de lo que dicen. Un libro de semblanzas humorísticas
que llevará por título Canallas
y mangurrinos. Una
parodia de los travelogues
y los libros de aventuras: Viajes
chapuceros y lugares espantosos. Otra
novela seria, sin título basada en una leyenda romántica de origen
árabe. En cuanto a ensayos sobre la India, preparo material para un
libro sobre Hanuman, el dios de los monos y trabajo en una traducción
del poema lírico El
curso de las estaciones
(Ritusamhara), del gran poeta indio Kalidasa. Y en lo referente a
literatura, elaboro un estudio sobre Humor
y poesía en el teatro de Alejandro Casona.
Como se ve, trabajo no me falta.
En
cuanto a mis próximas publicaciones, que saldrán pronto al mercado,
se cuentan dos libros de parodias literarias: Séneca,
Quevedo y otros plastas por el estilo
(Ápeiron Ediciones) y Gamberradas
literarias (Lapizcero
Ediciones); una novela de humor catastrofista: El
follón del fin del mundo
(Editorial Dalya), dos estudios críticos: Teoría
y mecanismos del humor
(Carpe Noctem Ediciones) y Aragón
en el teatro español
(Editorial Doce Robles), que irán apareciendo a lo largo del año.
15)
F.P..- Gracias por prestarnos un poco de su tiempo para hablarnos de
su producción literaria y acercarnos más a un país tan distante
para nosotros como es la India.
E.G.J.- Gracias a vosotros, por vuestro interés y por darme ocasión de hablar de mi obra, pues ya es sabido que los escritores tenemos un ego del tamaño de la catedral de Colonia.
E.G.J.- Gracias a vosotros, por vuestro interés y por darme ocasión de hablar de mi obra, pues ya es sabido que los escritores tenemos un ego del tamaño de la catedral de Colonia.
Nota: Biografía tomada de la web del autor. Láminas que acompañan al cuerpo de la entrevista, de google imágenes.
Muy interesante la entrevista, tengo que ponerme con el libro que seguro que me gusta
ResponderEliminarBesos
Interesantísima entrevista y aunque no me gusta nada la portada, el libro sí parece interesante.
ResponderEliminarUn beso
Me ha gustado leer la entrevista a este destacado escritor. Me apunto "La risa inteligente" y lo que nos presenta como próximos de humor. Gracias, Paco, sigue mostrándonos los buenos trazos de tu pluma.
ResponderEliminarMuy interesante. Gracias por la entrevista! Un beso ;)
ResponderEliminarAy del autor no leí nada aún y no será porque no nos lo ponga fácil. Creo que otras publicaciones anteriores me gustarían más que estas Paco. En cualquier caso, no descarto leer nada suyo y he de decir que Jardiel Poncela me encanta. Gracias por toda la info que nos proporcionas. Muy buena. Besos.
ResponderEliminarMuy buena entrevista! Gracias por acercarnos al autor!
ResponderEliminarBesotes!!!
gracias por la entrevista.
ResponderEliminarBesos
Muy interesante la entrevista ¡¡ No tardaré en leer el libro. Un abrazo Paco
ResponderEliminarBuenísima entrevista, enhorabuena. Con la de proyectos que se trae entre manos sabremos mucho de él en los próximos años.
ResponderEliminar¡Besote!
Una entrevista con diversos temas, se nota que conoce y "adora" la India. Creo que me gustará descubrirlo en su faceta humorística.
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