Datos técnicos:
Título: El buen vasallo.
Autor: Francisco Narla.
Editorial: Grijalbo.
1ª edición: Octubre/2024.
ISBN: 978-84-253-6854-7.
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta.
Idioma: Español.
Nº páginas: 720.
Sinopsis:
Hubo un tiempo en el que la península ibérica estaba inmersa en guerras constantes. Fueron siglos de batallas célebres, valientes gestas que los juglares luego cantaron por tabernas y plazas. Pero hay una historia que siempre callaron, quizá porque nadie se atrevió entonces a contarla. La de un joven caballero llamado Diego.
Diego no es un muchacho cualquiera, es el hijo del mayor héroe de la época. Su padre, Rodrigo Díaz de Vivar, se ha esforzado por convertirlo en el mejor de sus capitanes. Algo que el chico persigue sin tregua a pesar de que la devoción filial que antes le profesaba ha ido desvaneciéndose ante la mirada inquieta de su madre, Jimena. En estos últimos años, el rencor ha hecho del Cid un hombre cruel, capaz de condenar a quienes más le aman. Y Diego, siempre dispuesto a servirle como lo haría un buen vasallo, tendrá que enfrentarse con la verdad sobre su padre y señor.
Con un estilo poderoso y épico, Francisco Narla nos sumerge en el mítico medievo español a la vez que nos ofrece el soberbio perfil humano de unos personajes que forman parte de nuestro legado. Honor, venganza, redención y amor se entrecruzan en una deslumbrante novela histórica que es a la vez la más seductora de las leyendas.
Opinión Personal:
Toca acercarse a un mítico personaje que no deja indiferente, como es Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Un personaje cuya historia se confunde entre la realidad y la leyenda porque, tras su muerte, el pueblo llano -y no tan llano- está ávido de conocer por boca de los juglares las hazañas de un guerrero que cuenta sus batallas como victorias. Un mito del que Francisco Narla (Lugo, 1978) ofrece al lector una novela que disfruté de principio a fin, El buen vasallo. La trama se desarrolla de tal forma que ayuda a degustarla a fuego lento, al ritmo que marca el narrador omnisciente para que no perdamos detalle de todo lo que sucede a lo largo de poco más de 700 páginas que conforman una narración que no da lugar a tregua, y en la que apenas decae el ritmo en cada uno de los capítulos en los que está estructurada. Sin duda alguna, el escritor lucense planifica y desarrolla una trama que está a la altura del personaje, porque es consciente de cómo tiene que reflejarla: «Sería un auténtico disparate pretender arrogarse a la verdad sobre la polémica, desconocida, incomprendida y discutida vida de ese al que hemos terminado por conocer como Rodrigo Díaz de Vivar, el Campeador, El Cid» (pág. 690).
(Castillo Cornago-La Rioja) |
Dos son las líneas temporales que se desarrollan a lo largo de los capítulos: la del presente en 1102 y la del pasado entre 1088 y 1097. Son dos subtramas muy atractivas, porque si en la del pasado son Ruy Díaz de Vivar y Diego los que atraen la atención del lector, en la del presente domina el misterio, porque incita a preguntarse quién es el personaje conocido como el yesero o el Gallego, a quien le acompañan las adversidades a lo largo de los capítulos, que no son pocas, algunas de las cuales le llevan al límite de sus fuerzas. Dos subtramas diría que muy diferentes pero complementarias, y que confluyen en el último tramo en el que me encontré con un desenlace memorable, conformado por los dos capítulos finales.
Uno de los grandes atractivos de la última novela publicada hasta la fecha por Francisco Narla es el carácter literario de la misma, no sólo por la variedad de recursos que utiliza, sino también porque en todo momento tuve la sensación de que era un juglar el que me estaba recitando esta historia. Un juglar que también está presente en los primeros capítulos de la línea temporal del presente, y que posteriormente parece dejar su huella en el resto del relato, por cómo se desarrollan algunos episodios en los que tuve la sensación de que volvía a tomar la palabra. Y es que algunos de los que protagoniza el Cid adquieren el carácter de prodigio, porque parece increíble que dada la magnitud del enemigo al que se enfrenta, tanto cristianos como moros, pueda derrotarlos. Sin embargo, es un gran estratega y sabe con qué bazas puede jugar para salir victorioso, de tal forma que el autor sabe cómo describirlas para que produzcan esa sensación, y sin tener que recurrir a fantasía alguna. Sin duda alguna, la voz narrativa relata de forma magistral los enfrentamientos militares que mantiene, sobre todo por lo temibles que son los almorávides en el campo de batalla. Pese a esto último, me atrajeron mucho los episodios en los que están muy presentes Ramón Berenguer II y el conde de Nájera, García Ordóñez, sobre todo este último, fiel aliado de Alfonso VI, con todo lo que esto significa para el Campeador, y que se refleja a lo largo de los capítulos que ambos protagonizan.
(Polop-Alicante) |
Francisco Narla perfila un inolvidable elenco de personajes que ayudan a mantener el interés por todo lo que sucede a lo largo del desarrollo de la trama. Son un fiel reflejo de la convulsa e insegura época que les toca vivir, sobre todo si transitan por la peligrosa frontera. Conforman un amplio listado de secundarios, pero a los que el autor describe de tal forma que no cuesta trabajo identificarlos, porque cada uno de ellos suele tener alguna característica que los hace inconfundibles. Cobran un mayor protagonismo varios miembros de su mesnada, sobre todo por la relación que tienen con su capitán, principalmente quienes forman su grupo de mayor confianza. Personajes como Nuño y Blasco, que forman un dúo que no tiene desperdicio, a los que hay que añadir al sanador hebreo Moisés o al germano Otto y la frase lapidaria que utiliza como muletilla. Pero los que más evolución tienen a lo largo de los capítulos son Diego y Gelín, aprendiz del sanador, y con quien el hijo del Cid forja una amistad inquebrantable, pese a las diferencias que por parentesco hay entre ambos. Un cuadro de personajes a los que hay que añadir a los históricos ya mencionados en esta reseña, y la presencia de Álvar Fáñez en el último tramo, o el papel que desempeña ficticios como el mercader pisano Giovanni Orlandi y su hija Lilia, sin olvidarme de Ojarra en el castillo de Cornago. Pero junto a Ruy Díaz de Vivar destaco la labor de su esposa Jimena, por el papel trascendental que tiene en la trama, ya que no sólo actúa como esposa y madre, si no también porque muestra inteligencia a la hora de asesorar al de Vivar.
(Puerta de la Xerea-Valencia) |
El buen vasallo es una novela que disfruté de principio a fin, degustada a fuego lento, sobre todo en los capítulos en los el misterio, la acción y la tensión narrativa están presentes. Es un magnífico viaje literario a la Edad Media, sobre todo por la trascendencia que tiene todo lo que sucede en territorio fronterizo. Está escrita con elegancia y riqueza de vocabulario y son un disfrute las brillantes descripciones que ofrece el narrador omnisciente sobre las localizaciones por las que transitan los personajes ya citados en esta reseña, al igual que las escenas en las que están muy presentes la flora y la fauna.
Biografía:
Francisco Narla (Lugo, 1978). Piloto aéreo y escritor de novela histórica y ha colaborado en radio y televisión. Aunque entre sus publicaciones se encuentran obras de diversa índole, el éxito le llegó principalmente gracias al género histórico, en el que debutó en 2012 con la novela Assur (Planeta, 2012). A esta le siguieron Ronin y Donde aúllan las colinas. Ya consagrado como uno de los maestros del género, en 2018 obtuvo el I Premio Edhasa de Narrativas Históricas con Laín, el Bastardo, con un enorme éxito de crítica y ventas que continuaría en los años sucesivos con la publicación de tres títulos más: Fierro, Balvanera y Breo. El celta que desafió a Roma.
En 2024 llega a Grijalbo con su novela más madura, El buen vasallo, una magnífica historia que rebasa las fronteras de los géneros para afirmarse como una obra inolvidable, dotada de personalidad, rigor y amor por la literatura.
(Polop-Alicante) |
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