Datos técnicos:
Título: El guardés del tabaco.
Autor: Jairo Junciel.
Editorial: Almuzara.
1ª edición: Diciembre/2017.
Encuadernación: Tapa blanda con
solapas.
Idioma: Español.
ISBN: 978-84-17044-49-7.
Nº pág.: 265.
Sinopsis:
En la España del siglo
XVIII, carcomida por la codicia y donde vidas y lealtades valen poco
o nada, nace Aníbal Rosanegra, huérfano de padre por causas que él
desconocerá durante largo tiempo. Subsiste junto a su madre rodeado
de miseria, presenciando las ejecuciones de los condenados y
sufriendo la avaricia de los comerciantes. Pronto aprenderá a
sobrevivir gracias al ciego a quien sirve de lazarillo, y se abrirá
más tarde camino gracias a su espada Longina -legado de su
progenitor- y al apoyo de su buen amigo Cucha, un antiguo soldado de
los Tercios metido a guadés de la Real Fábrica de Tabacos. Aquí y
allá Aníbal plantará cara a enemigos harto poderosos. Beberá del
ponzoñoso amor de una mujer despiadada, camarera de la Reina que
conspira para asesinar al Príncipe de Asturias,y se enfrentará al
implacable sicario llamado Gargantúa, a quien ha arrebatado su mayor
trofeo de caza.
Opinión Personal:
Disfruto mucho con la
lectura de novelas de capa y espada y, si por encima tiene el
aliciente el que por sus páginas desfilan pícaros y demás
personajes que conforman tan singular cofradía, el entretenimiento y
alguna que otra risa o sonrisa está asegurado. Y es que tales
personajes provocan en el lector el efecto que acabo de mencionar,
sobre todo por la verborrea fácil que tienen y las tretas que
utilizan para salir airosos de situaciones comprometidas. La sinopsis y la portada
de la novela que hoy reseño, El guardés del tabaco, de Jairo
Junciel, es un claro reclamo para afrontar su lectura. Y ya lo creo
que fue un gran acierto por mi parte conocer las peripecias de Aníbal
Rosanegra porque, a parte de lo mencionado en este párrafo, el autor
utiliza una prosa exquisita, con la que logra que me sintiera
transportado al siglo XVIII mientras mes sumergía en su lectura.
(Cuesta de Tentenecio-Salamanca)
En
El guardés del tabaco el ingrediente metaliterario
está muy presente, bien de forma implícita o explícita, a lo largo
de los ocho capítulos titulados que conforman la novela. El lector
lo podrá comprobar tanto a través de varios personajes que guardan
una relación muy directa con Aníbal Rosanegra, como por
determinados datos biográficos que ofrece el protagonista, que muy
pronto me trajeron a la memoria la figura de El lazarillo de
Tormes. El lector se encontrará también con alusiones
literarias que se refieren a Calderón de la Barca, Shakespeare, sin
olvidarme de El Quijote, ni de Alejandro Dumas, porque el lector se
encontrará con ingredientes propios de sus novelas, sobre todo las
protagonizadas por los tres mosqueteros. Aunque también hay guiños
a Pèrez Reverte, en la figura de dos de los personajes que
estuvieron en los Tercios de Flandes. En mi modesta opinión, me dio
la sensación de que el primer tutor de Aníbal Rosanegra, Guzmán
Santalla, tenía rasgos de uno de los pícaros más conocidos de
nuestra literatura, como es Guzmán de Alfarache, aunque también me
dije que tenía otros de unos de los personajes de El Lazarillo de
Tormes. El escritor, poeta y
dramaturgo Diego de Torres Villarroel es otro de los
personajes históricos que guardan relación con el protagonista,
porque es el primer tutor que tiene de los tres que le ayudarán a
formarse en su ciclo vital.
Aníbal Rosanegra relata
las peripecias que marcarán su vida desde una edad ya adulta. En
este sentido, puede decirse que estamos ante una novela
autobiográfica, técnica que se suele utilizar en la novela
picaresca para dar a conocer las andanzas de pícaros similares al
protagonista de El guardés del tabaco. Aníbal Rosanegra nos
relata sus andanzas desde el mismo momento en el que su madre siente
los dolores del parto en el que dará a luz a un vástago que no
tendrá una vida fácil. Pero el protagonista de esta novela sabrá
enfrentarse a ella con las enseñanzas que recibe de quienes fueron
sus tutores desde que tiene que escapar de su casa, ante la decisión
que tomó tras presenciar la escena en la que el carnicero yacía a
su madre. «El
bachiller Villarroel me había enseñado a leer, a calcular y a
rezar. Guzmán me adoctrinó después sobre la vida, ...pero fue
Cucha quien me enseñó a ser un hombre»
(pág. 101).
(Real Fábrica de Tabacos-Sevilla)
A
parte de conocer las peripecias de Aníbal Rosanegra, esta novela
tiene como atractivo el que nos «muestra
cómo se gestionaba en aquella época la floreciente industria del
tabaco que daba trabajo y sustento a miles de almas»
(pág. 77). Pero también el lector se encontrará con los peligros
que acarrea el dedicarse a un trabajo como este, como lo podrá
comprobar Aníbal en los viajes que hacen desde Sevilla hasta Madrid,
e incluso en Salamanca, en donde se establecerán finalmente, pues en
la ciudad charra tendrán también algún percance relacionado con el
tabaco, y en donde también se dedicarán a otros oficios de dudosa reputación. Jairo Junciel ofrecerá al lector en diversas fases de la
novela información sobre el funcionamiento de esta industria, desde
que tan preciado producto llega desde el Nuevo Mundo hasta su gestión
y distribución por la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla.
Jairo
Junciel ofrece a lo largo de los capítulos que conforman El
guadés del tabaco un
gran fresco costumbrista de cómo era la sociedad española de aquel
entonces, sobre todo de las clases bajas y menos favorecidas del
país, porque a ellas pertenecen la gran mayoría de los personajes
que desfilan por sus páginas. El narrador describe escenas
cotidianas, sobre todo las que tienen lugar en tabernas, mesones y
mancebías, en donde tendrá lugar alguna que otra reyerta, así como
la vida que llevan los moradores de la casa natal de Aníbal
Rosanegra y del cortijo de Cucha. Aunque en último tercio de esta
novela el lector se encontrará con la presencia del Duque de Alba y
María Feilding, que es camarera mayor de la Reina Isabel Farnesio.
La camarera real da mucho juego a la trama, desde el momento en el
que aparece en escena. Con estos dos personajes el narrador
describirá escenas que tienen lugar en el palacio de Monterrey y
asistirá a un corral de comedias que se había abierto cerca de la
casa del concejo, en donde se representaba una obra de teatro basada
en la figura de El
Lazarillo de Tormes.
En lo que se refiere a estos dos personajes de la nobleza, prefiero
que sea el lector que muestra interés por El guardés del tabaco
quien descubra qué relación une a Aníbal Rosanegra con estos dos
personajes.
(Palacio de Monterrey-Salamanca)
Otro gran aliciente de El
guardés del tabaco es el estilo narrativo del autor. Como ya
comenté en el primer párrafo de esta novela. Jairo Junciel logra
que el lector sienta que realiza un viaje literario al siglo XVIII. Y
es que me encantó la forma narrativa que utiliza, porque en todo
momento me dio la impresión de que estaba leyendo un verdadero
clásico, al estilo de El Buscón de Quevedo, El Lazarillo
de Tormes o el ya mencionado
Guzmán de Alfarache. Es Aníbal Rosanegra logra la complicidad del lector al utilizar las fórmulas de
tratamiento de la época a la hora de relatar sus peripecias. A ese
estilo al que hago referencia hay que resaltar la riqueza de
vocabulario que utilizan tanto el narrador como los personajes, sobre
todo los de clase social más baja, entre los que abundan el uso de
germanías propias de los pícaros, lo que no impide que dificulte su
lectura, porque no tardamos en deducir a qué se refieren cuando se
utilizan en sus diálogos. No me olvido tampoco del frecuente uso de
refranes y dichos populares, utilizados cuando la ocasión lo
requiere, como una introducción a la intervención del personaje de
turno.
Sin duda alguna, quienes
disfrutan con las novelas de capa y espada tienen en El guardés
del tabaco una lectura entretenida, a la par que instructiva,
porque el narrador ofrece información de cómo funcionaba la
industria del tabaco, que comenzaba a despuntar en aquella época.
Esto que acabo de comentar, así como episodios históricos que se
desarrollan en la novela, como el sitio de Gibraltar de 1727, en
donde los dos guardeses se encuentran con el Conde De las Torres,
muestran el rigor que utilizó el autor para reflejar tanto los
hechos históricos como los episodios costumbristas que forman parte
de la trama. El lector se encontrará con ingredientes muy atractivos
como la intriga, acción -en donde las emboscadas estarán muy presentes-, lances propios de capa y espada, aventuras, así como
conspiraciones palaciegas, cuyas escenas tendrán una mayor presencia
en el último tercio de la novela, en el que hay algunos giros que
atraen nuestro interés, y en donde Aníbal Rosanegra se encontrará con un oscuro personaje apodado Gargantúa. El guardés del tabaco es una
magnífica lectura, amena, con un ritmo ágil, y que nos invita a
sonreír en algunas escenas porque el humor también está presente
en un personaje a quien la vida no se lo puso muy fácil.
Biografía:
Jairo Junciel (Salamanca,
1982) es escritor, licenciado en Derecho y columnista habitual en
medios digitales e impresos. Amante de la literatura del Siglo de Oro
e interesado en la lingüística evolutiva, cultiva diversos géneros
literarios, siendo la novela histórica su gran pasión. Respaldado
por el aplauso de crítica y público tras su novela El Guardés del
Tabaco, ganadora del prestigioso certamen Albert Jvell, nos trae la
segunda entrega de la vida del guardés charro que ha embrujado a
miles de lectores.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía del autor, tomados de la web de la editorial Almuzara. Fotografía de Jairo Junciel, tomada de la web Médicos y Pacientes. Imágenes de la Cuesta de Tentenecio, Real Fábrica de Tabacos y Palacio de Monterrey en Salamanca, tomadas de Wikipedia.
No acabo de sentirme tentada con este libro, no me animo Paco.
ResponderEliminarBesos
Antes devoraba las novelas de capa y espada como tú las llamas, las leía junto a mis primos que eran todos chicos y cuando acabábamos de leerlas jugábamos a los espadachines 😂😂😂
ResponderEliminarHace tiempo que no leo una en toda regla y tras lo que me has contado creo que la podía disfrutar y ya va siendo el momento de nuevo que cambie de registro; yo y mi búsqueda de la incomodidad literaria este año 🤗
Besitos carinyet 💋💋💋
No soy muy aficionada al género de capa y espada, aunque he de reconocer que una de mis lecturas favoritas en la infancia fue "El jorobado de Lagardére". La debí de leer como tres veces. También me he encantado toda la serie de "Los tres mosqueteros y recuerdo haber disfrutado mucho con Alatriste. Va a ser que me gusta más de lo que yo pensaba. Sin embargo con los pícaros nunca he terminado de reconciliarme. ¿Te refieres a Alatriste con el guiño a Pérez Reverte?
ResponderEliminarTomo nota de esta novela. Algo en tu reseña me ha llamado la atención.
Un beso.
Esta vez no me lo llevo Paco, no me llama mucho y el género tampoco me apetece ahora mismo
ResponderEliminarBesos
Pues a mi me ha fascinado lo que nos cuentas de Anibal Rosanegra, además de que me gusta mucho cuando vamos encontrando componentes metaliterarios en una novela. Sin duda, una lectura muy atrayente Paco. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha encantado. Ambientada en una ciudad maravillosa como Salamanca, una trama divertida, interesante y amena. Un rico vocabulario lleno de expresiones pícaras y de la época. Se te hace corta y con un final que deja abierta la puerta, espero, a una continuidad del relato.
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