Título: Cortejo en la catedral
Título original: A Catedral Courtship
Traducción: Rosa Sahuquillo Moreno
Autora: Kate D. Wigin
Editorial: dÉpoca
1ª edición: junio/2017
Encuadernación: Encuadernación de
lujo en
tapa dura
con guardas ilustradas y
lazo de
punto de lectura.
Idioma: Español
ISBN: 978-84-946875-1-8
Nº pág.: 130
Sinopsis:
Katharine «Kitty»
Schuyler es una pizpireta joven americana de diecinueve años que
desembarca en Inglaterra junto a su anciana tía Celia para recorrer
la ruta de las ciudades catedralicias más importantes. Paseando
entre vetustos montones de piedras y ciudades repletas de historia,
Kitty pronto vislumbra un atractivo añadido al paisaje
arquitectónico: el joven Jack Copley, americano como ella, que está
realizando el mismo recorrido turístico. En el momento del fortuito
encuentro, resulta evidente la mutua atracción existente entre los
jóvenes, y así da comienzo a una particular persecución del amor
en la que Jack no solo cortejará a Kitty, sino que tendrá que
ganarse la atención de su cegata tía, que no parece advertir su
presencia a pesar de encontrárselo por todas partes durante el
«asedio».
Opinión
Personal:
Hoy
comparto mis impresiones de una lectura que me hizo pasar un rato muy
agradable: Cortejo
en la catedral, de
Kate D. Wiggin. De nuevo el lector interesado en autores clásicos
tiene la oportunidad de disfrutar de una joya literaria más, que
forma parte del magnífico catálogo de publicaciones de la Editorial
dÉpoca. No me cansaré
de repetirlo, porque es de agradecer la labor que hace esta pequeña
editorial asturiana, no solo por la forma exquisita con que presenta
sus publicaciones, sino también por el rescate que hace de títulos
sumidos en el olvido, y que eligen con gran acierto para que el
lector tenga, por fin, la oportunidad de acercarse a ellos en el
idioma de Cervantes. Lo reflejado en el prefacio de esta nouvelle
es un claro ejemplo de lo que acabo de comentar: «Cuando
los «amables lectores» —¡que Dios bendiga sus irracionales
corazones! — ya no pudieron adquirir Cortejo
en la catedral,
surgió un nuevo anhelo por conseguirla y, cuando las demandas fueron
lo suficientemente numerosas y entusiastas, se tomó la decisión de
volver a publicar la historia con ilustraciones a cargo del señor
Charles E. Brock, un artista en el que se puede confiar para insuflar
nueva energía a una narración todavía viva o, en su defecto, para
resucitar aquella que ya no lo está»
(Pág.
19).
Cortejo
en la catedral es una
novela corta o nouvelle
que se lee prácticamente
de una sentada o, si me
descuido, sin llegar a apoltronarnos en nuestro sillón preferido. Su corta extensión y el ritmo fluido de la narración hacen que las páginas vuelen ante nosotros
sin apenas darnos cuenta, ante la variedad de situaciones
atractivas que viven los personajes, y que levantan en nosotros más de una sonrisa. Kate D.
Wiggin utiliza estos recursos de una forma muy sutil, en donde nos encontramos con algunos juegos de palabras y con presencia del fino humor británico. Y, en este sentido, me remito de nuevo al
prefacio en el que se comenta «Llegados
a este punto, y habiendo incrementado presumiblemente sus
conocimientos de gramática, ortografía y puntuación, se le
solicitó a la autora la revisión de su propio texto y, viéndose
enfrentada a la página impresa, le sobrevino la tentación de añadir
aquí y allá una frase, una línea o un párrafo, mientras que la
encantadora sombra de la señorita Kitty Schuyler se posaba sobre
cada signo de exclamación, implorando permiso para expresar una
bagatela más» (Pág.,
19).
Tal
y como están presentados los capítulos, en todo momento me dio la
impresión de que Cortejo
en la catedral
era como un diario escrito a cuatro manos. Pese a que esta nouvelle
está estructurada en capítulos muy cortos, el lector tiene esa
sensación al comprobar cómo a través de ellos los protagonistas
van reflejando sus sentimientos y reflexiones ante lo vivido en cada
una de las ciudades catedralicias que visitan, sobre todo al ver cómo
la atracción entre los dos protagonistas se va afianzando cada vez más. A medida que avanza el desarrollo de la trama, el lector
ya se hace a la idea de que está ante un desenlace previsible, al
comprobar que esta novela corta tiene ingredientes propios de las del
género romántico. Aunque, en este ocasión, el lector comprueba cómo se
siguen las estrictas pautas marcadas por la época en que se escribe esta
historia, y por la sociedad a la que pertenecen los personajes, en donde no falta la presencia de la carabina que acompaña
a la joven Kitty Schuyle.
Con
la ruta de ciudades catedralicias la tía Celia pretende cultivar
la mente de su sobrina, ante el ambiente religioso que se vivía en
el seno de la familia de esta joven pizpireta, como la definen con
acierto en la sinopsis. Tiene el firme propósito de atraerla al
buen redil -tal y como lo afirma la protagonista en un momento de esta nouvelle-,
a través del itinerario que les había preparado un joven curato de
la Alta Iglesia Anglicana. Pero la tía Celia no se da cuenta con la
presencia del apuesto Jack Copley. Katty y Jack planean entre ellos encuentros que en ocasiones semejan fortuitos, y que darán lugar a situaciones cómicas, provocadas sobre todo por la presencia de la cegata tía Celia, que no se entera de lo que está pasando a su alrededor entre ambos jóvenes.
Uno
de los grandes atractivos de Cortejo
en la catedral
son las continuas alusiones literarias que se hacen a lo largo del
desarrollo de la trama, unas de forma implícita y otras de forma
explícita. En este sentido, los amantes de la metaliteratura tienen
un gran aliciente para acercarse a esta joya literaria. Kate D.
Wiggin hizo un magnífico trabajo a la hora de aplicar cada una de
esas alusiones a las que hago referencia, en las que no faltan
autores clásicos conocidos por todos, como Shakespeare, o Jane
Austen -en particular su novela Persuasión-,
y otros autores no tan conocidos, como la escritora británica Mary
Anne Evan, que utiliza el seudónimo Geoge Eliot, y su novela Daniel
Deronda,
e incluso el lector se encuentra con alguna escena que seguro le
recuerda a un cuento infantil muy conocido por todos, y otra que
parece sacada de alguna de las novelas de Dickens, por la referencia
que de ello hace Kitty Schuyler.
Son tres los personajes principales que acaparan la atención del lector en Cortejo
en la catedral: Katherine «Kitty»
Schuyler, Jack Copley y la tía Celia. Son personajes bien definidos,
con quienes nos familiarizamos a lo largo de los capítulos, y
con la ventaja de que los conocemos visualmente a través de las
preciosas ilustraciones de Charles E. Brock. A través de ellos, quedan reflejadas las rígidas normas de la época que conlleva el
cortejo entre miembros de la sociedad a la que pertenecen. Las pinceladas que ofrecen uno y
otro personaje sobre la persona amada ayudan a conocerlos
perfectamente; el lector, además, juega con la ventaja de que los
conoce de una forma más directa a través de esas confesiones que
van plasmando en el día a día de su estancia por tierras inglesas.
Cortejo
en la catedral es una joya literaria que merece la pena
disfrutar, escrita con un lenguaje sencillo y un ritmo muy fluido. Kate D. Wiggin cuida con esmero cada
una de las escenas que conforman esta nouvelle para captar la atención del lector y producir en él el efecto deseado ante las situaciones que viven. Está traducida de
una forma exquisita por Rosa Sahuquillo Moreno. Las notas a pie de página que nos encontramos a lo largo de las páginas que la conforman aclaran algunos giros
y alusiones literarias que se ofrecen a lo largo de la trama. Las descripciones que se hacen en esta novela corta sobre las catedrales que visitan los personajes y otras localizaciones que se mencionan invitan a visitarlas.
Kate
Douglas Wiggin
(1856- 1923).
Reconocida
novelista y educadora infantil americana.
Entre
sus obras destacan las novelas para adultos «Mother Carey's
Chickens» (1911), «A Cathedral Courtship» (1893) y «Penelope's
English Experiences» (1893), así como el cuento infantil «Rebecca
of Sunnybrook Farm» (1903).
Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía de la autora e ilustraciones que acompañan al cuerpo de la reseña, tomadas de la web de la editorial.
Si yo ya lo quería... No hacía falta que hicieras esta pedazo de reseña para convencerme, de verdad...
ResponderEliminarBesotes!!!
Qué reseñón, Paco, que mira que el libro es finito y le has sacado jugo hasta el infinito y más allá... jajaja. Es una delicia de novela, yo la disfruté muchísimo, y además es ideal para meterla en la maleta y usarla como guía de viajes por las ciudades catedralicias inglesas.
ResponderEliminar¡Besote!
Lo tengo pendiente de lectura. Me encanta la editorial, tiene títulos estupendos.
ResponderEliminarJoyas literarias, tal cual.
Besos.
Me encantó esta novelita, es deliciosa, pero es que tu reseña todavía me ha gustado más. Creo que das en el clavo, amigo mío, y me encandilas con tus referencias a los autores clásicos. A mí me enamoró la voz de Kitty, que parece medio lela al principio y que luego tiene tantísimo sentido del humor. Un feelgood que siempre es bienvenido. Enhorabuena por la reseña. Besos.
ResponderEliminarLas ediciones de esta editorial son una maravilla. De la autora quiero leer antes Mujercitas
ResponderEliminarBesos
Esta editorial trae cada joyita... además la edición está super cuidada, una monada.
ResponderEliminarBesotes