Datos
técnicos:
Título: La
institutriz silenciosa.
Título
original: The Silents Governes.
Autora:
Julie Klassen.
Traductor:
Emilio Vadillo Pinilla.
Editorial:
Libros de Seda.
1ª edición
en español: Enero/2017.
Fecha
edición original en inglés: 2010.
Formato:
Libro digital.
ASIN:
B01MZC1LH4.
Idioma:
Español.
Nº
páginas: 496.
Sinopsis:
Una
casa que se convierte en prisión y un secreto que nunca debería
salir a la luz. Creyéndose
culpable de un crimen, Olivia Keene huye de su casa, topándose en el
camino con una mansión en la que en esos momentos tiene lugar una
fiesta magnífica. Sin embargo, no todo es tan bonito como aparenta.
Lord
Bradley acaba de enterarse de un terrible secreto, algo que, de
saberse, cambiaría su vida para siempre. Cuando avista una figura en
la lejanía, teme que sea un espía o un ladrón a oídos del cual
hayan llegado las devastadoras noticias. Pero se lleva una sorpresa
mayúscula al descubrir que el intruso no es sino una mujer, o lo que
queda de ella, con una grave herida en el cuello. Temiendo que pueda
divulgar su secreto, le ofrece un puesto en su casa y la encierra en
su propiedad. Cuando los secretos que tanto Olivia como lord Bradley
ocultan van saliendo a la luz, ¿conseguirán que su amor venza el
oscuro pasado que ambos arrastran?
Opinión
Personal:
Soy
de los lectores que le gusta acercarse cada año al género literario
de la novela romántica, siempre y cuando me encuentre con títulos
que atraigan mi interés, que muy raro es que no suceda. La primera
es desarrolla una historia contemporánea que no deja indiferente,
por las vicisitudes personales que acompañan a algunos de sus
personajes. La segunda, y el penúltimo título con el que cierro mi
año lector, es una historia de muy clara influencia clásica, y
ambientada en la época de la Regencia británica, La
institutriz silenciosa, de Julie Klassen, una
de las tres novelas con las que ganó el premio Christy a la mejor
novela histórica. Me encontré con una historia que cumple con el
claro requisito de entretener, está bien escrita y, con intriga
incluida, mantiene el interés por lo que sucede a lo largo del
desarrollo de la trama hasta el desenlace. Sin embargo, el ritmo de
lectura se me hizo más bien pausado y me faltaron hechos o
personajes históricos de referencia que reforzaran el trasfondo
histórico.
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(Bosque Chedworth-Gloucestershire-Inglaterra) |
La
trama de La institutriz silenciosa
se ubica en el período conocido como Regencia, en el rey Jorge III
fue considerado no apto para gobernar, por lo que su hijo, Jorge IV,
fue reconocido como regente. Una trama que comienza el 1 de noviembre
de 1815, si bien el prólogo se retrotrae a doce años antes, en el
que se desarrollan episodios de un pasado que la protagonista no
olvida, al que se unirán a algunos más que le traen malos recuerdos
de la infancia vivida con sus padres. En lo que a hechos o personajes se refiere, con los que reforzar el trasfondo
histórico, en una ocasión uno de los personajes cita en un
diálogo el enfrentamiento armado naval con los españoles en el que
falleció quien considera como si fuese su hermano mayor. Por las
fechas, entiendo que se trata de la batalla naval de Trafalgar, que
tuvo lugar en noviembre de 1805. Otro tanto sucede con la alusión a
la Cámara de los Lores y el juramento por el que sus miembros rinden
lealtad a la Corona.
A
diferencia de las novelas de corte romántico que frecuento, la
mayoría de clara influencia clásica, el romance que se refleja en
La institutriz silenciosa
se fragua a fuego muy lento, porque en determinadas escenas se
percibe que el protagonista masculino aprovecha las situaciones que
se prestan a ello para dar a entender al lector que siente atracción
por la protagonista femenina. Una atracción que también se
manifiesta a la inversa, sobre todo por las sensaciones que se le
acumulan ante la cada vez más manifiesta cercanía entre ambos. Una
cercanía que indica que el desenlace de la trama es previsible, como
sucede en las novelas de este género literario, si bien la autora
juega con la duda, con el aliciente del interés que manifiestan por
ella otros dos personajes, aunque con diferente objetivo.
La
trama de La institutriz silenciosa empieza con fuerza y, en mi
opinión, mantiene una línea equilibrada de interés a lo largo de los 50
capítulos más un prólogo y un epílogo en el que se estructura el
desarrollo de la trama. Un interés en el que la intriga también
está muy presente, porque los secretos que ocultan Olivia Keen y
lord Bardley salen a la luz a medida que el desenlace se
aproxima. Un desenlace que me resultó muy atractivo, porque en los
capítulos finales se desvelan las dudas que se acumulan desde que la
protagonista, tras tomar parte en un episodio en el que cree que la
vida de su madre corre peligro, decide escapar del hogar familiar y
buscar trabajo en la escuela femenina de St. Aldryns. El vicario de
St. Mary, Charles Tugwell, se interesa por su estado y la acompaña
al pueblo. Esa tarde se celebra una fiesta en Brighthwell Court. La
música animada y alegre capta su atención y la curiosidad la lleva
a acercarse al jardín y observar lo que sucede en un evento en el
que todo es lujo, pero el destino vuelve a interponerse en su camino
y su vida da un gran vuelco desde que es testigo indiscreto de una
conversación que mantienen dos personajes. Un destino en el que es
trascendental Brighthwell Court, porque esta mansión se convierte
para ella en una prisión, dadas las circunstancias que la obligan a
establecerse en ella durante un tiempo determinado, y los conflictos
internos que provocan en ella el contacto cada vez más cercano que
mantiene con lord Edward Bradley, pese a la diferencia de clases que
los separa y a las estrictas normas que se ve obligada a cumplir a
rajatabla, una vez que es nombrada institutriz de los dos primos
pequeños que viven en esta mansión, hijos del personaje al que ya
me referí en el segundo párrafo de esta reseña. Sin duda, estos
lances originan que el lector se pregunte si la relación sentimental
que se manifiesta cada vez más avanzada entre ambos personajes será
realidad, si bien los tiras y aflojas que se producen entre ambos
indican que puede no llegar a producirse.
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(Prison Northleach-Gloucestershire-Inglaterra) |
Uno
de los grandes atractivos de La institutriz silenciosa es, sin
duda alguna, la exquisita ambientación de la trama. Una ambientación
que la autora crea a través de una exhaustiva labor de
documentación, como se puede comprobar, entre la bibliografía que
utilizó al respecto, a través de los fragmentos que elige de una
serie de obras que instruyen cómo debe de ser la formación, el
comportamiento y las relaciones sociales de una institutriz de la
época, y que guardan relación con el desarrollo de cada capítulo. Disfruté con el magnífico fresco que ofrece sobre las
relaciones y costumbres de la sociedad en la período de la Regencia,
en la que la pirámide poblacional está definida de tal forma que
cada miembro de la misma es consciente del lugar que le corresponde.
Una ambientación por la que en todo momento me sentí transportado a
esta época, sus estrictas costumbres sociales, los magníficos
parajes que describe el narrador omnisciente, al igual que las
poblaciones por las que transitan los personajes, con particular
mención a la mansión del conde de Brightswell, «una casona de
estilo Tudor, en forma de E y con un buen número de torres»
(cap. 3). Una mansión que es un personaje más de la novela, porque
se describen con detalle, y de forma natural, cada una de las
dependencias que la conforman. En este sentido, tuve muy presente las
series de TV Dowtton Abbey, Arriba y Abajo, así como del muy
atractivo e instructivo libro de memorias de Margaret Powell, En
el piso de abajo. Mientras leía los episodios que se desarrollan
en esta mansión, estuve muy pendiente de la relaciones que mantienen
los personajes que en ella residen, sobre todo en lo que al personal
de servicio se refiere, porque el trato que mantienen con la familia
del conde es estrictamente laboral. Aunque, en mi caso, me atrajo más
la que se mantiene entre los miembros del mismo, porque su
convivencia es más natural, en la que se percibe la cercanía y los
roces que se producen entre ellos, sobre todo desde que Olivia Keen
es nombrada institutriz de los sobrinos de lord Bradley. En este
sentido, me llamó mucho la atención el trato con el que se dirigen
los miembros del servicio a la familia del conde Brightwell, incluso
a los niños que forman parte de esta. Una relación en la que se
tienen muy en cuenta las medidas que toma la familia en cuanto son
conscientes de que alguno de sus trabajadores incumple las estrictas
normas que están obligados a acatar. Una relación en la que atrae
mucho el lugar que le corresponde ocupar a la institutriz, por lo que
este puesto significa entre los nobles y la alta sociedad que
contratan a quienes instruyen a sus hijos.
Julie
Klassen perfila un amplio elenco de personajes, bien perfilado, diría
que de carne y hueso, y que son un fiel reflejo de la sociedad de la
época. Olivia Keen y y lord Edward Bradley son dos protagonistas de
caracteres muy diferentes. Olivia es un personaje que, desde las primeras páginas,
sabe a qué quiere dedicar su vida, porque la enseñanza siempre la
tuvo muy presente, ya que su madre también fue institutriz e influyó
en su formación educativa. Pero también muestra cualidades en otras
materias, en las que tiene una clara influencia de su padre. Es un
personaje en el que la inocencia forma parte de su forma de ser,
aunque con el tiempo se afianzan en ella los principios a los que se
aferra, entre los que sus creencias religiosas le ayudan en las
reflexiones que la acompañan en las dudas que se le acumulan, sobre
todo desde que no le queda otra que desempeñar un puesto de trabajo
en la mansión del conde Brightwell. Edwar Bradley es un aristócrata
de carácter voluble, porque en ocasiones se muestra cercano y afable
y en otras ofrece una cara diferente. Es un personaje que se escuda
en la posición dominante que tiene ante los que sabe que pertenecen
a estamentos sociales inferiores al suyo, aunque también muestra las
dudas que tiene ante el futuro próximo que le espera, como sucesor
del título que ostenta su padre. Lord Bradley mantiene una estrecha
relación con su familia y permisiva con el servicio, aunque siempre recordándoles qué labor está obligada a desempeñar, aunque no duda en tomar las decisiones
necesarias una vez que descubra si descubre alguno de ellos tiene conocimiento del secreto que guarda con tanto celo y lo saca a la luz, guardabosques incluido.
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(Ruinas romanas-Gloucestershire-Inglaterra9 |
Acompañan
a los dos protagonistas una serie de personajes secundarios quecobran peso a medida que se aproxima el desenlace. A lo largo de los
capítulos me encontré con una serie de personajes secundarios
atractivos, algunos de los cuales protagonizan subtramas que
atrajeron mi atención, porque intuía que podían ser concluyentes
para desvelar los secretos que tan celosamente guardan Olivia Keen y
Edward Ridley. Entre estos, no dejan indiferentes la labor que
realizan en la trama el vicario Charles Tugwell y el guardabosques
Avery Croome. El vicario tiene un papel destacado no sólo por su
labor como representante de Dios que vela por el buen camino del
rebaño del que es responsable, sino también por la estrecha
relación que mantiene, sobre todo, con lord Edward Bradley, sino
también con Olivia Keen, y el interés que manifiesta por la
institutriz. Avery Croome realiza su trabajo con mucho celo, pero es
temido por el mal carácter que tiene, lo que origina que su trato
con los demás sea frío y distante. Sin embargo, con el paso de los
capítulos se conoce su historia personal, con un pasado doloroso que marca su vida. Entre
los miembros de la familia del conde Brightwell estuve muy pendiente
de Judith Howe, madrastra de Audrey y Andrew, por su comportamiento
altivo en el seno de la familia, pese a que vive bajo el techo del
conde. El padre de Olivia Keen, Simón Keen, también protagoniza una
subtrama atractiva, y del que estuve muy pendiente del futuro que le
espera desde los sucesos que tienen lugar en la casa familiar y los
hechos delictivos por los que se le acusan, en los que la intriga
está muy pendiente por la sentencia que puede recaer sobre él.
Me
gustó La institutriz silenciosa, aunque quizás esperaba algo
más de esta historia de corte clásico, ambientada en la época de
la Regencia británica. Quizás fue el ritmo de lectura más bien
pausado el que impidió que disfrutara mucho más de una trama
atractiva, porque incluso me dije que me sobraron algunos episodios
o, cuando menos, se les recortarse su extensión y me faltaron hechos
o personajes históricos que fortalecieran el trasfondo histórico,
con algún episodio citado de forma vaga. Escenas como las que tienen
lugar en la iglesia de St. Mary, a la que acudía la comunidad para
asistir al oficio del vicario Charles Tugwell, o incluso reflexiones
de Olivia Keen que, en ocasiones, tuve la sensación de que me
parecían un tanto repetitivas. En mi opinión, entiendo que la
escritora estadounidense sigue en la trama romántica las pautas
austenitas, porque se presume que con el paso de los capítulos fructifique la relación sentimental entre pareja protagonista, pese a algunas
tiranteces que se suscitan entre ambos. Pese a lo que acabo de
comentar, el conjunto de la trama me resultó muy interesante y
entretenida, porque la intriga está también muy presente, dados los
secretos que con tanto celo ocultan tanto la institutriz como el hijo
del conde de Brightwell, que se desvelarán a medida que se aproxima
el desenlace, en unos capítulos bien enlazados, de los que incluso
me dije que forman un cuerpo compacto, en el que no queda ningún
cabo suelto. Julie Klein ofrece a lo largo de los capítulos un
exquisito fresco sobre la sociedad durante la época de la Regencia
del rey Jorge IV, en el que refleja la estricta pirámide social de
la época, porque cada miembro que la conforma es muy consciente del
lugar que le corresponde y, sobre todo, del trato a mantener con la
nobleza o la alta sociedad. Sin duda alguna, y pese a los
inconvenientes que comento en este resumen, tengo claro que repetiré
con la narrativa de esta escritora estadounidense, que ama todo lo
que
tiene que ver con Jane ―Jane Eyre y Jane Austen―.
Biografía:
Julie
Klassen ama todo lo que tiene que ver con Jane ―Jane Eyre y Jane
Austen―. Licenciada por la Universidad de Illionis, trabajó en el
mundo editorial durante dieciséis años y ahora se dedica a escribir
a tiempo completo. Tres de sus libros: La
institutriz silenciosa,
En
la casa del guarda
y Fairbourne
Hall
han ganado el premio Christy a la mejor novela histórica. El
secreto de Pembrooke
Park ganó el premio Minnesota a la mejor historia de ficción. Julie
ha ganado también el premio Midwest y el Christian Retailing Best, y
ha resultado finalista en los premios RITA.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía de Julie Kassen tomados de la web de la editorial Libros de Seda. Fotografía de la autora tomada de la web de Babelio. Imagen del bosque Chedworth tomada de la web All Trails. Fotografía de Nortleach Prison tomada de la web Bussines Live. Fotografía de ruinas romanas del condado de Gloucestershire tomadas de Wikipedia.