Datos técnicos:
Título: El maizal.
Autor: Toti Martínez de Lezea.
Editorial: Erein.
1ª edición: Octubre/2022.
Encuadernación: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-9109-855-3.
Idioma: Español.
Nº páginas: 320.
Sinopsis:
Hoy
en día, en un mundo controlado por las tecnologías más avanzadas,
y en el que ordenadores, móviles, coches o aviones son tan comunes
como la calefacción o el agua caliente en los grifos, resulta
difícil evocar un pasado cercano. De igual manera, cuesta hacerse
una idea sobre la situación de las mujeres en unos tiempos en los
que les estaban vetados la educación y el acceso a un trabajo digno,
otro que el limitado al hogar y a su entorno. Elisa, Aurora, Manuela,
Isabel, cuatro generaciones de mujeres de una misma familia cuyas
vidas transcurren a lo largo de un siglo, de mediados del XIX a
mediados del XX, viven y luchan en una sociedad que les es hostil, en
la que son consideradas mayores de edad a los veinticinco años
incluso siendo madres. Bajo la patria potestad de padres y maridos,
en épocas de guerras, pandemias y conflictos sociales, logran sin
embargo sobrevivir y sacar adelante a sus seres queridos. Toti
Martínez de Lezea nos sorprende una vez más con esta nueva novela
en la que no solamente demuestra su gran capacidad narrativa, sino
que, además, nos convierte en testigos de unos tiempos reales y no
tan lejanos .
Opinión
Personal:
Tras leer y reseñar en
2019 Llanto en la tierra baldía (reseña), de la prolífica
escritora alavesa, Toti Martínez de Lezea, de nuevo me acerco a su narrativa con una historia muy atractiva, El Maizal, también publicada por Erein. En
mi opinión, diría que hay un cierto paralelismo entre ambas, porque en las
tramas de una y otra los protagonistas ven alterado su día a día
por los acontecimientos históricos que les toca vivir. En El Maizal, los acontecimientos históricos abarcan poco más de un siglo, desde
1852 a 1975, y en los que no cobran protagonismo personajes
históricos que tuvieron un papel destacado en este período, sino
gente del común que no tuvieron trascendencia alguna en esos hechos,
sino que su interés radica en que el protagonismo lo adquieren cuatro generaciones de mujeres que tienen que enfrentarse a una
sociedad que les es hostil. Cuatro generaciones que
atrajeron mi atención a lo largo del desarrollo de la trama, porque
es la fortaleza el arma que utilizan para sobreponerse a las
adversidades a las que se enfrentan, y luchan por ocupar un lugar que
les es negado por el simple hecho de ser mujer, en un mundo en el que se deben a quienes tienen la patria potestad sobre ellas, a quienes están obligadas a pedir permiso para realizar actividades de diversa índole fuera del hogar.
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(Tresserols-Monte Perdido-Huesca) |
Si en Llanto en la tierra baldía Toti Martínez de Lezea ubica la mayor parte de la trama en la provincia de Badajoz, la de El Maizal transcurre casi toda en la provincia de Huesca, y más en concreto en el Valle de Vió, una zona que, como dice la autora en un artículo que publican en el Diario Deia, «esa parte de Aragón es «prima hermana» de la comunidad foral. «Es la misma tierra, tienen el mismo clima, costumbres. Han compartido luchas, penas, pestes». De hecho, el lector podrá comprobar a lo largo de la narración lo que comenta en el fragmento resaltado en cursiva. También se refleja tanto en los nombres de los descendientes y cónyuges de las mujeres que conforman esta saga familiar, al igual que en las leyendas que se cuentan en esta novela. Un artículo que leí con interés porque deduje que esta obra tiene una base muy personal de la autora.
Quizás sea por el hecho
de que me gustó mucho El Maizal, me dije que me faltaban
páginas para que la novela fuera redonda, sobre todo porque a lo
largo del poco más de un siglo que abarca la trama tuvieron lugar hechos históricos
que, en mi opinión, entiendo que la voz narrativa pudo incidir un
poco más en alguno de ellos, sobre todo en lo que se refiere a la
sublevación de Jaca, sobre la que informa en muy pocas líneas,
o la Semana trágica de Barcelona, porque hasta la ciudad condal se
había desplazado Mario, el primer marido de Aurora, aunque de estos
sucesos violentos se relaten episodios con posterioridad, relacionados con el
personaje que acabo de citar. Me gustó la información que ofrece el narrador omnisciente sobre el efecto que tuvo la cruenta Guerra Civil Española y la posguerra en el
Valle de Vió. Siempre digo que hay episodios que
atraen la atención sobre este cruento período reciente de nuestra
historia, pero es mejor que sea el lector quien descubra las
soluciones que adoptaron los vecinos de este valle, a cuyos
habitantes requisaban todo lo que pudieran, sobre todo alimentos.
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(Buisán-Huesca) |
Es Elisa quien inicia esta saga familiar, cuyo destino viene marcado desde su nacimiento. La vida de Elisa cambia
desde el instante en que la mujer de Basilio Azaba, después de
varios abortos espontáneos, da a luz una niña. Un nacimiento que
provocó una reacción airada del padre, al comprobar que su esposa
no le da el hijo varón que ansía. Los padres de Basilio Azaba
acordaron un enlace concertado con la hija de Álvaro Escagués, y
«propietario de El
maizal, a fin de hacerse con la propiedad y el próspero negocio de
granos de este» (pág.
10). Álvaro Escagués legó la hacienda en testamento a la madre de
Elisa, y tras su fallecimiento, a la primogénita de la familia. En el Maizal se
desarrollan unos episodios que provocan que Feliciana, la cocinera,
decida abandonar la hacienda y marche junto con Elisa a Buisán, de
donde era originaria. A partir de esa
decisión, comienza un rosario de adversidades que acompañarán también a Aurora, Manuela e Isabel, biznieta, nieta e hija de Elisa. Hablo de adversidades porque, por su condición de mujeres, se enfrentan a un futuro
incierto, Tienen muy claro que quieren ser dueñas de su
destino, costase lo que costase,
psra emplearse en trabajos que les permitiera salir adelante, aunque son conscientes de las trabas a las que se enfrentan. Aunque estas adversidades las hacen más fuertes, como se podrá comprobar a lo largo del desarrollo de la trama, en la que en alguna ocasión resaltan la tozudez de los miembros de su familia, como buenos aragoneses que son. En mi opinión, quien tiene una mayor dificultad para salir adelante es
Isabel, marcada por un pasado que origina una serie de episodios que no dela indiferente al lector, lo que le
lleva a tomar una decisión irrevocable sobre su futuro inmediato. Este
personaje, pasado un tiempo, y con el régimen franquista en su
última fase, es consciente de que, por fin, su vida puede dar un
vuelco, y se abre ante ella un futuro esperanzador que le da la oportunidad de ser más
independiente que sus antecesoras, como se puede comprobar en el
último tramo de la novela, aunque también se enfrenta a episodios
que la incitan a recapacitar sobre las decisiones tomadas.
Pese
a que en el desarrollo de la trama no hay diálogos, a lo largo de
las 320 páginas que conforman El
Maizal el narrador omnisciente traza unos personajes bien perfilados, creíbles y muy
vivos. Personajes que son un fiel reflejo de la época que les tocó
vivir. La voz narrativa nos incita a estar muy pendiente de todo lo
que les sucede tanto a las mujeres que conforman esta saga familiar,
como a los hombres que guardan relación con ellas. Personajes en los
que el perfil psicológico está también muy definido, y la voz narrativa no olvida sus reflexiones, sentimientos y emociones, que están a flor
de piel sobre todo en los cruentos períodos que les toca vivir, o en
las reacciones que muestran en las relaciones personales. Elisa,
Aurora, Manuela e Isabel se encuentran con todo tipo de hombres, e
incluso se enamoran y deciden casarse con ellos. Los hay quienes se
dedican en cuerpo y alma a sus esposas e hijos, así como a estar muy pendientes de
las adversidades a las que se enfrentan, pero también se encuentran con hombres que les hacen la vida imposible, son sometidas a
vejaciones, viven en primera persona episodios sórdidos o también
reciben apoyo, pero con contrapartidas inaceptables. Aunque también
se entrecruzan con ellas personas honestas que les ofrecen trabajo y apoyo, sobre
todo si comprueban que tienen cualidades para ello.
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Huesca |
Me gustó mucho El
Maizal. A lo largo de las 320 páginas que conforman esta novela,
la voz narrativa relata la historia de cuatro generaciones de mujeres
que se enfrenta a una sociedad hostil, en un mundo regido y legislado
para hombres, y en el que son consideradas mayores de edad a los
veinticinco años. La trama abarca un período que transcurre entre 1852 y 1975.
Elisa, Aurora, Manuela e Isabel son las cuatro protagonistas que se
van relevando en una historia que a mí me resultó atractiva y absorbente, pese a la
ausencia de diálogos. El estilo narrativo de Toti Martínez de Lezea ayuda a lo que acabo de comentar, porque su prosa es sencilla pero cuidada, cercana, directa y de ritmo fluido. La
trama se desarrolla casi toda en la provincia de Huesca, y más en
concreto en el Valle de Vió o Ballibió, en el que el narrador
omnisciente describe unos espectaculares parajes que invitan a
visitarlos. El lector se encontrará con cuatro generaciones de mujeres a
quienes la adversidad les hace más fuertes, y en su devenir se
cruzan con hombres que les hacen la vida imposible, son
sometidas a vejaciones, viven en primera persona episodios sórdidos
o también reciben apoyo, pero con contrapartidas inaceptables. Sin
duda alguna, ,
no dudo en recomendar El Maizal y conocer su hacienda, que es como una
alegoría, porque su historia va paralela a las adversidades a las
que se enfrentan cuatro generaciones de mujeres luchadoras que, pese
a ello, encuentran quienes les ofrecen una posibilidad de trabajo,
sobre todo si comprueban que tienen cualidades para ello.
Biografía:
Toti
Martínez de Lezea (Vitoria-Gasteiz, 1949). Escritora. Vive en
Larrabetzu, pequeña población vizcaína. En 1978, en compañía de
su marido, funda el grupo de teatro Kukubiltxo. Entre los años 1983
y 1992 escribe, dirige y realiza 40 programas de vídeo para el
Departamento de Educación del Gobierno Vasco y más de mil para
niños y jóvenes en ETB. En 1986 recopila y escribe Euskal
Herriko Leiendak / Leyendas de Euskal Herria.
En 1998 publica su primera novela La
Calle de la Judería. Le
siguen Las
Torres de Sancho, La Herbolera, Señor de la Guerra, La Abadesa, Los
hijos de Ogaiz, La voz de Lug, La Comunera, El verdugo de Dios, La
cadena rota, Los grafitis de mamá, el ensayo Brujas, La brecha, El
Jardín de la Oca, Placeres reales, La flor de la argoma, Perlas para
un collar, La Universal, Veneno para la Corona, Mareas, Itahisa,
Enda, y todos callaron, Tierra de leche y miel, Los grafitis de mamá,
ahora abuela e
Ittun.
Autora
prolífica, ha escrito literatura para jóvenes con títulos como El
mensajero del rey, La hija de la Luna, Antxo III Nagusia y
Muerte
en el priorato. En
el tramo infantil, Nur es su personaje estrella, inspirado en su
propia nieta. Ha publicado además ocho cuentos para contar bajo el
Titulo genérico de Érase
una vez…
Ha
sido traducida al euskera, francés, alemán, portugués, chino y
ruso. Habitualmente colabora con diferentes medios de comunicación y
da charlas en universidades, asociaciones culturales y centros
educativos.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía de la autor tomados de la editorial Erein. Fotogragía de Toti Martínez de Lezea tomada de la web de La Casa del Libro. Imagen de Tresserols, Monte Perdido, en Huesca tomada de Wikipedia. Imagen de Buisán tomada de la web Fotopaises.com. Imagen de Huesca tomada de la web del Ayuntamiento de Huesca.
Hola Paco, solo he leído dos novelas de Toti Martínez de Lezea, Y todos callaron y Hierba de brujas y las dos me gustaron mucho. Tengo que retomarla y esta puede ser una buena opción. Besos.
ResponderEliminarQué de tiempo sin leer nada de esta autora. Esta obra ni la conocía. Y me tienta la historia que cuenta. Tomo buena nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es una escritora prolífica y he leído varios de ella. La verdad es que tiene una forma de narrar muy amena, me gusta lo que cuentas, me alegra que lo hayas pasado bien. Besos
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