Datos técnicos:
Título:
La tierra maldita.
Autor:
Juan Francisco Ferrándiz.
Editorial:
Grijalbo (Grupo Pengüin Random House).
1ª
edición: marzo/2018.
Encuadernación:
tapa dura con sobrecubierta.
Idioma:
español.
ISBN:
978-84-253-5625-4
Nº
pág.: 672
Sinopsis:
En el siglo IX, Barcelona se
encontraba en los confines más lejanos del Sacro Imperio. Gobernada
por los francos desde la distancia, la ciudad, de apenas mil
quinientas almas, se había convertido en una tierra abandonada,
asolada por intentos de conquista de los sarracenos y las hordas
salvajes, y sometida a la tiranía de unos nobles corruptos que
explotaban a sus habitantes.
A esa tierra maldita llega el
joven obispo Frodoí. Recién nombrado para el cargo por el rey
franco, su destino se asemeja más a un castigo que a un honor, pero
algo en su interior, la rebeldía y ambición que le son innatas, le
lleva a aceptar el reto y viajar hasta allí acompañado por una
comitiva de colonos, que anhelan una nueva oportunidad en la última
frontera.
Su primera impresión no puede ser
más desoladora, pero pronto caerá rendido a los encantos de una
enigmática dama, la noble Goda, que ama la ciudad por encima de
todo. Juntos iniciarán una lucha estoica por dotar de un linaje
sucesorio propio a esa tierra dejada de la mano de Dios. Y también
contarán con la ayuda del valiente Isembard de Tenes, de noble cuna;
y de otras personas humildes como la ingeniosa Elisia, la tabernera,
que intentarán sacar a Barcelona del foso de desesperanza que parece
ser su único destino, aunque para ello necesiten emplear todas sus
fuerzas, su inteligencia y su fe en un Dios que parece empeñado en
darles la espalda.
Opinión Personal:
La
primera novela que leí de Juan Francisco Ferrándiz (Cocentaina
(Alicante), 1971), fue Las
horas oscuras (reseña) (Grijalbo/2012),
de cuya lectura guardo un grato recuerdo. Por eso no dudé en
acercarme de nuevo a su narrativa al ver que publicaba un nueva
novela histórica, La tierra maldita, de la que comparto mis
impresiones con quienes visiten este blog. Mi acercamiento a la
novela que hoy reseño es por partida doble: tiene a Barcelona como
eje sobre el que gira la trama, y el atractivo de ingredientes
propios del género épico. Disfruté muchísimo con la historia del
obispo Frodoí y el inolvidable mosaico de personajes que conforman
esta fascinante novela, escrita de una forma impecable, y con la que realmente sentí realizar un viaje literario al siglo IX, gracias a la
exquisita ambientación y a un universo de personajes que reflejaban
perfectamente cómo era la sociedad medieval en el período en el que
se desarrolla la trama. Sin duda alguna, La
tierra maldita
es para mí la mejor lectura de este año. He de reconocer que me
dije que merecía la pena imprimirle un ritmo sosegado a lectura para recrearme con detenimiento en todo lo que sucedía a lo largo del desarrollo de la
trama, porque era la mejor forma de comprender las causas que
motivaban la supervivencia de la Ciudad Coronada -calificativo que en
varias ocasiones utiliza el narrador para referirse a Barcelona a lo
largo de los capítulos-, pese a estar abandonada a su suerte, al
ubicarse en los confines del Sacro Imperio Romano, y prácticamente
desamparada por la corona y los condes que deberían de protegerla de
los ataques sarracenos y las hordas salvajes.
En mi modesta opinión, y pese a
lo que acabo de comentar sobre el ritmo cadencioso y sosegado de
lectura, el narrador omnisciente logró mantener mi interés en todo
lo que sucedía a lo largo de los 80 capítulos en los que está
estructurada la novela, pese a que predominaba la narración frente
al diálogo. Me encontré con muchas escenas que atrajeron mi
atención, redoblando en muchas de ellas mi curiosidad ante lo que
pasaría en los siguientes capítulos ya que, tal y como se
desarrollan algunos episodios, me daban a entender que me encontraría
con algún giro que cambiaría el destino de alguno de los personajes
con los que ya estaba familiarizado, llevándome incluso alguna
desagradable sorpresa. Sin duda alguna, Juan Francisco Ferrándiz
planificó la trama de tal forma que el ritmo tuviera una cadencia
prácticamente constante, porque era consciente de que el lector
tenía ante sí un buen tocho al que enfrentarse, con lo que ello
significaba, y para que no cayera en el tedio a la hora de conocer
vicisitudes a las que se enfrentaban los personajes de esta novela.
En
el primer párrafo de esta reseña comento que Barcelona fue uno de
los atractivos que me invitaron a decantarme por la lectura de La
tierra maldita.
Sin embargo, estoy seguro de que, quienes hayan leído novelas
ambientadas en la ciudad condal, les sucederá lo mismo que a mi: les
resultarán irreconocibles las descripciones que el narrador
omnisciente ofrece de Barcelona. Y es que el lector se encontrará
con una ciudad en la que vivían poco más de mil quinientos
habitantes, con una población eminentemente rural, y en la que
apenas había edificios de interés, salvo las iglesias de los santos
Justo y Pastor, y la de San Miguel, visigodas ambas, más el complejo
episcopal y el palacio condal, como explica en autor en la nota final
sobre el contexto histórico de esta novela. Pese a lo que acabo de
comentar, el narrador ofrece unas descripciones muy claras y visuales
de la Barcelona del siglo IX, por lo que el lector puede hacerse una
idea clara de su fisonomía, protegida por una soberbia muralla que
había sido reforzada tras la reconquista, y que sirvió de claro
apoyo para detener los empujes sarracenos y las hordas salvajes que
intentaron saquearla y destruirla. Estoy seguro de que esta fisonomía
tan poco conocida de la Ciudad Coronada es un aliciente más para que
los lectores tengan interés por conocer cómo era una ciudad tan
literaria como Barcelona en un período tan poco novelado como es el
siglo IX, como comenta el autor en entrevistas que le hicieron en
varios medios de información.
La
tierra maldita me atrajo también por el atractivo que significaba el
que me encontrara en ella con ingredientes épicos y legendarios,
porque algunos de los personajes que se mencionan en esta novela, y
hechos relatados por el narrador eran considerados como leyendas, y
no como figuras que realmente existieron y episodios que tuvieron
lugar en ese período. Para lograr los efectos propios de la épica,
Juan Francisco Ferrándiz se sirve de personajes que todavía se
valen de los ritos paganos -que el obispo Frodoí quiere erradicar-
en un período en el que convivían con los ritos cristianos, si bien
aquéllos eran llevados a la práctica de forma clandestina, para no
ser acusados de brujería. En La tierra maldita el lector se
encontrará con bestiarios, como Ónix, de quien se decía que era el
último de ellos; hechiceras como Las Siete Viudas, hordas salvajes
que atacaban a la población en grupo y se decía de ellos que
cometían escenas atroces con sus semejantes, como lo podrá
comprobar el lector en varios episodios de la novela. Los personajes
antes mencionados refuerzan los ritos que menciono con escenas que
pueden definirse como fantásticas, por cómo son utilizados esos
ritos paganos y los efectos que producen. A los ya mencionados hay
que añadir personajes que tienen un gran peso en la trama, como
Goda de Barcelona, de quien decían que realizaba ofrendas en privado
a la Diosa Madre; la mismísima Riquilda, quien sería esposa de
Carlos el Calvo, o Drogo de Borr, un personaje con un pasado tan
oscuro, quien no dudará en valerse de fuerzas oscuras para conseguir
sus ansiados objetivos.
A
caballo entre lo épico y legendario, el lector se encuentra con «los
Nacidos de la Tierra»,
llamados así por
los frailes benedictinos que los acogen en su humilde cenobio del monasterio de santa Afra: Isembard,
y
su hermana Rotel, que se convertirá en discípula del último
bestiario, Ónix, y cuya presencia será decisiva en los capítulos
finales de La
tierra maldita.
Otro tanto puede decirse de los llamados Caballeros de la Marca, -
tal y como actuaban me daba la impresión de que eran personajes que
tenían cierta influencia artúrica, pese a lo que sobre ellos
comenta el autor en la notas finales sobre el contexto histórico-, y
los descendientes del conde Sunifredo, como lo podrá comprobar el
lector a lo largo de los capítulos en los que son mencionados, y
cuya existencia era puesta en duda, al igual que lo que se relataba
sobre la verdadera identidad de Isembard de Tenes.
En
La
tierra maldita
el lector se encuentra con un mosaico de personajes que conforman un elenco muy atractivo, creados con mucha fuerza y en los que se
aprecia una gran evolución a lo largo de las dos décadas del siglo
IX que abarca la novela, sobre todo los que mayor peso tienen en el
desarrollo de la trama. El lector se encontrará con personajes
creados por la imaginación del autor mezclados
magistralmente con históricos; incluso llegará algún momento de la
narración en el lector no tiene claro cuáles son unos y otros. Si bien el obispo Frodoí es el que
encabeza esta epopeya, se puede hablar de una novela coral por el gran
peso que tienen los personajes secundarios que lo acompañan. Junto
al joven obispo Frodoí parte un grupo de personas, algunos de ellos
liberados de su condición de siervos, ante las promesas recibidas
por quienes les admitieron en ese incierto viaje, porque su destino
era un lugar despoblado, aislado y lleno de peligros. Pese a ello,
querían emprender una nueva vida que les sacara de la miseria en las
que estaban sumidos, y no tenían nada que perder ante el riesgo que
corrían al aceptar una empresa tan arriesgada; de hecho, algunos de
ellos no llegarán a su destino, y otros verán cómo sus familias se
ven desmembradas ante los ataques de las hordas salvajes. Pero Frodoí
era un obispo ambicioso y rebelde, y a medida que avanzan los
capítulos tenía más claro cuál era su verdadera misión, y la
certeza de que conseguiría el mandato que le había propuesto el
arzobispo Hincmar de Reims, «Soy
un mal sacerdote y peor teólogo, pero Hincmar no me castigó para
complacer a los rivales de mi casa; esta noche he comprendido que me
envió aquí porque confía en mis habilidades para salvar esta
tierra de su maldición»
(Pág. 108).
Junto al prelado, hay otros personajes que desempeñan un papel
destacado en la Ciudad Coronada, como la ya mencionada Goda de
Barcelona, de quien decían sus convecinos que era el alma de la
ciudad y, pese a su condición de noble, el lector comprobará cómo
este personaje no duda en actuar en beneficio de los barceloneses,
porque no quiere que la ciudad desaparezca, como ya lo hicieron otras
más próximas. Elisia de Carcasona, es una mujer decidida, valiente y con una
gran fortaleza, aunque verá cómo su vida se desmorona en
situaciones provocadas por quienes quieren arruinarle la posada que
regenta, y tendrá que lidiar también con su esposo Galí, de quien
el lector conocerá los intereses que le llevan a casarse con Elisia,
pero la posadera tardará tiempo en darse cuenta de quién era realmente la persona a la
que se unió en matrimonio. Pero el obispo Frodoí, a parte de tener
que guardarse las espaldas del ya mencionado Drogo de Borr, tendrá
que vérselas con el conde Bernat de Goitia, implicado en intrigas
palaciegas contra el rey Carlos el Calvo, y que solo se preocupaba
con gravar a los barceloneses con impuestos con los que llenar sus
arcas.
Pero,
como en toda novela épica, en La
tierra maldita
el lector se encuentra con una serie de personajes que pertenecen a
los diversos linajes que ansiaban el mayor poder posible en una época
en la que el Sacro Imperio Romano estaba debilitado por las continuas
luchas internas, porque la corona imperial y los tronos de los reinos
que lo conformaban eran muy codiciados, incluido el monarca Carlos el
Calvo que ansiaba el trono imperial, sin olvidarse del interés que tenía por apoderarse de algunos terrirorios del reino de su hermano Luis el Germánico. Las intrigas palaciegas estarán a
presentes a lo largo de los capítulos, así como la venganza, la
traición, y algunos secretos que con el paso de los capítulos
saldrán a la luz e influirán en el destino de algunos personajes.
El lector se encontrará también con un par de batallas que, a parte
de la importancia que tienen para el desarrollo de la trama, son
descritas de manera que no resultan tediosas ni tampoco se alarga
mucho en ellas el autor. Aunque también habrá tiempo para el amor,
pese a que en algunos casos corrían el riesgo de ser excomulgados, y
en otros era imposible hacerlo público, por la diferencia de clases
sociales. Como adelanta la sinopsis, La
tierra maldita
es la historia de una ciudad sometida que anhelaba la libertad y la
historia del obispo Frodoí, que luchó por alcanzar ese milagro.
Pese al abandono padecido por Barcelona, los peligros que asolaban a
sus habitantes en ese rincón alejado de la Marca Hispánica y la
incertidumbre que suponía el vivir en una época en la que la vida
de sus habitantes podía verse truncada en cualquier momento,
supieron hacer frente a las adversidades y lograron que su ciudad
reviviera, pese a los malos augurios que se cernían sobre ella.
Biografía:
Juan
Francisco Ferrándiz nació
en Cocentaina (Alicante) en 1971. Licenciado en Derecho, ejerce
actualmente como abogado en Valencia. Es director del programa de
radio Una
nit al Castell,
sobre historia, tradiciones, enigmas y leyendas valencianas, que se
emite en varias emisoras a través de la Xarxa d'Emissores Municipals
Valencianes. Sus novelas anteriores, Las
horas oscuras(Grijalbo,
2012) y La
llama de la sabiduría (Grijalbo,
2015), lo han consagrado como uno de los autores clave de la ficción
histórica de nuestro país.
En
su última novela, La
tierra maldita,
Juan Francisco Ferrándiz retrata la Barcelona del siglo IX con el
talento y el rigor de los grandes maestros del género.
Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor, tomadas de la web de Megustaleer. Imagen de la basílica de Santa Cruz y Santa Eulalia en Barcelona, tomada de Wikipedia. Imagen de las minas de sal de Cardona, tomadas de la web Los apuntes del viajero. Imagen de Carlos el Calvo, tomado de Wikipedia.
Sin duda muy buena novela, yo no había leído nada del autor, pero está claro que lo voy a seguir de cerca. Como dices en la reseña, nos da una imagen de Barcelona que para mi era desconocida y los momentos épicos son magníficos, mi única pega fue que con tantos nombres de personajes, el lector debe este muy atento y a veces ir apuntándolos en una hoja. Se nota que te ha gustado. Un abrazo Paco.
ResponderEliminarTengo La llama de la sabiduría desde marzo, cuando la compré en una oferta. Sé que la historia me gustará y, por lo que dices, el estilo del autor también, así que creo que descubriré a esta autora por la novela que ya tengo y luego, según vaya, seguiremos.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una de mis memojes lecturas de este año además,nada más terminarlo me fui a Amazon y compré Las horas oscuras en papel aunque aún no he tenido tiempo de leerlo
ResponderEliminarBesos
Estos son más del gusto de mi compañero de blog, normalmente se los queda él pero alguno leo 🤗 por si acaso lo anoto.
ResponderEliminarBesitos carinyet 💋💋💋
Ya tenía apuntada Las horas oscuras y tengo claro que voy a tener que apuntar también esta novela. A ver si me estreno pronto con el autor. Muy buena reseña.
ResponderEliminarBEsotes!!!
Pues si te ha parecido la mejor lectura del año, eso son palabras mayores. Ahora mismo no puedo ponerme con una lectura de este tipo, pero apuntada queda para cuando sí pueda encontrar el momento. Una reseña estupenda como siempre, Paco.
ResponderEliminar¡Besote!
Pues habrá que leerla. No he leído nada del autor, pero la novela histórica me gusta.
ResponderEliminarBesos
Me la ha recomendado mil veces Inés, gracias por recordarmela, porque tengo que leerla, la apunto en mi lista de regalos navideños.
ResponderEliminarUn beso
Leí la anterior del autor Paco y esta se me quedó algo atrás y eso que entrevisté al autora. Quisiera retomarla pero ya conoces eso de muchas lecturas y muy poco tiempo... Qué cruz. Besos
ResponderEliminarTengo pendiente desde hace tiempo Las horas oscuras, pondré esta también en la lista, seguro que me gustará. Un abrazo.
ResponderEliminar