Páginas

jueves, 4 de octubre de 2018

Se llamaba Manuel, de Víctor Fernández Correas.





















Datos técnicos:
 

Título: Se llamaba Manuel
Autor: Víctor Fernández Correas
Editorial: Versátil
1ª edición: 28/05/2018
Encuadernación: rústica con solapas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-17651-06-6
Nº pág.: 360


Sinopsis:

El cuerpo del joven Manuel Prieto aparece en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo de Madrid el día de Nochebuena de 1952. Gonzalo Suárez, inspector de segunda del Cuerpo General de Policía, se hace cargo del caso. Un caso que, sin saberlo, cambiará su vida tal y como la conoce.

El teniente Arturo Saavedra negocia los términos del acuerdo que permitirá a Estados Unidos establecer bases militares en España. Y lo hace por convicción, pero también por interés personal: las negociaciones son la puerta abierta a la nueva vida que ansía por encima de todo.Marga Uriarte vive con odio. En el pasado coqueteó con el entorno del Partido Comunista de España. Ahora, un viejo conocido le pide ayuda en nombre del partido. Lo que parecía un mero trámite para ganar algo de dinero se convierte en una oportunidad inmejorable para saldar cuentas con su pasado.Tres historias que se desarrollan en una España en la que, se aseguraba, había empezado a amanecer. Aunque no para todos.
 

Opinión Personal:


Cuando recibí un ejemplar de la novela que hoy reseño, Se llamaba Manuel, de Víctor Fernández Correas, me llevé una gran alegría y me las prometía muy felices, porque las reseñas que leía sobre ella me indicaban que era una lectura muy apetecible, y ahora tenía la oportunidad de poder disfrutar de una historia que tan buenas críticas estaba teniendo. Hoy comparto mis impresiones sobre esta novela, y ya lo creo que no dudo en recomendarla: merece la pena disfrutar de una historia bien escrita y mejor contada. Sin duda alguna, se percibe que el autor disfrutó a la hora de plasmar en el papel la trama que nos cuenta un narrador omnisciente a lo largo de los 27 capítulos en los que está estructurada, más un prólogo y un epílogo que redondean un magnífico ejercicio literario.
                                                                                                                                                               
(Edificio España-Madrid)
En mi modesta opinión, entiendo que la editorial acertó a la hora de catalogar Se llamaba Manuel como narrativa. Y es que, pese a que en ella hay claros elementos del género negrocriminal, tienen el mismo peso ingredientes de otros géneros literarios. La historia reciente de nuestro país está muy presente a lo largo de los capítulos, como es la posguerra, porque la trama se desarrolla en una época en la que España y Estados Unidos negociaban la instalación de bases militares en territorio español. David Estévez y Andrew Morton son los personajes de nacionalidad estadounidense que más sobresalen en la novela. Si bien las cartillas de racionamiento ya habían pasado a la historia, queda bien reflejado las penurias que pasan muchos ciudadanos para subsistir; aunque también hay escenas en las que queda manifiesta la opulencia de quienes las protagonizan. La Guerra Civil Española está también muy presente en a lo largo de los capítulos: se mencionan algunos episodios en los que intervinieron varios personajes que desfilan por sus páginas, o que todavía sienten los efectos que en ellos causó este horrendo conflicto fratricida; incluso hay uno que tiene como objetivo vengarse de quien segó la vida de los suyos. No me olvido de las escenas costumbristas de la sociedad española de la época que tan bien refleja Víctor Fernández Correas, y de las escenas de espionaje que tienen lugar en algunas escenas. Aunque todo ello girará en torno a la homosexualidad, porque se movían en un ambiente en el que tenía que andar con pies de plomo, porque quienes eran como él no eran bien vistos por la hipócrita sociedad de la época, que de cara a los demás mostraban una moral y rectitud que abandonaban cuando acudían a lugares de dudosa reputación en los que daban rienda suelta a sus instintos más primitivos.

Bien se nota que Víctor Fernández Correas trabajó la trama de esta novela a conciencia, para conseguir que desde la primera línea el lector se sienta atrapado por todo lo que en ella sucede. En cada uno de los capítulos que la conforman nos encontramos con episodios que atraen nuestra atención, o con giros que la redoblan y nos hacen mostrar todavía más interés ante lo que está por suceder. El prólogo es impactante, porque el autor ofrece unas escenas desgarradoras, y que el lector presencia con impotencia, sabedor de lo que le espera a la mujer que implora a un Dios en el que no cree. A continuación, nos encontramos con un primer capítulo en el que el autor presenta a los personajes que más peso tienen en la novela. Son tres escenarios bien diferenciados, que incluso diría son un avance de las localizaciones por las que se van a mover cada uno de los personajes que los protagonizan: en una escena, el narrador lo sitúa en la Casa de Campo, en donde han encontrado el cadáver de un hombre joven presumiblemente asesinado. Después nos traslada al Palacio de Buenavista, en donde el teniente Arturo Saavedra recibe un telegrama urgente. Y en otro escenario no tan ostentoso como este, se encuentran otros dos personajes cuya conversación da a entender que tienen que cumplir órdenes recibidas de alguien. Entre el prólogo y el primer capítulo el lector ya deduce que la intriga está asegurada; le espera por delante un entramado en el que se irán resolviendo en pequeñas dosis todas las dudas que se plantea a medida que avanzan los capítulos.

Esas tres diferentes escenarios que conforman el primer capítulo hacen referencia a las tres líneas argumentales en las que se estructura la novela. Como sucede habitualmente en obras en las que hay dos o varias líneas argumentales, el lector se pregunte qué relación puede haber entre ellas. Esa incógnita se irá despejando a medida que nos acercamos al desenlace. Puede decirse que, prácticamente, las tres tramas se van alternando a lo largo de la novela, lo que le confiere dinamismo. Son tres tramas atractivas, en las que la intensidad narrativa está muy presente en varias de las escenas que las conforman, sobre todo cuando se presiente que el desenlace está próximo, y que redobla esa tensión que influye en la forma de actuar de los personajes, que desean cumplir los objetivos que tienen marcados para ello. A lo que acabo de comentar, hay que sumarle los obstáculos que se encontrarán en algunas ocasiones, y que dificultarán todavía más el que las órdenes recibidas tengan el final deseado; incluso algunos de ellos presienten que su vida corre peligro ante los episodios inesperados que alteran sus planes, o que su carrera profesional puede verse afectada por el avance de las investigaciones que llevan a cabo. Un final que sorprende, pero al mismo tiempo está en consonancia con la época en la que tiene lugar la historia que relata el narrador omnisciente.

(Poblado Jaime El Conquistador- Madrid)
Supongo que a la gran mayoría de quienes leyeron la novela que hoy reseño se quedarían prendados de la
exquisita ambientación con la que Víctor Fernández Correas recrea la época en la que tienen lugar los episodios que relata un narrador omnisciente. Está claro que para causar ese efecto hay detrás una ardua tarea de documentación, por los detalles que ofrece al lector para que se haga una idea de cómo era la vida en Madrid a principios de la década de los años cincuenta del siglo pasado. Este efecto me hizo sentir que era un personaje más, y que estaba presenciando en vivo y en directo una España en blanco y negro en la que, como dice la sinopsis, se aseguraba que en España había empezado a amanecer, aunque no para todos. Esa ambientación de la que hablo la comprobará el lector, sobre todo, por la visión que ofrece el autor de los diversos escenarios por los que se mueven los personajes en la capital española, y en los que se ve cómo la ciudad comienza a modernizarse y a llevar un ritmo de vida que les acerque a ese progreso que tanto ansían, como se podrá comprobar con las descripciones que se hacen del Parque de Madrid, la Gran Vía, o la Avenida del Generalísimo, en donde la vida nocturna, el glamour y los lugares de ocio empezaban a ser habituales entre los madrileños. En este sentido, Se llamaba Manuel tiene su banda sonora y, en mi modesta opinión, el autor acierta el momento en el que introduce fragmentos de cantantes favoritos de la época, como Olvaldo Farrés, Nati Mistra, Antonio Machín o Amàlia Rodrigues, entre otros, sin olvidarme de las referencias cinematográficas de la época con la presencia de actores y actrices que despuntaban en el celuloide, así como referencias a la marcha del Atlético de Madrid en la liga y al ambiente que se vivía durante los partidos de fútbol en el Stadium Metropolitano. Aunque también la miseria era todavía una realidad, plasmada sobre todo en el poblado de Jaime I el Conquistador, donde se hacinaban sus habitantes en infraviviendas.

(Palacio de la Prensa-Madrid)
Por unas zonas y otras desfila un elenco de personajes a través de los que el lector se puede hacer una clara idea de cómo era la sociedad de la época y de las diferencias que había entre las diferentes capas sociales, que queda reflejada perfectamente a través de los locales de ocio que frecuentan, y de las zonas en las que residen los personajes. El lector se encuentra con unos personajes bien construidos, de carne y hueso, y todos ellos muy creíbles. Atraen la atención del lector el inspector de segunda del Cuerpo General de Policía, Gonzalo Suárez y sus dos ayudantes, José Luis Ordóñez y Bermúdez: un trío que da mucho juego a la novela, sobre todo por la diferencia de caracteres de los tres miembros de la policía. En este sentido, sonreí en más de una ocasión en escenas protagonizadas por estos tres personajes, sobre todo cuando se desplazaban en un Fiat 1100 para realizar las investigaciones pertinentes. Liborio Solís, alias
Canelita, un personaje que conoce el mundo en el que se mueven los homosexuales, y que desempeña un papel crucial a la hora de ayudar 
al inspector de segunda de la policía, Gonzalo Suárez, a resolver el caso. Joao Leite es un personaje que atrae la atención del lector, porque presiente que algo va a suceder cuando entra en escena. Por otro lado, nos encontramos con el teniente Arturo Saavedra, uno de los que forman parte del equipo que negocia la instalación de las bases estadounidenses en España, y supeditado por el general Agustín Mola de Molina. Marga Ugarte y Escolástica Sainz son personajes femeninos que desempeñan un papel crucial en la novela, sin olvidarme de la presencia de Rita Prieto, que será clave para resolver el caso del cadáver del joven encontrado en la Casa de Campo.

Se llamaba Manuel es una novela bien escrita y mejor contada, como ya comenté en el primer párrafo de esta reseña, y con una trama magníficamente planteada y estructurada, en la que el autor no deja ningún cabo suelto. Quizás sorprenda un tanto la resolución del crimen de la Casa de Campo, aunque dada la época en la que tiene lugar, cabía esa posibilidad, sin lugar a dudas. Víctor Fernández Correas utiliza un estilo muy directo, en el que va directamente al grano, sin utilizar palabras vacías ni rodeos absurdos para describir las escenas que se suceden ante nosotros. La tensión narrativa está muy presente a lo largo de la novela, sobre todo en los diálogos en los que saltan chispas entre los personajes que intervienen en esas escenas. Los diálogos reflejan perfectamente la condición social de los personajes que intervienen en ellos, y se adapta a la época en la que se desarrolla la trama. Incluso diría que ese estilo tan directo que utiliza el autor, y la abundante presencia de diálogos confiere a la novela ritmo de thriller, porque su lectura es muy fluida y absorbente. Sin duda alguna, Se llamaba Manuel es una lectura muy atractiva y adictiva, con la que disfrutan quienes deciden afrontarla.
 

Biografía:



Víctor Fernández Correas (Saint-Denis, Francia, 1974) Nació en los alrededores de París, aunque se siente extremeño por tres costados —verato, por simplificar— y conquense por el cuarto. Como periodista, lleva más de quince años contando qué pasa en el sector de las Tecnologías de la Información. Como autor, hasta la fecha ha publicado La tribu maldita(Temas de hoy, 2012) y La conspiración de Yuste (La esfera de los Libros, 2008) y ha participado en la antología Cervantes tiene quien le escriba (Ediciones Traspiés, 2016).

Le interesa especialmente la Historia y es colaborador de la Red de Rutas Europeas del Emperador Carlos V. Aspira a seguir escribiendo sin dejar de divertirse haciéndolo.



Nota: Datos técnicos, sinopsis, biografía y fotografía del autor, tomados de la web de la editorial. Imagen del Edificio de España tomada de la web de Todocolección. Imagen poblado chabolas Jaime I el Conquistador, tomados de Urban Idade-Wordpress.com. Imagen Palacio de la Prensa, tomada de Wikipedia. 


16 comentarios:

  1. Es una novela magnífica, para mí una de las mejores que he leído este año.

    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  2. No la he leído, pero tiene buena pinta, aunque de momento con tanto pendiente creo que voy a tener que dejarla pasar.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Sencillamente, brutal. ¡Gracias por tu lectura y por esta reseña! Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Que ganas tengo de leerla, ahí está esperando turno, la compré por otras recomendaciones y la he ido dejando atrás por los compromisos, pero no creo que tarde en hacerle hueco.
    Un beso

    ResponderEliminar
  5. Ya sabes que a mí también me pareció una lectura estupenda, me alegro que también hayas disfrutado Paco.
    Besos

    ResponderEliminar
  6. Es una gran novela y lo has sabido transmitir perfectamente. Buena reseña.
    Besos

    ResponderEliminar
  7. Si es que me has convencido justamente desde el primer párrafo, lo quiero, lo necesito,me gusta de pe a pa, de cabo a rabo, ¿qué más te puedo decir? vale que ya lo tenía anotado, pero tú me has terminado de convencer 😋

    Besitos carinyet 💋💋💋

    ResponderEliminar
  8. No me extraña que Víctor ande por ahí tocando palmas con tu reseña; la verdad es que es impecable y desde luego la novela lo merece. Recuerda que te la recomendé ;).
    Besos

    ResponderEliminar
  9. Ya la tenía media apuntadita pero tu reseña me confirma que la tengo que leer sí o sí.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  10. Bueno bueno bueno, esta novela está triunfando mucho, no hago más que leer buenas reseñas... y yo que te puedo decir... que me encanta el periodo histórico que toca, y me apetecería mucho pasear por sus escenarios, sobretodo por ese Madrid de los 50, y me parece también muy acertado que nos proponga música para acercarnos aún más a la época, así que me encantaría leerla. Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Ha gustado mucho esta novela. He pasado por diferentes fases, me lo apunté pero después cayó en el olvido. Tu reseña me la vuelve a traer a la mente
    Besos

    ResponderEliminar
  12. Qué pedazo de reseña, Paco. La novela tiene pintaza, y aunque no sé cuándo podré hacerme con ella, apuntadísima está. Cómo me gusta cuando los autores no llenan sus historias de florituras si no es necesario. Y sé que soy muy superficial, pero la portada es fantástica :)

    ¡Besote!

    ResponderEliminar
  13. Una reseñaza para un novelón. Víctor se supera con esta novela y demuestra el magnífico escritor que es y la pasión que pone en cada historia. Efectivamente, Madrid, es un personaje más, la ambientación de la época está muy bien lograda.
    Besos

    ResponderEliminar
  14. Todavía no he leído nada de este escritor, y seguramente sea con este título con el que me estrene. No dejo de ver buenas opiniones (y vaya si está elaborada esta). Besos, Paco.

    ResponderEliminar
  15. Tengo muchísimas ganas de leer esta novela y por lo que cuentas debería hacerlo más pronto que tarde. Excelente reseña!!!

    Bs.

    ResponderEliminar
  16. La tengo apuntada desde que se publicó y cada vez me apetece más. Besinos.

    ResponderEliminar