Datos técnicos:
Título: 40 días de fuego
Autor: Mario Villén Lucena
Editorial: Seleer (Autoeditado Amazon) (enlace)
1ª edición: 15/11/2014
Encuadernación: tapa blanda con
solapas.
Idioma: Español
ISBN: 978-84-942940-6-8
Nº pág.: 380
Precio: 1,99€ Ebook
18, 77€ En papel
Sinopsis:
A
mediados del siglo IX una flota de más de cien barcos vikingos
recorrió el perfil de las costas de la península hasta llegar a la
desembocadura del Guadalquivir, por donde penetró en territorio de
al-Andalus. Los normandos remontaron el río hasta la isla de Qabtil
(Isla Menor), donde establecieron una base de operaciones para el
saqueo de Sevilla.
Durante
cuarenta días robaron, quemaron, violaron y mataron sin mostrar
clemencia. Sevilla se desangraba mientras Abd al-Rahman II organizaba
una ofensiva que fuera capaz de derrotar y expulsar de sus tierras a
los más de dos mil vikingos que las asolaban.
En estas circunstancias, el destino reúne a personas dispares en un grupo de supervivientes que intentará mantenerse con vida en una ciudad acosada, entregada a las ansias de botín de los temibles piratas del norte…
En estas circunstancias, el destino reúne a personas dispares en un grupo de supervivientes que intentará mantenerse con vida en una ciudad acosada, entregada a las ansias de botín de los temibles piratas del norte…
Opinión
Personal:
La
primera novela que leí de Mario Villén Lucena (Pinos
Puente-Granada, 1978), fue El escudo de Granada (reseña), ambientada en
los últimos años del reino narazí, y de cuya lectura guardo un
grato recuerdo, por su buen hacer literario. Hoy comparto mis
impresiones sobre otra obra suya, 40 días de fuego, cuya
trama se desarrolla también en tierras de Al-Andalus, aunque en esta
ocasión el narrador omnisciente nos lleva a un hecho que me imagino
es poco conocido por los lectores, como fue el saqueo de Sevilla por
los vikingos en el año 844 d. C., durante el reinado del emir Abd
al-Rahman II.
El
título y el subtítulo de la novela ya dan al lector una idea de lo
que se va a encontrar a lo largo del desarrollo de la trama. Su
contundencia presagia que afronta una historia en la que apenas haya
giros que redoblen su atención, y en la que el narrador se limita a
relatar lo que sucedió en torno a esos días, al igual que lo
ocurrido antes y después del saqueo. Aunque no va mal encaminado el
lector, en lo que se refiere a la idea preconcebida sobre el
contenido de esta novela; sin embargo, el interés por todo lo que
sucede a lo largo de las páginas que la conforman estriba en conocer
lo que pasará con la población civil, desde el momento en el que un
mensajero anuncia que los normandos remontan el río y se presiente
cual puede ser su inmediato objetivo, y las primeras medidas
adoptadas por el gobernador sevillano. El
anuncio de este mensajero hace que la vida de los habitantes de
Sevilla y su contorno se vea alterada, una vez que se que se
dan a conocer episodios precedentes que auguraban que su ciudad
pudiera correr la misma suerte que otras que ya fueron saqueadas por tan feroces enemigos, quienes ya habían intentado asaltar Lisboa. Todo lo ocurrido
durante esos 40 días de fuego es relatado por un narrador omnisciente. El lector comprueba el
efecto de esta próxima incursión vikinga: desde las primeras
órdenes dadas por el gobernador de la ciudad, hasta la incertidumbre
de los personajes que desfilan ante nosotros en el prólogo de esta
novela. Serán estos personajes quienes protagonizan unos episodios
que ni ellos mismos presentían que serían capaces de llevar a cabo,
porque la suya era una vida destinada a otros menesteres, tal y como
lo podrá comprobar el lector a medida que el narrador los presenta
en el prólogo de esta novela, y que cambiaría de forma radical
desde que conocen lo sucedido en Coria y el cercano monasterio.
Pese
a lo comentado sobre el título de esta novela, el lector no se
encuentra a lo largo de sus páginas con farragosas descripciones de
batallas entre sevillanos y vikingos, sino que el narrador le informa
de los horrendos episodios que tienen lugar en una ciudad saqueada,
contados de forma clara y precisa, lo que permite que nos imaginemos
cómo se suceden ante nosotros, porque las escenas son muy visuales.
El lector también es testigo de las escenas que se describen de las
relaciones entre quienes deciden permanecer en la ciudad y enfrentarse a unos feroces enemigos, teniendo en cuenta las
diferencias multiculturales de quienes conforman este atípico grupo,
con todo lo que ello significa en su día a día. En sus
enfrentamientos con los vikingos emplean técnicas que recuerdan a
las propias de las guerrillas, en las que se utilizaba la sorpresa
como principal baza para alcanzar los objetivos planificados, ante la
notoria superioridad y fuerza de los saqueadores, así como el
conocimiento que tienen de la ciudad para elegir tanto los lugares en
donde esconderse de unos enemigos que no dudaban en aniquilar a
quienes les impedían obtener los ansiados botines que obtenían en
cada casa desvalijada, así como para elegir los emplazamientos idóneos
desde los que enfrentarse a ellos, sabiendo que era la forma que
tenían para derrotarlos.
En
40 días de fuego el lector se encontrará con una estructura
un tanto original, porque la novela no está dividida en capítulos,
sino en cuatro partes bien diferenciadas y tituladas,
más un prólogo y varios epílogos. Esta peculiar estructura, sin
embargo, no ralentiza el ritmo de lectura, sino que es fluida, ágil,
y que apenas decae a lo largo de los episodios que la conforman, pese
a que domina la narración frente al diálogo. Mario Villén Lucena
dinamiza en cada una de estas cuatro partes la actuación de los
personajes que cobran protagonismo, llevando al lector hasta las
localizaciones en donde se focalizan los episodios que tienen mayor
interés para el transcurso de la trama. El lector es informado en todo
momento de las vicisitudes que acompañan a estos personajes; incluso
diría que tendrá mayor información que los sitiados en algún
momento de la narración, ante la incertidumbre que anida en ellos
ante la inseguridad provocada por la ausencia de noticias de quienes
tomaron su misma decisión, como es la de permanecer en Sevilla y
compartir el riesgo que conlleva esta decisión. Al igual que ocurría
en El escudo de Granada, de nuevo se encuentra el lector con
que los verdaderos protagonistas no son los personajes históricos
que toman parte en alguno de los episodios de esta novela, sino personas sencillas que viven un tiempo
intempestuoso.
Mario
Villén Lucena ofrece en esta novela coral un elenco de personajes
perfectamente perfilados, muy cercanos y que parecen cobrar vida
propia, pese a que el lector tiene ante él una historia lineal. Sin
embargo, conocerá las luces y las sombras de cada uno de los
miembros que conforman ese grupo multicultural, a través de las historias en las que los personajes van desnudando su alma ante quienes comparten con ellos un incierto futuro. Este grupo multicultural está constituido por personajes representativos de las tres culturas que convivían en
Sevilla, y del que también formaban parte quienes habían perdido su libertad al ser esclavizados por los musulmanes, pero se les condecía la libertad si tomaban la decisión de participar en la defensa de la ciudad. Esas diferencias religiosas quedarán aparcadas durante un
tiempo al enfrentarse a un enemigo común. Aunque el lector
comprobará cómo en algún momento dado alguno de los personajes que
integran ese atípico grupo no olvida la afrenta sufrida por sus
antepasados, despojados de las ricas tierras que poseían al lado del
Guadalquivir, lo que en un momento determinado dará lugar a
incidentes que alterarán la débil armonía que se había instalado
entre ellos. Durante ese período conviven
campesinos, comerciantes, frailes, soldados, escuderos, eslavos,
jóvenes casaderas, esclavas e incluso un santón que se unirá a
ellos, y que en más de una ocasión les servirá de apoyo espiritual
y moral, evitando en algunos momentos que las desavenencias que se
producían entre los miembros del grupo tuvieran un fin no deseado.
Se les conocerá como «el
grupo bendecido» por su
sorprendente supervivencia, como los habían apodado una vez que
Sevilla es liberada por el ejército del emir.
En algunos momentos de su convivencia se originan algunas
conversaciones entre ellos que no dejan indiferentes, y que llevan a
preguntarnos en más de una ocasión por qué el ser humano actúa de
la forma en que lo hace contra sus semejantes. Junto a los personajes
que acabo de mencionar, el lector se encuentra con otros históricos
que toman parte en algunos episodios de esta novela, sobre todo en
los momentos más álgidos de la trama, caso de el emir Abd
al-Rahman II, su eunuco Nasr, o el
general Ibn Rustum, sobre todo desde el momento en el que deciden
formar un ejército que se enfrente a quienes saquearon Sevilla.
40
días de fuego es una novela en
la que Mario Villén Lucena ofrece a los lectores una historia
solvente, entretenida, bien contada y atractiva, en la que recrea un episodio histórico que seguro desconocen la
mayoría de los lectores, como es el saqueo de Sevilla por los
vikingos en el siglo IX d. C. El escritor granadino sabe cómo intercalar temas
inherentes a la condición humana, sobre los que nos invita a
reflexionar, partiendo de los diálogos que tienen lugar entre
algunos de los personajes que conforman este grupo multicultural.
Biografía:
Escritor
y funcionario de Administración General del Estado español, Mario
Villén Lucena
nació
en la localidad de Pinos Puente en el año 1978. Se licenció en las
carreras de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de
Granada, para poco después empezar a trabajar para el estado.
Su
carrera como escritor comenzó escribiendo relatos cortos, los cuales
le llevaron a ganar algunos premios en diferentes certámenes
españoles, cómo el VII premio de Literatura Infantil y Juvenil
“Ciudad de Andújar”, en el año 2003, o el XXIII Certamen
Literario Castillejo-Benigno Vaquero, de Pinos Puente.
Como
autor ha lanzado varias referencias como El
escudo de Granada,
su primera novela publicada, o 40
días de fuego.
Nota: Datos técnicos, sinopsis del autor tomados de la web de la editorial Seleer. Biografía de Mario Villén Lucena tomada de Lecturalia. Imagen del autor, tomada de Amazon.