El 11 de diciembre de 2014 publiqué en este blog mi reseña sobre la novela El guacamayo rojo, de Manuel Machuca. Hoy vamos a conocer un poco más sobre el autor y la novela, procurando no desvelar nada de la trama a quienes no la hayan leído todavía. Creo que el lector que le de una oportunidad disfrutará con la historia de esta saga familiar, que tuvo que buscarse un futuro mejor fuera de su pueblo natal.
Manuel
Machuca(Sevilla,
1963) es doctor en Farmacia por la Universidad de Sevilla. Miembro
correspondiente de la Academia Peruana de Farmacia, consultor de la
Organización Mundial de la Salud y profesor honorario de la
Universidad de Buenos Aires, ha impartido cursos y conferencias en
más de veinte países de Europa y América, publicando más de cien
artículos científicos y de opinión en revistas científicas y
profesionales de repercusión internacional.
Biografía:
Ha
recibido diversos reconocimientos, como el Premio Eupharlaw a la
personalidad del año en el sector farmacéutico (2009), Fundación
Avenzoar al mejor artículo farmacéutico en prensa escrita (1997),
mejor trabajo científico en el I Congreso Nacional de Atención
Farmacéutica (1999) y XV Congreso internacional de OFIL (2012).
Entre 2010 y 2012 fue presidente de la Organización de Farmacéuticos
Ibero-Latinoamericanos (OFIL) y en
la actualidad preside la Sociedad Española de Optimización de la
Farmacoterapia (SEDOF). Durante
la guerra de Ruanda trabajó como voluntario en campos de refugiados
en la ciudad de Goma (República del Congo).
En
su faceta literaria, es autor de las novelas Aquel viernes de julio y
El guacamayo rojo,
ambas publicadas por la Editorial Anantes. Es coordinador de Relatos
de farmacéuticos,
en el que participaron más de quince profesionales españoles y de
América Latina, ha publicado relatos en la revista argentin Motor
de ideas y
numerosos artículos en Cambio
16 y
Cuadernos
para el diálogo,
colaborando con asiduidad en diarios del grupo Joly.
1.
Francisco Portela.- Llama la atención que en un país como el
nuestro la emigración, por desgracia, es la única forma que
tuvieron y tienen muchos de nuestros conciudadanos para buscarse un
porvenir que no encuentran en su tierra y, sin embargo, esta es una
temática sobre la que hay pocas novelas publicadas por autores
españoles.
Manuel
Machuca.- Sí, y creo que eso que dices refleja uno de los aspectos
más crueles de la emigración. Para el país del que salen los
emigrantes, que se vaya gente es como aliviar un lastre, arrojar por
la borda un peso que te impide avanzar, cuando lo que realmente
destroza a un país es la desigualdad. Los que se quedan olvidan
rápidamente a los que se van, algo que al contrario nunca pasa y soy
testigo de eso. Por eso los autores españoles en
general, no somos conscientes de la parte trágica, tremendamente
trágica, por el desarraigo, de la emigración. Incluso el gobierno se
permite el lujo de calificarla como aventura excitante. La emigración
es tan dolorosa que se escribe, se tiene que escribir, sobre todo
desde el emigrante.
2.
F.P.- Lo primero que me atrajo de tu segunda publicación fue,
precisamente, su título. ¿Por qué El
guacamayo rojo?
M.M.-
Es en homenaje a mi tío abuelo Miguel González, que fue actor de
teatro. Emigró a Brasil y participó en la adaptación
cinematográfica de la novela de José Mauro de Vasconcelos Arara
vermelha, El
guacamayo rojo en
portugués, allá por 1954. Un video de esta película me lo regaló
mi tía Dora Pelletti cuando la encontré en 2007. Nadie en mi
familia sabía de aquello y me impresionó ver a mi tío abuelo como
actor.
3
F.P.- En El guacamayo rojo
nos encontramos con dos líneas temporales separadas prácticamente
por un siglo. Me imagino que de esta forma rindes homenaje a aquellos
que tuvieron que abandonar su tierra para buscarse una vida mejor
pese a los riesgos que tenían que correr ante lo desconocido.
M.M.-
Sí. De alguna forma he querido reflexionar sobre las muchas
semejanzas de la emigración, sea cual fuere la época en la que esta
se realiza. Los movimientos migratorios tienen una causa profunda, la
injusticia. Emigrando se permite que quienes se benefician de la
injusticia mantengan su estatus, aliviando ese lastre al que aludí
antes, y además produce una gran tragedia emocional en quienes se
tienen que marchar, porque la mayoría de esa primera generación
vive y muere añorando la tierra que les vio nacer y que no fue justa
con ellos. El emigrante es el héroe trágico de una epopeya que toma
una decisión para que sus descendientes encuentren una vida mejor.
Cuanto más injusta es la situación social más trágico es el
fenómeno migratorio. No hay más que ver las tragedias que a diario
se viven en el Mediterráneo, en el Estrecho de Gibraltar, en la
valla de Melilla o en las rutas de la muerte africanas.
4.
F. P.- Y también el lector se encuentra con una saga familiar. ¿Cómo
se organiza un autor a la hora de escribir una novela tan compleja
como esta?
M.M.-
Yo creo que en principio lo que debes tener claro es cuál es la
historia que quieres contar. Cada novela, cada historia se puede
contar de muchas formas. Narrar es seleccionar y por ello hay que
escoger bien lo que quieres contar, que con toda seguridad sería
diferente de lo que otro autor quisiera contar si tuviera en la
cabeza la misma historia. A partir de ahí, estructurar bien la
historia, hacer un buen árbol genealógico, darle peso a unos
personajes y caracterizarlos de forma que te ayuden a desarrollar el
hilo argumentario. En mi caso, en el que hay dos líneas temporales
que hay que unir, es importante elegir bien cuándo se va a producir.
Una línea que empieza en 1904 y otra que comienza en 2011 necesitan
de un personaje central que esté presente en el tiempo del relato,
para que físicamente se produzca el encuentro, y el tiempo de la
historia, para que sea capaz de contar con fiabilidad todo ese
tiempo. Puedo decirte que tardé siete meses en escribir las 456
páginas de la novela, pero que tardé siete años en estructurarla
previamente.
5.
F.P.- ¿Y por qué elegiste Brasil para escribir tu segunda novela?
M.M.-
Que en realidad fue la primera que intenté escribir, como se puede
deducir por la respuesta anterior. Esto tiene que ver con una
pregunta que me hago cuando escribo, que no es otra que para qué lo
hago. La respuesta es que escribo para entenderme a mí mismo, y por
eso mediante esta novela quería responder a la pregunta que me hice
entre 2002 y 2007, época en la que busqué y encontré finalmente a
Dora Pelletti, Gloria Rossi en la novela. Quería responder a por qué
buscaba a una persona a la que conocí cuando tenía diez años, a la
que solo vi una semana en mi vida, y que me influyó de tal forma que
más de treinta años después deseaba volver a ver. El encuentro
causó un impacto tan profundo en mí que necesitaba ponerle
palabras. Y no lo conseguí hasta 2014.
6.
F.P.- Creo que para documentarte hiciste varios viajes a tierras
brasileiras. Hay una frase lapidaria de Gloria Rossi en la que dice
que éste siempre será un país con mucho futuro. ¿Te causó esa
impresión en tus desplazamientos a este país sudamericano?
M.M.-
Esa frase no es mía, sino de Stefan Zweig, escritor austriaco que
murió en Brasil. Desde 2002 hasta ahora viajo a Brasil al menos una
vez al año. He visto crecer a este país a lo largo de los últimos
años y también he podido presenciar sus profundas desigualdades, la
pobreza inmensa junto, nunca mejor dicho, al lujo deslumbrante. Creo
que en países con altísimas tasas de emigración, América es el
continente que mejor expresa esto, hace falta crecer en conciencia de
pueblo y de proyecto común, hacer progresos hacia sociedades más
igualitarias y cohesionadas, así como dejar de basar el crecimiento
en la explotación de los recursos naturales. Si no se avanza en este
sentido se corre el riesgo de volver a ser países de emigrantes,
como sucedió afínales de los 90 y principios de este siglo. No
obstante, creo que el aumento de la clase media de estos últimos
años y la mayor conciencia social que hemos visto antes del Mundial
de fútbol, por ejemplo, dan pie a la esperanza.
7.
F.P.- ¿Y puede decirse que São Paulo, tal y como nos la describes
en la novela, es un fiel reflejo de las grandes ciudades de este gran
país sudamericano?
M.M.-Sin
duda. São Paulo y las grandes ciudades americanas, como Nueva York,
Lima, Buenos Aires o Santiago de Chile, por citar a las que conozco
mejor, son ciudades que hoy día no se pueden entender sin el
extraordinario fenómeno migratorio que sucede a fínales del siglo
XIX y principios del XX. La multiculturalidad, el empuje en lo bueno
y en lo malo, se respiran en todas sus calles. El éxito y el fracaso
en sus formas más descarnadas están presentes en cada acera. Son
ciudades y pueblos con una energía especial que no pueden dejarnos
indiferentes.
8.
F.P.- Quienes tuvimos el placer de leer El
guacamayo rojo encontramos en
Gloria Rossi a un personaje literario fascinante. Casi diría que es
el alma de la novela. Aunque también hay otros personajes femeninos
que están trazados con mucha fuerza. ¿Te resultó muy difícil
ponerte en la piel de cada una de ellas? (Sin olvidarnos, por
supuesto, de los personajes masculinos)
M.M.-
En el caso de Gloria Rossi no me costó ningún trabajo, porque tuve
la oportunidad de disfrutar a mi tía Dora Pelletti, el personaje
real que me inspiró desde que la encontré en 2007 hasta que
falleció en 2009. De todas formas, siempre he trabajado con mujeres,
como profesional la mayoría de las pacientes a las que he atendido
lo son, y creo que eso me ha dado la posibilidad de dibujar bien los
personajes femeninos. Puedo decirte que en Sevilla hay una librería
feminista, en la que dicen que solo venden libros de mujeres y de
Manuel Machuca, cuando me invitaron a impartir una charla sobre la
caracterización de mis personajes femeninos en Aquel
viernes de julio, mi
primera novela.
9.
F.P. - En la novela también mencionas a algunos autores brasileños,
supongo que prácticamente desconocidos para la gran mayoría de
nosotros. ¿Leíste alguno de los que mencionas?
M.M.-
Sí, me emocionó Jorge Amado y su libro Los
viejos marineros, me
fascinaron libros de su mujer, Zélia Gattai, a la que leí en
portugués al no encontrar sus libros aquí, y sobre todo me
impresionó Clarice Lispector y La
hora de la estrella.
También leí Arara
vermelha, pero me
pareció una obra menor en Vasconcelos.
10
F.P.- Andalucía es el punto de partida de tus dos novelas publicadas
hasta la fecha ¿Tu siguiente publicación sigue el mismo camino?
M.
M.-Escuché a Eduardo Jordá, escritor mallorquín que vive en
Sevilla y al que le debo mucho como escritor, que uno escribe de lo
que conoce, y por eso como andaluz Andalucía es mi punto de partida
aunque siempre trato de contar historias universales. Creo que Aquel
viernes de julio es una
reflexión sobre el valor de la amistad, algo universal, y El
guacamayo rojo trata de
cómo alcanzar los sueños, también inherente a la condición de ser
humano. Ahora la historia que estoy escribiendo se sitúa en una
ciudad sin nombre, en un barrio también sin nombre, pero en los que
se puede reconocer fácilmente a mi ciudad y a muchas ciudades de
nuestro país.
11.
F.P.- En tus novelas nos hablas de la familia, de las clases sociales
menos favorecidas, del valor de la amistad. Puede decirse que en
ellas hay un mensaje de denuncia social ¿Te consideras un escritor
comprometido?
M.M.-
Intento serlo. Creo que uno de los fines de la literatura es hacernos
más humanos. No podemos humanizarnos sin tener muy presente a
quienes son menos considerados por nuestra sociedad. Tengo la suerte
de haber trabajado siempre entre personas humildes y sencillas, y en
ellos he podido encontrar en ellos una generosidad muy difícil de
hallar entre las temerosas clases pudientes.
12.
F.P.- Últimamente vemos cómo profesionales de las diversas ramas de
la ciencia nos sorprenden como escritores. ¿En tu caso, qué te
impulsó a escribir?
M.M.-´Estar
cerca del dolor de nuestra sociedad. Por mi trabajo he estado muy
cerca del sufrimiento humano, he conocido muchas historias personales
que traslucen la fragilidad humana independientemente de los recursos
económicos o intelectuales de las personas. Profundizar en las
claves de esa condición humana me ha impulsado a escribir para
contribuir a aliviar ese sufrimiento. Leer desde muy pequeño,
conocer las posibilidades terapéuticas de la ficción y aprender a
utilizarla como fortaleza para mejorar el mundo, provocaron que lo
que se inició en mi caso como un divertimento haya pasado a ser un
motor importante en mi vida.
13.
F. P.-¿Alguno de los autores que hayas leído influyen en tu estilo
literario?
M.M.-
Sin duda, creo que leer buena literatura, abrirte a los universos de
otros autores, contribuye y ayuda a mejorar el estilo literario. Creo
que la sencillez de mi prosa y la profundidad y fortaleza de mis
personajes tienen que ver con lo aprendido y con lo vivido. Podría
citar muchos autores pero creo que los que más me influyen son
autores norteamericanos como John Cheever, Raymond Carver, Alice
Munro o Flannery O´Connor. Aunque también hay europeos como Antonio
Tabucchi, Marguerite Duras o Albert Camus, de cuya lectura he
aprendido, sin dejar a un lado a escritores hispanos como Rulfo,
Vargas Llosa u Onetti.
14.
F.P.- ¿Con cuál de las fases del proceso de creación de una novela
disfrutas más?
M.M.-
Creo que cuando se disfruta más es en el momento en el que ves que
tienes la historia, que ya sabes lo que quieres escribir y cómo lo
vas a hacer. Pero hay un momento muy duro, que quizás no se disfruta
en ese momento sino más adelante, que es el de ponerle los cimientos
a la novela. Que la historia tenga unos pilares sólidos, que los
personajes estén bien caracterizados desde el principio, es un
trabajo a veces árido del que se disfruta después. Y cuando
realmente se goza de ello, si se ha hecho bien, es en la parte más
maravillosa del proceso creativo, cuando la novela ha dejado de
pertenecerte y pasas a compartirla con los lectores. Es entonces
cuando lo escrito gana en matices insospechados durante el proceso
creativo anterior, es gracias a quienes se acercan a tu historia
cuando puedes saborearla en todos sus matices. Aprendes de tus
personajes y de lo que hay dentro de ti como persona, y eso solo te
lo descubren tus personajes y tus lectores.
15.
F.P.- ¿Qué le dirías a alguien que ha escrito una novela y
encuentra dificultades para su publicación?
M.M.-
Que no la guarde en un cajón y que luche por que se publique. Una
novela nunca se habrá terminado sin la publicación, por las razones
que he señalado con anterioridad. Es importante conocer cuáles son
las dificultades. Si puedes pagar un informe literario que te ayude a
conocer las causas sería muy bueno; si no, todos tenemos amigos
lectores, buenos lectores, que te pueden hacer un análisis sobre lo
que escribes que puede ayudar. Hay que estudiar bien qué editoriales
podrían estar interesadas, cuáles tienen una línea que apueste por
el género de tu historia, por escritores desconocidos. Todos solemos
tener una visión tan maximalista como poco objetiva de lo que hemos
escrito, pensamos es sublime o una porquería, necesitamos ayuda. Si
estamos convencidos de lo que hemos hecho hay que llamar a muchas
puertas hasta que convenzamos a otros de que estamos en lo cierto.
16.F.P.-
Muchas gracias por concederme esta entrevista y espero que nos sigas
deleitando con tus nuevas publicaciones.
M.M.-
Gracias a ti por darme la
oportunidad de dirigirme a tus seguidores.