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sábado, 31 de marzo de 2012

Jane Eyre, de Charlotte Brönte




 
¿Les suena Cumbres Borrascosas?. ¿Y Jane Eyre?.  Cumbres Borrascsas merece otra entrada a parte. La única y exitosa novela de Emily Brönte, hermana de Charlotte Brönte, la autora de una de las mejores novelas románticas que ha dado la literatura británica: Jane Eyre. Sin olvidarnos de Agnes Gray, la primera novela de Anne Brönte, considerada como la "narrativa en prosa más perfecta de las obras literarias inglesas".

Sin duda, Jane Eyre es, para muchos críticos,  la obra maestra de la novela victoriana, una de las novelas clásicas de todos los tiempos.

Sinopsis:

 
Singular desde su complicada infancia de huérfana, primero a cargo de una tía poco cariñosa y después en la escuela Lowood, Jane Eyre logra el puesto de institutriz en Thornfield Hall, para educar a la hija de su atrabiliario y peculiar dueño, el señor Rochester. Poco a poco, el amor irá tejiendo su red entre ellos, pero la casa y la vida de Rochester guardan un estremecedor y terrible misterio.

 
Novela que, en principio, tuvo por título: Jane Eyre, una autobiografía. Fue publicada bajo el sinónimo de Currer Bell. Durante un tiempo fue atribuida a William Makepeace Thakeray. El éxito fue inmediato, tanto para el público como para la crítica. El nombre de Charlotte Brönte apareció en la segunda edición de la misma y, edición que dedicó al escritor antes citado por ser uno de sus más acérrimos seguidores.                                                                             
                                                                                                                                                                                        

Los biógrafos de la autora consideran que esta novela es autobiográfica, en parte, pues Jane tiene mucho de su autora. Se le tiene como una precursora del feminismo, dada su actitud de revelación ante la sociedad.

En menos de un siglo, la popularidad de Jane Eyre fue tal que se reimprimió más de quinientas veces en dieciséis idiomas. Y sólo en España de 1939 a 1946 aparecieron once ediciones.

La atracción entre Jane y el señor Rochester va más allá de las cualidades físicas de la protagonista. Es el sentimiento, la nobleza de su corazón y su gran inteligencia lo que hace que este acaudalado inglés se quede prendado de la institutriz.
                                                                                                  


La novela está ambientada en la Inglaterra de comienzos del siglo XIX y escrita en primera persona La autora es una maestra en las descripciones psicológicas de los personajes. Hay, incluso, interacción entre la narradora y el lector: "Lector, si piensas así, es que me conoces poco". Nos muestra la evolución de la protagonista desde la adolescencia a la madurez. La obra fue escrita cuando su autora se acercaba a los treinta años de edad.

Resulta cautivadora en la definición del progreso emocional y en su simple pero afectivo dibujo de los personajes, en especial el de su narradora, Jane Eyre, muchacha sensible de infancia abatida en busca de felicidad, cariño y amor, que no es más que un espejo de la propio autora, Charlotte Brontë.

Trata temas como el amor, los choques sociales y la independencia personal, se envuelve en una atmósfera de misterio (incluso con pasajes de terror) con una descripción romántica y dramatizada de los momentos amargos y dulces de toda existencia, como los que vivió su autora. 

Contrapone los lujos y los placeres de la alta sociedad con la vida de una huérfana. Este choque social hace que los sentidos de la protagonista se agudicen y analice detenidamente los sentimientos que la rodean en cada situación. Es una obra que reúne el lenguaje natural y ameno, la pormenorizada descripción de los personajes tanto a nivel físico como psicológico y el desconsolador conocimiento de la vida, que despierta en los lectores un interés sostenido y emocionante.

El hecho de relatar la historia en primera persona hace que nos encariñemos con la protagonista desde la primera página. La protagonista no calla sus defectos, incluso ante el lector, sino que los reconoce y sabe que forman parte de ella al igual que sus virtudes. Las adversidades por las que irá pasando no harán más que confirmar la firme humildad de la protagonista y su conocimiento del lugar que ocupa en el mundo. No considera que éste, se sitúe al lado de los huérfanos, las clases sociales bajas, las mujeres o quienes carecen de fortuna.

Lo que hace grande a Jane Eyre es el empecinamiento de la protagonista de ser siempre, en todo lugar y para todos, quien es desafiando a quien haga falta. Aunque es precisamente gracias a esos desafíos como sale fortalecida, ganándose a las únicas personas que merecerán la pena a lo largo de la novela: Helen Burns y Rochester.

Un libro ciertamente recomendable para la lectura. La emoción de qué pasará se mantiene siempre a lo largo del texto.

Charlotte Brontë nació en Thornton el 21 de abril de 1816. Fue la tercera hija del matrimonio formado por Patrick Brontë y Maria Branwell. La familia se instaló en Haworth, un pueblo en los páramos de Yorkshire, tras el nombramiento de Patrick como rector del mismo. Tan sólo había transcurrido un año desde el traslado cuando Maria murió, dejando a Charlotte y a sus cinco hermanos bajo el cuidado de su padre y una tía.
 
Los niños Brontë fundaron su propia asociación literaria. Transformaron unos soldados de madera en personajes de una serie de historias sobre el reino imaginario de Anglia, propiedad de Charlotte y su hermano menor Branwell (1817-1848), y el de Gondal, perteneciente a Emily y Anne.

Se conservan alrededor de cien cuadernos escritos a mano de las crónicas de Anglia, las cuales fueron iniciadas en 1829; siendo de gran interés para los eruditos la relación entre lo escrito en estos cuadernos y las novelas que Charlotte escribiría posteriormente.
 
Después de un breve paso por su hogar, Charlotte regresó al internado a trabajar como profesora de inglés. No obstante, decidió regresar a Inglaterra cuando Heger se distanció de ella. Una vez allí, escribió El Profesor (1857), su primera novela, que no fue publicada hasta después de su muerte.

En otoño de 1845, tras encontrar algunos poemas escritos por Emily, animó a sus hermanas a publicar un libro con la poesía de las tres. Éste se publicó bajo el título Poemas por Currer, Ellis y Acton Bell (1846), cada hermana empleando las iniciales de su nombre en su seudónimo. Sin embargo, sólo se vendieron dos ejemplares.

Poco tiempo después se publicó Jane Eyre (1847) bajo el seudónimo Currer Bell. La obra tuvo un éxito instantáneo, a pesar del escándalo que suscitó la forma directa de abordar las pasiones de sus protagonistas.
 
Un triste período sucedió a éste debido a las trágicas muertes de Emily (1848), su hermano Bramwell y Anne (1849). Charlotte permaneció en casa con su padre, enfocándose en la literatura. Publicó Shirley (1849), en la que aborda el impacto de la revolución industrial en su Yorkshire natal, y Vilette (1853) en la que recupera como argumento su experiencia en el internado de Bruselas.

En 1854, se casó con el reverendo Nichols, suplente de su padre en la parroquia, pero el matrimonio no duró: el 31 de marzo de 1855 Charlotte murió consumida por la tuberculosis.

2 comentarios:

  1. Magnífica novela, sí. Siempre me hago un lío con Emily y Charlotte. La verdad es que ambas estaban plenas del espíritu romántico y debían de tener una imaginación desbordante.
    ¿No hay como una especie de leyenda sobre las Brontë? Algo así como que en realidad era Branwell el que escribía las novelas...Publicar con seudónimo lleva a crear a veces, leyendas. Pero claro, en aquella época ser mujer y publicar eran cosas que no se llevaban muy bien, ¿no crees?

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  2. Desde luego que es fácil hacerse un lío entre ambas. En su día me leí las dos. Quizá en aquel entonces me gustó más Cumbres Borrascosas. Branwell, en realidad, era el apellido de la madre. A quién se le achacó la novela de Charlotte fue a un tal William Makepeace Tackeray. Parece que le dedicó la novela a este hombre cuando se publicó la segunda edición ya con el nombre de esta gran escritora. Parece que por aquel entonces las mujeres lo tenían crudo para casi todo y publicar ya debería de ser una odisea.

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