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domingo, 11 de marzo de 2012

El Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino


Contando sólo un año de edad, su padre, don Juan Martín de Saavedra fue condecorado con el título de Grande de España. Abocado a la carrera militar por su condición de segundón (su hermano mayor, Juan Remigio heredaría el ducado a la muerte del padre de ambos), ingresó en 1802 en el Real Seminario de Nobles de Madrid permaneciendo en él hasta 1806. Con tan solo nueve años ya le correspondían por linaje la Cruz de Caballero de Malta, la banderola de la Guardia de Corps supernumerario, el hábito de Santiago, etc. En 1807 fue alférez de la Guardia Real. Luchó con valentía contra las tropas napoleónicas siendo herido en la Batalla de Ontígola (1809). El General Castaños le nombró capitán de la Caballería Ligera. Obtuvo también el nombramiento de primer ayudante de Estado Mayor.

En 1823, Rivas fue condenado a muerte por sus creencias liberales y haber participado en el golpe de estado de Riego en 1820. Además se le confiscaron sus bienes y huyó a Inglaterra. Luego pasó a Malta en 1825 donde permaneció cinco años. En 1830 se marchó a París. Después de la muerte de Fernando VII en 1833, regresó a España al recibir la amnistía y reclamó su herencia, y además en 1834 murió su hermano mayor, Juan Remigio, y recayó en él por ello el título de Duque de Rivas. Dos años después fue nombrado ministro de la Gobernación. Luego emigró a Portugal por poco espacio de tiempo. A la vuelta desempeñó el papel de senador, alcalde de Madrid, embajador y ministro plenipotenciario en Nápoles y Francia, ministro del Estado, presidente del Consejo de Estado y presidente de la Real Academia Española y del Ateneo de Madrid en 1865.

us primeras poesías y sus primeros dramas muestran la influencia del neoclasicismo (Meléndez, Valdez y Quintana). Luego, el autor se orienta deliberadamente hacia el Romanticismo, con tres obras especialmente célebres. La primera es un poema en doce romances :

El Moro Expósito (1834), que es un fresco realista y fantástico de las civilizaciones árabe y cristiana en la España de la Edad Media. El prólogo fue escrito por Alcalá Galiano. «leyenda en doce romances» sobre el tema de los infantes de Lara y el bastardo Mudarra que es considerada pieza fundacional del romanticismo en España.

 Don Álvaro o la fuerza del sino, cuya primera representación tuvo lugar en Madrid en 1835, representó el triunfo del Romanticismo sobre el Escenario ; este drama fue en España lo que Hernani había sido en Francia. Las trágicas aventuras de un héroe perseguido por el sino, el misterio, el amor y la muerte, con una mezcla de tipos y de tonos, lances imprevistos, etc.

Todo contribuye a crear una ilustración clamorosa del romanticismo. El Duque de Rivas se inspiró en la vida real : tuvo una propiedad, “La Jarilla”, en Hornachuelos y conoció la leyenda de la “Mujer Penitente”. Verdi se inspiró en este éxito para su ópera, La Forza del Destino (1862).

Don Álvaro, un indiano rico y misterioso que vive en Sevilla, tiene un romance con doña Leonor, hija del Marqués de Calatrava. Como éste no aprueba esos amores, don Álvaro decide raptar de su casa a doña Leonor. En la huida de los amantes, el Marqués muere accidentalmente. Este hecho da inicio a la tragedia de los protagonistas. Los enamorados desaparecen. Doña Leonor vive oculta durante un año, de modo que todos, incluso don Álvaro, la creen muerta. Después, se retira al monasterio de los Ángeles, en Hornachuelos.

Don Álvaro viaja a Italia. Los dos hijos del Marqués, don Carlos y don Alfonso, han jurado vengar la muerte de su padre y salen en busca del indiano. En Veletri se encuentran y reconocen don Álvaro y don Carlos, lo que lleva a un duelo donde perece don Carlos. Don Álvaro sobrevive y se refugia en el convento de los Ángeles, en España, donde vive como fraile durante cuatro años. Por su parte, don Alfonso, que había viajado a Perú, descubre toda la verdad sobre don Álvaro y regresa a buscarle. Segundo duelo obligado, en el cual cae herido don Alfonso. Ambos descubren que doña Leonor vive en la cercana ermita, y don Alfonso, creyéndola cómplice de don Álvaro, la mata. Para don Álvaro, la única escapatoria a su destino es el suicidio, de modo que se arroja desde una montaña.

El drama está divido en cinco jornadas; estructura típica del teatro neoclásico. Tiene todas las características del teatro romántico en lo que se refiere a historia, temas y estilo. Pero, en cuanto a las normas neoclásicas de las tres unidades, espacio, lugar y tiempo, el autor se tomó muchas libertades: el drama se desarrolla en diferentes lugares (España e Italia); cubre un período de cinco años y hay una acción principal, pero también se intercalan escenas costumbristas y cotidianas. 

Uno de los temas es el tradicional de la venganza, sobre todo expresada en forma de duelo. Ese anhelo de vengarse parece salvar la honra familiar que ha sufrido una ofensa. En la obra, la furia del Marqués se transforma en deseo de venganza que pasa, como una obligación, a sus hijos.
El inicio del problema está en el amor, o mejor dicho la pasión entre don Álvaro y doña Leonor, que será muy breve porque será destruido por los deberes que la sociedad imponen y por la familia de Leonor. 

Pero el tema principal es siempre “la fuerza del sino”, es decir la fatalidad que se abate sobre don Álvaro hasta su muerte. En efecto, esta fatalidad le impedirá vivir su amor con doña Leonor, y acabará matando al Marqués y a sus hijos. Don Álvaro se sentirá entonces culpable por sus actos y huirá, hasta recluirse durante cuatro años en la soledad de un convento. Por último, pasando de fraile a enviado del infierno, don Álvaro se suicida considerándose « demonio exterminador » y pidiendo al infierno que se lo trague. Don Álvaro no ha salvado su alma, no ha recibido la divina misericordia. Es éste el conflicto típicamente romántico : el hombre entre Dios y el mundo.

En 1841 publicó sus Romances históricos: destaca de esta colección de sesenta y nueve romances un gusto por lo decorativo y descriptivo, por las sensaciones casi pictóricas en las que se reconocía su afición por este arte, del que llegó a ser un notable maestro, así como la variedad temática. De entre los de ambiente medieval merecen mencionarse romances como Don Álvaro de Luna y Una antigualla en Sevilla; otros se sitúan en la época de los Austrias: Un castellano leal, Una noche en Madrid, Recuerdos de un gran hombre, El mayor desengaño y El Conde de Villamediana.

2 comentarios:

  1. Una vida propia de la mejor de sus obras.
    No me cabe ninguna duda sobre eso.
    Besos

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  2. Desde luego, corroboro lo que dices. Besos, Paco.

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