Datos técnicos:
Título:
Un refugio en Katmandú
Autora:
Ángeles Ibirika
Editorial:
Planeta
1ª
edición: 2/6/2015
Encuadernación:
Rústica con solapas
ISBN:
978-84-08-141969
Nº
páginas: 416
Sinopsis:
Matthew jamás pensó que su exitosa carrera como jugador de béisbol
se truncaría por decisión propia; que desaparecería de la faz de
la tierra para embarcarse en una peligrosa aventura en el desconocido
Nepal; que en la milenaria ciudad de Katmandú, entre tradiciones que
ni entendería ni compartiría, encontraría el amor de su vida; que
su plan inicial acabaría en desastre y se vería obligado a trazar
un desesperado plan B, ni que con el paso del tiempo llegaría a
creer que aquello no saldría bien. Sin embargo, siempre supo que
llegaría hasta el final arriesgando su libertad, y hasta su vida si
era necesario, para conseguirlo. Pero en la vida, más aún en el
país de un millón de dioses, todo ocurre en los momentos más
inesperados y por las razones más insospechadas.
Algunas veces, el amor te desvía de tus objetivos y eso, en el país del millón de dioses, puede pasar en el momento más inesperado.
Algunas veces, el amor te desvía de tus objetivos y eso, en el país del millón de dioses, puede pasar en el momento más inesperado.
Opinión Personal:
(Rainbow House-Katmandú)
Un refugio en Katmandú es la tercera novela que leo de Ángeles Ibirika, (Ugao-Mirabelles-Bilbao), después de Días de lluvia y Donde siempre es otoño. Es una de las pocas autoras de novela romántica que leo habitualmente. Aunque con esta que hoy reseño tengo un pequeño problema; no vaya a pensar el lector que le voy a poner ya un pero desde el primer momento porque, más bien, en mi modesta opinión, sería difícil encontrarlo. Ese problema es el género en el que encasillar la novela, pues me atrevería a decir que, en relación con las otras dos publicaciones suyas que he leído, es en la quen el romance tiene un papel más secundario, menos destacado, lo que no quiere decir que no por eso no atraiga a quienes disfrutan leyendo este género literario; todo lo contrario: creo que me encontré con un romance más natural y creíble. Por eso soy más partidario de catalogarla como narrativa contemporánea. Y, a parte de esto que comento, me atrevería a decir que, incluso, es su novela más literaria, pues está escrita con una narrativa exquisitamente cuidada y adaptada al medio en el que se desenvuelven los personajes, para que no perdamos en ningún momento esa sensación de que realmente estamos haciendo un viaje literario a Katmandú y, por extensión, a Nepal. De hecho, visitaremos Namrhung, a donde Claudia iba a pasar alguna temporada al año para realizar sus labores humanitarias.
Creo que la sinopsis nos da los datos necesarios para que nos hagamos a la idea de lo que nos vamos a encontrar a lo largo del desarrollo de la trama. Símplemente faltaría mencionar el nombre de la otra protagonista de esta historia: Claudia, la doctora que trabaja en el hospital en el que es atendido Matthew. Ambos destacan muy por encima de los demás que desfilan a lo largo de los 47 capítulos en los que se estructura la novela, estando rodeado de un elenco de secundarios y figurantes que sirven para conformar un mosaico de personajes a través de los cuales conoceremos cómo es el mundo de los cooperantes y las tradiciones ancestrales que todavía perviven en una cultura tan distinta a la occidental. Pero, sin duda alguna, diría que el personaje por excelencia es Katmandú, la capital de Nepal y Patrimonio de la Humanidad: ciudad por la que Ángeles Ibirika nos llevará a través de sus rincones más turísticos y otros que no lo son tanto. Como habitualmente solemos decir en estos casos, Un refugio en Katmandú serviría como guía para quien decida visitar la capital nepalí; pero, por desgracia, un devastador terremoto ocurrido el pasado año asoló este país asiático, afectando sobre todo a su milenaria capital y, la verdad sea dicha, no sabría decir si ahora sería el momento idóneo para visitarla, aunque seguro que quienes quieran acudir como cooperantes para realizar labores humanitarias serán bien recibidos.
(Thamel-Katmandú)
Ángeles Ibitrika cambia de registro a la hora de relacionar a los protagonistas de sus novelas. Y es que en sus dos últimas publicaciones utiliza el deporte como excusa para que entre los dos personajes principales se establezca un vínculo determinante con el fin de que cuaje o no esa conexión entre ambos. Si en Días de lluvia es el surf, en Un refugio en Katmandú es el béisbol el que hace que el protagonista abandone de manera voluntaria este deporte profesional y se adentre en un mundo totalmente desconocido para él, en donde se embarcará en una peligrosa aventura para llevar a cabo el plan que tiene preparado, aun sabiendo que su vida podría correr peligro. Me ha llamado a atención en este sentido, su relación con uno de los personajes de la novela, Bhim, un joven nepalí de una de las castas más bajas, que se ganaba la vida transportando personas y mercancías en su rikshaw y que siente pasión por este deporte, y no dudará en ayudar a Matthew, forjándose entre ellos una verdadera y, al mismo tiempo, curiosa amistad.
(Maju Deval-Katmandú)
Sin duda, un atractivo de esta novela es la forma en la que la autora ha decidido presentar a los dos personajes principales, bien perfilados y reales. Si a Claudia la vamos conociendo más directamente desde el primer momento, aunque también se nos guardará algún episodio de su vida para que los conozcamos en los últimos capítulos, no así ocurre en el caso de Mathew. De hecho, poco a poco irá quitándose ese escudo protector con el que quiere defenderse del peligro que le acecha y tampoco comprometer a quienes le acogen. Esa áurea de misterios y de secretos que le rodean hacen que nos preguntemos qué es lo que le ocurre, al igual que Claudia, de su forma de actuar. Y es que él irá evolucionando a medida que se suceden los acontecimientos a través de los cuales quiere cumplir su objetivo marcado. Junto a ellos nos encontramos con otros secundarios, creo que más difuminados, como los cooperantes Ruth y el doctor Gordon, o los nepalíes Bhim, Aiswarhya, Rajiv,...a través de quienes conoceremos de forma directa algunas de las tradiciones del país del millón de dioses.
Un refugio en Katmandú tiene todos los ingredientes para hacer de ella una novela atractiva y placentera para el lector que decida darle una oportunidad. Ya comenté al principio que creo que es la novela de Ángeles Ibirika en la que el romance no desempeña un papel tan dominante en la trama, por lo que, si hay quienes no gustan de este género literario, no es impedimento alguno para que disfruten de su lectura.
Biografía:
Ángeles Ibirika nació en Ugao-Miraballes, un pequeño
pueblo cercano a Bilbao y vive en el campo en compañía de su esposo, sus
dos hijos y sus perros. Siempre ha trabajado rodeada de libros; en una
editorial o regentando su propia librería. Hace pocos años resurgió su
inquietud por escribir, cambiando las poesías de su juventud por novelas
cargadas de sentimientos. La propia Ángeles dice: «Mi gran reto es
emocionar y conquistar la complicidad del lector. Conseguir que se
sienta tan unido a los personajes que tras meses de haber cerrado el
libro se pregunte qué habrá sido de ellos tras superar tantas
calamidades.» Es autora de Entre sueños (2010), galardonada
como Mejor debut romántico en El Rincón Romántico y con el Premio
Romántica’S como mejor autora revelación española; y Antes y después de odiarte (2011), con la que ganó dos premios Dama. Donde siempre es otoño es su tercera novela publicada.
Nota: Datos técnicos, sinopsis y biografía de la autora, tomadas de Planetalibros. Imágenes que acompañan al cuerpo de la reseña, de google imágenes, así como fotografía de Ángeles Ibirika.