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miércoles, 13 de junio de 2012

Leopoldo Alas, Clarín.




Leopoldo García-Alas y Ureña (Zamora, 25 de abril de 1852Oviedo, 13 de junio de 1901), conocido por su pseudónimo « Clarín», que utilizó por primera vez en abril de 1875 para firmar un artículo en el periódico El solfeo. Forma, junto a Benito Pérez Galdós, la pareja de grandes novelistas españoles del siglo XIX. Su novela, La Regenta, es considerada la mejor de ese siglo.

Nació en Zamora, donde se había trasladado  su familia desde Oviedo, al ser nombrado su padre, Genaro García Alas, gobernador de la ciudad. Leopoldo fue el tercer hijo del matrimonio.

 En la casa se hablaba continuamente de Asturias y su madre, Leocadia, con cierta nostalgia, contaba relatos de aquella tierra de sus antepasados (aunque ella tenía también hondas raíces leonesas). Este ambiente influyó en gran medida en el espíritu del niño Leopoldo que desde siempre se sintió más asturiano que zamorano, aunque a lo largo de su vida conservó un cariño especial por las tierras que lo vieron nacer.

Pasó su infancia en León y Guadalajara debido al cargo de gobernador civil que por entonces desempeñaba su padre. En León estudió en el colegio de los jesuitas. Esta etapa estudiantil engendró en Leopoldo el sentimentalismo religioso y el principio de gran disciplina moral que fueron la base de su carácter.

El bachillerato lo estudió en Oviedo, a donde regresó toda la familia.  Leopoldo descubrió con sus propios ojos la geografía asturiana de la que tanto había oído hablar a su madre. Durante los años siguientes Leopoldo se encuentra en libertad por las tierras de Guimarán, propiedad de su padre, donde aprenderá directamente de la Naturaleza y de los libros que encuentra en la vieja biblioteca familiar, donde entra en contacto por primera vez con dos autores que serán sus maestros: Cervantes y Fray Luis de León.
Estudiaría en la Universidad de Oviedo lo que se llamaban estudios preparatorios. Tenía once años. Allí conoció a tres buenos amigos, Armando Palacio Valdés, Tomás Tuero —escritor, traductor y crítico literario— y Pío Rubén, escritor.
Después de finalizar sus estudios en la Universidad, se trasladó a Madrid para hacer el doctorado, Allí encontró a sus amigos de Oviedo, Tuero, Palacio Valdés y Rubín. El grupo fue pronto conocido como «los de Oviedo». Los primeros tiempos en la capital no fueron satisfactorios para Leopoldo que añoraba su tierra asturiana, las montañas y la bruma.
Años atrás había entrado en España la teoría del krausismo, de la mano del jurista y filósofo español  Julián Sanz del Río, que había sido discípulo en Alemania de Karl Krause. Sus alumnos que estos aplicarían el krausismo poniendo en marcha un movimiento ideológico intelectual que culminó con una gran reforma en la educación libre, con la creación de la Institución Libre de Enseñanza. San del Río es expulsado de la Cátedra de Derecho de la Universidad a instancias de Isabel II y de alguno de sus ministros por considerar tal doctrina como peligrosa para la seguridad del régimen. Fue en la cátedra de Adolfo Camús y Nicolás Salmerón donde Leopoldo se empapó de las ideas krausistas que hicieron nacer en él poco a poco, la duda religiosa y el escepticismo filosófico.
En diciembre de 1874 termina la Primera República con la caída de Emilio Castelar gracias al golpe de Manuel Pavía. Poco después del golpe, Martínez Campos iniciará la Restauración monárquica en la figura de Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II.
En marzo de 1875, Antonio Sánchez Pérez fundó un periódico con el nombre de El Solfeo. El 5 de julio entraron en su redacción unos cuantos jóvenes, entre ellos Leopoldo Alas. El periódico pasó totalmente desapercibido y ni siquiera fue nombrado por los cronistas de la época. Su director quiso que sus colaboradores tomaran como seudónimo el nombre de un instrumento musical y así fue como Leopoldo eligió el Clarín que a partir de ahí sería el alias con que firmaría todos sus artículos. La columna donde escribía tenía el título de «Azotacalles de Madrid» (Apuntes en la pared). El día 2 de octubre de 1875, el escritor firmó por primera vez como Clarín, inaugurando el espacio con el verso que el lector puede ver a continuación. De esta forma Leopoldo Alas entró en la vida literaria de la época y desde su columna empezó a lanzar duras críticas llenas de ironía contra la clase política de la Restauración.

Clarín empieza a gozar de popularidad al mismo tiempo que le llegan abundantes disgustos y bastantes enemigos. Cada nuevo artículo se convierte en un nuevo escándalo, criticado o alabado en las tertulias de la Cervecería Inglesa o del Ateneo de la calle de Arenal. Junto con esta actividad literaria, continúa con sus estudios, preparando el doctorado.
Aparte del género periodístico, Clarín siente la necesidad de cultivar otros géneros literarios. Félix Aramburu (poeta y notable escritor de Derecho penal), amigo entrañable de Leopoldo era el director y editor en Oviedo de una revista llamada Revista de Asturias. Este amigo no sólo lo animó a escribir otro tipo de narraciones sino que le ofreció un lugar en su propia edición. En el verano de 1876, Clarín escribe sus primeros cuentos y algunas poesías que meses después se irán editando en la Revista ovetense. Con estas colaboraciones el gran escritor fue dándose a conocer.
Se decía entre sus contemporáneos que para conocer a Clarín era necesario asistir a su cátedra de Derecho Natural. Según sus propias palabras, era partidario de sugerir a sus alumnos un hábito de reflexión mejor que enseñar una ciencia a secas y no se conformaba con enseñar una serie de preceptos a aplicar en el futuro. Sus lecciones solían empezar con un precepto de Justiniano y continuaba con citas de El Quijote o de Santa Teresa, para terminar con , Tolstói, Renano San Francisco de Asís. Muchos de sus alumnos no llegaban a entender este sistema y acusaban a Clarín de ser un «hueso» (serio, estricto, exigente y por lo general con fama de suspender). Clarín estimaba a sus alumnos cuando eran capaces de entender el espíritu de sus enseñanzas antes que la letra. Tenía un sentido de la justicia muy severo a la hora de calificar y nunca aceptó ni sobornos ni recomendaciones; se lo acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia. La cátedra fue para Clarín una gran responsabilidad y una preocupación constante (según sus propias palabras) y se entregaba a ella con toda honestidad.
Clarín estimaba a sus alumnos cuando eran capaces de entender el espíritu de sus enseñanzas antes que la letra. Tenía un sentido de la justicia muy severo a la hora de calificar y nunca aceptó ni sobornos ni recomendaciones; se lo acusaba de carecer de ningún tipo de benevolencia. La cátedra fue para Clarín una gran responsabilidad y una preocupación constante (según sus propias palabras) y se entregaba a ella con toda honestidad.


En 1883 contrajo matrimonio y obtuvo la cátedra de economía y estadística en la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente logró su traslado a la Universidad de Oviedo, donde enseñó derecho romano, actividad que alternó con las de articulista y escritor.

En 1881 se publicó el libro Solos de Clarín, que recogió los artículos de crítica literaria. El prólogo es de Echegaray. Ese mismo año, en el mes de octubre publicó en La Ilustración Gallega y Asturiana el artículo «La Universidad de Oviedo», en el que hace un elogio al claustro restaurado y formado por los profesores Buylla, Aramburu, Díaz Ordóñez, entre otros.

A los 31 años Clarín escribe su obra maestra La Regenta, es, sin duda, la obra maestra de Clarín y una de las novelas más importantes de la literatura española. La Regenta tiene como tema central el adulterio, tratado de una manera como jamás antes se había hecho en la litetura española. La joven y bella provinciana, Ana Ozores, se casa con Víctor Quintanar, exregente de la ciudad de Vetusta, hombre bondadoso, aburrido y mucho mayor que ella. Ana se siente cada vez más frustrada y abatida y se convierte en presa del donjuán provinciano don Álvaro y de su propio confesor don Fermín de Pas, hombre de orígenes humildes, soberbio y ambicioso. Ana cae en brazos de Álvaro, pero esto no era lo que preocupaba especialmente al autor. Él se fija en el escenario: Vetusta, que asiste como un coro a todo lo que se va desarrollando. Además, plantea una lucha entre Fermín y Álvaro por la posesión física de Ana como una lucha entre los dos poderes de la ciudad: la iglesia más retrógrada y el caciquismo teñido de liberalismo.

El final es la degradación más absoluta de los protagonistas: el regente muere a manos de Álvaro en un duelo esperpéntico. Álvaro huye de manera cobarde dejando clara su ruindad. La ambición de Fermín se  manifiesta como la ausencia total de escrúpulos y moral y, Ana, la intocable regenta, se encuentra con un «beso viscoso» del ser más despreciable de la ciudad.  En toda la obra se ve claro el sentido crítico y moral de Clarín y las censuras que recibió fueron tantas que, tal vez por eso, en obras posteriores no llegó tan lejos. 

Esta novela causó escándalo en su momento, en especial por las críticas anticlericales que contenía. Este hecho contribuyó a que la novela no tuviera mucho éxito de público y de crítica en su época. Hubo que esperar a las últimas décadas del siglo XX para que la crítica reconociera que se trataba de una auténtica obra maestra.




En 1889 termina un ensayo biográfico sobre Galdós dentro de una serie titulada «Celebridades españolas contemporáneas».

El  editor Fernando Fe publica, a finales de 1891 su segunda novela larga, Su único hijo, libro en el que el autor construye una amplia trama novelesca y una rica interiorización psicológica de los personajes entre los que sobresalen el protagonista, Bonifacio Reyes y su esposa Emma Valcárcel. La compleja relación entre ambos da pie a un doble adulterio y a la existencia de un hijo de paternidad dudosa. La actitud que asume Bonifacio define no solo una psicología sino también una actitud ante la vida. Discutida en su momento por la dureza de algunas situaciones esta obra está, no obstante, llena de profunda humanidad y se destaca también por la diversidad de personajes que presenta. 

Otras novelas suyas son Cuesta abajo y El abrazo de Pelayo.

Sus artículos literarios y satíricos, publicados mayoritariamente en la revista Madrid Cómico, alcanzaron gran popularidad, pero su mordacidad le valió numerosas enemistades e incluso algún duelo. 

Tal vez la faceta de la que menos se habla es su papel como gran cultivador de la novela corta, de relatos y de cuentos, formas que se desarrollan de forma extraordinaria en la literatura europea a partir de la mitad del siglo XIX.  Como novelas cortas podemos señalar cronológicamente Pipá, Doña Berta, Cuervo o  Superchería.

El cuento español moderno se vincula al nombre de Leopoldo Alas, Clarín, su iniciador y  principal cultivador. En gran medida, es gracias a este escritor que el cuento deja de ser considerado como un género menor. Además de su valor literario, histórico y social muchos de los cuentos de Clarín presentan una vertiente pedagógica que permanece a menudo inédita. No se trata de que sus relatos sean de temática educativa, que también los tiene, por ejemplo., “El número uno” o “Don Urbano”, sino de que en ellos se refleja, con mayor o menor nitidez, su condición de profesor y de intelectual comprometido con España. Muchas de las narraciones breves de Clarín intentan orientar las actitudes y los comportamientos de sus lectores y, por lo mismo, puede decirse que poseen una dimensión pedagógico-social. Otros cuentos conocidos suyos son El dúo de la tos, En el tren, En la droguería, Un voto, Adiós, Cordera, quizás uno de los más conocidos, y el póstumo El gallo de Sócrates.



En 1894 se despertó su afición por el teatro por influencia de sus amigos la actriz María Guerrero y el dramaturgo Echegaray. Los biógrafos dicen que es un contrasentido en un hombre amante de la realidad y enemigo de la farsa. Por eso su primera obra teatral Teresa (ensayo dramático en un acto y en prosa) es una página real de su propia vida. Se publicó y se estrenó el 20 de marzo, en el teatro Español de Madrid, en homenaje que se daba a la actriz María Guerrero. La obra resultó un rotundo fracaso, argumentando los críticos que carecía de arquitectura escénica y que tenía todos los defectos de un escritor novato.

Clarín venía arrastrando su enfermedad desde años atrás y en los primeros meses de 1901 se sentía ya exhausto. En el mes de mayo viajó a León, invitado por su primo Ureña, con motivo de los festejos que se celebraron por haberse terminado la reconstrucción de la catedral. En esta ciudad revivió su infancia y fue agasajado y querido por muchas personalidades. A su vuelta comentó: «En León pasé horas verdaderamente felices».

Una vez de vuelta a Oviedo sintió de nuevo y muy cercana su enfermedad. Allí fue acompañado constantemente por su sobrino el joven médico Alfredo Martínez García, que le diagnosticó una tuberculosis intestinal en último grado, enfermedad incurable en aquella época.
El 13 de junio de 1901, a las siete de la mañana, murió Leopoldo Alas, a la edad de cuarenta y nueve años. El féretro fue velado en el claustro de la Universidad donde acudieron profesores, amigos y familiares del escritor. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de El Salvador
Clarín es un intelectual preocupado por conjugar el idealismo con la filosofía positiva y la búsqueda del sentido metafísico o religioso de la vida. Es un gran analista, un perfeccionista que persigue el detalle y entienda la literatura como un trabajo constante y minucioso de gran contenido ético;  su método es la prospección positivista propia del realismo y del naturalismo. Chochó con la época por su mordacidad, por sus críticas literarias despiadadas, producto de su misión docente: pretendía elevar el nivel cultural de su país y, por lo tanto, censuraba el mal gusto y la vulgaridad.
Clarín fue padre de Leopoldo García Alas Argüelles y es el bisabuelo del jurista Leopoldo Tolivar Alas.  Este último y su hermana, Ana Cristina, cedieron en depósito, gratuitamente, al Principado de Asturias, en marzo de 2010, la biblioteca familiar y archivo que conservaban, entre cuyos documentos figura el manuscrito de La Regenta.

Fuentes: www.rincondelcastellano.com, www.biografíasyvidas.com, www.epdlp.com, wikipedia.





14 comentarios:

  1. Leí La Regenta en el instituto y me encantó. De hecho, tengo ganas de encontrar una edición decente para comprarla y releer esta fantástica novela.

    Muy buena entrada, Francisco, como de costumbre.

    Un saludito.

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    1. Gracias, Xavier. Es una buena novela y yo también estoy terminando de ver la serie que en su día hiciera TVE. La han adaptado muy bien al guión. Eso es de agradecer. Merece la pena verla también. Saludos, Paco.

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  2. Tengo "La Regenta", pendiente en la estantería, cada vez que pienso en leerla, le pasa delante algo actual, pero voy a intentar leerla antes de acabar el verano. Muy bueno tu afán por refrescar la cultura de nuestros grandes. Saludos.

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    1. Merece la pena darle un repasito a nuestros clásicos, que buenos momentos nos han echo pasar. Saludos.

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  3. Como ya viene siendo habitual, te diré que no he leído nada del autor; pero, por lo menos con esta entrada, me siento un poco más iluminada sobre los clásicos españoles. Además hablas de una zona geográfica con un encanto especial. Saludos.

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    1. Gracias, Offuscatio. Cada vez que surge la ocasión y me encuentro con efemérides de autores españoles, no dudo en hacer una entrada, sobre todo si es un clásico. Saludos.

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  4. Yo tengo "La Regenta" en el ebook, creo que la descargué gratis de Amazone, y estoy deseando ponerme con ella. En verano es una de las que no se van a escapar.
    Gracias por la clase maestro.
    Saludos

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  5. De este autor sólo he leído La Regenta, un libro maravilloso que releí hace no mucho. Unos personajes completísimos y uno de los grandes villanos de la literatura.
    Besos

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    1. Yo lo leí hace tiempo y tengo de él Su único hijo. La serie de La Regenta para TV está muy bien adaptada. El Regente es Héctor Alterio y la Regenta Aitana Sánchez Gijón. Besos.

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  6. Sólo he leído y releído La Regenta. Una auténtica obra maestra de nuestra literatura. La serie la ví hace años y sí, es una adaptación muy buena. La verdad es que TVE siempre ha hecho muy buenas adaptaciones de los clásicos.
    Besotes!!!

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    1. Creo que por Vetusta hemos pasado la mayoría. Y la serie,sí, merece la pena verla. Está muy bien adaptada. Besos.

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  7. Gracias por esta entrada, pues desconocia muchos detalles de su biografía, un abrazo!

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  8. Espero tener suerte esta vez y poder publicar un comentario. Llevo intentándolo en varias entradas y no hay forma. Me gustan mucho las reseñas que haces siempre se aprende.
    Saludos.

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