jueves, 17 de mayo de 2012

Sandro Boticelli, El Pintor de las Damas






Si me dijeran de escoger un pintor representativo del Renacimiento en Italia me pondrían en un buen problema porque este fue un período de grandes artistas, sobre todo en el llamado Cinqueccentto. Nombrar al trébol de cuatro hojas de pintores de esta mágica época como Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel o Tiziano ya de por si me emociona. Óleos como La Gioconda de Leonardo da Vinci, la Bóveda de la Capilla Sixtina –la cual tuve el placer de disfrutar in situ y embelesarme con su impresionante belleza- Las Tres Gracias de Rafael la Asunción de la Virgen dejan a uno sin palabras para definirlas. 
 Pero hoy esta entrada la dedico al llamado pintor de las damas, en el sentido más “cortés” de la palabra, Sandro Boticelli. El nacimiento de Venus y La primavera son dos de sus obras maestras más conocidas, sin lugar a dudas.

A caballo entre la representación onírica, plena de un amor platónico por la mujer (tan distinta de esas rubicundas y maternales futuras madonnas rafaelianas), y la exaltación de la belleza se sitúa el modelo de virgen que creará, real en la plasmación de su plenitud a la vez que intelectualizada en su concepción.
En sus pinturas la naturalidad de la escena, a pesar de la riqueza decorativa y la complejidad que en ocasiones se muestra, siempre sorprende. De algún modo las figuras parecen existir en sus cuadros porque no podría haber sido de otra manera, resultando siempre ligera la transición entre los diversos personajes (debido en gran parte al empleo móvil que de la línea realiza), existiendo incluso aquellos autores que han teorizado acerca de su producción en términos de comparación musical (en su obra el ritmo y el lirismo se unen para conformar un etéreo conjunto visual resultado de una comprensión del mundo pasada por el tamiz del neoplatonismo y el intelecto).

Botticelli se revelaría abierto a los logros del Renacimiento, introducidos por Masaccio como a las tendencias del Gótico tardío (que realzaba la línea bella y la elegancia de suaves movimientos de las figuras). Utilizó las reglas de la perspectiva central y estudió las esculturas de la Antigüedad, cuyo ideal del cuerpo humano se evidencia primordialmente en sus desnudos, y también revela, por la gracia y elegancia de sus figuras, su aproximación con el estilo del gótico tardío.
Las pinturas de Botticelli tendrán contenido filosófico, político y religioso alejándose un poco de las escenas mitológicas y figuras alegres. Sus cuadros permitirán vislumbrar la cultura y la política florentina en la segunda mitad del siglo XV.

Alesandro di Mariano di Van Filipepi, que así se llamaba realmente el maestro florentino, pero al que todos conocemos como Sandro Boticelli, nació en esta hermosa ciudad italiana, cuna de los Médicis, un 1 de marzo de 1445 y fallecería el 17 de mayo de 1510.

Nació en un barrio de trabajadores en el arrabal de Solferino. A esta misma parroquia de Solferino o Todos los Santos pertenecieron los Vespucci, aliados de los Médicis, y de quienes recibiría encargos. 

 No se convirtió en aprendiz hasta alcanzar los catorce años de edad, lo que indicaría que recibió una educación más completa que otros artistas del Renacimiento. Accediendo a los deseos del niño, el padre lo mandó al taller de Fray Filippo Lippi, en Prato (de 1464 a 1467). De este pintor recibe Botticelli sus mayores influencias: la síntesis entre el nuevo control de formas tridimensionales, la delicadeza expresiva en los rostros y los gestos, los detalles decorativos (herencia del estilo del Gótico tardío) y un estilo íntimo. Muchas de las primeras obras de Botticelli se han atribuido a su maestro, y aún hoy la autoría sigue siendo incierta. Curiosamente, años después, Botticelli acabaría siendo maestro, y teniendo en su taller al hijo de Filippo, Filippino Lippi.

En menor medida, resultó influido por la monumentalidad de Masaccio. En 1467 Sandro vuelve a Florencia, frecuentando el taller de Andrea del Verrocchio, donde trabajó al lado de Leonardo da Vinci. De esta época data toda una serie de Madonas influidas por Lippi.

Para el año 1470, Botticelli tendría taller propio. Ya entonces su obra se caracteriza por una concepción de la figura como vista en bajorrelieve, pintada con contornos claros, y minimizando los fuertes contrastes de luz y sombra que indicarían formas plenamente modeladas. Recibió ese año un importante encargo: una de las pinturas sobre Virtudes para la Sala del Tribunal de los Mercaderes, La fortaleza. Esto indica que para entonces, con unos 30 años de edad, ya debía haber ejecutado obras destacadas.

En 1472 entró a formar parte de la Compañía de San Lucas, gremio de pintores. En los años siguientes Botticelli se hizo muy famoso, hasta el punto de ser llamado a Pisa para pintar un fresco en su catedral, hoy perdido.

A principios de la década de 1480 incluso será reclamado por el Papa Sixto IV para participar en la decoración de la Capilla Sixtina, dejando constancia de su paso por el Vaticano en los frescos de las Pruebas de Moisés (ejemplo magnífico del dominio que posee de la perspectiva y su conocimiento del uso de la luz, la aplicación del color y la obtención de volumetría), la Tentación de Cristo y el Castigo de los rebeldes contra Aarón.

Una vez de vuelta de Roma es cuando va a realizar algunos de sus más bellos cuadros, entre los cuales es posible encontrar aquellas pinturas de temática mitológica que tanta fama le dieron y con las que, por lo general, se suele asociar su imagen, caso de Palas y el Centauro (1482) y Venus y Marte. Sin embargo, no se pueden dejar en el tintero otras composiciones de carácter religioso realizadas por Boticelli en este periodo, como la maravillosa Madonna del Magnificat (hacia mediados de 1480), la Madonna de la Granada (1485), el retablo (1485) encargado por Giovanni de Bardi para la capilla que poseía su familia en la iglesia del Santo Espíritu florentina o la Anunciación de Guardi (1489). A través del análisis de las mismas se puede apreciar la evolución y culminación de su estilo preciosista y elegante, que comienza ya a inclinarse hacia la tristeza al final de la década (se puede apreciar en la boccacciana Historia de Nastagio degli Onesti).

A finales del siglo XV, el ambiente florentino cambió. Savonarola es la mejor personificación de este cambio en el ambiente de la época. Este predicador, que en una estancia anterior no había hecho mella en los florentinos, regresó a la ciudad en 1490, y esta vez sus tremendas predicaciones sobre el Juicio Final tuvieron éxito debido a una serie de circunstancias, como la pérdida de poder que sufrieron los Médicis debido a las guerras franco-italianas, la expansión de la sífilis, llamado «mal francés», y el ambiente de milenarismo conforme se aproximaba el año 1500.

En 1492 murió Lorenzo el Magnífico. El rey Carlos VIII de Francia invadió Florencia en 1494, expulsando a Pedro de Médici. Savonarola se hizo el líder de la ciudad, estableciendo una República que abominaba de todo aquello que representaban los Médicis como los objetos de lujo y los cuadros pintados por Botticelli. Sandro era intensamente religioso. En estos últimos años de su vida su producción se caracteriza por la inquietud.

En plena época de la República se data su obra La calumnia de Apeles (1495), un cuadro alegórico extraído de Luciano y mencionado en el tratado de Alberti.

El 7 de febrero de 1497 Savonarola y sus seguidores llevaron a cabo la más célebre Hoguera de las vanidades («Falò delle vanità»): reunieron objetos que representaban la relajación moral con el fin de hacerlos arder en la Plaza de la Señoría. En esta hoguera ardieron unas cuantas obras de Botticelli. El 4 de mayo de ese mismo año, una revuelta popular acabó con el dominio de Savonarola, quien murió el día 23 en la hoguera. Sin embargo, el ambiente intelectual había cambiado irremediablemente.

No se conoce amor concreto de Botticelli, ni alusión a excesos sentimentales; tenía «horror al matrimonio».No se casó nunca. Fue denunciado anónimamente en 1502 de sodomía con uno de sus ayudantes, pero los cargos fueron más tarde desestimados. En 1504-1505 aparece como miembro del comité que iba a decidir la ubicación del David de Miguel Ángel.

Del año 1502 es su famoso escrito relativo a la realización de una especie de periódico conocido como beceri, de carácter satírico, destinado en su mayor parte a alegrar la lectura de los nobles de la sociedad renacentista. Tal proyecto, sin embargo, quedó en eso, no siendo nunca llevado a término.
Murió el 17 de mayo de 1510 y fue sepultado en su parroquia, la iglesia de Ognissanti, en Florencia. A su muerte, el único heredero verdadero de su arte fue Filippino Lippi, que comparte con él la inquietud presente en sus últimas obras.

La producción de Boticelli va a estar muy vinculada a lo largo de toda su vida a diversas instituciones oficiales e importantes familias, llegando a ser protegido de los Médici (lo cual da idea del reconocimiento de prestigio que ya habría alcanzado en la época), para quienes pintará, entre muchas otras obras, los retratos de Cosme el Viejo y Giuliano de Médici (a quienes volverá a representar además, junto con varios miembros de la familia, en la Adoración de los Magos realizada hacia 1476 por encargo de Giovanni Lami), el Retablo de las convertidas o la Virgen de la Eucaristía. También habría sido un Médici el poseedor de sus magníficas e internacionalmente conocidas Alegoría de la Primavera (1478) y Nacimiento de Venus (1485), así como de las obras hermanadas Regreso de Judith a Betulia y Descubrimiento del cadáver de Holofernes (hacia 1475).

Fuentes. www.profesorenlinea.cl, www.arespana.com, www.biografiasyvidas.com, wikipedia.



8 comentarios:

  1. Una entrada completísima sobre un artista genial. Me ha encantado, 1beso!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Tizire. Ya lo creo que es un artista genial. Habría para escribir un libro sobre las grandes figuras de la pintura en el Renacimiento italiano. Saludos. Paco.

    ResponderEliminar
  3. Qué maravilla de entrada, Francisco. Como siempre, interesante donde las haya. ¡Felicidades!

    Por cierto, qué casualidad. Ayer en el programa de televisión "¡Ahora caigo!" salió una pregunta sobre la concha de la cual surge Venus. Preguntaban de qué animal era; ¿lo sabíais?, es una vieira. Qué curioso.

    Un saludito.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a ti, Xavier. Realmente es una vieira. Salta a la vista solo con verla y ya saborearla ni te cuento. Es uno de mis moluscos preferidos, je, je. Un saludo. Paco.

    ResponderEliminar
  5. Fantástica entrada la de hoy! Gracias por traer a uno de los más grandes como es Boticelli. Me has hecho aprender mucho hoy.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Margari. Me alegro que te haya gustado. Sus obras son geniales, desde luego.

    ResponderEliminar
  7. Una entrada fantástica, me gusta mucho la pintura, Boticelli es uno de los grandes maestros que plasmaron la belleza de espíritu en cuerpos relajados.
    Magnífico.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, me alegro de que gute tanto este genio de la pintura. Saludos. Paco.

      Eliminar