miércoles, 30 de mayo de 2012

JUANA DE ARCO





Hoy día una Juan de Arco o una Doncella de Orleáns, como también se la conoció a esta heroína, militar y santa francesa , no despertaría el enorme revuelo que si despertó hace siete siglos atrás cuando con tan solo 17 años de edad se puso al frente del ejército de su país, Francia, para expulsar definitivamente a los ingleses de su territorio. Era la llamada Guerra de los Cien Años.

Nació el 6 de Enero de 1412, en el pequeño pueblo francés de Domrémy y en el seno de una familia acomodada. Si bien cuando tuvo lugar el proceso por el que se le condenó como hereje reconoció que no sabía leer ni escribir, pero sí hilar y coser, como cualquier mujer de su época, gracias a la intervención de su madre que se ocupó de educarla especialmente en los quehaceres de la casa.

A esta heroína le tocó vivir en una época en que su país estaba sumergido en un conflicto bélico conocido como la Guerra de los Cien Años (1337 a 1453) entre los reyes de Francia y los de Inglaterra. Esta guerra fue de raíz feudal, pues su propósito no era otro que dirimir quién controlaría las enormes posesiones de los monarcas ingleses en territorios franceses desde 1154, debido al ascenso de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou y casado con Leonor de Aquitania, al trono inglés. Tuvo implicaciones internacionales. Finalmente y después de innúmeros avatares, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas.

Cuando tenía apenas 13 años, confesó que había visto en el jardín de sus padres a San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita. Según afirmaba, le habían dicho que tenía que llevar una vida piadosa y devota. Años más tarde, diría que el Señor le había encargado una difícil misión: la de dirigir el ejército francés para coronar al delfín Carlos.

Éste aún no había sido coronado rey debido tanto a las luchas internas como a la pretensión inglesa al trono de Francia. Juana pudo convencerle de que ella tenía la misión divina de salvar a Francia. Un grupo de teólogos aprobaron sus peticiones y se le concedieron tropas bajo su mando, con las que condujo al ejército francés a una victoria decisiva sobre los ingleses en Patay, al tiempo que liberaba Orleans.

Tras esta y otras muchas victorias posteriores, promovió la coronación del príncipe como Carlos VII de Francia, acto que tuvo lugar en Reims el 17 de julio de 1429. Viendo que había cumplido su misión, Juana dejó de escuchar las voces en su interior y pidió poder volver a casa. Sin embargo, viendo que había llevado a la victoria al ejército francés le pidieron que se quedara y continuase combatiendo.

Durante los siguientes meses tuvieron lugar el ataque a París en septiembre de 1429 y después el asedio a Compiégne. Durante el asedio fue capturada por el duque de Borgoña el 24 de mayo de 1430 para ser vendida después a los ingleses.

En manos inglesas, fue conducida hasta Ruán, donde un tribunal eclesiástico presidido por Pierre Cauchon, obispo de Beuvais, la juzgó y acusó de brujería y herejía, afirmando que las voces que escuchaba no eran de los santos ni de Dios, sino del mismísimo diablo. Este juicio tenía como fin desprestigiar a Carlos VII, aduciendo que había sido fiel seguidor de una bruja, por lo que su coronación sería nula.

Fue conducida ante un tribunal eclesiástico en Ruán que la juzgó de herejía y brujería. Tras catorce meses de interrogatorio fue acusada de maldad por vestir ropas masculinas y de herejía por su creencia de que era directamente responsable ante Dios y no ante la Iglesia católica. El tribunal la condenó a muerte, pero al confesar y arrepentirse de sus errores, la sentencia fue conmutada a cadena perpetua.

El proceso duró tres meses, tras el cual fue declarada culpable de los cargos de brujería y herejía el 25 de mayo de 1431. Fue un juicio que no dejó opciones de defensa a la acusada y además se basó en argumentos débiles y sin fundamento. Asimismo, Carlos VII, a quien había ayudado a conseguir el trono, no hizo nada por ayudarla. 

A pesar de que había defendido siempre su inocencia, se retractó y afirmó lo que el tribunal decía, lo que hizo que la pena de muerte se convirtiese en cadena perpetua. Sin embargo, volvió a cambiar su declaración y afirmó de nuevo que las voces que había escuchado eran voces divinas. Debido a ello fue condenada a morir en la hoguera. Fue ejecutada el 30 de mayo de 1431 en la plaza del mercado de Ruán.

Veinte años después de su muerte y tras largos esfuerzos, su familia logró que se examinase su caso y el 7 de Julio del año 1456 se reconoció su inocencia y en cambio se declaró herejes a sus jueces. Pero el máximo reconocimiento a su obra llegaría cinco siglos después de su muerte, cuando el Papa Benedicto XV la canonizó el 16 de mayo de 1920.

Juana de Arco ha sido ampliamente retratada en el arte y en la literatura. Ha sido tema de dramas como La Doncella de Orleans, (1801) de Johann von Schiller; Santa Juana, (1923) de George Bernard Shaw y La alondra, (1953) de Jean Anouilh. El compositor francés Arthur Honegger compuso basándose en ella su oratorio Juana de Arco en la hoguera, interpretado por vez primera en el año 1938. El escritor estadounidense Mark Twain escribió la biografía titulada Recuerdos personales de Juana de Arco, (1896) y Voltaire la homenajeó en su poema narrativo La Doncella de Orleans, (1756). Juana de Arco fue también la heroína del drama español La doncella de Orleans de Antonio Zamora, escritor de principios del siglo XVIII. 

El cine, a lo largo nos ha traído una serie de adaptaciones, con más o menos acierto:

La pasión de Juana de Arco (1928) del director danés Carl Theodor Dreyer). Gracias a esta cinta, Dreyer logró el reconocimiento mundial, convirtiéndose en uno de los directores de la historia del cine. 

Juana de Arco en la hoguera (Roberto Rossellini, 1954) con Ingrid Bergman. Rossellini llevó al cine este oratorio de Paul Claudel.

Juana de Arco en la hoguera (Robert Bresson, 1962) con Florence Carrez.
Recrea solamente el proceso del “juicio”, basándose en los documentos históricos que nos quedan.

Juana de Arco, (Luc Besson, (1999), con Milla Jovovich.En líneas generales, sigue los hechos históricos y demuestra admiración por el personaje.



 
Serie Juana de Arco (Christian Duguay, 1999) con Leelee Sobieski: esta fantástica miniserie televisiva presenta un increíble despliegue de medios. Se ha realizado un enorme esfuerzo en la ambientación, y las escenas de batallas son muy vistosas. A esto se añade una historia de entidad, con un personaje, el de Juana, de una pieza, capaz de morir por defender sus convicciones más íntimas. Le acompañan varios secundarios de lujo: Peter O'Toole y Shirley McLaine.

Fuentes: www.quien.net, es.shvoong.com, redhistoria.com, canaldehistoria.es, www.decine21.com,wikipedia, You tube.

6 comentarios:

  1. Esta sí que fue una vida de acción, obstáculos y superación. Me encantan estas entradas tan instructivas. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Margari. Una heroína reconocida muy tarde como tal. No me extraña que te atrajera tanto la historia de esta mujer. Besos, Paco.

      Eliminar
  3. Creo que no conozco a nadie que no haya sucumbido en algún momento a la fascinación que produce la vida de esta joven mujer.
    Me incluyo en ello y lamento que no sea un tema que se trate mas y mejor en la literatura salvo casos contados.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo, Silvia. Así como en el cine hay varias versiones sobre Juana de Arco, en literatura no sé por qué no pasa lo mismo. Un abrazo, Paco.

      Eliminar